ASPECTOS MACROECONMICOS
CAPÍTULO 1: ASPECTOS MACROECONÓMICOS
En los últimos años, en el país se han gestado problemas que se tornaron estructurales tales como infraestructura básica obsoleta, inapropiado suministro de energía, pérdida de competitividad, desequilibrios en las cuentas públicas y elevados niveles de inflación, entre otros que han marcado el potencial de crecimiento. Sumado a ello, la coyuntura estuvo condicionada principalmente por dos aspectos: por un lado, Brasil cuyo crecimiento fue ligeramente superior a un 1% (mientras que en 2010 lo hizo a una tasa de 7,5% y en 2011 de 2,7%) y, por otro, la sequía que afectó la cosecha agropecuaria y que limitó la generación de ingresos del sector.
Así, 2012 dejó al descubierto problemas estructurales provenientes del pasado, los cuales condicionarán la dinámica económica del futuro. Para el año que se avecina se espera que el nivel de inflación sea superior al observado en 2012 – sin espiralizarse- y el crecimiento interanual moderado. No obstante, en la medida que los problemas estructurales que limitan la inversión no encuentren una solución, el desarrollo de mediano y largo plazo no será factible.
1.1. Introducción
La crisis financiera de los países desarrollados, que comenzó a fines de 2008, aún no logra ser solucionada y presenta aristas muy complejas que plantean un inevitable escenario de incertidumbre en el futuro mundial. Los problemas para “despegar” de Estados Unidos, sumado al anémico crecimiento y en algunos casos contracción, de las economías europeas, ha otorgado a los países emergentes un rol protagónico. Éstos son los encargados de promover el crecimiento mundial, y por ende han aumentado su participación en el producto de la economía global; los datos hablan por sí solos: China e India explicaron en 2012 más del 40% del crecimiento del mundo.
El crecimiento de estos países, los cuales son los más poblados en la tierra, llevó a que se incremente el ingreso de sus habitantes, los cuales no solo empezaron a alimentarse con más frecuencia, sino que mejoraron su dieta alimenticia, lo que motivó una presión al alza sobre los precios de los commodities desde finales de 2007, que aún se mantiene en la actualidad.
Los Países latinoamericanos como Brasil, Colombia, Perú y Chile, también han sido protagonistas del “boom”, aunque han capitalizado mejor que Argentina los altos precios de los commodities de los últimos años. En términos generales estas economías lograron alcanzar y mantener sustentables tasas de crecimiento, cuentas fiscales y externas equilibradas y niveles de inflación estables, entre otros. Argentina gradualmente se fue alejando de estas características comunes a partir de 2008 y el año 2012 dejó en evidencia esta situación.
La economía nacional registró un crecimiento prácticamente nulo en 2012, con una tasa de inflación estable en torno al 25% anual (o superior –hasta 27%- dependiendo de las mediciones privadas que se tomen en consideración). Así, técnicamente se podría decir que el año que pasó experimentó un nuevo proceso de estanflación. Las causas que han llevado a esa situación no deben buscarse en el resto del mundo, sino que se hallan en los aspectos domésticos. Por un lado existen problemáticas estructurales como el déficit fiscal, elevados niveles de inflación, pérdida de competitividad por apreciación cambiaria, problemas de infraestructura y energía, incertidumbre de políticas y altos costos laborales unitarios; pero particularmente en el año que pasó dos aspectos coyunturales afectaron el desempeño de la economía: por un lado, la mala performance de la economía brasilera, que de esperarse un crecimiento superior al 4% a comienzos del año, el realizado sólo fue apenas superior al 1%; por otro lado, la campaña agrícola fue afectada por la sequía, mermando la cantidad producida y consecuentemente generando menores ingresos para el país.
Quizás el punto a resolver con mayor premura, pero a la vez, más sensible de tratar sea el déficit fiscal. Esto es así debido a que gran parte de la culpa de la actual situación financiera del Estado recae sobre los subsidios a los servicios públicos, los cuales fueron otorgados a las empresas pero con una débil regulación. De esta manera, se han mantenido congeladas tarifas, lo cual generó una sobredemanda de los mismos, pero con costos crecientes. Este combo de sobreexplotación, incremento de costos y tarifas congeladas, derivó en una subinversión que se siente desde 2007 a través de cortes de energía y gas, ausencia de combustibles y deficiencias en rutas, como los más sobresalientes.
Para poder financiar el creciente y acelerado gasto público el Estado ha incrementando su presión fiscal, y ha seguido utilizando a la Anses y al Banco Central como fuentes de fondos. Este último ha emitido moneda a una tasa superior al 35% interanual en un contexto de crecimiento nulo, lo cual dificulta el freno de la inflación.
Dentro de este contexto de incremento generalizado de precios, el costo de adquirir una divisa no lo hizo de la misma manera –tendencia que también se comprueba en los últimos años- agravando el atraso cambiario. Este abaratamiento secular del dólar, sumado a las incertidumbres de políticas de los últimos años, habían exacerbado la fuga de capitales del sistema financiero, lo cual hizo mella en las reservas del BCRA.
Este panorama,junto a los vencimientos de deuda por US$11.0001 millones aproximadamente y un ingreso de divisas menor al esperado por la cosecha de la campaña 2011-12 llevaron a que, desde fines de 2011, se racione la venta de moneda extranjera, en lo que es conocidocomo cepo cambiario.
La actividad inmobiliaria sintió los efectos del nuevo contexto cambiario, no solo por la pesificación forzosa de los contratos sino también por la incertidumbre respecto al valor en pesos de los inmuebles tradicionalmente valuados en dólares. Datos de la cantidad de escrituraciones de CABA para el año muestran una caída interanual acumulada de 27,2%.
Pero la construcción no estuvo solo golpeada por la pesificación forzosa, sino en gran medida fue empeorada por la crisis presupuestaria del sector público que llevó a la suspensión de obras de infraestructura. Esto queda de manifiesto tanto si se considera la evolución del ISAC2 por bloques como si se observa la evolución de los insumos representativos de la construcción. En el caso del primero se registra una caída significativa de la inversión pesada en infraestructura y del rubro obras viales y, en el caso del segundo, se observa que la peor performance está dada por “asfalto”; bajo estos efectos, el sector registró una caída de 3,2% en el año según datos oficiales.
La industria, por su parte, no solo sintió los efectos del cepo cambiario y la pérdida de competitividad sino, adicionalmente, el bajo crecimiento de Brasil -debido a la gran complementariedad existente entre ambos países- y las represalias respecto a la restricción a las importaciones se profundizaron. En este sentido, la contracción registrada en el año, de 1,2% interanual según datos oficiales, es explicada principalmente por aquellas ramas cuya producción tiene como destino al mercado externo. Ejemplo de ello son los rubros metales básicos, metalmecánica y automotriz quienes conjuntamente explican el
30% de la producción industrial.
Las expectativas para 2013 en materia de crecimiento consideran una mejor performance que el observado en el año 2012. No obstante, más allá del crecimiento estimado (entre 2% y 3%), el 2013 va a estar signado más por la política que por la economía en un contexto de negociaciones entre el gobierno y ciertos sectores clave.