DESEQUILIBRIOS REGIONALES EN ARGENTINA Y NECESIDAD DE POL

DESEQUILIBRIOS REGIONALES EN ARGENTINA Y NECESIDAD DE POL�TICAS DE DESARROLLO

Los cambios producidos en el contexto econ�mico que enfrentan las provincias argentinas desde comienzos de la presente d�cada generan una oportunidad hist�rica de desarrollo para la Regi�n Central de Argentina, oportunidad que no debe ser desaprovechada si se quieren reducir los grandes y persistentes desequilibrios regionales que caracterizan a nuestro pa�s.

De esta manera, la anterior, sumado a la toma de conciencia acerca del potencial de Ia Regi�n Central y de la importancia de la cooperaci�n entre los gobiernos provinciales, hace pensar que seguramente sea �ste el momento apropiado para comenzar a analizar en profundidad las alternativas de pol�ticas de desarrollo regional disponibles.

Son estas las cuestiones que se plantean en el presente cap�tulo y sobre las cuales el IIE se encuentra trabajada, dada la necesidad de comprenderlas a fondo para encontrar las mejores soluciones a los grandes problemas de desequilibrios regionales que sufre nuestra pa�s.

9.1. Introducci�n

El Instituto de Investigaciones Econ�micas (IIE) de la Bolsa de Comercio de C�rdoba, desde hace ya bastante tiempo (ver las ediciones anteriores del Balance de la Econom�a Argentina), insiste en la importancia de la Regi�n Central Amplia (integrada por las provincias de Mendoza, San Juan, San Luis, C�rdoba, Santa Fe y Entre R�os) tanto por sus perspectivas de crecimiento en el marco del comercio internacional (principalmente con el Mercosur y con Chile y, a trav�s de este �ltimo, con Asia) como por la posibilidad hist�rica que plantea de generar un desarrollo regional m�s equilibrado, en oposici�n a la excesiva concentraci�n econ�mica y demogr�fica alrededor de la Ciudad Aut�noma de Buenos Aires y su conurbano.

Efectivamente, la apertura comercial que acompa�� a la presente d�cada cambi� radicalmente el escenario econ�mico de la Regi�n Central Amplia (a la cual nos referiremos de aqu� en m�s simplemente como Regi�n Central), al encontrarse �sta en una posici�n geogr�fica estrat�gica y contar con recursos (naturales y humanos) que permiten ser optimistas en cuanto a su potencial de desarrollo. La posibilidad de elevar el nivel de vida de la poblaci�n de esta regi�n para disminuir la brecha que la separa de la regi�n de Buenos Aires debe ser aprovechada, por lo que es el momento de discutir y analizar las pol�ticas de desarrollo regional m�s apropiadas para hacerlo.

�Por qu� son necesarias pol�ticas de desarrollo regional? Una respuesta puede encontrarse al analizar el nivel de desarrollo de las provincias argentinas en los �ltimos a�os. Como surge del an�lisis presentado en este cap�tulo, puede afirmarse que existen grandes diferencias en cuanto al Producto Bruto per c�pita de las diferentes regiones de la Argentina y, lo que es m�s importante debido a que no resulta tan obvio como la afirmaci�n anterior, dichas diferencias no presentan una clara tendencia a reducirse con el paso del tiempo.

En otras palabras, una caracter�stica de la historia econ�mica de Argentina (al menos de la correspondiente a las �ltimas d�cadas) es la persistencia de las desigualdades en la distribuci�n regional de la riqueza. Sin embargo, esto s�lo no justifica necesariamente la implementaci�n de pol�ticas que tiendan a revertir esta situaci�n ya que es posible la existencia de una gran desigualdad en la distribuci�n regional acompa�ada, al mismo tiempo, de una gran movilidad de las distintas provincias dentro de dicha distribuci�n. En este caso hipot�tico, las provincias relativamente pobres en la actualidad pasar�an a ser relativamente ricas en un futuro no muy lejano por lo que, aunque persistan las diferencias regionales (para lo cual las provincias relativamente ricas deben

empeorar lo suficiente para que siga existiendo la diferencia original), resultar�a dificultoso sostener que es necesario implementar pol�ticas que beneficien a regiones que en el futuro, por s� solas, habr�n superado a las provincias actualmente m�s ricas.

Sin embargo, corno surge del trabajo de investigaci�n realizado, este no es el caso de Argentina: en nuestro pa�s, la persistencia de las desigualdades regionales a las que se hizo referencia va asociada a una escasa movilidad de las provincias dentro de la distribuci�n regional del ingreso. O, en t�rminos m�s claros, existen grandes diferencias entre los niveles de ingreso per capita de las provincias ricas y los correspondientes a las provincias pobres y, adem�s, las primeras siguen siendo ricas y las segundas pobres.

Estas caracter�sticas del desarrollo regional de Argentina sugieren la importancia de replantear el rol que los gobiernos provinciales deben cumplir para eliminar los desequilibrios regionales que se observan. Seguramente sea �ste el momento apropiado para comenzar a estudiar y discutir estas cuestiones, una vez que la importancia del Corredor de los Negocios (ver Balance de la Econom�a Argentina 1997) ha sido comprendida y, con ella, la importancia que la Regi�n Central tiene como eje de desarrollo alternativo al hist�ricamente asociado con Buenos Aires y una vez que las administraciones provinciales han comenzado a comprender las ventajas de la cooperaci�n entre provincias de una misma regi�n, hecho que se ve reflejado en la firma del acuerdo entre los gobiernos de las provincias de C�rdoba y Santa Fe1 y en la intenci�n de extender el mismo a otras provincias de la regi�n.

�Qu� papel deber�an jugar entonces los gobiernos provinciales y que rol debe asignarse a la cooperaci�n entre los mismos? En primer lugar, puede afirmarse que las pol�ticas de desarrollo regional con mayores posibilidades de �xito deben caracterizarse por generar un ambiente econ�mico favorable para el funcionamiento de las empresas en general y de las peque�as y medianas empresas en particular, debido al impacto que estas �ltimas ejercen sobre la generaci�n de empleos y sobre el desarrollo econ�mico, como surge de la experiencia europea en donde muchas regiones se han caracterizado por un r�pido desarrollo impulsado por el �xito de peque�os emprendimientos que alcanzaron elevados niveles de competitividad debido a ambientes econ�micos favorables para ello.

El desarrollo de un mercado de capitales apropiado para el financiamiento de las pymes y, en especial, de nuevos emprendimientos rentables pero riesgosos, el desarrollo de instituciones que brinden servicios que permitan disminuir los costos de transacci�n de las empresas de peque�a escala (por ejemplo servicios de capacitaci�n y de divulgaci�n de nuevas tecnolog�as) y de instituciones que favorezcan la cooperaci�n interempresarial (que realicen, por ejemplo, rondas de negocios y generen los contactos entre empresarios necesarios para la realizaci�n de acuerdos de cooperaci�n) son ejemplos de instrumentos que pueden utilizarse para generar el ambiente favorable al que se hac�a referencia.

Esta clase de pol�ticas que sirven para mejorar el funcionamiento de los mercados, combinando de esta manera la b�squeda de un desarrollo m�s equilibrado con la eficiencia econ�mica, contrasta fuertemente con la implementaci�n de pol�ticas que generan distorsiones en los mercados, como es el caso de las pol�ticas de promoci�n industrial, la competencia entre las provincias mediante la utilizaci�n de herramientas fiscales para atraer la radicaci�n de empresas extranjeras o, a nivel m�s agregado, las pol�ticas proteccionistas. Este tipo de pol�ticas genera costos que es necesario tener en cuenta al momento de su evaluaci�n. Es necesario tambi�n analizar si dichas pol�ticas son sostenibles en el tiempo.

As� como los gobiernos provinciales cuentan con herramientas de tipo «institucional» como las sugeridas p�rrafos arriba, cuentan tambi�n con otra de gran importancia; la inversi�n en obras de infraestructura (rutas, viviendas, canales de riego, generaci�n de energ�a el�ctrica, etc.), tanto como productores de las mismas (cuando son construidas con fondos p�blicos) como en el rol de reguladores (cuando, por ejemplo, otorgan al sector privado en concesi�n la construcci�n o reparaci�n de una ruta). Este punto es muy importante porque es necesario comprender claramente cu�l es el impacto que este tipo de inversiones genera sobre el desarrollo de una regi�n. Por ejemplo, es equivocada la idea de que construir una ruta en una regi�n atrasada siempre es beneficioso debido al desarrollo que genera en dicha regi�n: si esta �ltima carece de los dem�s factores que favorecen el desarrollo (recursos naturales, mano de obra suficientemente capacitada, acceso a los



1 El texto del Tratado puede encontrarse en el Ap�ndice del Cap�tulo 8. mercados, etc.), los beneficios de la inversi�n ser�n m�nimos y, por lo tanto, seguramente menores que los costos de dicha inversi�n.


Lo anterior, por supuesto, no significa de ninguna manera que no se deba invertir en regiones atrasadas sino que es necesario hacerlo luego de analizar con mayor profundidad cual es el destino m�s apropiado para los fondos disponibles. Para ello resulta �til analizar en su conjunto los factores de desarrollo con que cuenta una regi�n e identificar cu�l de ellos es m�s cr�tico: en una regi�n de gran potencial de crecimiento puede ser beneficioso construir una autopista, mientras que en otra regi�n de escaso desarrollo puede serlo dedicar recursos a la educaci�n b�sica o a la formaci�n de mano de obra especializada, por ejemplo.

Es tambi�n importante en este punto analizar cu�l es el equilibrio justo entre invertir en obras de infraestructura nuevas e invertir en el mejoramiento y el mantenimiento de las existentes. Debido a que los resultados de realizar lo primero son mucho m�s visibles que los de realizar lo segundo (a pesar de que muchas veces es m�s beneficioso esto �ltimo) existe el incentivo a dar menor importancia al mejoramiento y mantenimiento de la infraestructura existente. De esto y de lo mencionado en el p�rrafo anterior surge la importancia de analizar detalladamente la relaci�n entre esta herramienta de los gobiernos provinciales y el desarrollo regional.

Y si se trata el tema de las pol�ticas de desarrollo regional, resulta imposible no hacer referencia a la educaci�n, cuya importancia para el crecimiento econ�mico (de m�s est� destacar su importancia desde el punto de vista social) dif�cilmente pueda exagerarse. De hecho, la evidencia que se desprende de los datos estad�sticos disponibles indica que las diferencias en los niveles de educaci�n b�sica de la poblaci�n de las distintas provincias constituyen uno de los factores m�s importantes que explican las diferentes tasas de crecimiento de las provincias argentinas en las �ltimas cinco d�cadas. A pesar de este papel dominante que la educaci�n b�sica juega en el proceso de desarrollo regional, el rol que pueden cumplir las universidades, aunque fuera del alcance directo de los gobiernos provinciales, es muy importante, no s�lo en su funci�n educativa sino tambi�n en sus

funciones de investigaci�n y extensi�n. Estas dos �ltimas, si son focalizadas a los problemas regionales, pueden constituir importantes factores de desarrollo regional, especialmente si se logra coordinaci�n con el sector privado y sus necesidades.

Si bien es mucho lo que puede decirse acerca de pol�ticas de desarrollo regional (de hecho el IIE le ha asignado a este tema un lugar importante en su programa de investigaci�n para el pr�ximo a�o), es de gran importancia resaltar que un punto fundamental para que dichas pol�ticas sean exitosas lo constituye la cooperaci�n entre los gobiernos provinciales, ya que esto permite coordinar pol�ticas destinadas a solucionar problemas comunes, aprovechar econom�as de escala en muchas iniciativas (por ejemplo en la realizaci�n de misiones comerciales conjuntas, en el establecimiento de representaciones en el exterior o en el financiamiento de programas de investigaci�n de problemas comunes) y crear una unidad con mayor poder de negociaci�n que el correspondiente a las provincias por separado.

De esta manera, la experiencia de pa�ses desarrollados como Estados Unidos (pa�s que, luego de una d�cada de crecimiento desequilibrado de las distintas regiones que lo componen, puso �nfasis a principios de los noventa en la cooperaci�n entre los estados de una misma regi�n) y como los pa�ses de la Uni�n Europea (que han experimentado pol�ticas exitosas de desarrollo regional, como es el caso de muchas regiones de Italia) debe ser tenida en cuenta en el intento de lograr un desarrollo m�s equilibrado de las distintas regiones de nuestro pa�s para revertir las desigualdades regionales que no tienden a desaparecer en las actuales condiciones y con las actuales pol�ticas.

Es entones que, debido a la historia de desarrollo desequilibrado que ha caracterizado a nuestro pa�s a lo largo de d�cadas, a la oportunidad que presenta el nuevo escenario econ�mico con el potencial de crecimiento ligado al Mercosur y Chile y a la toma de conciencia acerca de las posibilidades que presenta la cooperaci�n entre las provincias de la regi�n, junto con la experiencia de pa�ses que han implementado pol�ticas exitosas en esta cuesti�n, seguramente sea el momento m�s apropiado para comenzar a discutir cuales pueden ser las pol�ticas de desarrollo regional que mayores chances tengan de acelerar el desarrollo de las regiones fuera del �rea de influencia de la capital del pa�s.

En el presente cap�tulo se analizan con un poco m�s de detalle estas cuestiones y se sugieren algunas l�neas de investigaci�n con las cuales se puedan obtener importantes elementos que ayuden a comprender de una manera m�s profunda los problemas regionales de nuestro pa�s.

Esto facilita, a su vez, el proceso de toma de decisiones tanto del sector p�blico como del sector privado, mejorando as� el nivel de bienestar social de la regi�n.

9.2. Distribuci�n de los Ingresos Provinciales en Argentina

Nuestro pa�s se ha caracterizado hist�ricamente por la persistencia de las desigualdades en la distribuci�n de los ingresos provinciales. Una forma de observar este hecho es a trav�s del gr�fico 9.1, en el cual se presentan los valores anuales del Producto Bruto Regional per capita

correspondientes al per�odo 1953-19942. Para ello se dividi� (arbitrariamente) al pa�s en cuatro regiones: BA (Ciudad Aut�noma de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires), RC (Regi�n central: Mendoza, San Juan, San Luis, C�rdoba, Santa Fe y Entre R�os), SUR (aquellas provincias ubicadas al sur de la Regi�n Central) y NORTE (las provincias ubicadas al norte de RC).

Como puede observarse en el gr�fico mencionado, no existe una tendencia clara a la reducci�n de las desigualdades regionales. Los gr�ficos 9.2 y 9.3 presentan de una manera m�s clara la evoluci�n de los Productos Brutos Regionales per capita en las �ltimas d�cadas.


En el primero de ellos se hace evidente la persistencia de las desigualdades regionales: entre 1953 y 1994, solamente la Regi�n Central mejora su situaci�n relativa, pasando de un producto per capita equivalente al 79% del producto per capita nacional a uno equivalente al

85% de �ste �ltimo, mientras que la Regi�n BA mantiene pr�cticamente inalterado su producto per capita relativo. Por el contrario, las regiones SUR y NORTE empeoraron su situaci�n relativa. Conclusiones semejantes pueden obtenerse al analizar el gr�fico 9.3, en el cual se presentan los valores de cada regi�n en t�rminos del valor correspondiente a la Regi�n BA.



2 Los datos correspondientes a los Productos Brutos Regionales per capita pueden encontrarse en el Ap�ndice 2 al final de este cap�tulo.


Evidentemente, para que no se reduzca la brecha existente entre regiones pobres y regiones m�s desarrolladas es necesario que las tasas de crecimiento de aquellas sean iguales o menores que las correspondientes a estas �ltimas, ya que de lo contrario las primeras tender�an a alcanzar a las segundas. Efectivamente, como puede observarse en el gr�fico 9.4, la Regi�n que m�s creci� entre 1953 y 1994 es la Regi�n Central (por este motivo pudo mejorar su posici�n relativa acerc�ndose su producto per capita al promedio nacional, como fue mencionado p�rrafos arriba) mientras que las regiones SUR y NORTE crecieron durante dicho per�odo a una tasa menor a la de la Regi�n BA, por lo que la brecha entre esta �ltima y aquellas se increment� entre el comienzo el final del per�odo analizado.

Otra conclusi�n que puede extraerse al analizar el gr�fico 9.4 es que, si bien no ha existido a lo largo de las �ltimas d�cadas una tendencia a la reducci�n de las diferencias regionales (salvo el caso de la Regi�n Central), pueden distinguirse subper�odos dentro de los cuales la situaci�n ha sido diferente. Por ejemplo, a lo largo de las d�cadas del 70 y del 80, la Regi�n NORTE creci�, en promedio, a una tasa mayor que la Regi�n BA, por lo que aquella tendi� a acercarse a esta �ltima. Algo semejante ocurri� con la Regi�n Central y con la Regi�n SUR.

El mensaje m�s importante que transmiten los datos presentados hasta el momento es que existen grandes diferencias dentro de la distribuci�n de los ingresos regionales y que dichas diferencias, en general, no tienden a reducirse con el paso del tiempo. Los datos que se presentan a continuaci�n permiten afirmar que lo anterior se aplica no s�lo a la situaci�n entre regiones sino tambi�n a la situaci�n dentro de las mismas.

Efectivamente, si se analizan las 24 jurisdicciones de Argentina, aparecen los fen�menos de desigualdad y de persistencia de esta �ltima. En el gr�fico 9.5, la relaci�n entre el mayor Producto Bruto Provincial per capita y el menor de ellos indica una enorme desigualdad entre las provincias argentinas: aqu�l es entre 10 y 20 veces mayor que este �ltimo, siendo evidente adem�s la inexistencia de una tendencia a la reducci�n de dicha diferencia. Esto �ltimo puede apreciarse tambi�n analizando la evoluci�n est�ndar de los Productos Brutos Provinciales per capita (gr�fico 9.6).

No obstante ser de importancia el an�lisis del fen�meno de persistencia de las desigualdades entre las provincias, existe en la experiencia argentina otro elemento que no puede obviarse: la escasa movilidad de aquellas dentro de la distribuci�n del ingreso entre las mismas. Si bien el primer fen�meno y este �ltimo pueden parecer, en principio, semejantes, es necesario distinguir claramente entre ambos.

En efecto, puede ocurrir que exista gran movilidad de las distintas regiones de un pa�s dentro de la distribuci�n de los ingresos entre las mismas y que esta �ltima presente las mismas desigualdades regionales a trav�s del tiempo. En este case, las regiones pobres tienden a <<sobrepasar>> a las regiones ricas por lo que, si bien siguen existiendo las diferencias originales, las posiciones relativas de las distintas regiones han cambiado. Este caso hipot�tico es muy diferente al que se observa al analizar los datos correspondientes a nuestro pa�s: las grandes desigualdades entre las provincias tienden a permanecer con el paso del tiempo (fen�meno sobre el cual ya se habl� en p�rrafos anteriores) y las provincias tienden a permanecer en su posici�n relativa (fen�meno que se presentar� con m�s detalle en los p�rrafos siguientes), indicando una escasa movilidad de las mismas. En otras palabras, las provincias pobres siguen siendo pobres y las ricas siguen si�ndolo.

Una forma muy clara de observar la inmovilidad de las provincias dentro de la distribuci�n de los ingresos entre las mismas es recurriendo a los gr�ficos 9.7, 9.8 y 9.9, en los cuales se presenta en el eje horizontal la posici�n de cada provincia en el ranking de acuerdo a su Producto Bruto Provincial per c�pita (de 1 a 24, correspondiendo 1 a la provincia de mayor PBP pc) en un a�o determinado y en el eje vertical la misma variable correspondiente a un a�o diferente.

De esta manera, las provincias ubicadas en los cuadrantes noreste y sudoeste se caracterizan por tener una posici�n semejante en ambos a�os (las primeras se encuentran en la parte inferior del ranking en ambos a�os y las segundas en la parte superior del mismo en ambos a�os), mientras que las ubicadas en los cuadrantes noreste gozaban de una buena posici�n en el a�o correspondiente al eje horizontal y una peor situaci�n en el a�o correspondiente al eje vertical y las ubicadas en el cuadrante sudeste presentan la situaci�n opuesta.

Surge claramente en los gr�ficos 9.7, 9.8 y 9.9 el fen�meno de la inmovilidad de las provincias argentinas dentro de la distribuci�n de los ingresos provinciales: entre 1953 y 1994 (un per�odo de 41 a�os), solamente cinco provincias pasan de una mitad del ranking a la otra, mientras que entre 1970 y 1994 y entre 1980 y 1994 solamente dos y una, respectivamente, lo hacen. En otras palabras, las provincias argentinas tienden a conservar sus posiciones relativas dentro del ranking.

Los gr�ficos que siguen reflejan el mismo fen�meno presentando, en lugar de la posici�n relativa de cada provincia en dos a�os diferentes, el Producto Bruto Provincial per c�pita de cada provincia en relaci�n con el Producto Bruto Provincial per c�pita promedio en dos a�os diferentes.

Como puede observarse en los gr�ficos mencionados, las provincias que cuentan en un a�o determinado con un elevado nivel de Producto Bruto Provincial per c�pita tienden a tener valores elevados de dicha variable en a�os posteriores, mientras que las provincias que son relativamente m�s pobres tienden a presentar valores bajos de aquella variable en a�os posteriores.

Estos fen�menos que surgen de la observaci�n de los datos presentados sugieren la importancia de analizar con mayor profundidad el comportamiento din�mico de la distribuci�n de los ingresos provinciales. Para ello se ordenan en forma creciente los Productos Brutos Provinciales per c�pita relativos y se los divide en cinco categor�as, como puede observarse en el cuadro 9.1.

De esta manera, por ejemplo, en la categor�a 1 se encuentran todas las provincias cuyo Producto Bruto Provincial per c�pita representa menos del 48% del valor correspondiente al Producto Bruto Provincial per c�pita promedio, mientras que en la categor�a 5 se encuentran aquellas provincias para las cuales aquella variable adquiere un valor que supera en m�s de un 35% al valor de esta �ltima. Debido a que se utilizan los datos de las 24 jurisdicciones correspondientes al per�odo 1970-1994 inclusive, se dispone de 600 observaciones y se fijan los rangos de tal manera que queden 120 observaciones (provincias/a�o) en cada categor�a.

Partiendo de estos datos se elabora el cuadro 9.2, en el cual se presentan las probabilidades de pasar de una categoria determinada a otra luego de un a�o:

Lo anterior significa simplemente lo siguiere: si una provincia se ubica en la categor�a 1 en un a�o determinado, la probabilidad de que permanezca en dicha categor�a al a�o siguiente es de 0,91 (una probabilidad del 91%), mientras que la probabilidad de que pase a la categor�a 2 es de 0,09. Los restantes valores de la fila 1 indican que existe una probabilidad nula de que dicha provincia ocupe al a�o siguiente las categor�as 3, 4 6 5. De la misma manera se interpretan las restantes filas.

Con la anterior matriz pueden obtenerse resultados interesantes. Operando convenientemente con la matriz presentada es posible obtener la distribuci�n hacia la cual tienden los Productos Brutos Provinciales per c�pita de continuar con la din�mica de los �ltimos 25 a�os. Esta distribuci�n a la cual converge el proceso es la siguiente:

En otras palabras, de continuar el proceso de evoluci�n de los niveles de ingreso provinciales registrado en los �ltimos 25 a�os, en el largo plazo a un 23% de las provincias les corresponder� un ingreso per c�pita equivalente a menos del 48% del ingreso per c�pita promedio, mientras que un 15% de las provincias disfrutaran de ingresos per c�pita que superaran en m�s de un 35% al ingreso per c�pita promedio. Como puede apreciarse en el gr�fico 9.14 y en el cuadro 9.3, aproximadamente un cuarto de las provincias argentinas se encuentran, en la distribuci�n a la que converge el proceso actual, en la categor�a de las m�s pobres y otro cuarto en la categor�a 4 (ubicadas en torno al promedio nacional).

Es interesante destacar que los resultados anteriores reflejan la inexistencia de un proceso de convergencia. Esto significa que las provincias argentinas no presentan una tendencia a igualar entre s� sus niveles de ingreso per c�pita. Si ocurriera esto, la distribuci�n presentada en el gr�fico 9.14 se concentrar�a alrededor de la categor�a 4 (la cual contiene el valor 1).

La matriz presentada en el cuadro 9.2 permite, adem�s de encontrar la distribuci�n a la cual converge el proceso de evoluci�n de los PBP pc, obtener las probabilidades de pasar, luego de una cantidad determinada de a�os, de una categor�a a otra.

Por ejemplo, para un per�odo de diez a�os, las probabilidades son las siguientes:

De la observaci�n del cuadro 9.4 surge, entre otras cosas, lo siguiente: el actual proceso de evoluci�n de los Productos Brutos Provinciales per c�pita implica que la probabilidad de que una provincia pobre se convierta en una provincia rica al cabo de diez a�os es de 0,003, es decir, mucho menos de un 1%. De la misma manera, la probabilidad de que una provincia ubicada en el grupo de las de mayor ingreso descienda al grupo de las pobres en diez a�os es muy peque�a: 0,005 (0,5%).

Si efectuamos un an�lisis semejante para un per�odo de 25 a�os, las conclusiones son similares: existe una probabilidad muy baja de que las provincias se desplacen de un extremo a otro de la distribuci�n de los ingresos provinciales, como puede observarse en el cuadro 9.5.

Estos resultados indican que existe una gran inmovilidad de las provincias dentro de la distribuci�n de los ingresos provinciales. Si a esto se agrega lo analizado anteriormente en cuanto a las grandes diferencias que existen entre estos �ltimos y en cuanto a la permanencia en el tiempo de estas diferencias, se hace evidente la importancia del estudio de dos temas: las variables que explican el crecimiento de las provincias argentinas y las pol�ticas de desarrollo regional necesarias para eliminar los desequilibrios regionales encontrados. Algunas cuestiones relacionadas con el primero se analizar�n en la siguiente secci�n mientras que en la secci�n 9.4. se presentar�n algunas ideas en cuanto al segundo.

9.3. Determinantes del Crecimiento de las Provincias Argentinas

Como puede observarse en el gr�fico 9.15, las provincias argentinas han crecido entre 1953 y 1994 en t�rminos per c�pita a tasas muy diferentes. Esto no necesariamente es un problema (s� lo es la existencia de tasas de crecimiento negativas, como puede observarse en el gr�fico 9.15) ya que puede ocurrir que las provincias m�s pobres crezcan m�s que las m�s ricas. De hecho la teor�a econ�mica sostiene que esto �ltimo deber�a ocurrir entre regiones relativamente homog�neas, como suelen serlo las regiones dentro de un mismo pa�s, y los trabajos de investigaci�n realizados para los estados, provincias o regiones de numerosos pa�ses indican que esto efectivamente ocurre en la pr�ctica (ver Recuadro 9.1).

De esta manera, en los pa�ses que se caracterizan por un proceso mediante el cual las regiones m�s pobres del mismo tienden a crecer a tasas mayores que las m�s ricas durante largos per�odos de tiempo, la existencia de desigualdades regionales constituye un problema que tiende a desaparecer con el transcurso del tiempo, fen�meno conocido en la literatura del crecimiento econ�mico como �convergencia».

Por el contrario, en pa�ses en los cuales las regiones que los integran presentan grandes diferencias en sus caracter�sticas estructurales (diferencias en la calidad del capital humano, en la calidad y cantidad de obras de infraestructura, en las pol�ticas fiscales, en las tasas de ahorro e inversi�n, etc.), este proceso de convergencia desaparece ya que las diferentes regiones convergen a distintos equilibrios de largo plazo. Cuando esto ocurre, el problema de las desigualdades regionales adquiere su m�xima relevancia.

La experiencia argentina de las �ltimas d�cadas, como fue expresado en la secci�n anterior, corresponde a este �ltimo caso. Si se analiza la relaci�n existente entre la tasa de crecimiento de las provincias en t�rminos per c�pita entre 1953 y 1994 y el valor del Producto Bruto Provincial per c�pita del a�o 1953 se llega a la conclusi�n de que, si bien el correspondiente coeficiente es negativo, dicha relaci�n es muy d�bil por lo que, estad�sticamente, no puede rechazarse la hip�tesis de que no existe relaci�n entre ambas variables. En otras palabras, las provincias m�s pobres no crecen, en promedio, a tasas mayores que las m�s ricas, por lo que no existe en el caso argentino un proceso de convergencia.

Esta relaci�n entre crecimiento y producto de un a�o determinado puede apreciarse en el gr�fico 9.16. Si bien la l�nea de regresi�n tiene pendiente negativa (indicando que las provincias con menor nivel de ingreso per c�pita en el a�o inicial crecieron, en promedio, m�s que aquellas con mayor ingreso en dicho a�o), puede observarse que la nube de puntos se encuentra muy dispersa en torno a la l�nea estimada, por lo que esta �ltima tiene poco poder explicativo.

La explicaci�n econ�mica que puede darse a este fen�meno radica en la existencia de diferentes caracter�sticas estructurales en las provincias argentinas, como fue mencionado al comienzo de esta secci�n. Efectivamente, cuando las diferentes regiones tienen estructuras econ�micas similares, sus niveles de ingreso de largo plazo son semejantes y cada regi�n se acerca a ellos a una velocidad decreciente. De esta manera, regiones pobres se encuentran a mayor distancia del nivel de largo plazo por lo que crecen a tasas mayores que las regiones m�s ricas. En t�rminos del gr�fico 9.16, los puntos observados se encontrar�an a poca distancia de la l�nea con pendiente negativa.

Por el contrario, si las regiones poseen caracter�sticas estructurales diferentes, los niveles de ingreso a los cuales converge cada una ser�n diferentes. Por ejemplo, si en dos regiones la calidad del capital humano es diferente, el nivel de ingreso per c�pita de largo plazo de la regi�n con mejor capital humano ser� mayor que el de la otra regi�n.

Cuando esto ocurre, se rompe la relaci�n negativa entre crecimiento y PBP pc inicial debido a que ya no crecen m�s las regiones m�s pobres sino que crecen m�s las regiones m�s alejadas de su situaci�n de largo plazo, independientemente de su clasificaci�n en ricas o pobres. De esta manera se hace importante el estudio de las caracter�sticas estructurales que, en el caso de las provincias argentinas, explican sus diferentes niveles de equilibrio de largo plazo y, por lo tanto, sus diferentes tasas de crecimiento.

Es as� que, al estudiar el caso argentino (ver Recuadro 9.1), surgen algunos fen�menos interesantes (para mayores precisiones puede recurrirse al ap�ndice 1).

En primer lugar, puede afirmarse que las diferencias en los niveles de ingreso de largo plazo de las provincias argentinas se explican fundamentalmente por las diferencias existentes en la calidad del capital humane de las mismas. Esta es la explicaci�n que propone la teor�a econ�mica a la fuerte relaci�n positiva entre crecimiento y tasa de alfabetismo que existe en el caso de las provincias argentinas. Este fen�meno no hace m�s que destacar la gran importancia que tiene la educaci�n b�sica en el proceso de desarrollo. Es importante destacar que se obtienen resultados similares utilizando, en lugar de las tasas de alfabetismo, variables tales como las tasas de completaci�n secundaria o primaria.

Existe tambi�n una relaci�n positiva entre crecimiento e inversi�n p�blica. De esta manera, un incremento de esta �ltima genera mayores tasas de crecimiento y mayores niveles de ingreso per c�pita en el largo plazo. Sin embargo, es de gran importancia tener presente que la relaci�n estad�stica que existe entre ambas variables no indica que todas las inversiones p�blicas favorezcan el crecimiento. Para que esto �ltimo ocurra es necesario que dichas inversiones sean rentables


(no necesariamente desde el punto de vista financiero o privado sino desde el punto de vista econ�mico), es decir, es necesario que generen, para la sociedad, beneficios mayores que todos los costos (directos e indirectos) que esta �ltima deba afrontar con su realizaci�n, como ser� analizado con algo m�s de detalle en la siguiente secci�n.

La relaci�n entre crecimiento y gasto p�blico corriente es negativa. Esto se debe a que esta �ltima variable desplaza recursos de usos m�s productivos en el sector privado, por lo que su incremento genera reducciones en las tasas de crecimiento de, en este caso, las provincias. No obstante la fuerte relaci�n encontrada entre ambas variables, es muy probable que la misma sea a�n mayor ya que dentro de las estad�sticas de gasto p�blico corriente se encuentran incluidos gastos que, por sus caracter�sticas econ�micas, constituyen gastos de inversi�n, como es el caso de los gastos en educaci�n y en salud, que es de esperar que tengan fuertes impactos positivos sobre el crecimiento a trav�s del aumento del capital humano que ambos tipos de gastos permiten.

Si bien se observan en la experiencia argentina provincias que experimentan durante per�odos relativamente largos elevadas tasas de crecimiento debido, fundamentalmente, a la implementaci�n de pol�ticas de promoci�n industrial, es importante destacar que este tipo de pol�ticas generan distorsiones cuyos costos es necesario tener en cuenta y, adem�s, pueden no ser sustentables en el largo plazo.

Si bien la teor�a econ�mica propone numerosas variables, adem�s de las mencionadas, como explicativas de las tasas de crecimiento de distintas regiones, en el caso argentino resulta dif�cil su inclusi�n en el an�lisis debido a la falta de los datos estad�sticos necesarios o a la escasa calidad de los existentes. Sin embargo, es importante destacar que las variables presentadas permiten explicar el 70% de las variaciones de las tasas de crecimiento provinciales con respecto a su valor medio, porcentaje bastante elevado teniendo en cuenta los valores contenidos en la literatura especializada.

De esta manera, las relaciones encontradas entre distintas variables y el crecimiento de las provincias argentinas permiten comprender mejor las causas de la inexistencia de un proceso de convergencia en estas �ltimas, a diferencia de lo que ocurre dentro de pa�ses desarrollados como, por ejemplo, los Estados Unidos, Jap�n, Canad� y Espa�a. En efecto, las provincias argentinas m�s atrasadas no tienden a crecer a tasas mayores que las correspondientes a provincias m�s desarrolladas debido a que las primeras se caracterizan por una menor calidad de su capital humano, menores niveles de inversi�n p�blica y/o mayores niveles de gasto p�blico no productivo.

Surge as� la enorme importancia que tienen las pol�ticas de desarrollo regional destinadas a solucionar estos desequilibrios regionales, tema al cual el IIE le asigna gran importancia y sobre el cual se mencionan algunos puntos importantes en la siguiente secci�n.

9.4. Pol�ticas de Desarrollo Regional

Al analizar la cuesti�n de las pol�ticas de desarrollo regional es muy importante tener presente la gran diferencia que existe entre pol�ticas que, si bien favorecen el desarrollo de regiones atrasadas, lo hacen generando al mismo tiempo distorsiones en los mercados y aquellas que, por el contrario, combinan desarrollo regional con eficiencia econ�mica.

Dentro de la primera clase de pol�ticas pueden mencionarse, por ejemplo, las pol�ticas de promoci�n industrial y la utilizaci�n de incentivos fiscales para atraer la radicaci�n de grandes empresas. Ambas herramientas, si bien pueden favorecer el crecimiento de las regiones en las cuales se las utiliza, generan distorsiones en los mercados ya que incentivan el desplazamiento de muchas actividades hacia lugares que no constituyen el lugar m�s apropiado, desde el punto de vista econ�mico, para la realizaci�n de las mismas.

Si, por ejemplo, una empresa X debe optar entre dos regiones A y B siendo la �nica diferencia

relevante entre ambas la menor distancia de A con respecto al mercado al que X destina su producci�n, la decisi�n �ptima tanto desde el punto de vista de X como desde el punto de vista social (si no existen fallas de mercado) consiste en optar por la regi�n A. En este contexto, si en la regi�n B se implementa una pol�tica de promoci�n industrial de tal manera que los beneficios que obtiene X de dicha pol�tica al instalarse en B son mayores que los costos de transporte adicionales en los que debe incurrir, desde el punto de vista de X la decisi�n �ptima es instalarse en B, mientras que desde el punto de vista social es preferible la instalaci�n en A, ya que de otra manera se debe incurrir en costos de transporte innecesarios que constituyen una p�rdida neta para la sociedad.

Lo anterior no implica necesariamente que este tipo de pol�ticas no deban ser implementadas, ya que pueden llevar asociados beneficios extraecon�micos mayores que los costos econ�micos que genera para la sociedad. Puede, por ejemplo, sostenerse que los beneficios en t�rminos de integraci�n regional que se obtienen al impulsar el desarrollo de regiones atrasadas mediante pol�ticas de promoci�n industrial son mayores que los costos asociados a las distorsiones que se generan con la aplicaci�n de estas �ltimas. Sin embargo, para que este razonamiento permita justificar este tipo de pol�ticas es necesario que ocurran, al menos, dos cosas: en primer lugar que no existan formas alternativas de alcanzar, en este caso, los beneficios de la integraci�n regional sin tener que soportar los costos impl�citos en las distorsiones generadas y, en segundo lugar, que los costos de implementaci�n de estas pol�ticas no eliminen los beneficios que se espera recibir. De esta manera, se hace muy dif�cil justificar pol�ticas de desarrollo que entorpezcan el funcionamiento de los mercados.

El segundo tipo de pol�ticas de desarrollo regional se caracteriza, como se mencion� al comienzo de esta secci�n, por combinar esto �ltimo con la eficiencia econ�mica. De hecho, una forma de conseguir aqu�l es eliminando las fallas de mercado que impiden el mejor uso de los recursos

escasos disponibles en las regiones m�s atrasadas. Por ejemplo, la creaci�n de instituciones que brinden servicios reales a las peque�as y medianas empresas, reduciendo sus costos de transacci�n, permiten ganar en eficiencia y promover el desarrollo de las regiones en las cuales aqu�llas realizan sus actividades. Siguiendo con el mismo razonamiento puede incluirse en este tipo de pol�ticas la inversi�n en obras de infraestructura que, por sus caracter�sticas de bienes p�blicos o mixtos, no son llevadas a cabo en cantidad suficiente por el sector privado pero generan grandes beneficios para la sociedad al incrementar la productividad del sector privado que utiliza dichas obras.

En este punto adquieren gran relevancia las pol�ticas destinadas a crear un ambiente econ�mico favorable al desarrollo de los negocios en general y de las peque�as y medianas empresas en particular debido a los grandes beneficios que esto genera en t�rminos de desarrollo regional y de creaci�n de puestos de trabajo, como surge claramente de la experiencia internacional, dentro de la cual se destaca Italia, pa�s que presenci� el desarrollo que fue impulsado en varias regiones por la competitividad de sus peque�as y medianas empresas.

Efectivamente, es mucho lo que puede hacerse en este aspecto debido a que cuanto menor es la escala de una empresa mayores resultan, en t�rminos relativos, algunos costos «fijos» como los impl�citos en la b�squeda de nuevas tecnolog�as, en la elaboraci�n de la informaci�n requerida por los bancos para conceder pr�stamos, en la exploraci�n de nuevos mercados, en la promoci�n de nuevos productos, etc. De esta manera, las peque�as y medianas empresas constituyen terreno f�rtil para numerosas iniciativas destinadas a superar la «discriminaci�n» natural que sufren por no poder realizar ciertas actividades debido a las restricciones que les genera su limitada escala de operaciones y que las obliga a afrontar elevados costos relativos con respecto a unidades productivas de mayor escala.

En este contexto resulta altamente beneficiosa la creaci�n de instituciones que brinden a las peque�as y medianas empresas servicios que les permita realizar actividades que por s� solas se ven imposibilitadas de llevar a cabo debido a los costos prohibitivos que acarrean. Como ejemplos de servicios a los que se hace referencia pueden mencionarse la difusi�n de informaci�n acerca de oportunidades de negocios en el exterior y acerca de la aplicaci�n de nuevos procesos tecnol�gicos.

Un mecanismo muy interesante para lograr esta reducci�n de los costos de transacci�n que afrontan las peque�as y medianas empresas debido a su reducida escala lo constituye la realizaci�n de ferias y rondas de negocios que faciliten el contacto entre empresarios y permitan, como resultado final, la realizaci�n de acuerdos de cooperaci�n empresarial. Esto �ltimo genera grandes beneficios para empresas de peque�a escala debido a que les permite compartir los costos impl�citos en la exploraci�n de nuevos mercados, aprovechar la estructura exportadora de empresas que ya comercian con el exterior, obtener las ventajas de la especializaci�n productiva, afrontar en conjunto los costos de la capacitaci�n necesaria para implementar nuevas tecnolog�as o para obtener certificaciones de calidad, etc.

Es de gran importancia tambi�n, el desarrollo de los mercados de capitales regionales que les permita a firmas de peque�a escala y a nuevos emprendimientos rentables pero riesgosos, el acceso al financiamiento que el sector bancario no puede ofrecerles debido a las limitaciones de este �ltimo para evaluar los proyectos de peque�a escala y a las dificultades que tienen quienes desarrollan estos �ltimos para brindar la informaci�n necesaria para evaluarlos correctamente. El desarrollo de Obligaciones Negociables de peque�as y medianas empresas y de Capitales de Riesgo (Venture Capitals) apunta en la direcci�n sugerida.

Como fue mencionado en p�rrafos anteriores, las inversiones en infraestructura constituyen otra herramienta fundamental para impulsar el desarrollo regional. Si bien es obvio que este tipo de inversiones son necesarias para lograr esto �ltimo, es importante realizar algunas consideraciones adicionales al respecto.

En primer lugar, el argumento de que cada peso adicional que se invierta en obras de infraestructura genera aumentos en el crecimiento de una regi�n es incorrecto. Si la inversi�n realizada no es econ�micamente rentable (es decir que los costos que genera para toda la sociedad son mayores que los beneficios que genera para la misma), el resultado es el opuesto: llevar a cabo el proyecto genera un crecimiento menor que el que se producir�a en ausencia del mismo, debido a que se est�n desperdiciando recursos escasos.

El incentivo que tienen los pol�ticos de realizar obras de infraestructura nuevas en lugar de destinar los recursos utilizados al mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura existente debido a que realizar lo primero es m�s visible y, por lo tanto, pol�ticamente m�s atractivo que lo segundo, muchas veces conduce a decisiones de inversi�n ineficientes. Esto ocurre cuando sus costos son mayores que sus beneficios una vez que se incluyen dentro de aqu�llos los costos de oportunidad impl�citos en la no utilizaci�n de los recursos escasos en la mejor alternativa disponible.

Es entonces incorrecto justificar cualquier tipo de inversi�n en infraestructura en cualquier regi�n con el argumento de que se favorece siempre el crecimiento de esta �ltima. Para analizar este tipo de cuestiones resulta de utilidad dividir a las distintas regiones en tres grupos: regiones atrasadas, las cuales se caracterizan por carecer de los dem�s determinantes de desarrollo; regiones intermedias, caracterizadas por tener un gran potencial de crecimiento debido a la presencia de las condiciones necesarias para hacerlo pero restringidas por insuficientes obras de infraestructura; y regiones congestionadas, regiones que tienen un elevado nivel de desarrollo y elevados costos de aglomeraci�n.

De esta manera, el impacto de nuevas inversiones en infraestructura sobre el desarrollo regional ser� diferente de acuerdo a la regi�n en la cual se realicen aqu�llas. Es as� que en regiones atrasadas el impacto ser� m�nimo debido a la carencia de otros factores m�s restrictivos que la infraestructura existente mientras que en regiones congestionadas el desarrollo generado se ver� compensado, al menos en parte, por costos de congesti�n adicionales provocados por el surgimiento de nuevas actividades. En cambio, es de esperar que en regiones intermedias el impacto de las inversiones en infraestructura sea de gran magnitud debido a que eliminan las restricciones que impiden el mejor aprovechamiento de los dem�s factores necesarios para el desarrollo.

Lo anterior no indica de ninguna manera que no sea conveniente la inversi�n en infraestructura en regiones atrasadas sino que es necesario analizar en profundidad cual es el mejor destino de los recursos disponibles ya que puede ocurrir que sea mucho m�s productivo destinarlos al mejoramiento de las otras variables que est�n limitando el desarrollo, como pueden serlo la calidad del capital humano o el ambiente econ�mico que enfrentan las empresas de la regi�n. En regiones congestionadas, en cambio, puede ser mucho m�s beneficioso el control de la demanda de la infraestructura existente por medio de la utilizaci�n de la pol�tica de precios como herramienta de racionamiento3 que el manejo de su oferta a trav�s de nuevas inversiones.

Como �ltima consideraci�n acerca de este punto puede mencionarse la importancia que tienepara el desarrollo regional argentino la b�squeda de los mejores mecanismos que permitan, por un lado, conseguir los fondos necesarios para la construcci�n de las obras de infraestructura que el interior del pa�s necesita y, por el otro, alcanzar resultados eficientes en la provisi�n de los servicios que dichas obras est�n destinadas a proveer. Una propuesta concreta en este sentido se presenta en el pr�ximo cap�tulo para el caso espec�fico de la infraestructura vial.

Dentro de cualquier discusi�n acerca de pol�ticas de desarrollo regional no puede estar ausente el tema de la educaci�n y la capacitaci�n de la poblaci�n ya que resulta dif�cil sobreestimar la importancia que la inversi�n en capital humano tiene sobre el desarrollo econ�mico y social. Tal como se desprende de los resultados emp�ricos presentados en la secci�n anterior y en el ap�ndice de este cap�tulo, las diferencias en los niveles de educaci�n b�sica de la poblaci�n de las provincias argentinas constituyen una de las variables m�s importantes en la explicaci�n de los desequilibrios regionales que caracterizan a nuestro pa�s. Surge as� en forma inequ�voca la importancia que la inversi�n en educaci�n b�sica tiene dentro de las pol�ticas de desarrollo regional. Es indudable tambi�n que la formaci�n superior tiene gran impacto sobre el desarrollo, por lo que los programas de estudio, de investigaci�n y de extensi�n de las universidades constituyen una importante herramienta de desarrollo.

Un tema de enorme importancia dentro del an�lisis de las pol�ticas de desarrollo regional es el referido a la cooperaci�n entre los gobiernos provinciales, lo que permite coordinar pol�ticas destinadas a solucionar problemas comunes, aprovechar econom�as de escala en actividades como la realizaci�n de misiones comerciales conjuntas, el establecimiento de representaciones en el exterior o el financiamiento de programas de investigaci�n de problemas regionales y crear una unidad con mayor poder de negociaci�n que el correspondiente a las provincias por separado.

En este sentido, la firma del acuerdo de cooperaci�n entre los gobiernos de C�rdoba y Santa Fe (acuerdo que se transcribe en el ap�ndice 8.1) y la intenci�n de incorporar a las restantes provincias de la Regi�n Central constituyen indicios alentadores acerca del futuro de la cooperaci�n entre los gobiernos provinciales. Es muy importante que este tipo de iniciativas prospere y se extienda a las restantes regiones del pa�s de tal manera que se generen mecanismos que permitan eliminar los grandes desequilibrios regionales que han caracterizado hist�ricamente a nuestro pa�s.


3 Existe en Ia actualidad un gran desarrollo te�rico en cuanto a los instrumentos para racionar la demanda de servicios viales, especialmente en las zonas urbanas con elevados niveles de congesti�n, mediante Ia utilizaci�n del mecanismo de precios como generador de los incentivos adecuados. Sin embargo, la puesta en pr�ctica de estas ideas se ve dificultada por la resistencia que este tipo de medidas encuentra a pesar de sus s�lidos fundamentos te�ricos y de los avances t�cnicos que hacen cada vez m�s sencilla su aplicaci�n (ver, por ejemplo, Johansson, B. and Mattsson, L. (1995)).

4 Un trabajo reciente aborda estas cuestiones: Lamarche, Carlos; Porto, Alberto y Sosa Escudero, Walter (1998): <<Aspectos Regionales del Desempleo en Argentina>>, Anales de las XXXXIIIa. Reuni�n Anual de la Asociaci�n Argentina de Econom�a Pol�tica, Noviembre.

5 Un an�lisis detallado de este punto puede encontrarse en: Arrufat, Jos� Luis; D�az Cafferata, Alberto y Figueras, Alberto (1998): <<Unit-Roots in Spatial Unemployment in Argentina, Testing in the Presence of Structural Breaks>>, Anales de la XXXIIIa. Reuni�n Anual de la Asociaci�n Argentina de Econom�a Pol�tica, Noviembre.


Ap�ndice 1

EI Fen�meno de Ia Convergencia Regional en Argentina

Como fue mencionado en el Recuadro 9.1, se han realizado en los �ltimos a�os, numerosos trabajos de investigaci�n acerca del fen�meno de la Convergencia Regional utilizando los datos de numerosos pa�ses, generalmente desarrollados. Debido a la importancia de este tema dentro de la problem�tica regional argentina es que el IIE realiz� un estudio de esta cuesti�n6 siguiendo lo que se conoce en la literatura especializada como enfoque <<cl�sico� de la convergencia y cuyos principales resultados se presentan a continuaci�n (las fuentes de los datos utilizados pueden encontrarse en el trabajo citado).

En primer lugar se estim� la siguiente ecuaci�n utilizando el m�todo de m�nimos cuadrados no lineales:

De esta manera, si al estimar los par�metros de la ecuaci�n [1] se obtiene un valor positivo para el coeficiente ?, la conclusi�n a la que se llega es que las provincias de menores ingresos per c�pita en 1953 crecieron entre dicho a�o y 1994 a tasas mayores, en promedio, que las provincias con mayores ingresos en aquel a�o, por lo que se disminuy� la brecha entre �stas y aqu�llas. Se dice entonces que existe convergencia ? absoluta.

Como puede apreciarse en el Cuadro 9.6 este no es lo que ocurre en el caso argentino, ya que dicho coeficiente, que indica la velocidad de convergencia entre las provincias, no es significativo a un nivel de significancia del 5%, sugiriendo la inexistencia de convergencia ? absoluta entre las provincias argentinas en el per�odo analizado.


6 Utrera, Gast�n Ezequiel y Koroch, Javier Adolfo (1998): <<Convergencia: evidencia emp�rica para las provincias argentinas (1953-1994)>>,Anales de la XXXIIIa. Reuni�n Anual de Ia Asociaci�n Argentina de Econom�a Pol�tica, Noviembre.


Como fue mencionado en el desarrollo del presente cap�tulo, la inexistencia de convergencia entre distintas econom�as puede deberse a que estas �ltimas tienen caracter�sticas estructurales diferentes, lo que implica que aqu�llas convergen a distintos equilibrios de largo plazo (estados estacionarios). Para investigar emp�ricamente esta hip�tesis se utiliza, en la metodolog�a <<cl�sica>>, la estimaci�n econom�trica de la siguiente ecuaci�n:

que se obtiene al agregar a la ecuaci�n [1] un vector Xi de variables proxies de los diferentes estados estacionarios. De esta manera, la inclusi�n de estas variables adicionales permite, por un lado, estimar el impacto de estas variables sobre los distintos estados estacionarios y, por lo tanto, sobre el crecimiento durante el per�odo de transici�n y, por el otro, estimar correctamente la velocidad de convergencia hacia aqu�llos.

De esta manera, al incluir en la regresi�n las tasas de alfabetismo como indicador de la calidad del capital humano, al comienzo del per�odo considerado, se obtienen los resultados presentados en el cuadro 9.7. Como es de esperar de acuerdo a la teor�a econ�mica se encuentra una relaci�n positiva entre la tasa de alfabetismo del a�o inicial y el crecimiento promedio de todo el per�odo. Adem�s, la inclusi�n de esta variable mejora la calidad de la regresi�n y hace significativo el valor estimado de ?.

Dado que shocks de corto plazo (cuando afectan a los distintos sectores de la econom�a e impactan sobre las diferentes provincias de una manera sistem�ticamente relacionada con sus niveles de ingreso iniciales) generan estimaciones sesgadas del coeficiente ?, se incluyeron en las regresiones las participaciones de la agricultura y de la industria en el a�o inicial, obteni�ndose los resultados contenidos en el cuadro 9.8.

Como puede apreciarse en el cuadro mencionado, la inclusi�n de estas variables mejora la calidad de la regresi�n, pero no modifica las principales conclusiones que pueden extraerse de ella.

Con el objeto de analizar la sensibilidad de los resultados obtenidos ante cambios en el per�odo de an�lisis, puede estimarse la misma regresi�n para distintos per�odos. Al hacerlo, se obtienen los siguientes resultados, los cuales no var�an sustancialmente con los obtenidos anteriormente:

Finalmente, dado que es de esperar que las pol�ticas fiscales de las provincias influyan sobre sus respectivos estados estacionarios, en el cuadro 9.10 se presentan los resultados que surgen de incluir en la regresi�n [2], junto con las variables ya utilizadas, las variables trabajos p�blicos y gastos corrientes, ambos en t�rminos reales per c�pita. Como puede apreciarse en dicho cuadro, al agregar estas variables fiscales no se modifican en forma significativa las estimaciones obtenidas de los par�metros correspondientes a las restantes variables y se encuentra evidencia de un efecto sobre el crecimiento positivo en el caso de los trabajos p�blicos y negativo en el caso de los gastos corrientes, mejorando adem�s el grado de ajuste de la regresi�n estimada.

De esta manera, el trabajo econom�trico realizado siguiendo la metodolog�a <<cl�sica>> del an�lisis de la convergencia permite extraer las siguientes conclusiones:

No puede rechazarse la hip�tesis de inexistencia de convergencia ? absoluta, por lo que puede afirmarse que las provincias argentinas con menores ingresos per c�pita no crecen, en promedio, a tasas mayores que las provincias m�s ricas. En otras palabras, las provincias pobres no tienden a <<alcanzar>> a las provincias ricas.

Se rechaza la hip�tesis de que la velocidad de convergencia de cada provincia a su respectivo estado estacionario es nula. En otras palabras puede afirmarse que las provincias argentinas se aproximan a sus equilibrios de largo plazo (determinados por sus respectivas caracter�sticas estructurales) a tasas decrecientes indicando, adem�s, la existencia de rendimientos marginales decrecientes y constantes a escala tal come se supone en la Teor�a Neocl�sica de Crecimiento.

Los coeficientes correspondientes a las tasas de alfabetismo y a las variables fiscales utilizadas, son significativos al 5% de significancia, interpret�ndose sus valores estimados como el impacto que dichas variables ejercen sobre los estados estacionarios y sobre el crecimiento en el per�odo de transici�n hacia aqu�llos. De esta manera, es posible afirmar que la calidad del capital humano y el monto de inversiones p�blicas de las provincias argentinas ejercen un impacto positivo sobre el crecimiento de las mismas, mientras que los gastos p�blicos corrientes influyen negativamente sobre �ste, explicando estas variables gran parte de las variaciones en las tasas de crecimiento de las provincias argentinas con respecto a su valor medio en el per�odo considerado.

Es importante tener presente, como se afirm� en otra parte de este cap�tulo, que la variable gasto p�blico corriente es una medida imperfecta de los gastos no productivos de los gobiernos provinciales, ya que incluyen algunas partidas que, desde el punto de vista econ�mico, deber�an clasificarse como inversi�n, como es el caso de los gastos en educaci�n y en salud. En cuanto al efecto de la inversi�n p�blica sobre el crecimiento, no debe olvidarse que con la variable utilizada no se capt� el impacto que sobre este �ltimo ejerce la calidad de dicha inversi�n.

Para no extender demasiado el an�lisis se realizan dos comentarios finales. En primer lugar, es muy importante destacar la necesidad de elaborar estad�sticas serias en cuanto a la situaci�n econ�mica y social de las provincias argentinas ya que aqu�llas son sumamente escasas y muchas veces poco confiables, lo que dificulta enormemente el trabajo de investigaci�n acerca de los problemas regionales y la toma de decisiones tanto a nivel p�blico como privado. En segundo lugar, debe mencionarse la existencia de otros enfoques para la investigaci�n emp�rica del fen�meno de la convergencia con los cuales el IIE se encuentra trabajando en la actualidad y que seguramente aparecer�n en algunas de sus publicaciones durante el pr�ximo a�o.


Ap�ndice 2

Estad�sticas Regionales: Producto Bruto Provincial per capita y Producto Bruto Regional per capita

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