COMPETITIVIDAD

CAPÍTULO 3: COMPETITIVIDAD

 

La competitividad se basa en un enfoque de productividad como eje central del crecimiento, con especial referencia a la eficiencia microeconómica de las empresas. Este concepto, complementario de la perspectiva institucional, constituye un importante objetivo para los países que deseen incrementar su riqueza en un mundo cada vez más integrado, donde la innovación en ciencia y tecnología se presenta como la fuente última en la generación de productividad sostenida en el tiempo. Argentina, por su parte, posee muchas debilidades competitivas y su productividad es mucho menor que la de otros países de la región, siendo su capacidad innovativa muy limitada.

3.1 ¿Por qué es importante la competitividad?

Con el efecto de la globalización y la mayor integración económica, la competitividad ha adquirido un interés central, tanto en los países avanzados como en aquellos en desarrollo. Sin embargo, este importante concepto, muchas veces es malinterpretado. Algunas líneas de discusión se enfocan en las circunstancias macroeconómicas, políticas, legales y sociales que en las que se basa una economía. Si bien un contexto sólido y estable mejora la posibilidad de crear riqueza, esto no sucede de una forma automática como resultado del primero. Lo que finalmente crea riqueza es la productividad con la que un país utiliza sus recursos naturales, humanos y de capital para producir bienes y servicios.

La competitividad en consecuencia, es medida por la productividad. Esta depende, en última instancia de la capacidad microeconómica de la economía, que se basa en la sofisticación de las empresas (tanto nacionales como extranjeras), la calidad del ambiente de negocios, y las externalidades producidas por el grado de desarrollo de los clusters productivos. A menos que estas capacidades microeconómicas no se optimicen, entonces no se producirán mejoras sostenidas en la riqueza de un país, medida por el PBI per cápita.

Una concepción errónea de competitividad es la que se define como la participación de un país en los mercados mundiales. Esto convierte a la competitividad en un juego de suma cero, ya que las ganancias de un país se producirían a expensas de otros. Esta visión de competitividad es usada para justificar intervenciones estatales que cambian los resultados del mercado en beneficio de otros sectores, por ejemplo los subsidios, las limitaciones salariales y las devaluaciones de la moneda. Es común escuchar que los salarios bajos o las devaluaciones «hacen al país más competitivo».

La necesidad de mantener salarios bajos revela una falta de competitividad y desmejora el bienestar de los ciudadanos. Por su parte, las devaluaciones resultan en ingresos menores para los habitantes del país ya que bajan los precios de sus productos en los mercados internaciona les, a la vez que aumentan los precios locales de los productos importados. Por lo tanto, las exportaciones basadas en salarios bajos o en devaluaciones no brindan un buen estándar de vida.

Como se dijo anteriormente, la competitividad está basada en la productividad. Esta última es la que permite pagar altos salarios, poseer una moneda fuerte y una rentabilidad atractiva sobre el capital, y por lo tanto, generar un alto PBI per cápita. Asimismo, no sólo son importantes los sectores productivos orientados a la exportación, sino también la productividad de las industrias dedicadas al mercado interno, ya que estas serán responsables de los salarios de una gran proporción de habitantes y de una extensa parte del costo de vida y del costo de producción.

Sin embargo, además de la competitividad micro – que se enfoca en la productividad de las empresas -, también es necesario considerar el contexto económico e institucional en el que actúan. Este contexto se define como la competitividad macro, que es la crea las oportunidades para que las firmas puedan ser fuertemente productivas. Esta última es una condición necesaria, pero no suficiente ya que estas oportunidades podrán o no aprovecharse por las compañías.

La competitividad entonces, es un ingrediente fundamental de la riqueza y prosperidad de una nación. Desde un punto de vista económico, mientras que los cambios macroeconómicos, las variaciones de precios de los recursos y la inversión extranjera pueden modificar el nivel del PBI, la capacidad de producción de un país es la base del crecimiento sostenido. Además, brinda una mayor probabilidad de éxito a las políticas macro de que sean sustentables en el largo plazo. Por otra parte, y al igual que en el caso de las instituciones1, existen infinitos caminos para alcanzar una situación satisfactoria. Los países han tenido mayor éxito cuando han sido capaces de apoyarse en sus fortalezas, que cuando imitaban las políticas de otros.


1 El efecto de las instituciones y la gobernabilidad en el PBI ya fue detallado en el Capítulo 2 del presente libro.


  

 

3.2 Los fundamentos microeconómicos de la productividad

De acuerdo al enfoque de competitividad que se ha descripto, son las empresas las actrices principales en la creación de riqueza. Sin embargo, la evidencia empírica y la teoría sugieren que son muchas las cuestiones que afectan la competitividad. Por ejemplo, algunas condiciones generales, como la calidad de las instituciones públicas son necesarias para crear oportunidades de mayor productividad en la economía que luego podrán ser realizadas o no. En cambio, otros factores, como la calidad promedio de la mano de obra calificada, afectan directamente a la productividad. Las diferencias en el mecanismo de influencia generalmente coinciden con el proceso político que los gobierna: las condiciones generales que afectan la productividad tienden a estar bajo el control del gobierno, mientras que otros elementos canalizadores de productividad son resultado de la intervención del gobierno, del sector privado, de las universidades y de otras instituciones.

Si bien los factores microeconómicos que afectan la productividad son numerosos, aquí se describirán tres áreas:

1. La sofisticación y capacidad de competir de las empresas -nacionales o extranjeras -.

2. La calidad del ambiente de negocios a nivel micro en el cual operan las empresas.

3. El grado de desarrollo de los clusters que proveen beneficios a través de la proximidad de las compañías y las instituciones relacionadas.

Las condiciones microeconómicas transforman la dotación de recursos naturales y las oportunidades creadas por el contexto institucional, macroeconómico, político y social en crecimiento.

3.2.1 Sofisticación de las empresas

La diferencia entre las empresas en cuanto a su sofisticación ha recibido una escasa atención por parte de la teoría económica dedicada a estudiar el crecimiento. Los factores empresariales han sido tomados sistemáticamente como endógenos una vez que el entorno macro y de negocios ha sido definido. Estudios más recientes han comenzado a investigar acerca de las diferencias en las prácticas y capacidades operativas.

La productividad de un país está finalmente definida por la productividad de sus empresas y la forma en que ellas se vinculan. Una economía no puede ser competitiva a menos que sus empresas lo sean, tanto las de capital nacional como las de capital extranjero. La productividad a su vez, depende del grado de complejidad con el que compitan las firmas.

La eficiencia de las firmas se incrementa a medida que aumenta la efectividad operativa de sus actividades y se acerca a las prácticas globales. Asimismo, la productividad mejora por la capacidad de la empresa de buscar diferentes estrategias, en especial en la innovación de los medios de producción. En contraste, la competencia basada en bajos costos de los factores de producción combinado con baja productividad, coincide con una escasa complejidad en la competencia.

La productividad de las empresas se encuentra fuertemente influenciada por la estructura de las corporaciones. La presencia de grandes grupos de negocios ampliamente diversificados, muy comunes en los países en desarrollo, puede retardar el crecimiento de la productividad, debido a su estructura monopólica, a los favoritismos brindados por el gobierno y a la falta de objetivos productivos claros. Si los grupos de negocios se vuelven instrumentos para manejar el poder del mercado o para acceso político preferencial, entonces pueden generar ganancias privadas pero mitigar el bienestar público. Sólo las empresas que busquen la productividad y la mejora de la misma a través de la innovación, serán las que incrementen la competitividad del país.

3.2.2 Calidad del ambiente de negocios

Las decisiones tomadas en el ámbito interno de las compañías de un país son centrales para la competitividad. Pero la productividad de las mismas está a su vez, inherentemente ligada al ambiente externo en el cual operan. Las estrategias productivas y las prácticas operativas requieren mano de obra más calificada, mejor información, burocracia más eficiente, infraestructura de calidad, institutos de investigación más avanzados, mayor presión competitiva, entre otros. La presencia de un ambiente de negocios de alta calidad y la conformación de clusters productivos afectan en gran medida las capacidades que una empresa puede construir, las elecciones competitivas que puede hacer y los resultados que genera.

Dirigirse hacia formas más complejas de competir depende en forma paralela de las mejoras micro del ambiente de negocios de un país. El ambiente de negocios puede entenderse en términos de tres dimensiones interrelacionadas:

– la calidad de las condiciones de los factores de producción.

– el contexto de las reglas y regulaciones en el cual tienen lugar las estrategias y competencia de las firmas.

– la calidad de las condiciones de la demanda.

La primera dimensión mencionada se refiere a la infraestructura física, los recursos naturales, humanos y de capital, entre otros. Uno de los más citados es el acceso a los mercados de capitales, que se considera crucial para que las firmas puedan realizar inversiones de largo plazo. Existen extensos estudios acerca de la relación positiva entre el desarrollo de los mercados financieros y el crecimiento económico. Asimismo la calidad y cantidad de personas educadas en las universidades e institutos terciarios también tiene un impacto en el crecimiento.

Otro factor de importancia en el incremento de la productividad es la infraestructura en ciencia y tecnología. En el caso de los países avanzados, esta es la fuente de las nuevas ideas que desplazan la frontera del conocimiento. En los países en desarrollo, mejora la capacidad de absorción de aquellos conocimientos que otros ya han generado. Esta infraestructura de ciencia y tecnología no prospera sólo con la inversión en investigación y desarrollo (I&D), sino que la competitividad micro debe ser lo suficientemente importante en las dimensiones de la calidad del ambiente de negocios y en la sofisticación de las firmas, para que el gasto en I&D conduzca hacia una mayor cantidad de patentes, papers y otros resultados innovadores.

En cuanto a la segunda dimensión, las reglas e incentivos locales se refieren a los incentivos para invertir, la protección a la propiedad intelectual, la apertura de los mercados, entre otros. La tercera dimensión, por su parte, se refiere a un tipo de demanda que exija calidad, seguridad, estándares internacionales, etc. Este último obligará a las empresas proveedoras a responder con mayor calidad y tecnología.

3.2.3 Conformación de clusters

Los clusters son una unidad intermedia de los conductores de productividad, entre el ambiente general de negocios y la sofisticación en el ámbito de la firma. Estos se definen como aglomeraciones geográficas de empresas, proveedores, prestadores de servicios y asociaciones de un campo o rubro particular, unidos por las externalidades y complementariedad que se produce entre ellos. Los clusters son una consecuencia natural del rol de potenciadores que tienen el conocimiento especializado, las habilidades, la infraestructura y las industrias soporte.

La naturaleza y profundidad de los clusters varía con el grado de desarrollo de la economía. En las economías emergentes, estos clusters se encuentran menos avanzados y las empresas actúan relativamente menos en lo que se refiere a actividades más complejas del mismo. Los clusters normalmente carecen de institutos e industrias de apoyo. Asimismo, las empresas compiten principalmente a través de salarios bajos, recursos naturales locales, y poseen una gran dependencia de las importaciones de componentes, maquinaria y tecnología. A su vez, la infraestructura local especializada es pobre y no existen – o son ineficientes – institutos que ofrezcan programas de capacitación industrial. En contraste, en los países desarrollados, los clusters se esfuerzan por incluir proveedores de insumos especializados, componentes, maquinaria y servicios; la infraestructura especializada surge de la inversión pública y privada; y se crean institutos que provean capacitación específica, educación, información, soporte técnico e investigación.

3.3 Los fundamentos macroeconómicos de la productividad

Los factores macroeconómicos afectan a la productividad de las empresas de manera indirecta. Si bien estos factores son necesarios, no son suficientes a fines de incrementar la competitividad.

Existen dos áreas generales de competitividad macro:

– Política macroeconómica

– Infraestructura social e instituciones políticas

Los factores macroeconómicos han sido objeto de estudio durante mucho tiempo, como factores aislados del resto que componen el entramado socioeconómico. Más recientemente, las instituciones han entrado al debate con mayor fuerza, debido a una serie de estudios que demuestran que las mismas tienen un efecto importante en la productividad. Dentro de la política macro se encuentran la política fiscal y monetaria, como principales canalizadores de las disposiciones macro de un país.

La infraestructura social y las instituciones políticas comprenden la capacidad humana básica, las instituciones políticas y el imperio de la ley. La primera hace referencia a la educación básica, la salud y el medio ambiente limpio, que son los factores primarios que permiten a las personas integrarse a las actividades económicas. Las instituciones políticas2 son importantes porque afectan el contenido y la previsibilidad de las reglas y regulaciones del entorno macro.


2 En el Capítulo 2, referido a los factores institucionales se profundiza acerca de estos conceptos.


Por último el imperio de la ley se refiere específicamente a la protección de la propiedad intelectual y a los derechos de propiedad. También comprende la existencia de conflictos armados o guerras que impidan un normal desarrollo de las actividades económicas.

3.4 La competitividad en el mundo y el caso de Argentina

El Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) elabora anualmente un índice internacional de competitividad desde el año 1979. Con el tiempo ha incorporado una mayor cantidad de países relevados, a la vez que ha ampliado la información utilizada para construir el índice. Los datos empleados son extremadamente variados, y se basan principalmente en encuestas a ejecutivos de alto rango de las empresas situadas en las 134 naciones analizadas, como también en algunos datos «duros».

Este índice global comprende tanto la competitividad macro como la micro y está compuesto por tres subíndices, basados a su vez en doce pilares3:

– Requerimientos básicos: instituciones, infraestructura, estabilidad macroeconómica y salud y educación primaria. Se relaciona con un nivel de desarrollo competitivo bajo.

– Potenciadores de eficiencia: niveles educativos superiores y capacitación, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado laboral, sofisticación del mercado financiero, preparación tecnológica y tamaño del mercado. Se relaciona con un nivel de desarrollo competitivo intermedio.

– Factores de innovación y sofisticación: sofisticación de los negocios e innovación. Se relaciona con un elevado nivel de desarrollo competitivo.

Los requerimientos básicos permiten que un país compita basándose en su dotación de recursos, especialmente sus recursos naturales y la mano de obra no calificada. Las empresas compiten en precios y en la venta de commodities y productos básicos, donde la baja productividad se refleja en los magros salarios. La competitividad en esta etapa, depende de un buen funcionamiento de las instituciones públicas y privadas (primer pilar), infraestructura de calidad (segundo pilar), un marco macroeconómico estable (tercer pilar) y una mano de obra alfabetizada y sana (cuarto pilar).


3 Adicionalmente, estos pilares se construyen con 110 indicadores subyacentes, que provienen tanto de las encuestas como de los datos «duros».


 

A medida que los salarios suben, los países se sitúan en un nivel de desarrollo competitivo superior. En esta etapa intermedia deben diseñar procesos de producción más eficientes e incrementar la calidad de los productos. En este nivel la competitividad se incrementa con mayor educación (quinto pilar), con mercados de bienes eficientes (sexto pilar), con un buen funcionamiento del mercado laboral (séptimo pilar), con un mercado financiero sofisticado (octavo pilar), con un gran mercado externo y/o interno (noveno pilar) y con mayor capacidad de captar los beneficios de la tecnología existente (décimo pilar).

Finalmente, las naciones alcanzan un elevado grado de desarrollo competitivo cuando son capaces de sostener altos salarios y su calidad de vida asociada. Esto se produce sólo si sus empresas están preparadas para competir con productos nuevos y únicos. En este nivel, las compañías compiten a través de la innovación (decimosegundo pilar), produciendo bienes nuevos y diferentes, y utilizando procesos de producción más sofisticados (decimoprimer pilar). Por otra parte, se considera como países «en transición» a aquellos que se encuentran en una situación intermedia entre las tres etapas antes descriptas.

Si bien estos doce pilares de la competitividad están concebidos de forma separada, no son independientes unos de otros. No sólo están relacionados, sino que se refuerzan mutuamente. Por ejemplo, la innovación (decimosegundo pilar) no sería posible en un mundo sin instituciones (primer pilar) que garanticen los derechos de propiedad. Tampoco puede desarrollarse en países  sin mano de obra calificada (quinto pilar), como tampoco en economías sin mercados eficientes (sexto, séptimo y octavo pilar), o sin una infraestructura eficiente y extendida (segundo pilar).

En la presente sección se hará un análisis de los tres subíndices y sus pilares, comparando Argentina con algunos países representativos, de forma tal de brindar un panorama general del estado de la competitividad en el país con relación a otros.

3.4.1 Requerimientos básicos

Los requerimientos básicos proveen la base para la etapa más elemental del desarrollo competitivo. Los cuatro pilares que componen este subíndice ubican a Argentina en una posición mediocre, en particular en el pilar referido a instituciones. Este incluye los derechos de propiedad, la protección de la propiedad intelectual, la confianza en los políticos, el favoritismo en las decisiones del gobierno, la transparencia en el diseño de las políticas, entre otros dieciocho indicadores. Casi todos ellos ubican al país por arriba del puesto 116 del ranking de 134 países4 y en el agregado se encuentra en el puesto 128.

La carencia de este pilar básico para el desarrollo es uno de los limitantes más importantes que posee el país5. La inestabilidad de las instituciones no brinda un marco adecuado para la planificación, la inversión de largo plazo, la disminución de la corrupción, etc. En el Gráfico 3.1 se observa la calificación comparada entre los indicadores institucionales de Argentina y Chile, país latinoamericano – que junto a Uruguay – tiene un desempeño sobresaliente.

Por otra parte, la infraestructura es esencial para la competitividad, ya que asegura el funcionamiento eficiente de los mercados, además de ser clave en la elección de la ubicación de las empresas y actividades, a la vez que determina cuáles actividades se podrán desarrollar y cuáles no. Una infraestructura de calidad reduce el efecto de la distancia entre regiones, integrando el mercado nacional y regional. De esta forma se reducen las diferencias regionales, se fomenta el federalismo y se potencia el crecimiento. Las redes de transporte y comunicaciones son prerrequisito para que las economías en desarrollo puedan conectarse al mundo y fronteras adentro.


4 El único indicador que califica bien al país es «Costos del terrorismo para las empresas» (puesto 38). Los indicadores «Crimen organizado» y «Eficacia de los directorios de las empresas» lo ubican en puestos mediocres (94 y 91, respectivamente).

5 En el Capítulo 2 se hace estudio más profundo acerca de la importancia de las instituciones para el desarrollo.

6 Vale aclarar que un valor más cercano a 7 corresponde a un mejor desempeño del país en esa variable. Por ejemplo, una alta calificación en «desvío de fondos públicos» significa que los fondos no son desviados con frecuencia. Esto se aplica a todas las variables normalizadas utilizadas en el capítulo.


 

Argentina se muestra como un país con infraestructura débil, en especial en la calidad de la infraestructura de transporte aéreo y en la calidad de la oferta de energía eléctrica. Los únicos indicadores que señalan una buena performance son la cantidad de plazas aéreas disponibles y en la cantidad de líneas telefónicas. Los resultados contrastan con otros países de América Latina, en especial con Chile. La «calidad de las rutas» y la «calidad de la infraestructura portuaria» en el vecino país están aproximadamente 70 puestos mejor ubicados que en Argentina.

En cuanto a los otros dos pilares, éstos sitúan a la Argentina en el puesto 64 en «Estabilidad Macroeconómica»; y puesto 61 en «Educación primaria y salud». En el caso del primero, si bien el proceso inflacionario actual atenta contra la estabilidad macro, el país posee un spread bancario de las tasas de interés relativamente bajo7, a la vez que el superávit financiero fiscal y la tasa de ahorro nacional son aceptables – aunque decrecientes -.

La educación primaria incrementa la eficiencia de la fuerza trabajadora, y sienta las bases para la producción. La cantidad de personas on acceso a la educación primaria es una de las más altas del mundo -en el puesto 14 -, aunque la calidad de la escolaridad deja mucho que desear, ubicándose en el puesto 97. En cuanto a la salud, esta es fundamental para la productividad, ya que las enfermedades de los trabajadores provocan costos, tanto a la empresa como a la sociedad y le quitan eficiencia a la economía. En este sentido, los indicadores en general, son favorables en la esperanza de vida y la baja incidencia de enfermedades infecciosas como la malaria y la tuberculosis8. En este pilar, tanto Argentina como Brasil y Chile poseen calificaciones muy similares.


7 Este dato corresponde al año 2007. Actualmente puede que el mismo se haya incrementado.

8 En el Capítulo 5 se trata con mayor detalle los aspectos educativos y de salud.


3.4.2 Potenciadores de eficiencia

Este subíndice plantea mayores desafíos para los países y evalúa la segunda etapa de desarrollo competitivo antes descripta que es en la que se encuentran la mayoría de las economías emergentes. Los pilares de este subíndice son niveles educativos superiores y capacitación, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado laboral, sofisticación del mercado financiero, preparación tecnológica y tamaño del mercado.

Una mayor cantidad de años de escolaridad continúa con el proceso de aumento de la productividad de la mano de obra, además de permitir producir bienes con mayor valor agregado. En este sentido, Argentina se encuentra en el puesto 56 del ranking, con buenos resultados en «inscripción terciaria» y «calidad de las escuelas de managment». La gran desventaja del sistema educativo superior argentino es la calidad, tanto general como en ciencia y matemática.

La eficiencia en la asignación de los recursos está directamente relacionada con la productividad y la competitividad. Un correcto funcionamiento de los mercados es fundamental para que la economía alcance su punto óptimo de producción, tanto en el mercado de bienes como en el de factores.

En cuanto a la eficiencia del mercado de bienes, del laboral y del financiero, Argentina aún posee muchas barreras, restricciones, ineficiente estructura impositiva, baja efectividad de las leyes antimonopolio, altos costos – en tiempo y dinero – para iniciar una empresa y escasa relación entre productividad y salarios. El mercado financiero también carece de sofisticación, con insuficiente acceso al crédito, escasa protección al inversor y poca solidez del sistema bancario9Como se observa en el Cuadro 3.1, Argentina es superada por Chile, Uruguay y Brasil, salvo Venezuela.

El tamaño del mercado, tanto interno como externo, es importante para que las empresas puedan explotar sus economías de escala. El mercado interno – medido como la suma del PBI más las importaciones – brinda una aproximación a la demanda agregada de los residentes del país. El mercado externo – calculado a través de las exportaciones – representa la demanda agregada del resto del mundo, y a través del comercio se convierte en una oportunidad, en especial para los países pequeños con escaso mercado interno. Este pilar representa una ventaja para Argentina que se encuentra entre las treinta economías más grandes y es el exportador número 38 del mundo.

Finalmente, la utilización de tecnología de punta es muy importante a la hora de competir internacionalmente. La capacidad de adoptar tecnología existente, aunque esta tecnología no sea desarrollada en el país en cuestión, es necesaria para poder competir con el resto del mundo. Esto no significa que los procesos de innovación no sean importantes, sino que en una primera etapa, lo más importante es que las empresas puedan acceder a la última tecnología. Este pilar no califica demasiado bien a Argentina, salvo en la cantidad de celulares y en la cantidad de usuarios de Internet banda ancha. En lo que se refiere a las leyes que regulan las tecnologías de la información y la comunicación, sumado a la escasa inversión extranjera directa y transferencia de tecnología, son claras desventajas.


9 En el Capítulo 10, dedicado a los aspectos financieros, se realiza un análisis más completo de estas limitaciones.


3.4.3 Factores de innovación y sofisticación

Los factores de innovación y sofisticación ponen de manifiesto la posibilidad de desarrollar mayor productividad en la producción de bienes y servicios, y en consecuencia, en el crecimiento de la economía de un país. Este grupo de factores representa la última etapa en el desarrollo competitivo, constituyendo las fuentes últimas generadoras de productividad.

La sofisticación de los negocios – es decir, la calidad de la red global de negocios, de las operaciones y de las estrategias de las empresas – es uno de los factores que permite continuar incrementando la productividad, una vez que las fuentes más básicas han sido agotadas. A Argentina, al ser un país que aún no ha alcanzado esta etapa en su desarrollo competitivo, todavía le queda mucho por mejorar, en especial en cuanto a la naturaleza de la ventaja competitiva, la amplitud de la cadena de valor y el control de la distribución internacional.

El otro pilar en el que se apoyan las economías avanzadas a fines de continuar incrementado el valor agregado de sus productos y servicios es la innovación. Este pilar parecería ser el único que no conduce a rendimientos decrecientes, lo que significa que, en el largo plazo sería la única fuente de crecimiento económico. Incluso, también tiene efecto sobre la calidad de vida de los habitantes de un país. En el Gráfico 3.3 se observa claramente que existe una alta correlación entre lo antes mencionado y la inversión en investigación y desarrollo (I&D) como porcentaje del PBI.

Los indicadores que componen este pilar, de acuerdo al World Economic Forum son la capacidad de innovación, la calidad de los institutos de investigación científica, el gasto de las empresas en I&D, la colaboración entre universidades y empresas para la investigación, las compras del gobierno de productos de tecnología avanzada, la disponibilidad de científicos e ingenieros y la creación de patentes de nuevos inventos. En el Mapa 3.2 se observan las calificaciones para todos los países para este pilar.

En comparación con Chile y Brasil, Argentina está perdiendo liderazgo en la Región en lo que alguna vez fue pionera. En el año 1997, el país representaba el 12% de la inversión en I&D del total de América Latina, mientras que Brasil el 62% y México el 13%. En el año 2006, Brasil se mantuvo en 60%, México aumentó a 21%, pero Argentina cayó al 6%. Si se analizan los indicadores que miden la innovación antes mencionados, estos países vecinos superan a Argentina en casi todos aspectos de opinión relevados.

La cooperación y la interacción entre las partes interesadas en el sistema de innovación argentino dejan mucho que desear. Aunque ha crecido la cantidad de asociaciones, no se las considera impulsoras decisivas para el crecimiento de las empresas y del mundo académico. En general, los innovadores privados en Argentina no eligen como socios a los institutos del gobierno y la cooperación con el sector público solamente alcanza un nivel considerable cuando se trata del financiamiento de la investigación. Los datos existentes sugieren que las razones de esta insuficiente colaboración público-privada en I&D incluyen problemas de calidad en las instituciones públicas de investigación y un bajo nivel de respuesta de los investigadores públicos hacia las necesidades de la industria (Thorn, 2005).

En este contexto, en Argentina existe una escasa proporción de I&D que es realizada por las empresas: 29% en Argentina vs. 40% promedio en América Latina. En general, las empresas argentinas cuentan con poca capacidad de desarrollar nuevos productos o procesos. La adquisición de conocimientos externos mediante la compra de servicios tecnológicos a terceros más que duplica las actividades de I&D (Borges Lemos et. al., 2008), por lo que la tecnología aplicada a productos y procesos depende en gran medida de la compra de I&D, de la concesión de licencias; de la adquisición de know-how, patentes y marcas registradas; de servicios de consultoría, y de los acuerdos de transferencia tecnológica.

Otro hallazgo interesante es el efecto de la inserción externa de las empresas en la realización de innovaciones. Vía exportaciones se incrementó la innovación, tanto de productos como de procesos. Este resultado también se comprobó en Brasil, y con mayor incidencia. Las importaciones, por su parte, también resultaron significativas en su papel en la innovación, coherente con el proceso de industrialización por sustitución de importaciones y el peso de las importaciones de capital10.


10 En el Capítulo 6 se realiza una exposición también dedicada a la I&D en relación a las inversiones.


En este sentido, una política tecnológica óptima debe dar un salto en su concepción (Yoguel et al., 2007):

1. Desde una visión global y nacional a otra que también involucre a los agentes y al espacio geográfico en el que actúan.

2. Desde la esfera pública al espacio público conceptualizado a partir de la interacción «estatal- privada» y de otros espacios públicos pero no estatales (por ejemplo, organizaciones sin fines de lucro) y que, a su vez, tenga en cuenta la dimensión «privado-privado» que se manifiesta, por ejemplo, en las redes.

3. Desde un enfoque de oferta a otro que coloca más énfasis en la relación entre los agentes y en la correcta lectura de sus necesidades innovativas, aunque contemplando una construcción institucional. En el caso de los países en desarrollo este tránsito es parcialmente trunco en la medida que las condiciones estructurales colocan aún la importancia de los problemas y los temas de la agenda en el marco del paradigma viejo, limitando su capacidad de respuesta frente a problemas crecientemente complejos y cambiantes.

A pesar de los cambios que se produjeron en los criterios y en los objetivos de las políticas de ciencia y tecnología en las últimas décadas, Argentina presenta muchos desafíos en estas áreas. En particular, existen importantes rasgos de continuidad que dan cuenta del sendero de desarrollo que vivió el país durante ese período: estos son, la ausencia de un esfuerzo continuo y sostenidos en materia de I&D, la falta de una visión sistémica que permita integrar la complejidad de factores asociados al desarrollo de ciencia y tecnología, la falta de articulación entre los diferentes planos de la intervención y, finalmente, la marcada debilidad de la demanda privada. En otras palabras: la evolución del complejo de ciencia y tecnología quedó trunca, entre una oferta marcada por una visión lineal y una demanda escasamente interesada en apostar a la ciencia y tecnología como fundamento de una estrategia de desarrollo.

Recuadro 3.1: China, un gigante cada vez más competitivo

Con impresionantes tasas de crecimiento sostenidas desde fines de los años ’70, la gran diversificación de de su economía, la mejora de la calidad de vida de sus habitantes y la extraordinaria reducción de la pobreza, China se ha convertido en un jugador muy importante de la economía global. Su enorme PBI estimado en US$3.300 miles de millones en 2007 – es decir más de doce veces el PBI argentino – hace de este país oriental una de las economías más grandes del mundo detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania. El tamaño de su mercado interno y externo le brinda la posibilidad a las empresas allí radicadas de obtener grandes economías de escala y ganancias de eficiencia.

En cuanto a su lugar en el ranking mundial de competitividad, se posiciona dentro de los 30 países más competitivos, habiendo escalado cuatro posiciones desde el año anterior, y es además la mejor ubicada del grupo BRIC, compuesto por India (puesto 50), Rusia (51) y Brasil (64). Como se observa en el Gráfico 3.5, China se encuentra bastante bien posicionada, con la mejor calificación en estabilidad macro y en infraestructura de los cuatro países.

A pesar de esta destacada performance, China enfrenta varios desafíos para mantener su competitividad y lograr sostener el rápido crecimiento. A medida que aumenta la riqueza, los salarios crecen. En este contexto, la productividad debe incrementarse al ritmo de los precios y salarios, así como del valor agregado, la calidad y la diversidad de la producción nacional, a fines de no sacrificar el crecimiento.

Los problemas más serios que sufre la economía china tienen que ver con los requerimientos fundamentales de la competitividad: instituciones, infraestructura, salud pública y educación primaria, todavía bastante retrasadas. También debe mejorar sus factores potenciadores de la eficiencia, en especial en la tecnología y en los mercados.

El reciente cambio en cuanto a la posibilidad de los campesinos de ceder su tierra para que terceros la exploten muestra un gran avance en los derechos de propiedad. También se ha avanzado en las instituciones del sector privado, como la protección a los socios minoritarios, la calidad de las auditorías y la eficacia de los directorios de las empresas.

El mercado financiero chino aún se encuentra lejos de la performance de los países desarrollados e incluso de India y Brasil. Existe gran cantidad de restricciones a los flujos de capitales y regulaciones ineficientes en el mercado de capitales. La solidez de los bancos tampoco es evaluada positivamente. A pesar de estos factores, el mercado de capitales es muy activo y el gobierno parecería encaminarse hacia los cambios correctos.

Por último, otra área de debilidad es la preparación que este país presenta en el campo tecnológico. Las tecnologías de información y comunicación, mejoran la productividad a través de procesos de producción más avanzados, y optimizan el funcionamiento de los mercados y de la distribución de los recursos. En este concepto China se encuentra rezagada respecto de los BRIC, posicionándose en el puesto 77. En cuanto a la disponibilidad de tecnología de punta, esta no es suficiente, mientras que la inversión extranjera directa no es vista como una fuente de desarrollo tecnológico. En cuanto a los aspectos positivos, puede decirse que existe amplia disposición de las empresas a utilizar tecnología una vez que esta se encuentra disponible.

En conclusión, China presenta muchos desafíos para su futuro, pero se encuentra en el rumbo correcto para superar los obstáculos. No le será posible continuar indefinidamente con su política de factores baratos como motor del crecimiento. La clase media – que crece rápidamente – es cada vez más selectiva, a la vez que las empresas transnacionales continúan en su búsqueda de los países con mejor relación costo-beneficio. Aún ponderando los problemas, China se halla en una posición fuerte para mantener su alto crecimiento e incrementar su influencia en la economía mundial.

Fuente: IIE sobre la base de «Global Competitiveness Report 2008-2009». World Economic Forum.

Comments are closed.