TERRITORIOS, REGIONES Y CLUSTERS PRODUCTIVOS
CAPÍTULO 13: TERRITORIOS, REGIONES Y CLUSTERS PRODUCTIVOS
La finalidad última de todas las políticas públicas aplicadas en un país, es mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Para ello, las mismas no deben ser inconexas y se deben ajustar a los lineamientos planteados para lograr un crecimiento sustentable en el largo plazo. Esto no sólo esta librado a la macroeconomía, sino que también juegan fuertemente los aspectos micro, y no se agota en la economía, por cierto, sino que se reconoce la pesada incidencia de los aspectos institucionales y sociales. En el caso de Argentina, el IIE sostiene que parte de la estrategia de largo plazo pasa por la revalorización del territorio. Por ello, tanto el surgimiento de las regiones como de las microrregiones se tornan centrales. La
propuesta gira en torno al desarrollo de clusters productivos como instrumento. El desafío es una Argentina de regiones, donde se pueda identificar un conjunto de interrelaciones de clusters que sustenten ventajas competitivas dinámicas, con negocios económicamente rentables, socialmente inclusivos y ambientalmente amigables.
13.1 Introducción
A partir de las invenciones e innovaciones que se han sucedido en el tiempo, las cuales aumentaron progresivamente su tasa de velocidad de reproducción al comienzo del siglo XX, se obligó a modificar continuamente el rol del espacio y del territorio en la economía, lo que ha generado diversas teorías que se ajustan a las estructuras temporales en las que se hallaba el desarrollo.
Es sabido que los problemas de carácter económico derivados de la existencia de la variable espacio han sido siempre una constante en la vida real y, por ello, surge la necesidad de analizar la economía incorporando como variable fundamental de su estudio el espacio (Fujita et. al., 1999). Los desequilibrios espaciales surgen como consecuencia de la existencia de disparidades o diferencias económicas entre los espacios que componen un determinado territorio.
Así según detalla Peña Sánchez (2009), dentro de la economía espacial se pueden encontrar tres ramas de análisis como son la teoría de la localización, la teoría de la economía regional y la economía urbana que se enmarcan dentro de la macroeconomía, de la microeconomía o en algún punto ecléctico. Además, como suele ocurrir en cualquier rama del análisis económico, no existe una única corriente de pensamiento.
Actualmente, el territorio ha sido revalorizado, dado que por la globalización ninguna economía se puede considerar en la periferia, lo que ha generado un mercado global, pero revitalizado la importancia de los territorios como oferentes. Dentro de este esquema, es que se determinan las regiones que presentan elementos unificadores y las cuales buscan consagrarse como unidades socio-económicas. Además, dentro de las regiones, se plantea una estrategia de producción que consiste en el proceso de clustering. Donde cada cluster es una agrupación de empresas que presentan una fuerte asociatividad en su proceso productivo y tiene como objetivo, mejorar la calidad de vida de la región en la que se halla inmersa.
13.2 Enfoques teóricos sobre Espacio y Territorio
El territorio no ha sido neutro en la historia. En él subyacen convivencia y conflicto. Los mismos poseen una memoria colectiva que ha sido construida a través de los años, muchas veces impuesta desde los poderes centrales (top-down) y tantas otras desde abajo (bottom-up) a partir de as experiencias de las personas.
Peña Sánchez (2009) realiza un completo análisis sobre la evolución de las teorías del crecimiento regional, de acuerdo al rol que el territorio alcanzó en cada momento del tiempo. Considera que el conjunto de conocimientos teóricos del crecimiento regional se encuentra aún en un estado muy joven, debido principalmente al retraso producido en la aparición de las investigaciones económicas espaciales, lo que provoca que, por ahora, sea necesario aún más tiempo y esfuerzo por parte de los investigadores a esta parte del análisis económico territorial. Asimismo plantea diferentes interrogantes como consecuencia de los problemas macroeconómicos que se suscitan:
¿el espacio tiende a homogeneizarse o a diferenciarse?, ¿las diferencias interespaciales tienden a aumentar o a disminuir?, ¿por qué unos espacios/regiones crecen más que otros?, ¿cuáles son los factores explicativos de la mayores o menores tasas de crecimiento de las diferentes egiones? Las respuestas a los problemas anteriores se pueden encuadrar dentro de tres grandes corrientes de pensamiento económico: a) teorías/modelos de convergencia, en consonancia con la noción de espacio/región homogénea, b) teorías/modelos de divergencia, en consonancia con las nociones de espacio/región nodal y planificada, y c) teorías/modelos de globalización, relacionadas por la noción de espacio/territorio/globalización.
13.2.1 Teorías sobre la funcionalidad del espacio206
13.2.1.1 Teorías de la convergencia regional
El conjunto de teorías que se incluyen en esta corriente de pensamiento económico regional argumentan que las disparidades o desequilibrios interregionales son transitorios y coyunturales, dependen de la velocidad del proceso de ajuste, pero finalmente tienden a desaparecer alcanzando un equilibrio estable. Estas teorías se apoyan en la creencia de que dejadas a sí mismas, sin intervención pública, ni ningún otro tipo de fricción que aleje a las regiones del modelo de libre competencia ideal, las fuerzas del mercado llevarán a la igualación de los niveles de renta y empleo de las distintas regiones.
Las disparidades regionales surgen como consecuencia de la existencia de obstáculos y fricciones que alejan al mundo ideal de la competencia perfecta, y bastaría con eliminar dichas fricciones (oligopolización empresarial, sindicatos, etc.) para conseguir la desaparición de esas disparidades heredadas del pasado; dicha eliminación se realiza mediante la actuación del funcionamiento libre de las fuerzas del mercado.
Dentro de esta corriente, se puede discriminar distintas teorías:
• Teoría del comercio interregional: Esta teoría plantea que si existe una perfecta movilidad de los factores de producción, pero una imperfecta movilidad de los bienes, los factores deberían dirigirse hacia aquellas regiones en que obtengan mayores productividades, acarreando todo ello a una situación de equilibrio e igualándose, consiguientemente, los precios de los bienes en todas las regiones. Si, por el contrario, existiera una perfecta movilidad en el comercio de las mercancías, pero los factores de producción fueran inmóviles, cada zona se especializaría en aquellas producciones que hicieran mayor uso de los factores que allí fueran más abundantes.
• Teoría neoclásica del crecimiento regional: La variable básica del modelo es la fluctuación regional (y la tasa de crecimiento) del capital per cápita, lo que va a determinar el nivel y tasa de crecimiento de la productividad de la mano de obra, de los salarios y de la renta por habitante. Se espera que el trabajo se desplace desde las regiones atrasadas hacia las regiones avanzadas y el capital lo hará desde las regiones avanzadas hacia las regiones atrasadas, ya que la tasa de rendimiento marginal suele ser mayor en las regiones en que los salarios y el capital per cápita son más bajos.
• Teoría de la difusión de innovaciones o catch-up tecnológico: Esta teoría parte
206 El análisis de las diferentes teorías expuesta en el apartado 13.2 se basa en Peña Sánchez (2009).
de la premisa de que las diferencias regionales en cuanto a capacidad tecnológica son consecuencia de procesos “fisiológicos” probados por el hecho de que las tecnologías envejecen. Estos procesos de expansión de la innovación dan lugar a que coexistan distintas tecnologías en regiones diferentes y que alientan las posibilidades de desarrollo de las regiones más atrasadas ya que, para cada una de ellas, existe una posible tecnología adecuada que encaja perfectamente con las técnicas y factores de producción de que disponen.
• Teoría del desarrollo regional por etapas: Su centro de atención son las relaciones internas de una economía, concediendo una menor importancia a sus relaciones con el exterior. La explicación del proceso de crecimiento interno viene dado por la propia evolución de la división del trabajo de dicha economía. El subdesarrollo era considerado por esta teoría como la permanencia forzosa de una economía en una única fase del crecimiento debido a la presencia de indivisibilidades internas y de limitaciones externas.
• Nueva concepción de la convergencia. Resurgimiento del modelo neoclásico: Las regiones más desarrolladas, con mayor capacidad de innovación, disfrutan de los beneficios del progreso tecnológico, pero también corren con el coste del proceso. En cambio, las regiones menos desarrolladas pueden beneficiarse prácticamente de las mismas ventajas que las desarrolladas, mediante los mecanismos de difusión tecnológica, con costes mucho menores, los de absorción y adaptación. Como consecuencia de los rendimientos decrecientes de todos los factores, incluido el progreso técnico, y de la difusión, el sistema evoluciona hacia la convergencia.
13.2.1.2 Teorías de la divergencia regional
Las teorías encuadradas dentro de este grupo argumentan que las disparidades regionales no son transitorias ni accidentales, sino que forman parte de la propia naturaleza del proceso de crecimiento económico y no tienden por su propia inercia a desaparecer, sino que mantienen el sistema en condiciones de desequilibrio, es decir, postulando una organización desigual del espacio.
Estas teorías suponen que el espacio es heterogéneo en la dotación de recursos productivos y de otros factores económicos y extraeconómicos, y sostienen que las relaciones interregionales son las responsables de las disparidades, lo que explica por qué estas se reproducen o se agravan en vez de corregirse.
En su interior es posible destacar las siguientes teorías:
• Teoría de la base de exportación: Plantea que las regiones son economías abiertas muy dependientes del exterior, divide la economía en dos sectores (sector básico exportador y sector residencial, éste último muy dependiente de la demanda local), y considera, dentro de un enfoque puramente keynesiano, que las exportaciones son el motor que inicia el crecimiento local y/o regional, determinando su alcance a través del efecto multiplicador que dichas exportaciones a otras regiones producen sobre las actividades residenciales (particularmente sobre los servicios y la construcción).
• Teoría de los polos de crecimiento o de desarrollo: Centrada fundamentalmente en el lado de la demanda, parte de la existencia de una unidad de producción localizada de forma exógena (por el azar, por alguna decisión de una autoridad pública o por cualquier otra razón) dentro de una zona económicamente atrasada (polo). Por su dimensión y desarrollo tecnológico, dicha unidad motriz o empresa líder produce para mercados distintos del de la localización, aunque tiende a demandar y crear en dicho lugar una gran parte de los requerimientos y servicios que precisa. La existencia de esta gran unidad de producción genera una serie de efectos de polarización y de desarrollo en torno al lugar donde se encuentra localizada.
• Teoría de la causación circular acumulativa: Las regiones avanzadas y dinámicas se aprovecharán de un doble proceso: por un lado, el crecimiento inicial de una determinada zona generará un flujo de inmigración que creará un mercado interno más amplio y dinámico, lo que estimulará el proceso inversor como consecuencia del aumento de demanda y el potencial de crecimiento; por otro lado, la existencia de economías de escala, economías de aglomeración y la adopción de innovaciones de proceso que acompañan a las nuevas inversiones y bienes de capital provocarán un aumento de productividad y competitividad de la economía local, lo que hará aumentar la demanda externa, que producirá, a su vez, un aumento del empleo, nuevos flujos de inmigración y más desarrollo. Por su parte, las regiones atrasadas registrarán salida de emigrantes (y teniendo en cuenta que el proceso migratorio suele ser selectivo, la mano de obra cualificada, principalmente, será la que se traslade a las zonas más prósperas), disminución de la demanda interna y reducción del proceso de acumulación de la inversión.
• Teoría del centro-periferia: Establece la estructura jerárquica de las regiones/países, define las diferencias entre el centro y la periferia. Formula una relación de dominación del centro (por su capacidad de innovación tecnológica e institucional) sobre la periferia (no apta a la innovación), y concluye que las disparidades regionales tienen su causa tanto en las relaciones interregionales como en la dinámica interna de la periferia, incapaz de generar una dinámica propia de desarrollo.
• Teoría de la división espacial del trabajo: Según esta teoría, los centros de poder y alta cualificación de la mano de obra subordinan las periferias que están dedicadas a tareas rutinarias, ya que existen diferenciales espaciales en las formas de producción (técnicas y organizativas) y los modos sociales de vida (pautas de consumo y costes de reproducción de la fuerza de trabajo).
13.2.2 Teorías de crecimiento endógeno
La crisis de la concepción funcional del espacio desde principios de los ‘80 por su inadecuación para explicar las cada vez más complejas estructuras productivas en el territorio, dio paso a una nueva aproximación al desarrollo regional conocido como “enfoque endógeno”. Ahora bien, el desarrollo endógeno surge, no tanto como una teoría del desarrollo o del crecimiento, sino como un nuevo paradigma del desarrollo o una aproximación territorial al desarrollo.
En resumidas cuentas, la teoría del crecimiento endógeno, al reconocer la existencia de rendimientos crecientes de los factores acumulables y las inversiones en capital físico, capital humano, investigación y desarrollo y de economías externas (consecuencia de la difusión del conocimiento tecnológico en el sistema productivo), permite identificar una senda de crecimiento autosostenido, de carácter endógeno, en la economía local o regional. Las diferencias entre los niveles de inversión privada y los niveles óptimos, del sistema productivo, justificarían la intervención del Estado.
Entre las diferentes teorías de crecimiento endógeno se destacan:
• La nueva concepción del espacio y el desarrollo endógeno: Las relaciones de los actores/empresas se estructuran en forma de red, constituyen relaciones de cooperación, de subordinación o de asociación. La nueva interpretación del desarrollo endógeno se basa en los supuestos de que los factores principales del desarrollo regional, como la infraestructura física, la cualificación y capacidad productiva de su fuerza de trabajo, la estructura sectorial local, el conocimiento técnico y organizativo local, y las estructuras sociales e institucionales locales, son prácticamente inmóviles.
• Modelos de desarrollo local: Este modelo, está basado en la utilización de los recursos productivos locales (económicos, humanos, institucionales y culturales entre los que se encuentra la estructura productiva, el mercado de trabajo, la capacidad empresarial, los recursos naturales, la estructura social y política, y la tradición y cultura), que constituyen las potencialidades de desarrollo endógeno y la mejora del nivel de vida de un área. Parte de una serie de supuesto entre los que se destacan la existencia de una cierta capacidad empresarial, la provisión de mano de obra abundante y barata, el conocimiento de productos y mercados, una cierta disponibilidad de ahorro, una actitud activa y creativa de los líderes locales, una estructura social consolidada y un sistema urbano accesible, para la puesta en marcha de un proceso de industrialización. Es una aproximación desde abajo al desarrollo económico.
• Los distritos industriales: Se define al distrito industrial como un sistema productivo geográficamente localizado, basado en una intensa división local de actividades entre pequeñas empresas especializadas en los diferentes procesos de la producción y de la distribución de un sector industrial o una actividad dominante; existen múltiples relaciones entre las empresas y la comunidad local, tanto dentro como fuera del mercado, basadas fundamentalmente en la confianza y la reciprocidad.
• El distrito tecnológico: Son complejos industriales de alta tecnología, donde se reúnen empresas de sectores avanzados atendiendo a condiciones de localización favorables, constituidos por pequeñas empresas de sectores diversos, pero que son capaces de generar e incorporar innovaciones como resultado de actuaciones de forma cooperativa e interrelacionada.
• Tesis del entorno innovador: En este modelo la innovación se presenta como una de las variables explicativas del desarrollo económico regional por parte de los modelos de desarrollo local y endógeno y, por ello, cabe presuponer que la capacidad de innovación depende de variables internas a los propios territorios. El poder de atracción de un territorio no está tanto en sus factores de localización, sino en su aptitud para crear recursos y procesos de innovación, es decir, esta tesis enfatiza sobre todo el papel de los recursos inmateriales.
13.2.3 Espacio, territorio, globalización: Nuevos enfoques teóricos
Recientemente ha comenzado a definirse un nuevo paradigma, la formación y desarrollo de la economía global, en el que el sistema productivo y los mercados se van globalizando y el Estado está dejando de ser el motor de la economía cediendo el liderazgo a las empresas multinacionales.
Las diferentes formas de regionalización y de integración de las economías nacionales (como la Unión Europea, el Acuerdo de Libre Comercio entre México, EE.UU. y Canadá, o el Mercado Común del Cono Sur) podrían entenderse como los mecanismos a través de los que se institucionaliza el proceso de globalización. La misma afecta al sistema productivo de las regiones desarrolladas y atrasadas, así como de las ciudades grandes y de aquellas pequeñas y medianas.
Parece una paradoja que, justo cuando la globalización sugiere un mundo en el que la distancia física pierde peso como factor de coste de las transacciones, se esté produciendo simultáneamente una recuperación de la dimensión territorial, no sólo en el plano teórico sino también en el de la realidad de las estrategias empresariales y las políticas públicas. Pero es que en la medida en que los profundos procesos de cambio en el plano tecnológico, económico, cultural y político a escala mundial impactan inevitablemente en los territorios subnacionales, las dos tendencias (globalización y localización) se convierten en dos caras de una misma moneda.
Entre las principales teorías de este pensamiento, el autor destaca:
• Perspectiva política. La descentralización: El proceso globalizador responde, entre otras razones, a la crisis planteada en el Estado-nación. Las presiones para una redistribución del poder hacia arriba (supranacionalización) obedecen a que el Estado está perdiendo soberanía en el manejo de problemas tales como la macroeconomía, los derechos humanos, medio ambiente, narcotráfico y armamentismo, entre otros, los cuales se consideran cada vez más del resorte de la comunidad y los organismos internacionales. Pero también el Estado viene siendo debilitado hacia abajo a través de los movimientos descentralizadores y los diversos procesos de transferencias de competencias políticas, administrativas y fiscales a las áreas regionales y locales. Para Boisier, la descentralización territorial es una condición necesaria para el logro de la transformación productiva, de la equidad y de la sostenibilidad del desarrollo. La pura descentralización política territorial contribuye a reducir la inequidad, en la medida en que ella está condicionada también por un limitado acceso al recurso del poder.
• Perspectiva económica o La Nueva Geografía Económica: La Nueva Geografía Económica postula que el crecimiento regional obedece a una lógica de causación circular, en la que los encadenamientos hacia atrás y hacia delante de las empresas conducen a una aglomeración de actividades que se autorefuerzan progresivamente, con el límite impuesto al llegar a un punto en que las fuerzas centrípetas que conducen a la aglomeración comienzan a ser compensadas por las fuerzas centrifugas como los costes de la tierra, los del transporte y las externalidades negativas o deseconomías externas. Por tanto, la interacción de estos dos tipos de fuerzas (centrípetas y centrífugas) se encargan de moldear la estructura espacial de una economía. Además sostiene que el libre juego de las fuerzas del mercado conduce inevitablemente a una intensificación de las disparidades económicas territoriales, dado que en virtud de las economías de aglomeración, el crecimiento tiende a beneficiar acumulativamente a las economías de mayor desarrollo, en detrimento de las más atrasadas.
o La acumulación flexible: Los adherentes a esta teoría abogan que a la producción en masa rígidamente estructurada, característica del sistema fordista, le iba a seguir un régimen basado en la especialización flexible, cuya forma espacial sería el distrito o sistema local de pequeñas empresas. Los rasgos más característicos de esta forma de organización industrial serían la concentración de pequeñas y medianas empresas (Pymes), fuertes redes de cooperación (competencia cooperativa) entre ellas, interrelación estrecha con la comunidad local y economía de aglomeración.
o La competitividad territorial: Las ventajas competitivas ya no descansan fundamentalmente en la obtención de bajos costes de la mano de obra, en la disponibilidad de recursos naturales o de diferenciales favorables de tipos de interés o de tipos de cambio. Estos factores materiales de ventajas comparativas están siendo progresivamente sustituidos por otros factores que presentan ventajas más dinámicas, basadas en la constante introducción de innovaciones tanto en el ámbito tecnológico como organizativo y de gestión, y que se fundamentan en factores de naturaleza intangible sustentados en la incorporación de información y conocimiento, así como en la calidad de los recursos humanos. En este sentido, el territorio aparece como la principal fuente de estos recursos específicos, esenciales para el desarrollo tecnológico, y el punto desde el cual las autoridades públicas se encuentran en una situación más favorable para estimular la aparición de sinergias y relaciones de colaboración en todos los ámbitos del complejo proceso de innovación.
• Perspectiva social
o El enfoque institucionalista: El nuevo pensamiento institucional argumenta que la relevancia estratégica de las instituciones en los procesos de desarrollo reside en que permite reducir los costes de transacción y producción, aumenta la confianza entre los actores económicos, estimula la capacidad empresarial, propicia el fortalecimiento de las redes y la cooperación entre los actores y estimula los mecanismos de aprendizaje y de interacción.
o El enfoque de capital social y cultural: Es necesario distinguir entre instituciones (familia, valores culturales, derechos de propiedad, etc.) y capital social: éste último se podría considerar como el “pegamento” que mantiene a las instituciones cohesionadas y las hace eficientes y operativas. La relevancia del capital social para el crecimiento y el desarrollo económico se da en el ámbito político y social, desde el cual se transmite a la economía. Las sociedades de elevado nivel de capital social presentan un mejor comportamiento económico derivado de la confianza que impregna las relaciones sociales.
• Perspectiva medioambiental. Desarrollo sostenible: De la simple inquietud respecto al impacto negativo de la actividad económica sobre el ecosistema, se ha pasado a una consideración explícita de los costos de los recursos biofísicos o capital natural, para llegar a una concepción compleja que plantea un modelo abierto de las relaciones termodinámicas entre la economía y los recursos biofísicos y el ecosistema. Se trata, pues, de colocar en el centro de las preocupaciones el aumento de la calidad de vida de la población, y no sólo de la capacidad productiva o de consumo de los territorios, al tiempo que se incluyen algunos indicadores medioambientales en la identificación de las áreas desarrolladas, donde se incorporen los costes ecológicos ligados a los procesos económicos, de modo que el mecanismo de los precios actúe para que la actividad económica se adecue a la realidad de unos recursos naturales de interés social preferente, pero cada vez más escasos
13.3 Hacia un Nuevo Paradigma de Desarrollo Regional en el marco de Globalización
El mundo está atravesando un proceso de cambio. Según palabras de Maira (2010) “Al término de la Guerra Fría entramos en un período de transición del sistema internacional que aún no concluye, y que ha reemplazado la lógica integralmente bipolar en la economía, en la organización política, en la cultura…”. Han variado los factores que condicionan las ventajas competitivas, la economía se ha complejizado notablemente, en especial en la última década: se ha globalizado.
La globalización conlleva muchas novedades y transformaciones: las economías se abren, aumenta la incertidumbre, las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación cambian el sentido del tiempo y del espacio, se revaloriza el territorio que asume un nuevo rol, la economía del conocimiento, los procesos de innovación, la calidad, la logística, y los procesos de aprendizaje aumentan su importancia en las performances competitivas. Junto a ello, Boisier destaca que la globalización modifica la geografía locacional de la industria manufacturera, creando un único espacio de mercado global, pero un enorme abanico de lugares productivos discontinuos en la superficie mundial, lo cual lleva a que se revalorice el territorio en pos de encontrar la mejor localización para llevar a cabo el proceso de producción.
El estudio de la globalización ha dado lugar a diferentes tipos de análisis, en muchos casos contrapuestos. Existen quienes propugnan el fin del Estado y otros que sostienen su fortalecimiento como ente regulador de las relaciones humanas. Otros se identifican con posturas intermedias, entendiendo que los Estados-Nación serán los nuevos gestores de las interdependencias y de las nuevas escalas decisionales creadas207. Es así, que actualmente esté emergiendo un nuevo paradigma de desarrollo económico: el desarrollo (o la competitividad) territorial, es decir, el carácter localizado de los procesos de acumulación, de innovación y de formación de capital social. Parece que las distintas vertientes teóricas están convergiendo (por vías independientes) hacia una concepción del territorio según la cual éste ya no sería un factor que puede incorporarse circunstancialmente al análisis del crecimiento económico, sino un elemento explicativo esencial de los procesos de desarrollo. Desde esta perspectiva, el territorio es considerado como una estructura activa (de desarrollo, de estancamiento o de regresión) y no solamente como un mero receptáculo de las actividades productivas, es decir, los territorios no son campos de maniobras, sino actores208.
Boscherini, F. y Poma, L. (2010, Capítulo 1, p.25) afirman que los agentes y las instituciones territoriales ya no constituyen una externalidad o una economía externa, sino que se convierten en agentes directos del proceso competitivo. El territorio adquiere un dinamismo propio, específico
e intrínseco, que no necesariamente corresponde al dinamismo de la empresa: es decir, existen si bien vinculadas entre sí, dos lógicas diferentes, dos manos invisibles que no necesariamente se aprietan. Una convierte la acción de la empresa individual en atmósfera industrial –el bien colectivo-, la otra transmite la dinámica de la competencia territorial a la empresa individual. Comprender las dinámicas del sistema productivo local como totalidad que interactúa significa reconocer el rol más amplio y dinámico que desempeñan las así llamadas “externalidades territoriales”, que tienen que abandonar su rol de “apoyo” a la elección de la empresa e involucrarse con nuevas responsabilidades, en la competencia territorial. El cambio territorial consiste en que los agentes territoriales dejan de ser “externalidades” para convertirse en “agentes” directos de producción.
La interacción entre los distintos agentes territoriales, inclusive las empresas que operan en el ejido productivo local, la rivalidad y los esfuerzos dialécticos entre realidades muy diferentes, generan conocimiento, dinamismo y apertura.
En efecto, la gravitación de los clusters en el enfoque de Porter, el énfasis de la Nueva Geografía Económica en los efectos de aglomeración, la importancia de las redes de interacción en las teorías de los distritos industriales y del medio innovador y, el papel determinante del compromiso cívico en los enfoques del capital social, tienen como sustrato común la revalorización de la territorialidad del desarrollo. La competitividad, pues, es cada vez más un asunto de orden regional (o local) o, en todo caso, secto-regional. La convergencia en el plano teórico de los distintos enfoques que se mencionaron da lugar a postular una Teoría de la Competencia Regional, que implica la existencia de un sistema productivo regional (Lawson, 1997)209.
Esta revaloración territorial se refleja a partir de las transferencias de competencias hacia niveles subnacionales de gobierno, políticas económicas regionales, el ejercicio de paradiplomacia desde las jurisdicciones subnacionales y complejas redes de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y de movimientos sociales. Además, el territorio cumple una función clave en lo que Poma et al. (2010) denomina la”pro-ducción de conocimiento”. La misma se afirma por la presencia de dos cambios relevantes: la economía global, que define su “necesidad”, y las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). La producción de conocimiento es un fenómeno colectivo y revaloriza, aunque con un sentido diferente, la hipótesis distrital, el rol del territorio y de sus agentes210.
207 Farah, P. et al. (2010), p.12.
208 Peña Sanchez (2009), p. 59.
209 Peña Sanchez (2009), p. 59.
210Boscherini, F. y Poma, L. (2010). Capítulo 1, p.28.
Dado este contexto, resulta necesario activar procesos de “territorial institutional building” a nivel local, es decir, estimular y generar las condiciones que impulsan la creación de las instituciones para el desarrollo, y resulta clave fomentar un cambio cultural fuerte en los agentes, en especial respecto de su capacidad empresarial y su actitud hacia las acciones colectivas de carácter cooperativo. En este sentido, el Estado puede recuperar su rol activo y positivo a través del diseño y de la implementación de políticas “desde arriba” (top-down) que involucren a los gentes económicos y sociales territoriales, directa o indirectamente interesados en los procesos de desarrollo local y que son los reales destinatarios de las políticas211.
En lo que hace a la creación de instituciones para el desarrollo, Argentina presenta un sector industrial –sector clave para una economía- con una fuerte concentración territorial en los centros urbanos y en sus alrededores, mientras que las áreas locales tienen una importancia marginal. El territorio no ha representado el fundamento para las actividades económicas, sino sólo un simple “recipiente físico” en el que se desarrollaban las operaciones económicas guiadas básicamente por el Estado y los grandes grupos industriales212.
Puntualizando aún más, surge el inconveniente de que el sector industrial nacional presenta un extenso número de PyMes, y a pesar de las elecciones tomadas en el nivel nacional, no se han desarrollado acciones institucionales tendientes a defender las potencialidades existentes en las mismas. En otras palabras, el territorio no ha cumplido con su función, porque sus agentes económicos, sociales e institucionales han aceptado, o han sufrido, los cambios macroeconómicos sin demostrar una capacidad de reacción que implicara el diseño y el comienzo de proyectos de desarrollo territorial coherentes con el nuevo contexto.
Al mismo tiempo, esta estructura de desarrollo “centralizada” ha dejado poco espacio a los ámbitos alejados de los centros urbanos, en los que las actividades productivas se han desarrollado limitadamente al mercado local o de acuerdo a políticas de promoción industrial
que han condicionado marcadamente sus especificaciones y autonomía. En relación con lo anterior, cabe destacar que las relaciones entre los agentes demuestran la carencia de valores, visiones y lenguajes compartidos, es decir, no existen la “confianza” y las relaciones entre los agentes que constituyen el fundamento necesario a partir del cual se pueden concebir proyectos
211 Boscherini, F. y Poma, L. (2010). Capítulo 1, p. 35.
212 Boscherini, F. y Poma, L. (2010). Capítulo 1, p.30.
territoriales para conseguir objetivos comunes213. Conjuntamente, para un país como Argentina la importancia que, en términos de crecimiento económico y de bienestar social, tienen las PyMes y las microempresas representan un potencial que debe ser aprovechado y que estimula el fortalecimiento del papel del territorio. En este sentido, resulta interesante analizar y profundizar la posibilidad de fomentar el desarrollo de sistemas productivos locales ubicados fuera de los grandes centros urbanos, lo que puede constituir un esquema de desarrollo alternativo para las economías locales del país214.
13.4 ¿Qué son las Regiones?
Si bien el Estado nacional es un instrumento para cubrir las necesidades de la población, el mismo resulta demasiado grande para solucionar los pequeños problemas locales, pero a la vez, las provincias resultan demasiado pequeñas para enfrentar distintas problemáticas regionales, es decir, aquellas que involucran a más de un Estado provincial. Frente a esta disyuntiva, las regiones se posicionan como un estadio intermedio entre estos dos niveles de gobierno con el objeto de dar respuesta conjuntas a problemas comunes.
Poviña (1969) define las regiones como una agrupación sociológica de tipo geográfico, polarizado, donde el predominio de los indicadores unificantes –espacio físico, estructura económica y estilo de vida- produce una conciencia de unidad regional, que sirve como instrumento natural para la integración de la comunidad. Si a la conciencia de unidad regional se le suma la capacidad de auto-organización territorial de la población tras un proyecto político colectivo, la misma constituirá un instrumento de natural integración que se retroalimentará en la búsqueda del objetivo común del desarrollo.Boisier (1991) argumenta que “construir socialmente una región” es potenciar su capacidad de auto-organización, transformando una comunidad inanimada segmentada por intereses sectoriales y poco perceptiva de su identidad territorial, en una comunidad organizada cohesionada, consciente de la identidad sociedad-región capaz de movilizarse tras proyectos políticos colectivos. Además realiza una valiosa recomendación aseverando que la regionalización efectiva incluye espacios más bien pequeños, constituidos no a “sangre fría” sino más bien a “sangre caliente” por los habitantes de un espacio pequeño.
Farah, P. et al. (2010) distinguen entre regionalismo, regionalización o integración en regiones y regionalización fronteriza. El primero se refiere a los procesos de integración entre Estados nacionales, el segundo para describir las relaciones que ocurren al interior de los Estados, mientras que el último define a las regiones conformadas entre provincias de naciones limítrofes.Otros autores, como Figueras (2008), definen regionalismo”, como la movilización “desde abajo” de fuerzas sociales en pos de un interés regional. De coincidir este anhelo de las fuerzas sociales con una objetiva correspondencia de la realidad territorial puede concluir concretándose un proceso político de “regionalización”. Dicho en otras palabras, de existir un interés de construcción territorial impulsado “desde abajo” estaremos en presencia del “regionalismo” que provee bases promisorias para un proceso de “regionalización” institucional215.
Entre los motivos que se pueden mencionar para la concreción de la regionalización, se destacan: economías de escala en la contratación de obras públicas, mayor poder de negociación frente al Gobierno nacional y el resto del mundo, apoyo a microemprendimientos, desarrollo de actividades paradiplomáticas, entre otros216.
213 Boscherini, F. y Poma, L. (2010). Capítulo 1, pp.32-33.
214 Boscherini, F. y Poma, L. (2010). Capítulo 1, pp.35-36.
215 Regionalización que puede ser con fines específicos (v.gr. combatir el desempleo o la marginación, sofocar una epidemia, detener la deforestación, promover políticas educativas, etc.) o con fines generales (p.ej. implementación de políticas “globales” diversas con repercusiones regionales).
216 Se pueden mencionar muchos más, ver Balance 2004, especialmente lo de Taylor y Wren.
Es así que la regionalización es una posibilidad para enfrentar los desafíos que genera la
globalización.
13.4.1 Caracterización de las regiones
La región no debe concebirse como un marco estático, sino como un proceso que por medio del consenso establezca las políticas comunes en materia económica y social de las provincias o jurisdicciones subnacionales involucradas. Dentro de ellas se diseñaran los proyectos y las acciones de interés común (servicios de salud y educación, infraestructura e inversiones, armonización normativa, promoción cultural, protección medio ambiental, desarrollos tecnológicos y de información, entre otros).
La región creada no es una estructura orgánica con duplicidad de funciones bajo órbita provincial o estadual, sino que, manteniéndose intactas las autonomías provinciales, se delegan competencias a favor del bloque regional (Farah, P. et. al., 2010).En el Esquema 13.1 se muestra como es el proceso de formación de regiones para Argentina217.
Acordando con Farah respecto a la formación de las regiones argentinas, hay que destacar que en la actualidad, las constituidas y operativas funcionan en el ámbito público, pero hay mucho por hacer por integrar a la sociedad civil. Tomando a la Región Centro como ejemplo, vale decir que en términos formales la sociedad civil quedó integrada al proceso con la creación del Consejo Regional de la Sociedad Civil, aunque en la práctica las cosas sean algo diferentes. Esto tal vez tenga que ver con que la cuestión regional es en Argentina un tema concentrado en pequeñas elites de funcionarios públicos, académicos, profesionales y empresarios. Esto esta indicando que aun queda mucho por hacer en términos de cohesión; falta mucho para que le haga el mismo sentido de pertenencia a un mismo espacio regional al habitante de Firmat que al de Cruz del Eje.
Bosier (2010) propone tres tipos jerarquizados de regiones: Región Pivotal, Región Asociativa y Región Virtual. Las regiones pivotales las define como un territorio organizado complejo, identificable a la escala de región política histórica (departamentos, municipios), el cual posee una identidad cultural. Las regiones asociativas, como regiones mayores construidas a partir de la unión voluntaria de regiones pivotales adyacentes. Las regiones virtuales, como resultado de arreglos cooperativos tácticos o acuerdos contractuales (alianzas estratégicas) entre regiones pivotales o asociativas para alcanzar ciertos objetivos de corto y mediano plazo (Boisier, 1995a).
217 El artículo 124 de la Constitución Nacional establece que las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico y social y establecer órganos con facultades para el cumplimiento de sus fines y podrán también celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las facultades delegadas al Gobierno federal o el crédito público de la Nación; con conocimiento del Congreso Nacional.
En las regiones de Boisier se parte de la consideración de regiones pivotales con una complejidad estructural y funcional y en donde la cultura e identidad son elementos esenciales. Estas regiones se pueden identificar a partir de la existencia de grupos humanos cohesionados estrechamente por una organización social, identidad cultural y sentido de pertenencia a un espacio organizado por un centro autónomo e integrado funcionalmente en una economía global, lo cual potencia las posibilidades de realización de acciones interregionales concertadas orientadas a elevar su competitividad y su desarrollo social.
Dentro de este contexto, la regionalización pivotal constituye una revalorización de la espacialidad de los procesos de desarrollo económico y social y una vuelta a la región como el espacio territorial a donde se proyectan las políticas de desarrollo y desde donde se debe concretar la inserción del país en el sistema económico internacional.
Sin embargo, en las regiones virtuales, esta territorialidad desaparece para dar lugar a un concepto en el cual la región se concibe como una empresa en cuya conformación obran decisiones puramente económicas, sin participación activa de la sociedad civil. En estas regiones, lo espacial o territorial se reduce a firmas que usan y ocupan un espacio delimitado administrativamente, el cual proyectan a espacios más extensos que pueden no ser geográficamente continuos, para realizar alianzas estratégicas con fines esencialmente económicos, cuya valor para el desarrollo regional es dudoso.
13.4.2 Políticas públicas y planes estratégicos regionales218
Oscar Oszlak219 distingue tres aspectos de las reformas estructurales. El primero tiene que ver con los procesos de desregulación y apertura económica entre otros; el segundo con la reconfiguración del organigrama del Estado y el tercero implica trabajar sobre la productividad del sector público.
Se asocia el primer aspecto a las reformas de primera generación, mientras los restantes se agrupan dentro de las de segunda generación.Argentina transitó la primera generación de reformas, con algunos retrocesos recientes, y se quedó a medio camino en las de segunda; un proceso que ha sido incompleto y muy heterogéneo.
En este marco, el regionalismo supondría culminar el proceso de reformas de primera y segunda generación, para posteriormente iniciar una tercera etapa.
Se puede definir a las políticas públicas regionales como el conjunto de acciones llevadas a cabo por las instituciones de gobierno de una determinada región dirigidas a solucionar las problemáticas comunes y satisfacer conjuntamente las necesidades de la ciudadanía. Dentro del concepto de política regional se hallan dos acepciones no excluyentes entre sí: a) medidas destinadas a reducir los desequilibrios o disparidades interregionales, y b) esfuerzos destinados al interior de las regiones, consideradas individualmente, para superar problemas de atraso o declive económico (“Regional Planning”).Es decir, se deben realizar acciones correctivas al interior y exterior de la región.
Para ello, se distinguen dos principios que institucionalizan las acciones. Por una lado, el principio de subsidiariedad que tiene por objetivo garantizar la actuación de un específico nivel de gobierno sólo si su acción resulta realmente necesaria y aporta valor añadido diferencial a la actuación de otro nivel. Por el otro, el principio de proporcionalidad, complementario del anterior, que persigue también el correcto ejercicio de las ompetencias por parte de un nivel de gobierno al prescribir que el contenido y la forma de acción no deberán exceder de lo necesario para obtener los objetivos fijados. Estos dos principios se relacionan con un tercero que es el de eficiencia, que sostiene que realizará la actividad aquel que la haga de forma más eficiente.
218 Ver El Balance de la Economía Argentina 2004.
219 Citado en Fundación Hernandarias, 2004.
Además, existen dos fenómenos, concluyentes en el tiempo, que están configurando el perfil e incrementando la relevancia de las políticas regionales en general: por un lado, y de carácter puramente económico, la globalización de la economía ha convertido el cambio técnico en un elemento clave de la competitividad y del crecimiento económico; por otro lado, y con un carácter institucional, la dinámica desatada con la integración y el proceso de descentralización de competencias (como es el caso de los países de la Unión Europea), que han posicionado a las administraciones territoriales en auténticas protagonistas del diseño e instrumentación de las políticas regionales.
La actual política regional trata de dar respuesta al reto de la competitividad internacional a través del mayor aprovechamiento posible de los recursos endógenos de los diferentes territorios, la aplicación de instrumentos que promuevan la creación de empresas y el fomento de la innovación tecnológica y de todo tipo de activos intangibles, y la asignación de un gran protagonismo a los agentes públicos y privados a nivel local. También considera como fundamental la política medioambiental regional emergiendo el concepto de calidad de vida y ambiental como un elemento nuevo en la carrera competitiva de los diversos espacios220. Incluso, el dar una mayor participación a la ciudadanía en el diseño y la ejecución de las políticas públicas regionales, lo que contribuye a la generación de capital cívico-social.
Pero este sistema de políticas basado en las regiones de poco servirá si no existe un planeamiento estratégico previo, tanto en el nivel de cada una de las unidades compositivas como en el sistema, es decir, en el nivel de cada provincia en general y de la región en particular. La estrategia se define pensando la región, su misión y visión de futuro, a partir de una línea matriz u orientación esencial.
Toda planificación estratégica que tome verdaderamente en cuenta el valor de la representatividad contribuirá a construir confianza en el tipo de región que se quiere y de esta forma generará un capital social inestimable y favorecedor de la cohesión social221.
220 Peña Sánchez (2009), pp. 61-64.
221 La Región Centro tiene el plan y parece que no ayudó mucho, el plan per se no asegura la cohesión, en la medida que sólo participen en la definición las elites.
222 Una síntesis de los principales resultados sobre el análisis de la relación entre descentralización fiscal y crecimiento y la importancia de la correspondencia entre el gasto e ingreso sub-nacional puede encontrarse en Gemmell Norman, Kneller Richard e Sanz Ismael, “Fiscal Decentralization and Economic Growth in OECD Countries: Matching Spending with Revenue Decentralization”, Instituto de Estudios Fiscales, P.T.N. 6/09.
223 Difícilmente esta situación se mantenga por mucho tiempo. Ya existen elecciones en las poblaciones más pequeñas y la influencia del creciente uso de Internet comenzará a establecer otros plazos en las decisiones políticas.
224 Se estima que representan el 3,1 % del total de empresas pero tienen el 30% de los activos del sector industrial y de servicios. El tamaño medio de ellas resulta 13,4 veces mayor que las empresas privadas. Ver Gao Xu, “SOE`s in China : How big are they?”, Blogs.Worldbank. org, Enero 2010.
13.4.3 Regiones en Argentina
A través de la modificación de la Constitución Nacional en 1994, se incentivó los procesos de regionalización dentro del país. Así el 26 de junio de 1996 se suscribió el Tratado de la Región de la Patagonia por las provincias Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Chubut, Río Negro, Neuquén y La Pampa. En 1998 se firmo el Tratado de Integración Regional entre las provincias de Santa Fe y Córdoba que antecedió a la creación de Región Centro226, a
225 Otra aproximación distinta a la expresada en el Cuadro 7 respecto a la importancia de las empresas públicas administradas por los gobiernos sub-nacionales indica que el 69% de los empleados de empresas estatales pertenecían a las mismas. Mako, William y Chunlin Zhang, “Management of China State-Owned Enterprises Portfolio: lessons from Interntional Experience” World Bank Office, Beijing, Septiembre 2003.
226 El análisis de la Región Centro se realizará en el Capítulo 14 dado que es el espacio geográfico de localización de la institución.
través del Acta de Integración de la provincia de Entre Ríos el 6 de abril de 1999. Finalmente el 9 de abril de 1999, a partir del Tratado Parcial Interprovincial se crea la Región del Norte Grande Argentino (NEA-NOA) que incluye a las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Corrientes y Misiones. Además se debe destaca que previa a la Reforma Constitucional, se habían firmado dos tratados de integración subnacional. Por un lado, el Tratado de Integración del Norte Grande Argentino suscripto el 15 de mayo de 1987 entre las mismas provincias que lo revitalizaron en 1999, y por otro, el Tratado de Integración Económica del Nuevo Cuyo suscrito en la ciudad de San Juan el 22 de enero de 1988 por las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis. En el Mapa 13.1 se expone una propuesta de regionalización elaborada por el IIE teniendo en cuenta acuerdos suscriptos.
13.4.3.1 Región del Nuevo Cuyo
Abarca la zona oeste-central de la República Argentina, limitando al oeste con la parte central del territorio chileno, ubicándose en la provincia de Mendoza el principal paso internacional del Paso Cristo Redentor con Chile. Está compuesta por las provincias de Mendoza, San Juan, San Luis y La Rioja.
Estas cuatro provincias poseen una extensión de 404.960 km2, lo que representa el 10,7% del total del territorio nacional, albergando al 7,9% del total poblacional (3.185.472 habitantes).
Además presentan un peso del 6,23% sobre el total del producto bruto geográfico.
13.4.3.2 Región de la Patagonia
Abarca la zona oeste-central de la República Argentina, limitando al oeste con la parte central del territorio chileno, ubicándose en la provincia de Mendoza el principal paso internacional del Paso Cristo Redentor con Chile. Está compuesta por las provincias de Santa Cruz, Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Chubut, Río Negro, Neuquén y La Pampa.
Estas seis provincias poseen una extensión de 1.911.605 km2, lo que representa el 50,8% del total del territorio nacional, albergando al 6% del total poblacional (2.406.040 habitantes). Además presentan un peso del 7,26% sobre el total del producto bruto geográfico.
13.4.3.3 Región del Norte Grande Argentino
Abarca la zona oeste-central de la República Argentina, limitando al oeste con la parte central del territorio chileno, ubicándose en la provincia de Mendoza el principal paso internacional del Paso Cristo Redentor con Chile. Está compuesta por las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Corrientes y Misiones.
Estas nueve provincias poseen una extensión de 759.883 km2, lo que representa el 20,2% del total del territorio nacional, albergando al 20,6% del total poblacional (8.272.476 habitantes).
Además presentan un peso del 10,19% sobre el total del producto bruto geográfico.
13.5 Clusters productivos
Una de las más sorprendentes características de las economías regionales es la presencia de clusters, o concentración de industrias relacionadas. Los clusters, cuya traducción al castellano es “racimo, cúmulo o grupo”, son grupos de empresas complementarias, competitivas e independientes, que conducen la creación de riqueza en una región.
Porter (2003) lo define como un grupo geográficamente próximo de compañías interconectadas e instituciones asociadas en un campo en particular, unidas por aspectos comunes y complementarios, es decir, por externalidades de diversos tipos. Los clusters son relevantes por las externalidades que generan entre las industrias constituyentes, tales como tecnologías comunes, características, conocimiento y la compra de insumos comunes. Pero es necesario notar que una industria dada puede ser parte de más de un cluster, basándose en los diferentes patrones de externalidades existentes.
Un rasgo distintivo de este tipo de organización es que estimula tanto la competencia como la cooperación. Por un lado la competencia lo sostiene, mientras que a través de la cooperación se logra superar la mera suma de capacidades, es decir, promoviendo el llamado “juego de suma positiva” (Foray, 1991).
Siguiendo a Sölvell (2008), los clusters incluyen diversos tipos de agentes, entre los cuales se pueden distinguir:
1. Empresas comercializadoras y manufactureras, tanto grandes como PyMEs. La industria privada incluye competidores, proveedores de bienes (ejemplo: maquinarias y componentes de entrada) y servicios (ejemplo: consultorías, servicios legales y de negocios), compradores y empresas con tecnologías relacionadas que comparten factores comunes, tales como talentos de trabajo o tecnologías.
2. Instituciones financieras, incluyendo la banca tradicional, bancos comerciales, empresas de capital, patrimonio privado.
3. Actores públicos, incluyendo:
• Ministros nacionales y agencias involucradas en: políticas de desarrollo industrial y económico (ejemplo: de apoyo a PyMEs, espíritu empresarial, trabajo de redes, cluster y atracción de inversiones), política regional (ejemplo: reajustes de fondos, infraestructura, y programas de cluster), política de ciencias y tecnología (innovación, incubadora, cooperación universidadindustria, transferencia de tecnología y cluster de tecnología.)
• Agencias regionales y unidades regionales de organismos nacionales (ejemplo: consejos administrativos de condados) y organismos de agentes públicos regionales basados en iniciativas federales de comunidades locales.
• Comunidades locales.
4. Actores académicos, incluyendo universidades y colegios, institutos de investigaciones, oficinas de transferencia tecnológica y parques científicos.
5. Organizaciones privadas y público-privadas para la colaboración, (ONGs, cámaras de comercio, redes formales, organizaciones de clusters, etc.)
6. Medios diferentes de prensa creadores de “historias” alrededor del cluster y construcción de una marca regional.
La confluencia espacial de los diferentes actores permite explotar las distintas ventajas económicas que de ello se deriva, tales como las economías de escala227 y de alcance228, racionalización de costos de transacción, externalidades positivas229 y diversos tipos de efectos sinérgicos de la cercanía de firmas. Sin embargo, esto no es factor suficiente para garantizar que un conjunto de empresas de una región compitan exitosamente en los mercados. La competitividad sólo se garantiza si esta confluencia espacial y articulación se expresa en procesos permanentes y dinámicos de innovación, derivados de la competencia y la cooperación entre las empresas e instituciones de apoyo y no en condiciones como los bajos precios de los factores.
Boscherini y Poma (2010) destacan bajo el mismo sentido, que en el cluster se forman grupos de firmas que colaboran en redes y cooperan para solucionar problemas comunes para organizar el ciclo productivo en fases separadas pero relacionadas entre sí; esto implica modalidades de producción más flexibles y la presencia de empresas que se dedican a una o a unas pocas actividades, lo que las convierte en más especializadas y capaces de introducir innovaciones incrementales.
Además, Delgado et. al. (2010) examina que la presencia de un cluster facilita el emprendedorismo (formación de nuevos negocios) a través de la disminución de costos de iniciación de un negocio, alentando oportunidades para la innovación y posibilitando mejores accesos a un mayor rango de
insumos y de productos complementarios. La relocalización de empresas, clientes, proveedores y otras instituciones incrementan la percepción de oportunidades de innovación mientras que amplifica la presión para innovar. Sitúan a los emprendedores como agentes esenciales de innovación, y encuentran evidencia empírica de que un ambiente fuerte de cluster debería fomentar la actividad emprendedora, resultado que fue medido a través de dos indicadores
228 Las economías de alcance son aquellas que se ganan al producir diversos productos y usar los mismos factores productivos.
229 Es evidente que los efectos aprendizaje, de actividades de innovación y en general de la difusión del conocimiento se potencian.
de inicio de actividad: el número de nuevos establecimientos de nuevas firmas y el número de empleados que contratan.
Si se considera desde una perspectiva geográfica, los factores que influyen en la localización de los clusters pueden estar asociados a fuerzas exógenas: dotación de recursos, demanda, competencia e infraestructura, esto significa que un planificador (el Estado) es quien motiva su desarrollo.
Pero también puede suceder, que estén alentados por elementos endógenos que involucran la interacción de manera libre de las firmas miembros, sin la presencia de un planificador, lo cual es designado por muchos autores como surgimiento de manera espontánea (bottom-low)230.
Si se intenta analizar cuál es el germen que estimula la unión y cooperación de las firmas en pos de obtener mejoras en sus sistemas de producción y ergo, su rentabilidad, sin la intervención de un planificador central, es posible hallar en las etapas iniciales de estos procesos espontáneos de desarrollo:
• Actividades rurales y artesanales que se reorganizan gradualmente para tender un mercado más amplio.
• Trabajadores especializados y técnicos despedidos por las grandes empresas locales o procedentes de spin-offs espontáneos.
• Políticas llevadas a cado por las grandes empresas orientadas a la reducción de la estructura y a la descentralización de la producción.
• Iniciativas ocasionales, azarosas e imprevisibles de carácter grupal o individual.
230 Boscherini, F. y Poma, L. (2010). Capítulo 4, pp.99-100.
Pero más allá del modo de concepción, es menester considerar que para el éxito del proceso de desarrollo del cluster resulta fundamental evitar la competencia sobre los costos y asegurar la sustentabilidad social de la competencia global en el largo plazo. Las posibilidades de éxito de dicho proceso dependen de la localización favorable y de las conexiones territoriales, de la capacidad para atraer inversiones del exterior con el objetivo de fortalecer el cluster, de políticas locales apropiadas para la reacción de redes, de la provisión de servicios y de la presencia de recursos educativos y humanos actualizados en términos de capacidades tecnológicas y gerenciales231.
Otro aspecto clave, es que los clusters no son estáticos y tienden a evolucionar con el paso del tiempo. En este sentido, deberían ser entendidos más como un proceso en marcha que como un resultado (o estado) final. Evolucionan a medida que emergen o declinan nuevas empresas o industrias, y en función del desarrollo y cambio de las instituciones locales. Así como las empresas tienen ciclos de vida, los clusters también los tienen. En el Cuadro 13.1, se expone el ciclo de vida de un cluster que se puede dividir en cuatro etapas: génesis, expansión territorial, madurez y decadencia o éxito. Se aprecia que cuando se logra el progreso del mismo se obtiene el crecimiento de sectores complementarios, nuevos encadenamientos productivos y de provisión de servicios profesionales y aumento de la rentabilidad y de la ocupación, entre otros beneficios derivados.
Asimismo, los límites de los clusters son dinámicos, ya que se transforman constantemente con la incorporación de nuevas firmas, instituciones, actividades y relaciones novedosas, tanto vía desarrollos tecnológicos como por la propia dinámica del mercado (Porter, 2000).
231 Boscherini, F. y Poma, F. (2010). Capítulo 4, pp. 104-106.
13.5.1 Características básicas que identifican un cluster
A esta altura cabe preguntarse cuáles son las características básicas que se han identificado sobre la base de diferentes casos registrados a nivel mundial. Los aspectos más frecuentemente destacados son (Schmitz, 1993, Markusen 1996, Porter, 1999):
1) La concentración geográfica y proximidad de las empresas.
2) Su especialización sectorial.
3) La fuerte presencia de pequeñas y medianas empresas.
4) La coexistencia de competencia y de colaboración interfirma.
5) La articulación con clientes exigentes.
6) Una identidad sociocultural que facilita la confianza entre las empresas y los empleados.
7) Disponibilidad de trabajadores capacitados.
8) Organizaciones de apoyo y gobiernos municipales muy activos que impulsan los procesos de innovación y capacitación de la industria.
232 Para ampliar la información entrar en: http://www.arjeplogtestcenter.com/
9) Acceso a recursos humanos y proveedores.
10) Acceso a información especializada, actividades complementarias, instituciones y bienes públicos.
Un atributo particular que tienen estas aglomeraciones es la capacidad de socialización del riesgo a través de un conjunto de instituciones públicas y privadas. Muchos de los costos son compartidos a través de la red de instituciones (Schmitz, 1993). Si bien se han enumerado algunas características básicas, cada industria o sector poseen particularidades que las hacen más o menos importantes y terminan determinando el peso relativo de cada una de ellas.
Por último, una característica observable que fluye a raíz de la aglomeración y demás particularidades de un cluster es la generación y acumulación de capital social, que se refiere al “contenido de ciertas relaciones sociales – que combinan actitudes de confianza con conductas de reciprocidad y cooperación – que proporcionan mayores beneficios a aquellos que lo poseen en comparación con lo que podría lograrse sin este activo”.
En cuanto a los beneficios que reporta el capital social, debe quedar claro que un alto grado de confianza y de cooperación en una sociedad facilitan las relaciones comerciales, las transacciones económicas y la realización de inversiones incentivando el crecimiento y el empleo.
Vale la pena destacar que la presencia de capital social no es garantía de que estos resultados positivos se produzcan, dado que dependen de la existencia de un conjunto de condiciones favorables. El capital social no puede reemplazar a otras formas de capital, como el capital humano, físico y natural, pero ayuda a incrementarlos.
13.5.2 Competitividad de los clusters productivos
Según Porter (1990), la competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y actualizarse. En su trabajo, detalla cuatro atributos que determinan las ventajas competitivas de una nación: condición de los factores; condición de la demanda; estructura, estrategia y rivalidad de la firma; industrias relacionadas y de soporte. Estas cuatro características dieron lugar al conocido “diamante de Porter” y en un somero análisis, el autor considera que las empresas ganan competitividad frente a sus mejores competidores mundiales gracias a la presión y el desafío. Conjuntamente le otorga una gran importancia a la competencia doméstica como dinamizadora de la innovación y sostiene que las ventajas competitivas son creadas y mantenidas a través de una alta localización de los procesos.
En las últimas décadas, el aumento de la presión competitiva generada por la globalización de os mercados, las nuevas tecnologías de la información y la creciente incertidumbre a la que se enfrentan las empresas, han transformado gradualmente la base de la competitividad desde una competencia estática basada en los precios relativos hacia la generación de ventajas competitivas dinámicas.
Los países, las regiones y las empresas ya no se diferencian sólo por sus dotaciones de factores, sino también por aquellos elementos que dependen de la gestión de los mismos, y de la naturaleza del medio económico y social en el que actúan (Yoguel, 2003). En este contexto, el conocimiento emerge como un elemento clave de la competencia, beneficiando a las firmas que crean y/o aplican conocimientos más rápidamente que sus competidores (Porter, 1991; Patchell, 1993; Lundvall, 1995, Kantis, 2005).
De esta manera, en la actualidad, la relevancia de la innovación es cada día mayor, y es en este sentido donde mayor importancia adquieren los clusters, produciendo un ambiente que incentiva y potencia constantemente la creación de conocimientos. Además, existe evidencia sustancial que sugiere que la innovación y el crecimiento económico están geográficamente concentrados (Sölvell, 2008) siendo esta forma de organización un medio idóneo para su consecución.
En la misma línea, Malmberg y Power (2003) consideran que en una economía basada en el conocimiento, la habilidad de innovar es más importante que los costos de eficiencia en determinar la sustentabilidad de largo plazo de las firmas, y utilizan un concepto amplio de innovación, que incluye no sólo nuevos y mejores productos, sino nuevas y mejores maneras de organizar la producción; justifican su análisis en que la globalización de los mercados y la profunda división del trabajo, hacen cada vez más difícil ser competitivos sólo a través de los costos. Además consideran que las innovaciones ocurren como resultado de las interacciones entre varios actores, en vez de ser resultados de “genios solitarios” y es la proximidad geográfica la que trae, entre otras cosas, el potencial para la intensificación de la interacción “face to face”, acorta las distancias cognitivas, genera un lenguaje común y nuevas relaciones entre actores. Estos autores también prueban que es necesario, en algunos casos, una intensa competencia local para fomentar la creatividad, innovación y creación de conocimiento; que los intercambios de conocimiento parecen tener lugar en redes de interacciones informales locales, y que la transferencia de trabajo entre firmas localizadas en el cluster alientan la creación de conocimiento.
También Henry et. al. (2004) desde una perspectiva de una economía basada en el conocimiento, sostiene que en el largo plazo las ventajas competitivas para los clusters regionales se deben basar en mantener los stocks de conocimientos cerrados a él mismo, y en mecanismos que limiten la diseminación de los mismos. Parten diferenciando entre componente y arquitectura del conocimiento, dónde el primero hace referencia a los stocks y flujos que describen un elemento identificable de un cuerpo de conocimientos (fuentes de conocimiento específico, características y tecnologías identificables con una parte del sistema), y el segundo, permite entender el sistema de conocimiento de una organización (esta puede no ser fácilmente transferible). Respecto al último, remarcan que la arquitectura de una firma persiste incluso dentro del cluster y resulta en observables diferencias en el stock y aplicación del componente de conocimiento a través de las firmas, proveyéndolas de diferentes ventajas competitivas. Y que es ese componente, el que provee ventajas comparativas en el corto plazo al cluster como un todo, cuando se da a conocer públicamente a todas las firmas que lo componen.
Pero un punto interesante que remarca Bertini (2010), el cual es sumamente útil para Argentina, es estudiar qué afecta a la competitividad de las Pymes. El autor precisa este enfoque, porque juzga que tanto en los países industrializados como en los menos desarrollados, el surgimiento y consolidación de clusters de PyMes competitivas es un factor clave para conseguir estabilidad socio-económica y bienestar, por lo que describe cinco etapas para facilitar el análisis de su desarrollo.
Primeramente es necesario entender que los clusters se caracterizan, en especial durante la etapa inicial de generación horizontal, por una gran competencia interna que puede producir importantes rivalidades. La competencia produce competitividad porque el proceso de selección generalmente favorece a las empresas más eficientes e innovadoras, lo que incrementa la competitividad del sistema en conjunto. Muchas empresas pueden desaparecer, pero el sistema, si tiene capacidades para autoreproducirse, puede actualizar su nivel tecnológico y sus capacidades de gestión en el mercado.
En segundo lugar, la competitividad aumenta notablemente por la presencia de costos bajos para obtener información y por la gran diferenciación de los productos, que se debe a la presencia de un amplio número de subcontratistas y productores de componentes y a la posibilidad de controlar fácilmente el proceso de producción de cada pieza.En tercer lugar, los clusters de PyMes concentran sus limitados recursos en un único objetivo, es decir, en la producción de un solo producto/servicio o de un componente del ciclo de producción o de la cadena de valor agregado. Esto resulta posible porque encuentra sin problemas los recursos especializados y complementarios, por lo que la entrada en el mercado tiene costos y riesgos muy bajos. Asimismo, pueden mejorar sus competencias dentro del único segmento específico del mercado que atienden.
En cuarto lugar, las PyMes pueden aprovechar las ventajas colectivas generadas por su concentración local cuando el cluster supera un cierto umbral de desarrollo. La región en la que se localizan se convierte en el polo de atracción para clientes, proveedores de insumos, productores de maquinarias, profesionales, etc. Además, cuando en una región un clusters llega a ser muy importante, los gobiernos locales y las cámaras empresarias le dedican mucha más atención a la problemática específica del sector y a las necesidades de apoyo público para las firmas.
En quinto lugar, los clusters más exitosos pueden contribuir al fortalecimiento del sistema industrial y a la mejora de las perspectivas de competitividad de largo plazo, a través de las sinergias que se desarrollan entre distintas actividades vinculadas entre sí. Cuando un cluster alcanza un algo grado de éxito competitivo y genera un potencial de expansión, las empresas existentes pueden invertir en las nuevas tecnologías y emplear nuevos trabajadores. Si el cluster llega a ser bastante fuerte, dicho proceso puede generar altos niveles de empleo e ingresos en la sociedad local, lo que
significa el logro de una prosperidad basada enla competitividad. Por lo tanto, los dos objetivos clásicos de una democracia industrial: competitividad y prosperidad difundida, se pueden alcanzar simultáneamente a través del desarrollo de un tejido industrial basado en clusters PyMes.
Cabe reflexionar sobre qué estrategia de política es apta para desarrollar clusters de PyMes en el ámbito local. Según Bertini requiere de dos etapas cruciales:Definición y establecimiento de un marco favorable para la generación y/o fortalecimiento de la capacidad empresarial y el desarrollo espontáneo de PyMes.
1. Activación de políticas locales específicas para fortalecer la competitividad de las PyMes, lo que implica acelerar los procesos de crecimiento y clustering en un ambiente competitivo.
Claramente los hacedores de política tienen que apoyar y facilitar la participación en el juego competitivo, así como adquirir la capacidad de diseñar estrategias para solucionar las debilidades individuales de las firmas a través del desarrollo de iniciativas colectivas, siempre de acuerdo a la racionalidad y a los problemas de los empresarios.
13.6 Consideraciones finales
Los nuevos enfoques de estudio sobre el territorio, con una mayor revalorización sobre ellos, lleva a que deba profundizarse su entendimiento. La globalización ha creado un único mercado demandante, pero ha potenciado el fortalecimiento de las regiones oferentes. Este concepto –región- ha permitido que se creen asociaciones entre jurisdicciones subnacionales para resolver problemas que suelen ser exigentes para un único espacio jurisdiccional, pero que a la vez, son demasiados pequeños para necesitar la intervención del Estado nacional.
A su vez, una de las más sorprendentes características de esas economías regionales es la presencia de clusters, o concentración de industrias relacionadas. Los clusters son grupos de empresas complementarias, competitivas e independientes, que conducen la creación de riqueza en una
región.
Los mismos pueden surgir de manera espontánea (fuerzas exógenas) o por la acción de organismos estatales (iniciativas de cluster), que cuentan con elementos de apoyo para la constitución y fortalecimiento de clusters, tales como la provisión de información estratégica, la creación de equipos de investigación especializados en clusters, la creación de programas específicos de promoción de clusters, entre otros.
Este nuevo paradigma obliga a repensar el territorio, para impulsar el desarrollo de actividades económicas a través de clusters, para mejorar la calidad de vida de los habitantes.