ASPECTOS MACROECONÓMICOS
CAPÍTULO 4: ASPECTOS MACROECONOMICOS
En este Capítulo se muestran los principales rasgos recientes del crecimiento y la evolución del nivel de precios en el contexto mundial y en Argentina en particular. Se analizan también las perspectivas para el cierre del corriente año, conjuntamente con las cifras esperadas para el 2009 y los años siguientes. Se comparan las décadas de los ’80, los ’90 y la primera década del Siglo XXI, mostrando que el período actual es el de menor volatilidad relativa en cuanto a inflación y crecimiento. Este hecho se observa a pesar de la crisis reciente de los alimentos, con precios de las commodities en niveles históricamente elevados.
En el análisis de la economía local, se hace énfasis en la necesidad de contar con estadísticas confiables que permitan reducir la incertidumbre, colaborando con la toma de decisiones acertadas. La exploración muestra que las estadísticas oficiales poseen un correlato producto de los análisis privados que no reflejan los mismos datos que aquéllas. Esto contribuye a generar desconfianza y a incrementar los costos tanto de búsqueda de información como de asignación de recursos. La base de una macroeconomía sana está en un adecuado diagnóstico de situación, que permita diseñar políticas acordes a los objetivos planteados. Ello sólo será posible con indicadores que reflejen la realidad con el mayor grado de confianza posible.
4.1 Introducción
La evolución de las variables macroeconómicas refleja el comportamiento agregado de los distintos agentes que intervienen en los procesos de producción, distribución, regulación y consumo de la economía. La observación de las mismas permite analizar de forma global su comportamiento y a través de ello realizar análisis y diagnósticos útiles tanto a los fines de política pública como a los de toma de decisiones privada.
Como se expresa en la Historia de los quince Balances de la Economía Argentina, es una convicción del Instituto de Investigaciones de la Bolsa de Comercio de Córdoba que la valoración cuantitativa posibilita una comprensión mucho más acabada de los hechos, complementando al estudio cualitativo. No es suficiente con reconocer cuáles son las debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades sino también cuantificarlas, lo que implica reconocer su magnitud.
La macroeconomía argentina muestra desde el año 2003 un comportamiento expansivo, caracterizado también por la alta velocidad del proceso. Todas las variables fundamentales, incluyendo el PBI, el consumo, la inversión, el gasto público, las exportaciones, los agregados monetarios y el empleo, han crecido de forma significativa. Así también lo ha hecho el nivel general de precios. Este último dato no es menor ya que podría ser la cara visible de inconsistencias subyacentes en el esquema macroeconómico. La inflación es un resultado no deseado del proceso de crecimiento, cuyos orígenes son múltiples y la identificación de las causas últimas no es una tarea sencilla. Lo que si es claro, es que la misma debe ser atacada con políticas adecuadas ya que su persistencia corroe los elementos fundamentales necesarios para el funcionamiento correcto de cualquier economía de mercado, por lo que con el transcurso del tiempo atenta en contra del proceso de crecimiento.
Otro elemento fundamental a considerar cuando se analiza la macroeconomía local es el avanzado proceso de globalización en el que el mundo se halla inmerso. El contexto global condiciona y abre oportunidades a las economías, sobre todo a las más pequeñas como es el caso de Argentina. El mundo brinda una amplia demanda que permite aprovechar las ventajas comparativas que cada país posee, al mismo tiempo que otorga enseñanzas sobre procesos productivos, nuevos productos, nuevas tecnologías; elementos que potencialmente redundarán en mayor eficiencia, productividad y crecimiento. En contraposición a estos beneficios, la apertura indiscriminada y poco planificada puede resultar un factor desestabilizador al enfrentar al mercado doméstico con los vaivenes de la economía internacional. Sin embargo, la experiencia internacional indica que los países deben integrarse al mundo sin dejar de generar mecanismos de estabilización que se disparen frente a la turbulencia externa1.
1 Ver por ejemplo Balance de la Economía Argentina 2007, anexo al Capítulo 9 (p. 387 y siguientes). Allí se comenta entre otros, el caso del «balance estructural» de Chile calculado sobre la base de un precio de largo plazo para el cobre.
Mientras este Capítulo está siendo redactado, el mundo se encuentra atravesando una de las más fuertes crisis de la Historia. Una crisis que está motivando profundas discusiones sobre aspectos fundamentales del sistema económico predominante en el mundo. Las quiebras de empresas y las pérdidas monetarias suman miles de millones de dólares y los efectos continúan propagándose; las consecuencias finales sobre la economía real todavía son tan inciertas como inevitables. La economía argentina presenta fortalezas y características específicas que la han mantenido relativamente aislada de fuertes perjuicios, aunque debe resaltarse que la inmunidad no es total, ni puede ser asegurada bajo cualquier circunstancia. Es así que las perspectivas de desaceleración del crecimiento en los próximos años son un consenso generalizado entre los analistas económicos.
Desde la salida de la crisis del bienio 2001-2002 el contexto internacional brindó altos precios para las commodities exportadas por el país. Este hecho, sumado a la política de tipo de cambio alto, generó saldos positivos en la balanza comercial que repercutieron en un fuerte proceso de acumulación de reservas. Adicionalmente a través de los impuestos a la exportación, se dio un sustento adicional al resultado fiscal, que ha mostrado ser positivo por una extensión de tiempo inédita en la Historia. La política de fuerte expansión del gasto público y la inyección de liquidez por parte del Banco Central impulsaron la demanda agregada, lo que repercutió positivamente sobre el crecimiento de todos los sectores económicos.
El proceso comentado en el párrafo anterior se dio en un contexto de recursos productivos ociosos. Tanto la utilización del capital como el nivel del empleo se encontraban por debajo de los niveles de plena utilización, lo que permitió cubrir rápidamente el aumento de la demanda agregada con incrementos en la producción a partir de la reutilización de los factores. Por ende, la sostenibilidad del sendero de crecimiento se encuentra condicionada a la posibilidad de extender el uso de recursos productivos. Tal como se afirmó en el Capítulo 2 de El Balance de la Economía 2007, el proceso de inversión en capital reproductivo y en actividades de investigación y desarrollo que mejoren la productividad de los factores son elementos clave para mantener el crecimiento durante plazos prolongados.
Adicionalmente, el funcionamiento exitoso de la economía de mercado se basa en un pilar básico, sencillo de entender, pero sumamente complejo en la práctica: la existencia y el respeto de los derechos de propiedad. La propiedad privada debe estar garantizada por el Estado de Derecho y por instituciones sólidas, creíbles y estables en el tiempo. Con ellos será posible brindar el entorno microeconómico propicio sobre el cual se puede estructurar una macroeconomía sólida. Se genera seguridad en el intercambio realizado entre las personas y se promueve la confianza necesaria para tomar decisiones que requieren plazos de planeamiento y realización extensos. Estos elementos constituyen la piedra angular de cualquier intento serio por llegar a cumplir los objetivos que se plantearon en el Recuadro 1.1 del Capítulo 1 del presente libro.
4.2 El contexto mundial
4.2.1 Crecimiento e inflación
La economía mundial ha mostrado un período de fuerte crecimiento que podría estar encontrando algunas debilidades. Desde el año 2004, las tasas a las que creció el Producto Bruto Interno (PBI) del mundo resultaron ser superiores al promedio histórico 1950-2003 (3,9% anual), contabilizando cinco años de expansión con un promedio de 4,7% por año. El Gráfico 4.1 permite observar que esta tendencia estuvo asociada fundamentalmente al despegue de las economías emergentes y en desarrollo que expandieron su producción en 7,5 puntos porcentuales promedio por año. Dentro de este conjunto de países2, los asiáticos son los que elevan el promedio hasta ese nivel, ya que considerados individualmente muestran tasas de crecimiento promedio mayores al 9%. El resto de los grupos de países emergentes y en desarrollo se hallan por debajo del promedio.
2 El grupo de «Economías Emergentes y en Desarrollo» está conformado por 142 países que pueden dividirse en los siguientes subgrupos: África, Europa Central y del Este, Países Asiáticos en Desarrollo, Este Medio, América Latina y el Caribe y finalmente el Commonwealth de Estados Independientes y Mongolia.
El rol de las economías desarrolladas en este proceso mundial es el de atenuar estas elevadas cifras. Considerando tanto a la Unión Europea como a Estados Unidos, el crecimiento promedio para el período 2004-2008 resulta ser igual a 2,6% por año, lo que claramente compensa hacia abajo el espectacular desempeño de los países emergentes y en desarrollo. El corolario del análisis precedente es que el crecimiento mundial se encuentra impulsado por las economías menos desarrolladas, que mostrarían una contribución al crecimiento total de alrededor del 70% para el año 2008. Ello podría ser interpretado como el comienzo de un proceso de «nivelación» (del inglés catch-up) de ingresos entre los países más ricos y los que no lo son.
El Gráfico 4.1 adicionalmente muestra las perspectivas de crecimiento hasta el año 2013 realizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI)3. Se aprecia claramente a partir de 2008 una marcada desaceleración en el crecimiento mundial, que resulta ser particularmente importante en las economías en desarrollo. En el caso de Estados Unidos, para el año 2009 se prevé que la economía prácticamente no crecerá (0,1%), mientras que en la Unión Europea el desempeño apenas superaría el medio punto porcentual (0,6%). En el mundo en desarrollo la desaceleración también sería significativa, aunque ello no modificaría el hecho antes comentado de que la principal fuente de crecimiento mundial se encuentra en estos países. A partir del año 2010, las perspectivas son de recuperación del crecimiento mundial, aunque posiblemente a un nivel con menor intensidad de crecimiento.
Tan relevante como el incremento en el PBI, resultan ser los datos sobre inflación. El crecimiento del nivel general de precios es el indicador fundamental sobre la estabilidad macroeconómica. El mismo permite observar de forma resumida la evolución del valor de la moneda local, en cuanto a sus posibilidades de cumplir los objetivos para los cuales existe. La literatura económica ha estudiado de manera extensa el problema y existe consenso en cuanto que los procesos inflacionarios más acelerados y volátiles se traducen en niveles de crecimiento más bajos y de corta duración. Por ejemplo, en varios de los ya clásicos trabajos de Robert J. Barro de la década de los ’90, se concluye para una muestra de alrededor de cien países que la alta inflación (tasas mayores al 20%) posee un efecto negativo estadísticamente significativo sobre el crecimiento del producto4.
La inflación ha sido un problema endémico de muchos países a lo largo de la historia. En el contexto mundial, resulta interesante analizar el comportamiento del crecimiento y la inflación en diferentes momentos del tiempo. El Gráfico 4.2 reúne información de 133 países de todos los continentes y niveles de desarrollo, en donde se han cruzado los datos de inflación (de precios al consumidor) y los de crecimiento del PBI, realizando promedios simples de los valores para la década de los ’80 y la de los ’90. Resulta interesante señalar que la base original5 contaba con 181 países, de los cuales 34 no poseían datos completos para ambas décadas, por lo que se han eliminado. De ello, resultan 147 países. Las restantes 14 naciones eliminadas del análisis son aquellas que sufrieron procesos hiperinflacionarios, considerados como tales los que mostraron tasas de inflación promedio superior al 100%. Siendo este último hecho de por sí sorprendente: alrededor de un 10% de países para los cuales se poseen datos mostraron procesos hiperinflacionarios durante el período 1980-1999. Más llamativa es aún la cantidad de estados que han mostrado elevada inflación (si consideramos como tal aquella superior a dos cifras): el 50% de los países (73 de 147) la han sufrido.
3 Correspondientes a la actualización del mes de octubre de 2008 del World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional. A la fecha de cierre del presente Capítulo, se publicaron perspectivas actualizadas al mes de noviembre (WEO Update), con reducciones significativas para el crecimiento de prácticamente todos los países y regiones. En particular, el mundo crecería un 3,7% en 2008, y sólo un 2,2% durante 2009.
4 El análisis para los países con inflación menor al 20% no muestra resultados estadísticamente significativos. Más allá de ello, en ningún caso se observa la presencia de un efecto positivo de la inflación sobre el crecimiento cualquiera sea el nivel de la misma. Para más detalle, véase Robert J. Barro 1995 y 1996.
5 Corresponde a la base del World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional.
Los elementos expuestos permiten caracterizar al período bajo análisis como uno con elevada volatilidad de precios. Adicionalmente, la observación conjunta de la inflación con la tasa del crecimiento del PBI real, da indicios de una correlación negativa entre ambas variables para los dos períodos de tiempo considerados. Ello se remarca en ambos paneles del Gráfico 4.2 con la recta de ajuste lineal presentada en cada caso. Los altos niveles de inflación se relacionaron con niveles de crecimiento relativamente bajos, mientras que el crecimiento más elevado se condijo con menores niveles inflacionarios.
Cuando las variables anteriores se observan para la década actual, entre el año 2000 y el 2009, la relación se invierte drásticamente, mostrando que en líneas generales los casos de mayor inflación se hallan vinculados también a niveles de crecimiento más altos. El Gráfico 4.3 permite observar este hecho (en donde se ha utilizado una escala similar a la del Gráfico 4.2 en ambos ejes de coordenadas para que resulten fácilmente comparables a la vista). Más allá de este cambio de signo en la relación, el hecho que surge como interesante a primera vista es la inexistencia de la volatilidad que presentaban las tasas inflacionarias en las décadas del ‘80 y ’90. En este período, se observa que de los 144 países anteriormente analizados tan sólo dos muestran niveles hiperinflacionarios (Zimbabwe y la República Democrática del Congo)6. Adicionalmente, observando el porcentaje de estados con inflación elevada (definida de igual forma que antes), el mismo asciende a poco más de 17%, contra el 50% hallado para el período 1980-1999.
6 En este período se cuenta con datos para los 181 países considerados en la base del FMI; por ello puede decirse que en realidad esos dos casos de hiperinflación se extraen de ese conjunto más amplio de países.
El mundo ha mostrado en períodos recientes una relativa calma en comparación con las décadas precedentes, al menos en cuanto a los procesos inflacionarios. Esta afirmación puede resultar un tanto llamativa en el contexto coyuntural actual, en el cual la noticia permanente es la situación de crisis por la que atraviesa y hasta hace no mucho tiempo, la «agflation» (o la subida de los precios de las commodities agrícolas) era nota común en los periódicos del mundo.
Existen varios motivos por los cuales estos hechos no se reflejan en el Gráfico presentado. En primer lugar, se han utilizado índices de precios al consumidor (IPC), los cuales se componen de la evolución de una canasta de bienes que busca ser representativa del consumo promedio de los habitantes del cada país. Por ende, los elevados precios de los productos agrícolas (que se reflejarán fundamentalmente en el costo de los alimentos), sólo influyen marginalmente en la evolución de los índices utilizados. Sin embargo, este efecto no es homogéneo en todos los países del mundo ya que el peso de los alimentos dentro de estructura de cada IPC muestra una relación inversa con el nivel de desarrollo, lo cual se corresponde con los hábitos de consumo observados. Mientas que en las economías más avanzadas la participación de los alimentos en la cesta de consumo es relativamente baja, en los países más pobres, debido a los bajos niveles de ingreso, gran parte del mismo debe ser destinado a la alimentación.
En el Gráfico 4.4 pueden observarse los datos de ingreso per capita (en logaritmos) conjuntamente con el peso que se asigna a los alimentos en el índice de precios al consumidor para una muestra de más de cien países. Claramente se observa la relación anteriormente señalada, en donde existen países como Nigeria o Bangladesh con niveles de ingreso relativamente bajos y una ponderación de los alimentos en la cesta de consumo que supera el 60%. En la otra punta, Estados Unidos y el Reino Unido por ejemplo, muestran que esta participación se halla en torno al 10%, mientras que poseen los niveles de ingreso per capita más elevados. Argentina se encuentra en una posición media, en la que podría decirse, consume relativamente pocos alimentos en comparación con un conjunto de países de niveles de ingreso similar.
La conclusión de este análisis es que la espectacular suba de precios de los productos agrícolas afecta específicamente a aquellos países con menores ingresos, lo que se ha traducido en problemas serios de «seguridad alimentaria»7.
7 De acuerdo con la Food and Agricultural Organization (FAO, Naciones Unidas), la «seguridad alimentaria» se alcanza cuando todas las personas tienen en todo momento, acceso físico y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que cubran las necesidades y preferencias alimenticias para una vida activa y saludable.
Un segundo elemento a considerar es que el gran incremento de precios de los alimentos se dio en un período muy reciente y que parece tener una corta vida. El Gráfico 4.5 muestra la evolución del índice de precios de alimentos, publicado por el Fondo Monetario Internacional. En enero de 2007 el índice poseía un valor igual 99,2, lo que significa que el nivel de precios era virtualmente el mismo que en enero de 1980 (para ser exactos, un 0,8% menor). A partir de allí se produce una escalada que encuentra su máximo en junio del corriente año (un incremento del 56% con respecto a enero de 2007), para luego comenzar a disminuir. Esta fuerte suba ha generado debates y preocupación por su repercusión en los niveles de pobreza del mundo.
Tal como se comentó antes, los incrementos en los precios de los alimentos repercuten principalmente sobre la población de los países de menores ingresos. De acuerdo con un informe del Banco Mundial8, surge el riesgo de que muchas regiones y países pierdan los avances hechos en materia de reducción de la pobreza, al menos en el corto plazo. Por ejemplo, en el caso de Yemen, las estimaciones muestran que el espectacular incremento en el precio del trigo puede revertir las mejoras en cuanto a reducción de la pobreza conseguidas entre 1998 y 2005. Sin embargo, en el largo plazo el efecto no es tan claro ya que depende entre otras cosas de la respuesta del crecimiento económico ante el «efecto riqueza» que estos mayores precios generarían sobre los productores rurales.
8 Banco Mundial (2008); «Rising food prices: Policy options and World Bank response». Development Comittee meeting.
A pesar de lo comentado en el párrafo anterior y tal como se viene observando en los últimos meses del año 2008, el impulso ascendente para los precios de las materias primas está encontrando su freno. Esto se puede apreciar también en el Gráfico 4.6 que muestra las perspectivas del FMI en materia de precios al consumidor. Luego de encontrar un pico en el corriente año, las tasas de crecimiento comenzarían a desacelerarse a partir del 2009, lo que es en gran parte consistente con la desaceleración en el crecimiento y la consecuente retracción de la demanda agregada mundial. Es por ello que la espectacular escalada de precios de las commodities debería tomarse con cautela y como un fenómeno fundamentalmente transitorio que encuentra sus orígenes en elementos muy diversos. Entre ellos pueden mencionarse: la creciente demanda mundial de materias primas (derivada del crecimiento de los países emergentes y del posicionamiento cada vez más protagónico de los biocombustibles en la matriz energética mundial); una desaceleración en el crecimiento de la productividad agrícola que limita el crecimiento de la oferta9 y finalmente, un alto componente especulativo en los mercados financieros de commodities. Considerando estos elementos, y transcurrido el tiempo necesario, se esperaría que la oferta responda a la mayor demanda y que los fundamentals económicos prevalezcan frente a la especulación financiera, generando presiones bajistas.
Sin embargo, así como existe cierto consenso acerca de que los precios eventualmente bajarán, lo existe también acerca de que el nuevo nivel al cual se estabilizarían podría ser un tanto mayor que el que históricamente se ha observado. El transcurso del tiempo y la evolución de la demanda y la consecuente respuesta de la oferta, serán factores clave en la respuesta a este interrogante.
9 Von Braun, Joachim (2008); «High and rising food prices. Why are they rising, who is affected, how are they affected, and what should be done?. IFPRI.
4.3 La economía argentina
4.3.1 Evolución de las Cuentas Nacionales y perspectivas para 2008 y 2009
El cierre del año 2007 mostró un período más de sostenido crecimiento, con un valor para el Producto Bruto Interno (PBI) de 359.170 millones de pesos a precios constantes de 1993. Ello representó un crecimiento del 8,7% con respecto al año 2006.
El sendero ascendente de las cuentas componentes de la oferta y demanda globales ha continuado sin pausa también durante el primer semestre del corriente año. El crecimiento de la oferta global (los bienes producidos internamente o importados) fue de un 9,5% con respecto al primer semestre del año 2007. Esta variación estuvo impulsada por un fuerte aumento de las importaciones (+22,5% en el período considerado) y también por una importante variación del PBI, igual al 7,8%. Sin embargo, esta última cifra refleja una leve desaceleración respecto a los guarismos observados en los semestres anteriores. El Gráfico 4.7 refleja este hecho, conjuntamente con la observación de que el componente de importaciones se ha acelerado de forma continua a lo largo del tiempo10. En lo que respecta al año 2008, las perspectivas acentúan la desaceleración del PBI, lo cual responde en parte a las circunstancias internacionales de ralentización del crecimiento.
Del otro lado de la ecuación, considerando a la demanda agregada de la economía, puede observarse que el consumo privado continúa siendo el componente que contribuye con la mayor proporción del crecimiento, tal como se ha remarcado en ediciones anteriores de El Balance de la Economía Argentina. En el segundo trimestre del corriente año, esta cuenta contribuyó con un 4,3% del total de 9,1% que creció la demanda global11.
A pesar de este significativo peso sobre el crecimiento total, el consumo privado muestra en los dos primeros trimestres del año una caída en su ritmo de variación. Lo mismo se observa en el comportamiento de la inversión bruta interna fija (IBIF) durante el segundo trimestre de año, con una contribución del 2,4% versus el 3,7% observado durante el primer trimestre del año. Finalmente, la contribución de las exportaciones muestra un llamativo valor negativo para este último trimestre, igual a -0,2%. Vale recordar que la información presentada corresponde a variaciones de las respectivas cuentas a precios constantes de 1993, por lo que representan movimientos en las cantidades, aisladas de los efectos de los precios.
Tal como fue comentado, se espera que el cierre del año 2008 incluya una desaceleración más marcada que la observada durante la primera mitad del año. Los acontecimientos de la economía internacional y las dificultades propias del país se conjugarían para dar certeza a esta suposición. El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central de la República Argentina12 (BCRA) muestra una perspectiva de crecimiento para el corriente año igual al 7% con respecto a 2007. El Cuadro 4.1 resume la información del REM respecto a la evolución del PBI, el consumo (público y privado) y la IBIF.
10 El análisis del comercio exterior argentino se expone con gran detalle en el Capítulo 9 de la presente edición.
11 Este valor resulta de considerar también a la discrepancia estadística y la variación de existencias, cuenta con la cual, los conceptos de oferta y demanda globales se igualan.
12 «A través del REM se realiza un seguimiento sistemático y transparente de los pronósticos macroeconómicos de corto y mediano plazo que regularmente realizan diversos profesionales a nivel local e internacional» (BCRA, 2007). A partir del corriente año, el Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba se convirtió en una más de las instituciones participantes de este relevamiento, colaborando con la recolección de perspectivas sobre más de veinte variables fundamentales de la economía argentina.
Puede observarse claramente y para todas las variables un marcado freno a lo largo del año 2008, que se acentuaría considerablemente durante el 2009. El contexto nacional muestra que a pesar de un relativo «desacople» de la crisis originada en EE.UU., la fortaleza que venía mostrando el esquema económico, fundamentalmente a través del alto crecimiento en el PBI, comienza a flaquear.
Una serie de enfrentamientos entre el Gobierno y sectores particulares, junto con el establecimiento de políticas poco o nulamente consensuadas han logrado diseminar la desconfianza y afectar de forma negativa a las perspectivas de los agentes económicos. Ello se traduce claramente en mayores costos que a la postre derivan en un crecimiento menor y más volátil. La incertidumbre y la consecuente imprevisibilidad se han convertido durante este año en un obstáculo ineludible a la hora de tomar decisiones. Ello incrementa los costos asociados a la obtención de información, que en otras palabras significa el incremento del riesgo y los rendimientos requeridos frente a cualquier tipo de inversión. El resultado no ha sido otro más que la postergación de actividades que resultan vitales al momento de pensar en sostener el crecimiento que hasta el año pasado se observó.
El Gráfico 4.9 ejemplifica de forma clara los conceptos expresados. Allí se representa la evolución durante el corriente año de las expectativas de crecimiento para el 2009. Puede observarse que hacia mediados de marzo se esperaba en promedio un crecimiento de alrededor de 6%. Luego de un leve ascenso, esta perspectiva se fue reduciendo de forma permanente, para situarse a principios de noviembre en el valor presentado en el Cuadro 4.1, igual a 3,9%. Adicionalmente pueden remarcarse dos períodos en los cuales la perspectiva se vio particularmente afectada. El primero, desde principios de abril hasta mediados de junio (que de forma apriorística podría asociarse al «conflicto con el campo»13); y el segundo, a partir de agosto, momento en el cual la crisis internacional comenzó sus peores coletazos.
Pero no sólo la información sobre el crecimiento es interesante, sino también la que se puede extraer de la serie que representa la desviación estándar de los pronósticos realizados por las diversas consultoras. En particular, entre septiembre y el mes de noviembre esta variable prácticamente se ha duplicado, mostrando una mayor divergencia entre los valores ingresados por los participantes del REM. Ello es un reflejo claro de la incertidumbre comentada.
4.3.2 El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE)
La evolución de la actividad a un nivel de frecuencia temporal mayor puede observarse con el Estimador Mensual de la Actividad Económica. El mismo permite tener una visión más actualizada del comportamiento del PBI agregado, antes que se publiquen los datos de las Cuentas Nacionales14. El Gráfico 4.10 muestra las tasas de variación porcentuales interanuales de cada mes para los años 2007 y 2008, hasta el último dato disponible a la fecha de cierre de esta edición. A partir del mes de mayo del corriente año, se observan sistemáticamente tasas de crecimiento menores que las observadas durante 2007. Adicionalmente, considerando los meses enero-septiembre, el EMAE muestra un crecimiento del 7,5% entre 2007 y 2008, lo que contrasta con el 8,5% observado en el mismo período entre los años 2006 y 2007. Con los datos de julio-septiembre también puede cerrarse una estimación provisoria del crecimiento del tercer trimestre del año. El mismo ascendería a 6,7% respecto del mismo período del año 2007; esta cifra resulta ser la más baja observada desde el año 2004, lo que remarca también la desaceleración económica.
13 Para profundizar, ver Capítulo 12 referido a la coyuntura del Sector Agropecuario.
14 Las Cuentas Nacionales presentan datos de frecuencia trimestral y se publican aproximadamente dos meses y medio después de cerrado cada trimestre. El EMAE, de frecuencia mensual, se publica aproximadamente un mes y medio luego de finalizado el mes sobre el que se realiza el análisis.
4.3.2.1 Las mediciones alternativas de actividad
Argentina ha sufrido desde el año 2007 numerosos cuestionamientos hacia las estadísticas publicadas por los organismos estatales. Diversas instituciones y analistas particulares se han dedicado a utilizar y también a elaborar mediciones alternativas de un conjunto de variables, intentando reflejar los valores «verdaderos» de las mismas. En el caso del nivel de actividad, existe un indicador construido por la consultora «Orlando J. Ferreres & Asociados», denominado «Índice General de Actividad» (IGA), que busca reproducir el comportamiento del PBI con una frecuencia mensual, pero presentando los resultados con menos de un mes de demora (podría considerarse como un indicador adelantado del EMAE). Vale la pena aclarar que el IGA no surgió motivado por la falta de confianza en las estadísticas oficiales, sino que posee una historia más prolongada y su creación se debe básicamente a la necesidad de contar con datos actualizados con mayor prontitud.
El Gráfico 4.11 presenta la evolución conjunta de las tasas de variación interanuales del EMAE y del IGA. Los senderos de ambas variables parecen ser bastante similares, apartándose una de otra de forma, al parecer, errática, sin un comportamiento sistemático al menos apreciable a simple vista. Ello podría significar que las dos estimaciones apuntan efectivamente a un mismo objetivo, pero que debido a las diferentes metodologías de cálculo, poseen leves diferencias aleatorias en cada medición. Sin embargo, hacia el final de la serie, en las mediciones del corriente año, pueden apreciarse apartamientos significativos, en donde el IGA muestra tasas de variación considerablemente menores.
Para ver este punto con mayor claridad, se calcula en el Gráfico 4.12 el cociente entre las tasas de crecimiento de ambos índices. De forma llamativa, se aprecia que durante algunos meses de 2008 las mediciones del EMAE más que duplicaron a las que se corresponden con el estimador no oficial. Esto resulta más llamativo aún si se considera que tomando una serie histórica más larga de los índices, nunca se había observado una discrepancia de tal magnitud. Mientras que el promedio de este cociente para el período 2003-2007 resulta igual a 1,01, durante los meses enero-septiembre del año 2008 el mismo asciende a 1,38.
Las observaciones aquí apuntadas claramente no pueden tomarse como una evidencia irrefutable acerca del grado de confiabilidad de las estadísticas oficiales. Sin embargo sugieren la ocurrencia de comportamientos particularmente novedosos en los datos, que introducidos en un contexto de descrédito generalizado por parte de los agentes económicos, no logra otro objetivo más que profundizar esta desconfianza. La decisión sobre cuál es el «verdadero» valor se convierte en una que debe realizar cada analista particular, poniendo sobre el tablero sus subjetividades y juicios de valor. Ello claramente no apunta a la existencia de información transparente y objetiva que permite reducir los costos al momento de decidir acerca de procesos vitales de cualquier economía sana, tales como el consumo o la inversión.
4.3.3 La inflación
Si de estadísticas cuestionadas se trata, los índices de precios han sido el centro de las críticas. En lo que sigue se presentan los principales datos oficiales sobre precios; en el acápite próximo se hará referencia a las mediciones alternativas existentes, incluyendo las realizadas por las oficinas de estadística de las provincias.
4.3.3.1 Las mediciones oficiales
4.3.3.1.1 El índice de precios al consumidor (IPC)
Tal como se puede apreciar en el Gráfico 4.13, la inflación minorista (medida por el IPC) mostró un sendero decreciente a partir de enero de 2006, mes en el cual la variación interanual en los precios fue del 12%. A principios del corriente año inició una tendencia ascendente, pasando de 8,2% en enero a 9,5% en agosto. Sin embargo, en línea con los signos de desaceleración de la economía, en septiembre y en octubre la tasa de inflación mostró una reversión de esta tendencia: la variación interanual del IPC fue de 8,7% y 8,4%, respectivamente. Si bien estos guarismos son de una cifra, no puede decirse que se corresponden con niveles bajos de inflación.
Analizando al IPC en sus tres grupos componentes (bienes y servicios Estacionales, Regulados e IPC resto15), puede observarse un comportamiento claramente divergente entre ellos. Mientras que los precios de las categorías Regulados e IPC resto muestran variaciones positivas desde enero de 2006 y hasta fines de 2007, los precios Estacionales se han ido frenando hasta octubre de 2007. En ese mes dejaron de crecer, para comenzar a reducirse en términos interanuales desde noviembre de 2007 y hasta el último período disponible (octubre de 2008). De forma llamativa, y si bien históricamente se han observado diferencias entre los comportamientos de los diferentes grupos, nunca había sido ésta tan marcada. Ampliando el período de análisis, partiendo desde el año 2003, existió sólo un mes en el cual los precios estacionales caían, mientras los precios de los otros dos grupos crecían (septiembre de 2003). A partir de allí, sistemáticamente todos los grupos mostraron variaciones positivas hasta noviembre de 2007, cuando los bienes Estacionales comienzan a mostrar signos claros de deflación, llegando hasta caídas interanuales del 12% (Gráfico 4.14).
4.3.3.1.2 Sistema de Índices de Precios Mayoristas (SIPM)
Las mediciones oficiales de los precios mayoristas mostraron desde enero de 2006 (al igual que en el caso de los precios minoristas) una tendencia declinante de su tasa de crecimiento. Sin embargo, a partir de 2007 (en enero los distintos índices registraban una inflación interanual de entre 6% y 7%) las tasas del segmento comenzaron a incrementarse hasta llegar a valores máximos en febrero de este año, pasando la barrera del 20% interanual en el caso del Índice de Precios Básicos al Productor (IPP)16 ver Recuadro 4.1 para una definición de conceptos. A partir de ese mes se observa una marcada desaceleración, llevado a los tres índices a un crecimiento cercano al 10% interanual, tal como se observa en el Gráfico 4.15.
Otro aspecto destacable es que las distintas definiciones de precios mayoristas, que venían siguiendo una trayectoria notablemente similar, presentan un comportamiento más dispar desde mediados de 2007: si bien siguen la misma dirección en los movimientos, se aprecian cada vez mayores diferencias en los niveles de inflación registrados. El IPP mostró una tasa de inflación sustancialmente mayor que la correspondiente a la del Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM). La explicación podría estar en el fuerte crecimiento de los precios de exportación, que se reflejan en aquél índice, pero no en este último. Adicionalmente, si se observa la variación de precios del rubro Productos Primarios del IPP, la misma muestra los incrementos significativos, mayores al nivel general. Debido a que los productos de exportación que más incrementaron sus precios fueron los primarios, se vería sustentada la explicación planteada.
Por otra parte, la comparación entre el IPIM y el IPIB, permitiría inferir que la política de impuestos y subsidios ha contribuido a desacelerar los precios mayoristas. Al analizar estos índices por sus rubros componentes, se observa claramente que el efecto de la política tributaria impacta fundamentalmente sobre los precios de los productos primarios, mostrando un efecto menor sobre las manufacturas. Estos elementos son en parte el reflejo de la política arancelaria llevada a cabo por el Estado Nacional, en donde juegan un importante rol los derechos de exportación, reduciendo los precios recibidos por los productores.
15 Cada grupo se compone de la siguiente manera: bienes y servicios Estacionales: frutas, verduras, ropa exterior, transporte por turismo y alojamiento y excursiones (representan 9,5% de la canasta total del IPC); bienes y servicios Regulados: combustibles para la vivienda, electricidad, agua y servicios sanitarios, transporte público de pasajeros, funcionamiento y mantenimiento de vehículos, correo, teléfono y accesorios (representan un 19,1% de la canasta total del IPC); IPC resto: resto de grupos del IPC (representan un 71,4% de la canasta total del IPC).
16 Ver Recuadro 4.1 para una definición de conceptos.
Recuadro 4.1: El Sistema de Índices de Precios Mayoristas
El SIPM se halla conformado por tres índices que miden la evolución de los precios al por mayor de formas y con objetivos ligeramente diferentes:
-El Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM): «tiene por objeto medir la evolución promedio de los precios a los que el productor y/o importador directo vende sus productos en el mercado doméstico», por lo que incluye impuestos (IVA, impuestos internos y a los combustibles) netos de subsidios y excluye el valor de las exportaciones por tratarse de bienes destinados al mercado interno.
-El Índice de Precios Internos Básicos al por Mayor (IPIB): «tiene igual cobertura que el IPIM, pero los precios no incluyen el efecto impositivo. [Con ello] se brinda un elemento de análisis alternativo que al ser comparado con el IPIM permite desdoblar el movimiento de los precios en aquellos provenientes de modificaciones en la política impositiva de los que resultan de decisiones del productor»
-El Índice de Precios Básicos del Productor (IPP): «Mide la variación promedio de los precios percibidos por el productor local por su producción». Para ello excluye los bienes importados e incluye las exportaciones. Los impuestos tienen el mismo tratamiento que en el IPIM.
En el Cuadro 4.2 pueden observarse los grupos y subgrupos que componen a cada índice, junto con los pesos asociados a cada uno de ellos.
4.3.3.1.3 Índices de precios implícitos
Generalmente suele confundirse el término «inflación», utilizándolo para señalar el cambio porcentual en el IPC. Sin embargo, el concepto correcto de «inflación» atañe a la evolución de todos los precios de la economía y no sólo a los de la cesta representativa del consumo promedio de un habitante, que es lo que efectivamente busca reflejar el IPC. Es por ello que la inflación encontraría una medida más cercana a su verdadero valor en el Índice de Precios Implícitos (IPI) que surge de las Cuentas Nacionales al calcular el PBI en términos nominales y reales. Allí se encuentran incluidos tanto los bienes de consumo, como los de capital y tanto los bienes que son de consumo generalizado, como aquellos bienes que son sólo interés de pocos individuos. Adicionalmente, pueden obtenerse los precios implícitos para cada una de las desagregaciones de las Cuentas Nacionales.
Esto no quiere decir que un índice de precios al consumidor no sea un indicador útil, sino que no es comprensivo del conjunto total de bienes que una economía genera. A pesar de ello, por la característica de ser representativo del consumo promedio, un IPC debería reflejar el crecimiento de los precios que la población siente de forma más cercana, siendo este uno de los motivos fundamentales de su uso común. Adicionalmente posee la ventaja de que se releva con una frecuencia mensual, mientras que el IPI es de divulgación trimestral (se deriva de las Cuentas Nacionales)17.
17 Existen otras diferencias entre ambos índices. Entre las más importantes se encuentra la metodología de cálculo. Mientras el IPC es un índice de Laspeyres, el IPI responde a la estructura de un índice de Paasche.
Para continuar con la estructura presentada en la sección de las Cuentas Nacionales, se analizan los diferentes índices de precios implícitos clasificados dentro de la Oferta y la Demanda Global. En el Gráfico 4.16 se muestran las series.
Por el lado de la Oferta (panel «a»), se aprecia que los precios implícitos del PBI, es decir de todos los bienes producidos en la economía, se aceleran considerablemente a partir del primer trimestre de 2007, pasando de un 11% en ese momento a un 23% durante el segundo trimestre del corriente año. Claramente estas cifras contrastan con las obtenidas a través del IPC. El segundo componente de la Oferta, las importaciones, muestra un comportamiento más moderado y volátil, pero también presenta una aceleración durante el período comentado.
Los componentes de la Demanda Global permiten observar un comportamiento de crecimiento relativamente estable para los precios implícitos de la IBIF y del Consumo Público, aunque en un nivel superior en prácticamente diez puntos porcentuales para este último. El crecimiento del IPI del Consumo Privado muestra una tendencia creciente, acelerándose hasta un 19% en el último trimestre para el cual existe información (obsérvese aquí también la diferencia existente con el IPC). Por último, los precios de las exportaciones resultan ser los más volátiles, disparándose en el segundo trimestre de 2007, hasta llegar a tasas de variación superiores al 30%; esto es consistente con el «boom» de precios de las commodities comentado en secciones anteriores.
4.3.3.2 La desconfianza y las mediciones alternativas de inflación
Tal como se comentó en el acápite sobre nivel de actividad, a partir de enero de 2007 las estadísticas oficiales fueron víctimas de un proceso de descrédito generalizado entre la población. Sea o no cierta la «intervención» sobre el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y la manipulación sobre determinados índices, lo real es que la veracidad de las cifras oficiales se ha puesto bajo tela de juicio, provocando un incremento en la incertidumbre acerca del verdadero estado de la economía del país18. Una investigación realizada por SEL Consultores durante el mes de abril del corriente año muestra que el 99% de los encuestados19 posee algún resguardo respecto de los datos oficiales (ver Gráfico 4.17). Adicionalmente, el 58% de ellos considera que las estadísticas oficiales son «Nada confiables».
18 El Fondo Monetario Internacional expone en su Global Financial Stability Report (octubre 2008) la existencia de este problema, señalando que «los analistas creen y varios indicadores sugieren que la inflación real es considerablemente mayor que los datos oficiales».
19 Estos datos son parte de la «Encuesta de clima de negocios» de SEL Consultores, que indaga trimestralmente la opinión de directores y gerentes de administración y finanzas de 160 empresas.
Estos elementos han motivado una gran cantidad de mediciones alternativas, en particular acerca de las cifras de inflación (IPC). Vale la pena remarcar que los datos de inflación no sólo son relevantes en si mismos, sino que lo son para un amplio conjunto de indicadores económicos. La pobreza, la indigencia, la deuda pública, el nivel de actividad y las mediciones de variables en términos «reales» se ven afectadas de acuerdo al índice de precios utilizado20.
El Gráfico 4.18 presenta en términos comparativos la evolución de la variación interanual de los índices de precios al consumidor calculados por el INDEC y a modo de ejemplo, los calculados por la consultora Ecolatina21. Puede observarse claramente que el relevamiento de la consultora privada sigue un sendero muy diferente al oficial. Ello muestra no sólo que el INDEC publicaría el dato de inflación en un nivel más bajo, sino que con el correr del tiempo, la brecha con la inflación real es cada vez mayor. Mientras que los cálculos oficiales se mantienen en un intervalo de entre 8% y 10% interanual, las estimaciones privadas muestran una aceleración desde comienzos de 2007, llegando a un pico de 28,6% en julio del corriente año, momento en el cual la discrepancia con el índice oficial ascendió a 19,5 puntos porcentuales. A partir de ese mes se observaría una leve desaceleración, que posiciona a la inflación de precios al consumidor en 26,1% (octubre de 2008).
20 En diversos capítulos de la presente edición de El Balance de la Economía Argentina se presentan variables construidas a partir de mediciones alternativas de inflación. Ver por ejemplo en el Capítulo 5, las consideraciones acerca de los niveles de pobreza e indigencia.
21 De acuerdo a la misma consultora «El IPC Ecolatina mide la evolución de los precios en distintos puntos de venta de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires sobre la base de relevamientos y encuestas propias, que siguen la metodología aplicada por el INDEC hasta fines del 2006″.
La utilización de índices alternativos a los oficiales no deja de ser problemática ya que los mismos no poseen un consenso de aceptación, sumado al hecho de que diferentes consultoras muestran estimaciones disímiles. Adicionalmente, las consultoras privadas podrían tener algún tipo de sesgo ideológico o político, lo que imprime una cuota de incertidumbre adicional a las cifras que presentan.
Frente a estos hechos, las Direcciones de Estadísticas Provinciales tomaron relevancia con sus mediciones propias de índices de precios al consumidor. De hecho, el mismo INDEC relevó hasta el mes de marzo del corriente año información sobre la evolución de precios de las provincias con porcentaje más elevado de gasto de consumo22, y construyó con ellos la «primera etapa» de un «Índice de Precios al Consumidor Nacional». Lamentablemente, la iniciativa que parecía romper con el centralismo de la información sobre precios proveniente del Gran Buenos Aires, vio pronto su fin. Sin embargo, los índices provinciales ganaron escena por mérito propio. Así, diversos analistas y en particular actores de la escena política opositora, comenzaron a presentarlos como sustitutos de las cifras del INDEC23.
El Cuadro 4.3 muestra los datos de inflación interanual de acuerdo al IPC para catorce provincias argentinas, seleccionadas por disponibilidad de información en las páginas web de cada una de ellas. La característica que resalta a primera vista es la amplia dispersión en la información en períodos de tiempo similares. Existen características propias que hacen que los niveles de inflación de cada provincia difieran de forma natural; asimismo, las metodologías de cálculo de los índices son diferentes y por lo tanto captan los movimientos en los precios de diferente manera. Sin embargo, no deja de resultar llamativo el amplio rango de resultados, observándose en la punta más alta un 26% interanual en la provincia de Neuquen para el mes de septiembre, en contraposición al dato equivalente del Gran Buenos Aires (INDEC) igual a 8,7%.
22 Según la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares.
23 Las estadísticas de diversas provincias se vieron también sujetas a cuestionamiento acerca de «intervenciones» por parte del Gobierno Nacional que habría impulsado cambios metodológicos tendientes a reducir las cifras de inflación.
24 Esta metodología implica que cada uno de los bienes que componen al índice posee la misma ponderación, es decir que no está basado en una encuesta de consumo de hogares. Por ello, sus resultados no son estrictamente comparables con el resto de los índices.
La conclusión que puede extraerse de todos los datos presentados no es otra que la existencia de niveles de incertidumbre considerablemente elevados. Son pocos los agentes económicos que hoy pueden sentirse seguros acerca del nivel de precios luego de analizar la información disponible. Como se ha planteado con anterioridad y se repite en otros capítulos, la información certera es un insumo fundamental para la toma de decisiones correctas. Los países más desarrollados y con sistemas de estadísticas confiables, no necesitan destinar recursos adicionales a los que invierten los Institutos de Estadística para conocer los datos de inflación. Con sistemas débiles y poco transparentes, los costos de información se elevan considerablemente, lo que requiere una asignación de recursos adicional para esos fines, detrayéndolos de actividades que podrían ser más productivas.
Las distorsiones se ven reflejadas en las expectativas de los agentes que toman decisiones de consumo e inversión, lo que finalmente impacta en la economía real. El Gráfico 4.19 presenta la evolución de la Encuesta de Expectativas de Inflación realizada por la Universidad Torcuato Di Tella25. La tendencia de la inflación esperada es claramente positiva, pasando de un 10% a comienzos del año 2007 a un 25% en noviembre de 200826. Estos resultados se encuentran lejos de los valores publicados por el organismo oficial de estadísticas, y representan los datos que los habitantes del país en sus roles de consumidores, trabajadores, empresarios, etc introducen como determinantes de sus decisiones. Ello es así más allá de que los valores observados a posteriori sean más bajos, por lo que los efectos reales serán inevitables (si este fuera el caso, los agentes modificarán hacia la baja sus perspectivas en el futuro, pero luego del transcurso de un período de tiempo, en el cual los efectos reales ya habrán tenido lugar).
25 Se llevan a cabo más de 1.100 encuestas telefónicas en 40 centros urbanos de todo el país, realizando la siguiente pregunta: «Comparando los precios de ahora con los de un año hacia delante, ¿alrededor de qué porcentaje espera Ud. que, en promedio, los precios suban en los próximos doce meses?».
26 Esto considerando la mediana de los datos. El promedio muestra un valor siempre mayor debido a que se encuentra afectado por las opiniones extremas, que evidentemente son valores muy altos de inflación.
4.3.4 Las cuentas públicas, las cuentas externas y el sistema monetario27
Dentro de las variables macroeconómicas, las referidas al sector público son de particular relevancia en el diagnóstico de la situación de cualquier economía. El gobierno, con sus gastos e ingresos, afecta de formas muy diversas a los distintos sectores económicos, al tiempo que a través de sus decisiones define el grado de inserción que el país tendrá en el resto del mundo y por lo tanto el rol que jugará dentro del contexto global. Los ingresos del gobierno representan una exacción de recursos de los particulares, mientras que los gastos representan un componente importante de impulso de la demanda agregada. El balance entre estos componentes determinará el rol que la política fiscal posee sobre la economía.
En los años recientes, Argentina ha mostrado de forma sostenida un superávit fiscal primario en las cuentas públicas, lo que representa un nivel de ingresos superior al de gastos (antes de intereses y amortizaciones). Esta política ha sido considerada uno de los pilares fundamentales del esquema económico sobre el que se consiguieron seis años ininterrumpidos de crecimiento agregado. Son diversos los beneficios que pueden esgrimirse desde el punto de vista teórico y práctico. De la misma manera, pueden argumentarse la existencia de algunos perjuicios que los superávit fiscales sostenidos ocasionarían. De todas formas, para la Argentina de los últimos años, con el recuerdo de una crisis extrema como la acontecida durante los años 2001-2002 (que incluyó el default de la deuda), puede considerarse que los beneficios sobrepasan ampliamente a los puntos negativos.
27 En los Capítulos 9, 10 y 11, se realiza un análisis pormenorizado de, respectivamente, el comercio exterior, los aspectos monetarios y financieros, y las cuentas públicas.
Fundamentalmente, un superávit fiscal muestra que el Estado posee capacidad propia de financiamiento y ahorro, lo que brinda señales de fortaleza a los agentes económicos. De esta manera, uno de los roles fundamentales de este resultado macroeconómico fue el de sellar la confianza necesaria para el reestablecimiento del crecimiento en el país. Esto es más significativo si se tiene en cuenta la historia de déficit fiscales que Argentina tiene, seguidos por financiamiento con emisión monetaria y las graves crisis inflacionarias vividas durante los ’80 y principios de los ’90.
El Gráfico 4.20 presenta la evolución del superávit fiscal primario mostrando que desde fines del año 2002 posee valores positivos. Sin embargo, una buena parte de los ingresos computados se corresponde con fuentes de financiamiento «no tradicionales». Entre ellas se encuentran la colocación de letras y bonos dentro del mismo sector público (en organismos como el ANSES, la AFIP, la Lotería Nacional y el Fondo Fiduciario para la Reconstrucción de Empresas -originariamente creado para financiar empresas del sector privado con problemas financieros-) y los adelantos de utilidades del Banco Central al Tesoro. Adicionalmente, se acumulan los ingresos derivados de impuestos distorsivos, tales como los derechos de exportación, que en la evidencia internacional no muestran ser la mejor manera de recaudar fondos. Si se descuentan estos rubros del superávit, el resultado pasa a convertirse en déficit. Esto podría dar indicios de una alta fragilidad de las cifras fiscales, derivada de la alta proporción de fuentes de financiamiento «no tradicionales».
Este resultado es preocupante, ya que un mínimo análisis permite descubrir que las bases del superávit fiscal son endebles. Con esto, los beneficios del mismo se ven diluidos, siendo la credibilidad y la confianza las variables más afectadas.
El estudio de las cuentas externas permite observar también significativos superávit comerciales, dando origen a los, tantas veces mencionados, «superávit gemelos». La acumulación de divisas derivada resulta de vital importancia dentro del esquema económico vigente. Más aun si se tiene en cuenta la actual crisis financiera internacional que requiere de un «colchón» de reservas que permita aliviar los posibles movimientos especulativos de capital. Tal como se podrá observar en el Capítulo 9, Argentina posee el beneficio de los altos precios internacionales de los productos que exporta, lo que impulsa el fuerte resultado positivo. La pregunta que se platea es qué puede suceder frente a la retracción de esos precios. Actualmente ya se están previendo fuertes reducciones en los superávit. El anhelo es que la estructura productiva se encuentre sólidamente preparada para enfrentar las nuevas condiciones mundiales.
Íntimamente relacionadas con lo anterior se hallan las cuestiones monetarias y cambiarias (ver Capítulo 10). Las mencionadas reservas han permitido administrar el tipo de cambio nominal de forma exitosa. Sin embargo, el tipo de cambio real muestra una sostenida caída derivada del proceso inflacionario por el que atraviesa la economía. Ello puede ser conflictivo con la rentabilidad de algunos sectores que precisan de un tipo de cambio real alto. Al mismo tiempo, la profundidad financiera del país no resulta ser suficientemente elevada en términos internacionales, redundando en un bajo nivel de acceso al crédito, lo que impide a los sectores vulnerables cubrirse frente a circunstancias adversas.
4.4 Volatilidad, políticas económicas y la necesidad de estadísticas confiables28
Los casos exitosos del crecimiento mundial tienen como uno de sus rasgos comunes a la estabilidad macroeconómica. Esto demuestra que los movimientos bruscos y erráticos en las variables fundamentales de la economía, tales como la tasa de interés, el tipo de cambio, la inflación, etc. son disuasivos de procesos esenciales para el crecimiento. Sin embargo, existe cierto desacuerdo entre economistas y políticos acerca de cuál es la definición precisa de «estabilidad». El caso de la tasa de inflación resulta interesante; ¿cuándo es una tasa de inflación demasiado alta?
28 Este acápite y el siguiente utilizan ideas expuestas en «The Growth Report. Strategies for sustained growth and inclusive development». Commission on growth and development, 2008.
La respuesta claramente no es objetiva ni única y depende de las circunstancias en cada país. Más allá de esto, el consenso es que la inflación debe mantenerse estable y en valores de un dígito, ya que esta resulta ser la evidencia más concluyente a favor del crecimiento sostenido.
El Gráfico 4.21 presenta las variaciones del índice de precios al consumidor de Argentina y Estados Unidos para el período 1923-2007. Pueden observarse claramente las diferencias existentes, mostrándose Argentina más volátil y al mismo tiempo con niveles de inflación mucho mayores a los del país del norte. Vale mencionar, a modo de ejemplo, que hoy Argentina muestra valores que superan a los máximos históricos de EE.UU. No resulta sorprendente, luego de estos datos, que ambos países hayan mostrado un desempeño histórico de crecimiento y desarrollo considerablemente diferente.
Las políticas macroeconómicas deben reconocer estos comportamientos y buscar contrarrestalos, básicamente orientando los objetivos hacia plazos extensos, en donde los tiempos políticos no impidan su consecución. Para ello, es básico contar con un esquema de instituciones sólidas que cimienten y sustenten a las políticas específicas que se aplican. Las ideas pueden sintetizarse en las palabras de Benjamín Mkapa (ex Presidente de Tanzania): «En el largo plazo no da resultado construir una mansión económica sobre cimientos políticos de arena»29.
29 Ibíd.
Argentina posee una Historia de volatilidad en muchas de las variables económicas más relevantes. Igualmente, durante diversos períodos históricos las instituciones han mostrado ser poco consistentes con el objetivo de mejorar el nivel de desarrollo a largo plazo. Actualmente, la falta de credibilidad en las estadísticas oficiales resulta un reto muy importante que el país debe resolver para conseguir escapar de los bruscos ciclos económicos. Las políticas deben basarse en un diagnóstico objetivo y preciso de la situación en cuanto al crecimiento, la inflación, las cuentas públicas, etc. Asimismo, deben permitir reconocer las debilidades para actuar sobre ellas; y las fortalezas, para aprovecharlas. La incertidumbre se transmite a las expectativas de los agentes que toman decisiones y su efecto sobre la economía real es concreto, palpable y puede minar cualquier buena intención que no se encuentre suficientemente sustentada por la credibilidad.
4.5 La evidencia del crecimiento sostenido
A la alta volatilidad observada en países como Argentina, se contraponen experiencias de crecimiento sumamente exitosas. Diversos países del mundo han mostrado extensos períodos de alto y sostenido incremento en sus niveles de PBI per cápita. El Cuadro 4.4 resume la experiencia de trece economías que poseen en común la característica de haber sido muy dinámicas en el período de posguerra. El grupo presentado resulta ser particularmente diverso, ya que se encuentran economías de todas las regiones, grandes y pequeñas, ricas en recursos naturales y algunas que no lo son; por citar sólo algunas diferencias. El caso de Botswana es realmente impresionante: a lo largo de 46 años logró multiplicar su producto bruto interno per cápita por un factor mayor a 18, lo que el significa que el mismo se expandió a una tasa promedio igual al 6,5% anual. Botswana, luego de conseguir su independencia en el año 1966 realizó una serie de reformas tendientes a lograr un gobierno sólido, con adherencia al sistema de mercado y aprovechando los grandes hallazgos fortuitos de minerales (diamantes en particular). Se encontró en calma dentro de la tormenta que significó y significa África en cuanto a las violentas guerras civiles y supo avizorar un horizonte, planificando sobre la fortaleza que le brindaban sus recursos naturales30.
30 Las apreciaciones sobre Botswana están basadas en información de la página Web del Gobierno de ese país (http://www.gov.bw/).
Más allá de este ejemplo particular, lo interesante es la observación de que las historias exitosas presentadas poseen cinco características compartidas31:
1- Explotaron completamente las posibilidades de la economía mundial;
2- Mantuvieron estabilidad macroeconómica;
3- Consiguieron altas tasas de ahorro e inversión;
4- Dejaron a la asignación de recursos en manos del mercado;
5- Tuvieron gobiernos comprometidos, creíbles y capaces.
De diferentes maneras, estas características se encuentran desarrolladas a lo largo de la presente edición de El Balance de la Economía Argentina y en las catorce ediciones anteriores. Más allá de lo generales que puedan resultar como recomendaciones, brindan las líneas que han sido guía en los casos de elevado y persistente crecimiento, lo cual no es poco decir.
31 Commission on Growth and Development, 2008.
Demás está observar que Argentina se ha encontrado lejos de pertenecer a esta lista de exitosos. El Gráfico 4.22 muestra la evolución de los PBI per cápita (en paridad del poder de compra) de los trece casos mencionados, sumando el caso local. Claramente, Argentina se ubica al final de la lista en cuanto al comportamiento de largo plazo. Esto ha sido en parte resultado de que el país no ha compartido las cinco características mencionadas en forma conjunta, y si lo ha hecho en algún momento, no ha sabido sostenerlo en el tiempo. El «mercado internismo», la inestabilidad macroeconómica, las bajas tasas de ahorro, las intervenciones indiscriminadas al mercado y la falta de credibilidad y compromiso de los gobiernos, han sido elementos que retrasaron e impidieron la explotación de las riquezas del país.
4.6 Reflexiones finales
Las ideas expuestas deben enmarcarse dentro del contexto planteado al comienzo del libro y fundamentado a lo largo de los dos capítulos anteriores. Los resultados obtenidos por las economías exitosas han sido fruto de la comprensión por parte de los políticos y la población en general de que es necesario un compromiso con el crecimiento a largo plazo. Ello requiere sacrificar beneficios que podrían obtenerse inmediatamente, por beneficios que serán realidad en el futuro, incluso aprovechables por individuos que no cargaron con sus costos.
El contexto internacional actual, testigo de un cambio histórico que modificará con seguridad muchas características del sistema económico mundial, debe tomarse como la base para planificar el futuro de una nación como Argentina. El gran crecimiento de los países en desarrollo muestra sin dudas un sendero por el cual se debe caminar. Será necesario para ello contar con equipos técnicos idóneos que de forma permanente monitoricen la evolución económica en un sentido amplio, considerando indicadores de Gobernabilidad, Competitividad y económicos específicamente. No existen reglas absolutas ni únicas para lograr los objetivos; muchos países han logrado el desarrollo de formas muy diversas. Generalmente el proceso debe ser el de «cruzar el río sintiendo las piedras»32, es decir procediendo paso a paso, evaluando los resultados en cada momento, pero siempre pensando en el objetivo final, aquel de largo plazo.
La macroeconomía argentina ha mostrado durante los últimos años rasgos de solidez únicos en su Historia. Superávit gemelos, alto crecimiento, acumulación de reservas internacionales, reducción de la pobreza y el desempleo y pueden enumerarse más resultados. Sin embargo, todavía muestra los rasgos característicos de una economía en desarrollo en lo que atañe a sus mecanismos de consenso general. La democracia, que cumple ya veinticinco años, parece aun no haberse aferrado en el inconsciente colectivo nacional. Partiendo de esta institución básica, el resto de ellas comparte las características de debilidad. Sin embargo, existen casos concretos que dan luz de salida, y muchos de ellos se encuentran en la experiencia de países emergentes vecinos. Es parte de la decisión de todos los habitantes del país encontrar los senderos que lleven al desarrollo sostenido.
32 Ibíd.
Anexo 4: El previsible ocaso de las potencias actuales y la estrategia de Argentina en el largo plazo 1
A4.1 Los buenos viejos tiempos
Hasta el principio de los años setenta, los Estados Unidos (EE.UU.) eran el indiscutido centro comercial del mundo, en gran parte por su propia productividad. Ellos entregaban bienes, servicios y dólares a todo el resto del mundo libre. Durante cuatro décadas el país tuvo el superávit de balanza comercial más alto del mundo y fue asimismo el mayor prestamista. Todo funcionaba como está escrito en los libros de texto: la nación más rica del mundo enviaba bienes y capital a los Estados más pobres y a los países destruidos durante la Segunda Guerra Mundial. En el punto sobresaliente la superpotencia mundial poseía un patrimonio neto de un 13% de su Producto Bruto Interno (PBI) en el extranjero.
Hasta el final de los años setenta la realidad de los ciudadanos estadounidenses no podría aparentar ser mejor 2. En las primeras tres décadas después de la Segunda Guerra Mundial crecieron los sueldos de las familias de todas las clases sociales casi con idéntica rapidez, con una pequeña ventaja para los ingresos de los más pobres. La riqueza del quintil más bajo de la sociedad norteamericana aumentó un 120%, la del segundo quintil un 101%, un 107% la del tercero, 114% la del cuarto, y la del último quintil aumentó «sólo» un 94%. Esto no era ni más ni menos que el sueño americano fundido en números.
A4.2 Los navíos volvieron cada vez más vacíos
Pero luego la tendencia mudó: desde los años setenta los EE.UU. comenzaron a importar más de lo que exportaban y este déficit creció de manera permanente. Las industrias de Europa y Japón se volvieron más eficientes, produciendo a menor precio por unidad respecto de la industria norteamericana. En consecuencia, y a diferencia de la creencia popular, las principales responsables del déficit nunca fueron las materias primas, sino los productos industriales con alto contenido tecnológico propios de una economía desarrollada, como automóviles, televisores y, hoy también, productos de informática.
1 Este anexo fue elaborado por Ingo Sauer, de la Goethe Universitaet de Frankfurt, Alemania, quién ha sido colaborador del IIE en 2008. Asimismo, se contó con el valioso aporte en las conclusiones del Lic. Hernán Alejandro Morero (CONICET-CEA-UNC /FCE-UNC). La coordinación general del anexo estuvo a cargo de Federico Giesenow.
2 Anne Krueger, FMI.
En la actualidad los Estados Unidos continúan siendo la mayor economía y el mayor centro comercial del mundo, pero la energía corre desde hace años en el sentido opuesto. El exportador más grande del orbe se convirtió en el importador más grande, y el prestamista más importante, en el prestatario global. Hoy en día los extranjeros poseen un patrimonio neto en los EE.UU. de US$2,5 billones, un 21% del PBI norteamericano.
En este contexto, uno de los principales culpables ha sido la industria estadounidense, mejor dicho lo poco que quedó de ella. Su participación en el producto interno ascendió en 2007 a sólo un 17%, mientras que en Europa este valor era del 26%. En general, las principales economías del mundo entregan hoy en día bienes y servicios a los EE.UU. sin comprar por el mismo monto.
Incluso en las relaciones comerciales con países poco desarrollados como Ucrania o Rusia, los Estados Unidos no pueden lograr superávit en su saldo de cuenta corriente.
En las últimas décadas la economía americana creció notablemente, sobre todo bajo la administración del presidente demócrata Bill Clinton en los años noventa. Pero otro factor, que en cierta medida es el responsable del déficit comercial, creció con mayor intensidad: el consumo. A pesar del enorme y creciente déficit entre compras y ventas de productos al exterior, el nivel de consumo del pueblo norteamericano no ha bajado prácticamente nunca. Como se presenta en el Gráfico A4.3, en junio del año 2008 el gasto en consumo reprsentó un 71% del PBI norteamericano alcanzando un volumen de US$10,2 billones, es decir, cerca del 19% del PBI mundial.
A4.3 No puede continuar, de continuar así
Este desequilibrio mundial -el déficit comercial norteamericano- y su posible continuidad en el tiempo eran uno de los temas de investigación académica más discutidos en los últimos tiempos. El debate entre economistas sobre cuánto tiempo más los Estados Unidos podrían seguir consumiendo mucho más de lo que producían se amplió y desde el año 2000 es una de las principales controversias económicas.
Además del debate sobre el verdadero valor del déficit y los problemas estadísticos al recoger los datos de la balanza comercial 3, indudablemente en el largo plazo debería compensarse este desequilibrio por alguna vía: sea con una desvalorización de la moneda norteamericana o con un abrupto salto en su productividad que les permita revertir esta situación, siendo la primera más probable que la segunda (algo que en los últimos años ya se ha estado manifestando cuando se observa la paridad Euro/Dólar).
Para algunos analistas, el déficit actual sale de lo común y no podría continuar sin generar fuertes desequilibrios mundiales. «Nunca en la historia económica moderna un gran país industrial mantuvo un déficit constante tan alto como los EE.UU. desde el año 2000» escribe el chileno Sebastián Edwards de la University of California en Los Angeles. En la vereda opuesta a Edwards, y si bien no hay un amplio consenso al respecto, se sitúan dos teorías principales que intentan explicar por qué los EE.UU. podrían continuar endeudándose durante un plazo mayor sin graves consecuencias.
En la primera de estas teorías, y bajo la palabra clave de Bretton Woods II, los autores Michael Dooley, David Folkerts Landau y Peter Garber clasificaron al déficit americano como un problema poco relevante. Ellos trazaron un paralelo entre el tipo de cambio actual entre EE.UU. y Asia, y el sistema de cambio fijo de Bretton Woods. En el pasado, y a causa de sus monedas subvaluadas, las regiones destruidas tras la Segunda Guerra Mundial (Europa y Japón) se tornaron altamente competitivas y atractivas para inversiones directas del extranjero. En paralelo, los Estados Unidos absorbieron los excedentes exportables de esta «periferia» y recibieron a cambio créditos baratos para cubrir su déficit comercial (mediante la venta de títulos de EE.UU. a esos países). Hoy en día China, que precisa crecer continuamente por sus millones de desempleados, pone a disposición una nueva «periferia». El gobierno en Beijing comprará casi de manera ilimitada los dólares y títulos estatales de EE.UU. para evitar una revaloración de su moneda, el yuan. En este caso, la economía norteamericana podrá continuar financiando de manera barata su consumo exorbitante por mucho tiempo más con los préstamos asiáticos.
3 Los autores y artículos principales para este tema son: 1) Los autores que exponen el déficit oficial como infravalorado: Buiter Willem (2006): «Dark Matter o Cold Fusion?», Goldman Sachs Economics Paper Nr. 136; Gros, Daniel (2006): «Foreign Investment in the US (I) Disappearing in a Black Hole?», CEPS Working Document Nr. 242; Gros; Daniel (2006): «Foreign Investment in the US (II) Being taken to the Cleaners?», CEPS Working Document Nr. 243 y 2) Los autores que exponen el déficit como oficial como sobrevalorado: Hausmann, Ricardo y Federico Sturzenegger (2006): «Global Imbalances or Bad Accounting? The Missing Dark Matter in the Wealth of Nations», Center for Internacional Development at Harvard University, Working Paper No. 124).
La segunda teoría que pronostica una larga duración del déficit norteamericano, se sostiene en el «privilegio exorbitante» que la moneda de este país tiene como patrón mundial de intercambio y de ahorro. Por lo tanto se pueden endeudar de manera barata en su propia moneda con la simple emisión de circulante. Un claro ejemplo de ello se presenta en el Gráfico A4.4, donde se puede visualizar que al año 2005 un 50% de los dólares circulantes se encontraban fuera de los Estados Unidos, es decir, más de US$350 mil millones.
Independientemente de las diferentes corrientes de pensamiento que existen respecto a este tema, la reciente crisis financiera internacional parece corresponderse más a la visión del economista chileno Sebastian Edwards. Este académico estimaba en el año 2005 que los inversores extranjeros en unos años ya no tolerarían más el endeudamiento norteamericano y que la siguiente corrección sería una fuerte devaluación del dólar y un crecimiento claramente menor en los EEUU. Si bien la crisis financiera internacional desatada a fines del año 2007 tuvo su origen en un problema de regulación dentro del mercado de derivativos y en el mercado inmobiliario, la fuerte expansión fiscal y monetaria del gobierno norteamericano para solucionarla parecen indicar que el escenario pronosticado por Edwards no está muy lejos en el tiempo. El Gráfico A4.5 muestra el exorbitante nivel de déficit fiscal estimado para el año 2009 en los Estados Unidos, el cual comienza a sembrar cada día más dudas respecto a la posibilidad de financiarlo sin una fuerte desvalorización del dólar en el contexto de las monedas internacionales.
Las alternativas para financiar los «déficit gemelos» de EE.UU., el comercial y el fiscal, no son muy alentadoras. Si el resto del mundo, aún de manera leve, modificara sus preferencias de usar el dólar como instrumento de ahorro, sería necesario elevar la tasa de interés de los bonos norteamericanos, lo que impactaría negativamente en el crecimiento económico interno de la principal potencia mundial.
Asimismo, el menor incremento del PBI permitiría reducir las importaciones mejorando la balanza comercial. Sin embargo, la decisión de subir las tasas tendría un efecto adverso en la opinión pública, más aún en el actual contexto recesivo en el que los EE.UU. se encuentran y con el desempleo por sobre el 6,5%. Es altamente probable entonces que el ajuste en el mediano plazo provenga por el lado de una desvalorización del dólar respecto de las principales monedas, aunque esta hipótesis se encuentra en debate actualmente.
A4.4 La actual crisis financiera como parte del desmoronamiento
A4.4.1 Las principales razones de la crisis financiera
– La familia norteamericana promedio hace 15 años que tiene una propensión al ahorro prácticamente de cero. Con los precios inmobiliarios creciendo, muchos individuos hipotecaron sus casas nuevamente (más de dos veces en muchos casos) para financiar bienes de consumo.
– La segunda razón es la disposición a correr riesgos altos en los EE.UU. Esta razón microeconómica surgió por una falta de regulación en el sistema financiero norteamericano. Los bancos de inversión no estaban sujetos a la férrea supervisión de la Reserva Federal (FED) y podían decidir casi libremente su nivel deseado de capital propio respecto a los activos (apalancamiento). Asimismo, el mercado inmobiliario enfrentaba serios problemas de riesgo moral, en donde se podían adquirir viviendas sin necesidad de tener un nivel adecuado de ingresos que respaldaran el pasivo y, a veces, obteniendo hasta el 100% de financiación, con lo cual el riesgo era corrido casi exclusivamente por el banco que financiaba la operación.
– Según una cantidad creciente de analistas, el banco central de EE.UU. fue también en parte responsable de la actual crisis. Desde la FED se fomentó la mentada burbuja especulativa bajo la presidencia de Alan Greenspan con numerosas reducciones en la tasa de interés de referencia. Desde el año 2000 y hasta mediados del 2004 la tasa de interés fue bajada del 7% a solamente el 1%. Los créditos blandos fomentaron así la especulación inmobiliaria, la cual infló una burbuja de considerables proporciones, cuyo estallido fue uno de los detonantes principales de la crisis.
– El alto grado de interconexión mostrado entre los mercados financieros del mundo (globalización), así como la abundante cantidad de información disponible, fueron otras causas importantes de la rápida expansión de la crisis financiera.
A4.4.2 La pérdida de prestigio del sistema financiero norteamericano
Al final de los años noventa estalló la crisis financiera de Asia. Según J. Stiglitz4, el secretario de comercio estadounidense del momento se jactaba diciendo a los colegas coreanos:
«Permitan a los bancos americanos comprar sus bancos, porque nosotros sabemos cómo manejar riesgos». Si hoy en día se repitiera esta escena, probablemente los coreanos estallarían en risas, dice el mismo Stiglitz. Al mismo tiempo, este economista afirma que esta menor confianza en el sistema financiero norteamericano, sumado al creciente costo de la crisis (Stiglitz lo estimaba en un nivel superior a los 2 billones de dólares) pondrá a los EE.UU. en un gran aprieto.
4 Joseph Eugene Stiglitz, reconocido economista norteamericano.
Pero no es sólo este economista quien ve una gran pérdida de prestigio del sistema financiero norteamericano: «Wall Street está quebrado» titulaba el Washington Post unos meses atrás.
Otros reconocidos catedráticos comparten también este criterio y son aún mucho más pesimistas. Entre ellos se encuentra el profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, para quien la demanda en general, el gasto y el mercado inmobiliario americano están colapsados y sólo será posible recuperarlos mediante una fuerte intervención de tipo keynesiana por parte del Estado. Lógicamente, este tipo de política requerirá de un enorme estímulo fiscal. Observar nuevamente el Gráfico A4.5 permitirá rever la importancia que el financiamiento de cualquier tipo de paquete fiscal tendrá una vez finalizado el año 2008.
A4.5 Los retadores asiáticos
A4.5.1 El milagro asiático
En los últimos treinta años el mundo fue testigo del desarrollo económico en Asia al cual se lo designó como «el milagro asiático». El término «milagro» no parece exagerado teniendo en cuenta las malas perspectivas que se le atribuían a esta región a principios de los años setenta.
El premio Nobel de economía del año 1974, el sueco Gunnar Myrdal, escribió en 1968 «El drama de Asia: una investigación sobre la pobreza de las naciones» prediciendo una miseria continua para este continente y proponiendo a Corea del Sur, una de las naciones con mayor grado de desarrollo tecnológico de la actualidad, que siguiera con lo que mejor sabían hacer entonces: cultivar arroz. Pero el cambio en la realidad de estos países y en sus perspectivas futuras fue radical.
La economía china creció los últimos treinta años a un promedio del 10% anual5, mientras que casi todos los países en Asia oriental acompañaron en mayor o menor medida este comportamiento. Cientos de millones de personas, sobretodo en China continental, salieron de la pobreza, y algunos países como Corea del Sur, Singapur y Taiwán ya realizaron el paso para ser considerados países industriales o desarrollados. También en el sur de Asia sucedió una «revolución económica»: la economía de la India creció a un promedio anual del 7% en los últimos 20 años, aunque con menos éxito en la reducción de pobreza que en China y todavía con un alto nivel de subdesarrollo.
Sin embargo, en la actualidad el peso creciente de Asia en la economía no refleja totalmente la magnitud del potencial de esta región. El Mapa A4.1 intenta representar la situación actual, en donde cada país del mundo fue representado por una superficie equivalente a su participación en la economía mundial durante el año 2002.
5 Desde 1980 el PBI chino crece a una tasa promedio del 9,89% según datos del FMI.
A4.5.2 La «larga marcha» china
Después de la muerte de Mao Zedong, y con las reformas iniciadas por su antiguo adversario Deng Xiaoping, se realizó finalmente el gran salto hacia delante de los últimos treinta años.
El crecimiento de la economía china no tiene precedentes históricos y aún durante la crisis financiera de Asia oriental de los años noventa China mantuvo un crecimiento asombroso del 7% anual. Considerando la tasa habitual de crecimiento del 10%, la economía china se duplica cada 7 años, o sea, se octuplica cada 21 años. Para poder alcanzar este nivel de crecimiento, la inversión juega un rol principal. Así, y con una propensión marginal al ahorro del 40% (tal vez la más alta del mundo), China no depende del capital extranjero para conservar sus niveles de inversión y crecimiento.
Evidentemente, China todavía es, medido en ingresos per capita, un país pobre. Pero este hecho demuestra precisamente el potencial futuro de este país. Actualmente, una importante clase media de cerca de 500 millones de personas se forma en las ciudades florecientes de la costa china, mientras los 800 millones restantes poco participan (sólo a través de trabajos mal pagos en fabricas, construcciones o permaneciendo en el agro). Aún cuando China iguale en unos pocos años a los EE.UU. en el volumen corriente de PBI, las diferencias entre ambas naciones no podrán ser más abismales. Una será una economía saturada, una potencia marchita; mientras la otra podrá continuar el proceso de desarrollo, incorporando más personas a la clase media y podrá sostener altas tasas de crecimiento.
Hoy en día China derrama autoconfianza. En su modo de verse, en mandarín, China (Zhongguo), significa imperio del centro (del mundo). La población china manifiesta esta seguridad y está muy motivada de hacer del Siglo XXI un siglo chino.
A4.6 Las formas que asumirá el ocaso de las actuales potencias
Pero la transición al escenario descrito por el Mapa A4.2 no será simple ni lineal. De hecho, diversas teorías intentan predecir cuál será la vía por la que países como China e India pasarán a ocupar los primeros lugares entre los países desarrollados. Una de ellas justifica este hecho en la altísima productividad de la industria china y en el creciente nivel de innovación. La segunda, focaliza la idea en el creciente número de multinacionales chinas e indias, las cuales constituyen un claro signo del avance capitalista de estas naciones. Indudablemente, el camino hacia la cima de estos dos países deberá tener mucho de estas dos teorías, sin la necesidad de atarse a sólo una.
A4.6.1 «Made in China»
El «Made in China» está de moda y se lo puede leer en todos lados, en todo el mundo, cada vez más en una gama creciente de productos. China avanza en simultáneo en casi todos los frentes comerciales, desde textiles hasta tecnología de punta. Pero todavía es el precio y no la calidad lo que hace comprar al resto del mundo estos productos. Además, por ahora la producción China se limita mucho a copias o imitaciones.
Pero fijándose un poco en la Historia se percibe que todos los países industrializados (excepto Inglaterra) han transitado este camino de la imitación a la innovación. El primer «tigre» de la historia fue Alemania, mejor dicho, Prusia, aproximadamente entre los años 1870/80. En esta época Inglaterra era el único país realmente industrializado y los ingleses repudiaron la floreciente nación alemana con su mano de obra barata, copiando los productos ingleses y ofreciéndolos a precios inferiores. De aquella época surge el famoso «Made in Germany» como una obligación impuesta por Inglaterra para exponer la probable mala calidad del producto. Al igual que Alemania, todos los países que hoy son industriales han transitado el proceso de países con sueldos bajos a países con sueldos altos, de la imitación a la innovación y China está sin duda en este camino de transición. Entonces se puede decir que China estaría imitando más que nada a Prusia.
A4.6.2 Las multinacionales chinas, indias y del tercer mundo
Mucho dinero ha fluido hacia China en los últimos años a través de sus abultados superávits comerciales y de balanza de pagos, acumulándose en la forma de billonarias reservas internacionales. Ahora estas divisas comienzan a salir en la búsqueda de mayores rendimientos. Pero no solamente desde China salen estos recursos. Desde muchas otras naciones en donde occidente, en particular los EE.UU., ha comprado bienes y materias primas, regresa el dinero para comprar participaciones en las empresas multinacionales de los países más desarrollados. Son tanto inversores privados como públicos de los países emergentes y este proceso evidencia también el actual proceso de cambio en la distribución del poder económico en el mundo. En los últimos tiempos, una forma muy común de canalizar estas inversiones han sido los fondos soberanos, los cuales representan hoy el principal símbolo del nuevo rol de los emergentes 6.
Por ahora, en muchos países de occidente este fenómeno está siendo considerado como una amenaza directa a su dominio, de forma tal que a fines de 2008 en Francia se creó un fondo especial para socorrer a sus grandes compañías y así evitar que cayeran en mano de rivales probablemente chinos, indios, rusos o brasileros. Si bien muchos otros países han sido explícitos en este tipo de políticas, como España, otros no lo han declarado abiertamente pero mantienen regulaciones que constituyen verdaderas barreras a la extranjerización de sus principales multinacionales: es el caso de EE.UU., en donde algunos activos son declarados como «estratégicos»7.
6 Un mayor detalle de las principales características de los Fondos Soberanos se realiza en el Capítulo 6: Inversiones.
7 En Norteamérica el «Committee on Foreign Investment» (CFIUS) examina si una adquisición amenaza la seguridad nacional. Por ejemplo rechazó a Dubai Ports, la cual estaba interesada en adquirir operadores de puertos americanos. La compañía petrolífera Unocal, que estaba por ser adquirida por la empresa china Conoco, terminó siendo asignada sin vacilar a la petrolífera doméstica Chevron.
Si bien en el corto plazo este tipo de medidas pueden frenar el impulso de las multinacionales «emergentes», la magnitud del cambio hará que éste termine imponiéndose más tarde o más temprano. En este sentido, el Cuadro A4.1 permite visualizar el altísimo nivel de reservas que los países emergentes han acumulado y su relación con la valuación de mercado (domestic market capitalization) del principal mercado de acciones de EE.UU., elNew York Stock Exchange (NYSE). Considerando la valuación de mercado de todas las empresas listadas durante septiembre del año 2008, unos US$13,04 billones, se puede apreciar que las reservas internacionales conjuntas de China, Rusia, India, Brasil y Malasia podrían alcanzar para comprar casi el 25% del NYSE.
En el pasado, países con alto nivel de exportaciones, como Alemania, han sacado provecho de este método para fortalecer sus relaciones comerciales con países como Rusia o China. Pero los inversores públicos de los países emergentes, los fondos soberanos, persiguen eventualmente no sólo intereses comerciales o la maximización de una renta, sino que poseen también un interés político y estratégico. Un cierto escepticismo tal vez sea conveniente y sería entendible que aéreas sensibles, como tecnología militar, energía o telecomunicaciones sean dignos de algún grado de protección.
A4.7 No está muerto quien pelea
El mundo aprende su idioma, ve sus películas, escucha su música y aún come su comida. Los EE.UU. siguen siendo el país que más influye en el estilo de vida del resto del mundo. La atracción que genera para los inmigrantes es inmutable y millones de personas de todo el mundo reúnen anualmente para participar en la lotería por una visa norteamericana. Las personas más educadas, a quienes se deja entrar sin lotería, acuden todavía en masa al mundo anglosajón y a su corazón, los Estados Unidos. Los EE.UU. siguen siendo el imán del mundo y este «poder suave» no se debería subestimar. A pesar de que China está formando científicos e ingenieros en una «producción de gran escala», son los EE.UU. quienes absorben a éstos desde todo el mundo.
Un 70% de los premios Nóbel de los últimos 20 años fueron a ciudadanos estadounidenses, muchos de los cuales no nacieron en el país, pero lo eligieron para vivir. Teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad del gasto mundial para I&D se realiza en EE.UU., estos datos no resultan sorprendentes.
Asimismo, la gran potencia del norte es uno de los pocos grandes países industriales que logra una tasa de natalidad de 2,1 hijos por mujer, lo que le asegura un importante flujo de mano de obra en el futuro. Por la fuerte inmigración se estima que la población norteamericana en el año 2050 se situará entre 400 y 440 millones (actualmente son 300 millones). Por el contrario, la población de Japón y Europa continental disminuirá fuertemente. Alemania por ejemplo, donde las mujeres tienen mucho menos hijos -actualmente 1,4 por mujer- la cantidad de habitantes probablemente caerá desde los 82 millones actuales a 50 millones en el año 2050 8.
De esta manera, los Estados Unidos podrán mantener una ventaja en al menos un ítem, el poblacional. La inmigración y un mayor índice de natalidad (en 2002 los EE.UU. consiguieron 15 nacimientos cada 1.000 habitantes, mientras eran solo 13 en China) le permitirán a EE.UU. acortar levemente la brecha demográfica con China.
8 UNCTAD.
Según los demógrafos, en el año 2050 el NAFTA (EE.UU., México y Canadá) poseerá 620 millones de habitantes, casi la mitad de la población China de 1.390 millones. Sobre la base de estos datos se puede inferir que la batalla por la primacía del poder económico mundial no será tan fácil para China. Sin embargo, esta característica poblacional podrá tan sólo alargar un poco el plazo, pero no impedir el efecto.
En el año 1500, antes que los europeos conquistaran el mundo, tres cuartos de la producción mundial se realizaba en Asia. Desde entonces, el poderío económico mundial ha transitado varios caminos hasta terminar en el dominio que los Estados Unidos ejercen actualmente. Tras la revolución industrial, Inglaterra y Europa comenzaron a crecer en importancia hasta alcanzar un liderazgo que perduraría por siglos. A comienzos del Siglo XX, los Estados Unidos consolidaron el crecimiento que venían mostrando desde casi 100 años antes, emergiendo de la Primera Guerra Mundial como una potencia de primer orden. Luego de la Segunda Guerra Mundial, sería junto con la Unión Soviética una de las dos potencias hegemónicas del mundo. Como se aprecia en el Gráfico A4.6, desde mediados de los años 80 el rol de China e India ha comenzado a opacar el de potencias decadentes como las europeas. Durante los primeros años del Siglo XXI, el peso relativo de estas naciones asiáticas en el PBI mundial superó finalmente al de Japón y Europa. Del mismo modo, y según el informe del Consejo Nacional de Inteligencia del gobierno norteamericano 9, hacia el año 2015 la importancia relativa de China en la economía mundial podría superar finalmente a la de los mismos Estados Unidos, marcando así un hito en la historia económica moderna.
9 Si bien el informe «Global Trends 2025: A Transformed World» especifica que en términos nominales recién en el año 2025 el PBI de China superará a los EE.UU., considerando la paridad de poder de compra este hecho se adelantaría varios años. (www.dni.gov)
Hasta qué punto y con qué rapidez se puede volver hacia atrás 500 años en la historia, nadie puede lo predecir hoy, pero una tendencia se dibuja claramente. En el presente, el mundo se encuentra en una etapa de transición entre el dominio de occidente y el probable dominio asiático de la economía global. La crisis financiera de los últimos meses es tan sólo uno de los primeros síntomas de esta transición, la cual podrá llevar algunas décadas.
A4.8 La estrategia de Argentina en el largo plazo
A lo largo de este anexo se pudieron mostrar algunos indicios de la forma en que los principales centros económico-productivos del mundo están mutando. Cuestiones tales como el crecimiento en el déficit corriente de los Estados Unidos y la aparición de nuevos desafiantes en su liderazgo mundial desde Oriente, son sugerentes de una inminente reconfiguración del mapa geopolítico y económico mundial.
Un reconocido historiador estadounidense sostenía que, en su momento, tres características hicieron del liderazgo mundial de Inglaterra un devenir estable y continuado en su supremacía: ser el mercado del mundo, ser el prestamista del mundo y mantener el patrón oro sobre el que se sostenía la libra. Ninguno de estos tres aspectos caracteriza hoy a la economía que es el centro económico y político del mundo.
América Latina nació en paralelo a la caída de la hegemonía española en el mundo, y desde ese entonces ha vivido sólo la decadencia de la hegemonía británica. Las etapas de transición de los principales centros económicos muestran aspectos solapados de uno y otro orden, y las características particulares de una nueva hegemonía serían, en todo caso, difusas e inciertas. Sin embargo, hay mucho que aprender de las experiencias vividas en ese pasado.
Como se ve en el Gráfico A4.6, en medio de la última transición ocurrió la célebre crisis de Wall Street en 1929. Las características de la nueva hegemonía eran indiscernibles y sólo tomarían plena forma pasada la Segunda Guerra Mundial. Pero la tendencia era clara, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial: Gran Bretaña no volvería a ser el principal centro económico del mundo.
Argentina respondió, como señala el historiador Díaz Alejandro, tardíamente implantando el Estado de Bienestar con plenitud una década después que el resto del mundo. Sin embargo, con anterioridad el país tomó algunas medidas en el plano comercial, y dentro de ellas se destaca en 1933 la firma del polémico tratado Roca-Runciman. Mediante este tratado, la Argentina se aseguraba una cuota de exportación de carne no inferior a la cantidad exportada en 1932 (unas 390.000 toneladas) y a ser canalizadas mínimamente en un 85% por frigoríficos ingleses.
Además, el país garantizaba con el ingreso de divisas de estas mismas exportaciones, control de cambios mediante, la financiación de la remisión de utilidades de las empresas británicas y el pago de la deuda externa. Por último, el tratado mantenía exentas de arancel las importaciones de productos británicos como el carbón y otras mercancías, comprometiéndose el gobierno argentino a no subir ningún arancel, ni a crear nuevos.
De este modo, el país afianzaba su vínculo comercial con Gran Bretaña, la potencia en retroceso.Faltaría una guerra mundial para que Estados Unidos se coronara como el principal centro económico del mundo capitalista, pero, como se dijo, la tendencia era clara en un sentido: Gran Bretaña no volvería a ser el principal centro económico del mundo y profundas transformaciones en el mapa geopolítico y económico mundial estaban sucediendo. La dirigencia argentina no supo verlo así y el tratado puede ser pensado a la distancia como un enorme desatino estratégico.
Por su parte, ante la crisis de 1929, en los Estados Unidos la administración Hoover optó en un comienzo por dejar a las fuerzas del mercado ajustarse por sí mismas y algunos países desarrollados siguieron sus pasos. Los resultados inmediatos fueron catastróficos y no fue sino hasta 1933, con la llegada del demócrata Roosevelt, que se decidió a intervenir fuertemente en la economía y la depresión tomó tintes de recesión hasta la recuperación.
Hoy, los Estados Unidos y el resto de las potencias del mundo han decidido afrontar rápidamente la crisis interviniendo y con medidas expansionistas, aprendiendo quizá de aquellos años de inacción que siguieron a la crisis de 1929, hasta la instauración del llamado New Deal. Desde ya, el saliente presidente republicano ha anunciado la intervención en los mercados por un monto varias veces multimillonario. Por su parte, en Europa las medidas incluyen inyecciones estatales de capital a los bancos, ayudas por parte del Banco Central Europeo para descongelar los mercados de papeles comerciales y garantías para deudas a mediano plazo. La última reunión del G-20 ha convenido medidas fiscales expansivas para paliar la crisis y una fuerte regulación de los mercados financieros.
Por todo ello, parece que los países centrales han aprendido de sus errores en el pasado y no van a permitir una profunda depresión 10. Sin duda el devenir de la economía mundial a la luz de esta crisis financiera internacional, es historia abierta, pero algunas tendencias pueden apreciarse. La cuestión es si la República Argentina también habrá aprendido la lección, pueda notarlo esta vez y no se quede mirando hacia la potencia en decadencia una vez más.
10 Algunas similitudes ilustrativas en la evolución del Índice Dow Jones con la crisis de 1930, se presentan en el Gráfico A4.7.