LOS SECTORES DE INTEGRACIÓN CON LA REGIÓN CENTRAL DE CHILE
CAPÍTULO 6: LOS SECTORES DE INTEGRACION CON LA REGION CENTRAL DE CHILE
De la misma manera que en el caso de la Región Centro-Oeste, estrechar lazos entre las regiones centrales de Chile y Argentina, abre un importante abanico de oportunidades en virtud de la complementación que puede alcanzarse en un conjunto importante de actividades económicas y educativas entre otros campos. Esto redundaría en una mayor competitividad de los productos regionales en el plano global.
Un primer análisis, indica que los sectores con mayor potencial de trabajo conjunto son la tecnología de información, la educación, la logística y el transporte y la minería.
6.1. Tecnología de la información
En materia de tecnología de la información, hay que destacar que la Región V de Valparaíso cuenta con un polo tecnológico que articula el trabajo mancomunado de empresas, universidades, centros de investigación y entidades de gobierno, buscando potenciar el desarrollo y la creación de empresas de alto valor agregado y facilitando la interacción entre los diversos agentes tecnológicos. Actualmente el nivel del Polo Tecnológico de Valparaíso es óptimo, lo que se manifiesta en diferentes iniciativas emprendidas por los distintos actores, públicos y privados, que han logrado un avanzado estado de madurez.
En la actualidad, aprovechando atributos y ventajas competitivas que ofrece Chile sumados a factores locales, la Región de Valparaíso se convierte en un enclave donde se localizan centros de alta tecnología, que producen softwares, equipos y componentes para el procesamiento y transmisión de información, contenidos multimedia y productos biotecnológicos y farmacéuticos. A la hora de elegir Valparaíso como centro de operaciones tuvimos en cuenta la calidad de su mano de obra como elemento local de mayor peso. La Región V cuenta hoy con siete universidades entre las que se destacan las U. de Valparaíso, U. Católica deValparaíso, U. Técnica Federico Santa María, U. Adolfo Ibañez y U. de Playa Ancha. Las siete casas de altos estudios albergaron durante 1999 a más de 48 mil estudiantes en más de 338 carreras que constituyen la oferta educativa de la región. Además, 91 de esas carreras están dentro del área tecnológica, que contaba en el año mencionado con más de 14.000 estudiantes, siendo la rama con mayor cantidad de carreras y alumnos. Completan la oferta dos institutos profesionales y seis centros de formación técnica.
Este fuerte desarrollo del sector de las tecnologías de la información, fue lo que llevó a Valparaíso a buscar socios estratégicos dentro de Latinoamérica, surgiendo de esta forma el «Corredor Tecnológico Valparaíso – Córdoba – San Pablo». El mismo tiene por objetivo principal posicionar a América Latina como un polo tecnológico en el mundo, ya que en la actualidad, Chile y Argentina son países marginales en la ruta de la alta tecnología, debido a la inexistencia de un cluster amplio que abarque un mayor territorio y donde confluyan legislaciones, oportunidades, mercados y alianzas estratégicas entre las empresas.
Uno de los puntos neurálgicos de esta alianza estratégica radica en que Chile aporta su inserción en el mundo -mediante sus acuerdos con la Unión Europea, Estados Unidos y Asia-, su logística y su conocimiento del mercado internacional, y Argentina su potencial productivo. Es interesante observar lo que aconteció en Silicon Valley, el valle del silicio de California, Estados Unidos. Hasta la segunda mitad del Siglo XX, este paraíso de la alta tecnología no figuraba en los circuitos tecnológicos mundiales; sin embargo, con el tiempo se ha convertido en el centro mundial por excelencia en esta materia. Silicon Valley operó como un imán captando a los mejores talentos internacionales. El corredor tecnológico «Valparaiso-órdoba-San Pablo» puede generar un conglomerado del conocimiento, que produzca una mayor competitividad de las producciones regionales.
En el contexto de este corredor tecnológico ya son variadas las actividades realizadas en forma conjunta por agentes públicos y privados de los tres países. Además, la propuesta tuvo un recibimiento particularmente bueno entre las empresas cordobesas, muchas de las cuales ya abrieron oficinas en Chile.
6.2. Logística y transporte
Otro de los sectores donde podría alcanzarse sinergia por medio de una alianza Inter-regional entre la Región Centro de Argentina y la Central de Chile es en logística y transporte, apuntando principalmente a utilizar los puertos chilenos como puente hacia el Asia-Pacífico. Actualmente Chile está funcionando como el «operador» de cargas en tránsito, aunque todavía no son demasiado significativas. Las mismas fueron estimadas en 800.000 toneladas por año con rumbo oeste y 510.000 toneladas con rumbo al este, siendo la mayoría fletes bolivianos1, pero a Chile le interesa captar un gran mercado potencial, las cargas argentinas y del sur de Brasil. El país transandino ofrece una gran experiencia en cuestiones vinculadas al transporte y la logística, con más de 70 puertos de carga a lo largo de sus costas, con buen calado y creciente capacidad portuaria, principalmente en las estaciones Talcahuano/San Vicente, Valparaíso, San Antonio e Iquique.
1 Ver «The study of investments and exports for the balanced economic development in the Republic of Chile», MINECON-CORFO-JICA, 2001.
6.3. Minería
Con respecto a la actividad minera, cabe señalar que constituye el pilar de las exportaciones chilenas, principalmente el cobre, que en algunas regiones -como las de Tarapacá, Antofagasta y Atacamallega a explicar casi la totalidad de las exportaciones. Este es un sector en el que Chile probó ser altamente competitivo a nivel internacional, y de donde las regiones mineras argentinas pueden extraer un sin número de ejemplos para aplicar a sus subexplotados recursos naturales. El desarrollo minero de la Región de Antofagasta (II) es un claro ejemplo.
Actualmente la región es uno de los mayores productores mundiales de cobre, y en menor medida explota otros metales. Conscientes de ser exportadores de un commodity, con bajo valor agregado y sujeto a los vaivenes de los precios internacionales (lo que torna vulnerable la economía regional), el gobierno se fijó como objetivo la constitución de un cluster minero. El desafío que el cluster plantea, es aprovechar las ventajas que proporciona participar intensamente en la actividad minera para crear las bases de una nueva forma de producción basada en este conocimiento adquirido. Se busca generar desarrollo de capacidades con la creación de capital humano y social que el día de mañana pueda desempeñarse en otras acciones productivas como herencia de la experiencia minera. Rivas señala que las empresas tienen así una responsabilidad social a cambio de la renta que extraen por llevarse un recurso no renovable. El recurso no se puede reemplazar, pero sí puede convertirse en capital humano y social. De esta forma, el cluster también puede ser concebido como trampolín para asegurar un futuro sustentable, desde una óptica económica y social2.
En ese marco, y siguiendo palabras del Intendente de la Región II, el cluster busca articular la minería con actividades industriales y de servicios, para que Antofagasta siga exportando no sólo cobre, sino también maquinaria y servicios para la minería mundial, es decir, vendiendo mayor valor agregado y reduciendo la dependencia de un recurso natural no renovable. De esta forma, tanto la minería cuyana como la cordobesa tienen un buen número de experiencias por incorporar siguiendo lo aplicado en Chile. Un ejemplo es la oportunidad que tiene la minería de Córdoba en la explotación de los yacimientos de cuarzo y el agregado del valor a través de la purificación del mineral extraído en bruto (ya que hasta esa etapa se considera que existe en el país la tecnología adecuada). El desarrollo de la extracción del cuarzo permitiría aumentar en gran medida el valor bruto de la producción minera. Además el cuarzo -por sus características intrínsecas- es un insumo esencial para la industria del hardware y de los equipos medidores de alta precisión, por lo que contribuiría a la consolidación de Córdoba como centro de alta tecnología.
Se puede pensar, a mediano y largo plazo, en la complementación de la minería metálica chilena con la no metálica característica de las explotaciones cuyanas y cordobesas, a fin de pensar en una oferta conjunta más amplia y diversificada, que se nutra entre otros factores, de los numerosos acuerdos internacionales que tiene firmados Chile en materia comercial.
2 Para ampliar la información sobre el Cluster Minero deAntofagasta se puede ver Rivas (XX), «El Cluster Minero de la II Región: Una
Respuesta Futura a su Pasado Histórico».
6.4. Educación
Finalmente, se puede incluir también a la educación como otro de los rubros en los que las Regiones Centro y Central pueden cooperar. Actualmente son numerosos los convenios que instituciones universitarias chilenas y cordobesas tienen rubricados (ver Cuadro 6.3). Estos acuerdos apuntan a contribuir al desarrollo y difusión de la cultura y, en particular, al mejoramiento de la enseñanza superior y de la investigación científica y tecnológica, al intercambio de profesores, investigadores y estudiantes, formación y perfeccionamiento de docentes e investigadores, al intercambio de información, estudios e investigaciones, cursos, seminarios y conferencias, publicaciones y toda otra actividad tendiente a lograr los objetivos señalados.
Entre los programas de titulación conjunta, se destaca la recientemente creada Maestría en Gestión para la Integración Regional. Este es un programa de doble titulación conjunta entre la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad de Playa Ancha (Valparaíso), que comprende una fuerte movilidad docente entre las instituciones participantes e incluye la asistencia de todos los alumnos de la Universidad Nacional de Córdoba al cursado de actividades académicas en Valparaíso, Chile.
Las instituciones participantes en el programa son: Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), Universidad de Playa Ancha (Chile), Universidad de Valparaíso (Chile), Universidad Católica de Valparaíso (Chile), Universidad Técnica Federico Santa María (Chile), ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), SELA (Sistema Económico Latinoamericano), Instituto de Estudios Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba, Bolsa de Comercio de Valparaíso, Intendencia de la V Región de Chile y el Programa Universidades – Gobiernos Regionales (Ministerio del Interior – Gobierno de Chile).
Son objetivos de la carrera:
1. El Magister en Gestión de la Integración Regional tiene como propósito formar graduados con las competencias y habilidades necesarias que les permitan contribuir efectivamente a los procesos de integración en curso y al desarrollo de sus comunidades. El Programa enfatiza el estudio y análisis de áreas disciplinarias relacionadas con la integración regional y el desarrollo local en los ámbitos: económico, político y jurídico, culturales y sociales, académicos y de gestión.
2. Procurar dotar a la Región Latinoamericana -en especial a Chile y Argentina- de graduados que contribuyan a fortalecer substantivamente el proceso de integración regional, desde la perspectiva de los denominados «corredores bioceánicos».
3. Formar especialistas con las competencias y habilidades necesarias que les permitan gestionar en el contexto de sus respectivas funciones profesionales, planes, programas y proyectos tendientes a profundizar los procesos de integración y desarrollo en sus respectivos países en el marco de la Región Latinoamericana.
4. Promover el desarrollo de líneas de investigación sobre las problemáticas mencionadas con claro perfil interdisciplinario e interinstitucional. Generar la formación de recursos humanos especializados para la docencia de grado y postgrado en la problemática.
5. Gestionar la implementación de acciones de intercambio académico con Centros de Estudios Superiores nacionales y extranjeros, en particular de la V Región de Chile, que posibiliten el enriquecimiento de la formación de docentes y estudiantes de la maestría.
6.5. Consideraciones finales
Deben mencionarse también los sectores tradicionales donde la oferta conjunta de ambos países tiene un enorme potencial. Tales son los casos de la industria del vino, las frutas y verduras y la producción de otros bienes agroindustriales. La homogeneización de los Códigos Alimentarios, efectuar los controles sanitarios correspondientes, mejorar la logística, imponer marcas identificadas con la región y armar la promoción y comercialización de los productos en los mercados internacionales, requieren acuerdos específicos y una gran dosis de colaboración.
Las regiones Cuyana y Centro de Argentina, es decir, la Región Centro ampliada, deberían tener como referencia, el desarrollo de la industria chilena de exportación de productos con alto valor agregado. Chile puede transferir conocimientos tecnológicos y facilitar la logística para el despegue y la integración de un vasto territorio argentino.
Por último, resulta interesante ponderar las posibilidades del turismo realizando una administración coordinada de los enormes recursos, muchas veces compartidos, de la Cordillera de los Andes.