ASPECTOS MACROECONMICOS

CAPÍTULO 1: ASPECTOS MACROECONÓMICOS

 

El  2011  cerró  con  una  performance  superlativa  en términos  de  crecimiento  de  la  actividad  económica local  aún  con  las  inconsistencias  macroeconómicas que se señalaban a principio de año. Por el contrario, las  economías  avanzadas  parecen  embarcadas  en problemas  de  difícil  resolución  y  su  impacto  en  el mundo puede afectar tanto al comercio mundial y a través  de  esa  vía  a  los  precios  de  los  principales bienes que Argentina exporta. Ante la necesidad de aminorar  los  posibles  efectos  negativos  frente  a  un escenario  internacional  desfavorable,  el  país  se  ve obligado a encarar con mayor dedicación los principales problemas de orden interno. La inflación, con la consecuente  apreciación  del  tipo  de  cambio  (y  su correlato comercial de pérdida de competitividad) y el  control  de  las  debilitadas  cuentas  fiscales  son  los principales  obstáculos  que  se  deberán  sortear  en  el año entrante.

1.1 Introducción 

La economía argentina cerró el 2011 con un alto nivel de actividad (entre 5-9% según sea la fuente de  información  privada  o  pública),  finalizando  un  periodo  de  9  años  de  crecimiento  consecutivos, con la excepción de 2009 donde la crisis internacional golpeó a la economía nacional. Para 2012 se espera  que  el  crecimiento  continúe  pero  a  un  menor  ritmo,  consecuencia  de  alguna  serie  de  desequilibrios macroeconómicos que se acumularon en los últimos años.  

Así como el resto de los países emergentes, la economía argentina está expuesta a los vaivenes de la economía mundial. El contexto favorable que impulsó la actividad durante 2010 ha cambiado significativamente,  sobre  todo  a  partir  de  la  segunda  mitad  de  2011.  Las  economías  industrializadas,  y particularmente  Europa,  exhiben  un  anémico  crecimiento  y  considerables  riesgos  de  recesión,  los cuales se trasladan a todas las economías del mundo a través de una profundización de la inestabilidad financiera, la cual se ha agudizado en el último tiempo. Este deterioro del crecimiento mundial y de  las  perspectivas  afecta  los  balances  públicos  y  privados  como  consecuencia,  entre  otros,  de  un aumento del costo de financiamiento. En un contexto donde la política fiscal debe ser sumamente cautelosa al momento de actuar como instrumento de expansión económica y una política monetaria con reducido margen de maniobra, el panorama internacional se ve agravado por las diferencias políticas  e  ideológicas  de  los  países  que  deben  realizar  los  ajustes    necesarios  en  sus  balances    y aquellos que proporcionan apoyo para que la solución a esta crisis llegue de manera inmediata. Es decir, las dificultades para alcanzar un consenso político respecto a la forma y magnitud de los planes  de  rescate  están  haciendo  que  la  crisis  económica  y  financiera  que  se  inició  hace  cinco  años entre en una fase crítica de definiciones políticas. Desafortunadamente, la solución está lejos de lograrse ya que estas economías se han embarcado en  planes  de  ajustes  demasiado  ambiciosos,  mientras  que  los  problemas  de  fondo  continúan  sin encontrar una solución razonable ni creíble. 

Esto  desequilibrios  en  las  economías  avanzadas  amenazan  los  niveles  de  crecimiento  de  las  economías  emergentes  y  en  desarrollo,  entre  ellas  la  de  Argentina  quien  sentirá  el  impacto  principalmente por los vínculos comerciales que mantiene con China y Brasil, quienes tienen fuertes relaciones comerciales entre sí y con los países desarrollados. En un contexto de menor crecimiento, la administración actual deberá encontrar sustento político para lidiar con tres problemas claves a nivel macroeconómico. En primer lugar, la inflación se ubicó por segundo año consecutivo por encima del 20% y ello no solo impone un piso a las paritarias del año entrante sino que además impulsa un segundo problema, la apreciación del tipo de cambio. Un dólar cada vez menos competitivo erosiona el saldo comercial y lo que es más preocupante, impulsa la incesante fuga de divisas que en el 2011 cerró por encima de  US$21.500  millones.  Las  “restricciones  de  noviembre”  le  costaron  a  la  economía  unos  US$6.000 millones de Reservas, una fuerte suba en las tasas de interés y un freno a los créditos del sistema. 

Este atraso cambiario, conjuntamente con un aumento de los costos (principalmente por recomposiciones salariales) y limitaciones a la importación en una economía donde más del 80 por ciento de las compras  al  exterior  corresponden  a  insumos,  bienes  intermedios  y  bienes  de  capital  del  sector  industrial, profundizan la pérdida de competitividad que está sufriendo la estructura productiva de Argentina. 

Adicionalmente,  los  vencimientos  de  deuda  en  dólares  para  2012  mayores  a  U$S10.000  millones, imponen una necesidad apremiante de divisas. En el Presupuesto se hace referencia a la creación de un  fondo  para  el desendeudamiento  de  U$S5.674    millones  con  Reservas  de  Libre  Disponibilidad, pero la aritmética monetarista augura que estas habrán desaparecido para el primer trimestre de 2012. La variable de ajuste por naturaleza, y el último aspecto que deberá reencauzar el gobierno es el control de sus cuentas públicas. El 2011 cerró con un déficit financiero aún mayor al que preveía el Presupuesto, alcanzando el 1,6% del PBI, el más alto desde el 2002. Mantener las cuentas en orden será clave para atemperar con herramientas fiscales el posible efecto de una crisis.  

En este capítulo se procederá con un análisis de los sectores más relevantes a la hora de evaluar el desempeño de la economía argentina durante el último año teniendo en cuenta que si bien se observó un buen nivel de actividad local en el 2011, el desenvolvimiento que tenga el mundo en el 2012 será sumamente importante para el devenir de nuestro país. 

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