ENCADENAMIENTO PRODUCTIVO ARROCERO EN ENTRE ROS

CAPÍTULO 16: ENCADENAMIENTO PRODUCTIVO ARROCERO EN ENTRE RÍOS

La provincia de Entre Ríos es la principal productora de arroz, con el 44% de la producción nacional. La importancia de la actividad originó encadenamientos que exceden la etapa productiva primaria, involucrando también las etapas de industrialización, y comercialización. Asimismo, ha permitido la aparición de diversas actividades conexas que dan sustento a muchas familias de la región. Estas características, sumadas a las instituciones surgidas a partir de la asociatividad empresaria hacen de la actividad arrocera de Entre Ríos un interesante ejemplo de cluster o conglomerado productivo. El esfuerzo por visualizar al sector arrocero entrerriano y a todas sus actividades conexas e instituciones de apoyo como un cluster productivo, radica en la confianza de que las externalidades generadas a partir del trabajo conjunto son un elemento clave para transformar las ventajas comparativas en ventajas competitivas que permitan, en última instancia, insertar a la actividad arrocera argentina en el mapa productivo mundial.

 

16.1 El arroz

El arroz (Oryza sativa y Oryza glaberrima)es una gramínea de gran talla, nativa del sudeste asiático y de África. Aunque originariamente era una planta cultivada en seco (y hoy en algunos casos lo sigue siendo), con sucesivas mutaciones se convirtió en semi-acuática. Su infinidad de variedades toleran el calor, la humedad, el frío y la aridez, y se da en suelos salinos, alcalinos y ácidos. El arroz es un cereal muy nutritivo y de fácil digestión, constituyéndose en el principal alimento de los países en vías de desarrollo, representando el 27% del consumo de energía y el 20% del consumo de proteínas en esos países. Es rico en fósforo, niacina, tiamina, vitamina B6 y zinc. No contiene colesterol, grasa, sodio ni gluten. Es pobre en proteínas y minerales, por lo que resulta conveniente comerlo en combinación con legumbres, verduras y carnes. Esto último no presenta inconvenientes, por ser el arroz un alimento que acompaña muy bien a casi cualquier comida.

 

16.2 Panorama mundial

16.2.1 Producción

En la actualidad se producen unas 408 millones de toneladas de arroz, lo que lo ubica como el tercer grano más producido a nivel mundial, por detrás del maíz y el trigo, y por delante de la soja, como muestra el Gráfico 16.1.

Se estima que la superficie sembrada con arroz a nivel mundial es de 1,517 millones de km2, el 54% de la superficie de la República Argentina. La gran mayoría de la producción se concentra en países asiáticos, como puede observarse en el Gráfico 16.2. Al igual que en los casos de la miel (ver capítulo 14) y del maní (ver capítulo 15), el mayor productor mundial es China, donde se produce el 30,8% del arroz mundial. India participa con un 21,3%, seguido por los también asiáticos Indonesia, Bangladesh, Vietnam, Tailandia y Birmania. Los principales países productores fuera de Asia son Brasil y EE.UU, con una participación del 2,1 y 1,8% respectivamente. Argentina, por su parte, aporta apenas el 0,26% de la producción mundial, por detrás de Uruguay, que participa con un 0,31%.

A pesar de la predominancia de países del continente asiático, el cultivo de arroz se encuentra disperso por todo el mundo: 109 países de los 175 relevados por la Food and Agriculture Organization de las Naciones Unidas (FAO) producen este cereal.

16.2.2 Comercio internacional

El rol del arroz es mucho más relevante en términos de producción que en términos de comercio, como se verifica en el Gráfico 16.3. 

Sólo 28 millones de toneladas se vuelcan a los mercados internacionales. Combinando esta información con la provista por el Gráfico 16.1 se deduce que el comercio de arroz representa el 6,9% de la producción, frente al 29,7% de la soja, el 18,5% del trigo y el 11,1% del maíz.

El fundamento de este comportamiento se encuentra en la correspondencia existente entre los mayores centros mundiales de producción y consumo. El Cuadro 16.1, donde se aprecia el ranking mundial de consumo per cápita de arroz, ilustra este asunto.

La lista está encabezada por Laos, donde se consumen 866 gramos de arroz por persona por día. El podio se completa con otros dos países del sudeste asiático: Myanmar y Vietnam. De hecho, ocho de los primeros diez puestos pertenecen a países de Asia, el continente de mayor producción. El principal consumidor latinoamericano es Cuba, con un consumo de algo más de 104 kg. anuales. En Brasil, por su parte, se consumen mas de 50 kg. por persona. Argentina se ubica en el puesto 96, con un consumo anual de 13,44 kg.

Los patrones de producción y consumo determinan los saldos exportables y las necesidades de importación de cada país. 

El Gráfico 16.4 muestra la participación de distintos países en las exportaciones mundiales de arroz. El primer exportador es el sexto productor mundial, Tailandia, cuyo arroz representa un cuarto del comercio internacional. Vietnam e India, por su parte, concentran un 18,2 y 14,9% respectivamente. Entre los tres primeros países acaparan el 58,6% de las exportaciones mundiales. Estados Unidos es el principal exportador no asiático, participando con el 13,2% del total. Las exportaciones de Uruguay y Argentina en conjunto representan casi un 4% del comercio internacional.

Las importaciones, por su parte, se encuentran mucho más diversificadas que las exportaciones, como se aprecia en el Gráfico 16.5. 

Los tres principales importadores son Filipinas, Nigeria y Arabia Saudita, quienes concentran sólo el 16,6% de las importaciones mundiales. Los siguen Iran, Irak, Senegal, y la Unión Europea. Otro importador de importancia es Brasil, con el 1,9% de las compras externas. Sin embargo una pequeña participación de numerosos países representa conjuntamente el 67,4%, lo que brinda una noción de la alta atomización que presentan las importaciones mundiales.

 

16.2.3 Formación de Precios

El precio mundial del arroz es muy fluctuante e incierto, debido al relativamente pequeño mercado internacional. A pesar de la existencia de un mercado de futuros en la Bolsa de Comercio de Chicago, no existe un claro precio de referencia a nivel mundial. Generalmente se utiliza como tal al precio FOB del puerto de Bangkok (Tailandia), pero las diferencias de precios en distintos mercados suelen ser significativas.

El Gráfico 16.6 muestra la evolución de los precios FOB Bangkok. Se verifica una tendencia marcadamente alcista desde mediados de 2001, momento en que el precio del arroz alcanzó un piso de US$150 por tonelada. A partir de allí este valor se duplicó, rondando en la actualidad los US$300.

Las perspectivas de precios a futuro son inciertas, debido a la disminución del consumo per cápita observada en los principales países consumidores. Esta disminución es el resultado de una combinación de efectos: la occidentalización de los patrones de consumo, la urbanización, y la tendencia al mayor consumo de alimentos ricos en proteínas, especialmente en países consumidores con altas tasas de crecimiento económico, como China, India, Japón y Taiwan1.

 

16.3 El arroz en Argentina

Se especula que el arroz fue introducido al país a partir de semillas traídas de Brasil y Perú, pero muchos sostienen que bien podrían haber sido traídas directamente desde España por los jesuitas establecidos en Misiones. También hay indicios de su cultivo en Tucumán a partir del siglo XVII.  

Los primeros registros estadísticos datan del último cuarto del siglo XIX, época en la que el arroz era principalmente cultivado en Tucumán, tendencia que se extendió hasta mediados de la década del treinta. En esa época el cultivo de arroz se desarrollaba casi exclusivamente en la región Noroeste, pues a las plantaciones de Tucumán se sumaban las de Jujuy y Salta. Esta zona participaba con el 80% de la producción nacional. Otras provincias con producciones menores eran Buenos Aires, Chaco, Corrientes, Formosa, Entre Ríos, La Pampa, Misiones, San Juan y Santa Fe.

No fue sino hacia fines de la década del treinta cuando el arroz comenzó a difundirse fuertemente en la Mesopotamia, principal región productora en la actualidad, lográndose por primera vez el autoabastecimiento en el año 19402.

 


1 Agricultural Outlook 2006.  Food and Agricultural Policy Research Institute (FAPRI).

2 Mayor detalle en las referencias históricas puede encontrarse en Fundación Export.ar (2004).


El Gráfico 16.7 muestra la evolución de la producción y los rendimientos en Argentina a lo largo de las últimas cuatro décadas. Como puede apreciarse, ambas variables crecieron fuertemente en los años considerados; la producción promedio es casi tres veces superior al promedio de la década de los setenta, mientras que los rendimientos aumentaron un 70%, ubicándose actualmente alrededor de las 6 mil toneladas por hectárea.

La menor cosecha de arroz en el período considerado se dio en la campaña 1972/73, con una producción de apenas 260 mil toneladas, mientras que el récord se alcanzó en la campaña 1998/99 con una producción de casi 1,7 millones de toneladas. El millón de toneladas fue superado en cuatro oportunidades más, todas ellas en años recientes: 1996/97, 1997/98, 2003/04, y 2005/06.

El Cuadro 16.2 contiene información sobre área sembrada y rendimientos en las distintas provincias complementando lo que se observa en el Mapa 16.1 en la página siguiente.

El rendimiento argentino está por encima del promedio mundial de 4000 kg/ha. Esto se debe a que el cultivo en mucho de los principales países productores se realiza mayoritariamente mediante técnicas tradicionales, trabajo intensivas y poco tecnificadas. En Argentina, en cambio, la producción se realiza con técnicas modernas, más intensivas en capital, y con variedades más rendidoras. 

Históricamente la provincia de Entre Ríos presentó mejores rendimientos que la de Corrientes, debido a que en esta última se sembraba mayoritariamente arroz de menor rinde destinado al mercado interno. Las explotaciones de Entre Ríos son más tecnificadas y utilizan variedades de grano largo fino, de mayor rendimiento. Esto permite que la producción entrerriana supere a la correntina a pesar de poseer una menor superficie sembrada. No obstante, esta tendencia esta cambiando, convergiendo gradualmente los rindes de Corrientes a los de su provincia vecina.

Como se marcara con anterioridad, la producción se concentra mayormente en las provincias mesopotámicas de Entre Ríos y Corrientes, tal cual puede apreciarse en el Mapa 16.1.

16.4 El cluster arrocero en Entre Ríos 

La relevancia de la producción arrocera de Entre Ríos a nivel nacional se ve magnificada a nivel provincial, donde el arroz es la actividad alrededor de la cual gira la economía de diversos departamentos del centro, norte y este de la provincia.

La cooperación y colaboración entre los distintos agentes de la cadena potencian los esfuerzos individuales y permiten la generación de capital social, lo que en última instancia disminuye el costo de hacer negocios, permitiendo explotar al máximo el potencial competitivo de la actividad. Esto requiere empresarios con una visión que se extienda más allá del corto plazo, conscientes de que su rol social trasciende lo meramente económico. Las personas que fundaron la Fundación ProArroz, como se verá más adelante, son un ejemplo de este tipo de empresarios.

La importancia de la actividad originó encadenamientos que exceden la etapa productiva, involucrando también las etapas de industrialización, y comercialización. Asimismo, ha permitido la aparición de diversas actividades conexas que dan sustento a muchas familias de la región. Estas características, sumadas a las instituciones surgidas a partir de la asociatividad empresaria -instituciones que acercan a los distintos eslabones de la cadena e involucran al sector público con el entramado productivo- hacen de la actividad arrocera de Entre Ríos un interesante ejemplo de cluster o conglomerado productivo.

 

16.4.1 Producción primaria

El arroz en la provincia de Entre Ríos se siembra entre los meses de octubre y noviembre y se cosecha entre marzo y abril. La totalidad del cultivo provincial se desarrolla bajo el sistema de riego por inundación. Esto previene la aparición de malezas que competirían con el cultivo, además de disminuir uno de los principales riesgos de cualquier actividad agrícola: el de insuficiencia hídrica. Otros países acostumbran a cultivar arroz en secano, sistema poco recomendable en la provincia por razones agroclimáticas: se necesitan alrededor de 1000 mm. de lluvias concentradas en el verano para permitir el correcto crecimiento de la planta. Al mismo tiempo, el arroz en secano rinde la mitad que el arroz por inundación.

Los suelos de la región arrocera entrerriana son suelos vertisoles, de escasa porosidad, muy aptos para el cultivo de arroz, pero poco aptos para el cultivo de soja.

Esto es lo que ha determinado la especialización de la región en la producción del cereal, además de la disponibilidad de agua.  

El Cuadro 16.3 detalla la superficie sembrada, los rendimientos y la producción obtenidos en la última campaña arrocera en Entre Ríos, discriminados por departamento.

Diez de los dieciséis departamentos entrerrianos producen arroz. Los diez departamentos suman en total una producción cercana al medio millón de toneladas anuales. El departamento Villaguay se coloca a la cabeza en lo que respecta a superficie sembrada y producción, y registra los segundos mejores rendimientos promedio, detrás de Federación y por delante de San Salvador, departamento que a pesar de su pequeño tamaño produce el 12,5% del arroz de la provincia. Estos tres departamentos aportan casi la mitad de la producción arrocera provincial.

El Mapa 16.2, gráfica la distribución de la producción arrocera en la provincia de Entre Ríos.

Puede apreciarse que la misma comprende el centro geográfico de la provincia, el norte limítrofe con Corrientes, y la rivera occidental del río Uruguay. El departamento productor más meridional es Gualeguaychú, que participa con el 1,5% de la producción provincial.

La expansión del área arrocera hacia el norte de Entre Ríos es un fenómeno que se verifica desde mediados de la década del noventa y que continúa en la presente década, siendo la zona norte la de mayor potencial de expansión. Sin embargo sigue siendo San Salvador la «Capital Nacional del Arroz».

Existen grandes empresas industriales que integran verticalmente todo el proceso productivo, desde la producción primaria hasta la comercialización. Sin embargo la mayor parte de la producción la realizan productores independientes, asociados con industrias, o reunidos en cooperativas. El acceso al financiamiento es limitado, principalmente para los productores más pequeños que deben conformarse con autofinanciar sus actividades. 

El productor obtiene arroz con cáscara (paddypor su denominación en inglés), y acude al industrial para vendérselo o para solicitarle servicios de clasificación de semilla, secado y acopio.

La industria también le brinda al productor asistencia agrotécnica. Lo provee, además, de semillas de mejor calidad que las que el propio productor posee, asegurándose (el industrial) obtener una mejor mercadería la próxima campaña. Los productores suelen acudir al mismo industrial año tras año, abonando una relación mayormente informal, basada en el conocimiento personal y la confianza mutua. 

En lo que se respecta a la maquinaria agrícola utilizada en las explotaciones arroceras, el cluster no ha generado eslabonamientos hacia atrás con la fuerza necesaria como para desarrollar una industria regional de máquinas sembradoras y cosechadoras. Esto se debe en gran parte a las

enormes ventajas que tiene el sector arrocero brasilero en este aspecto. De hecho, la totalidad de

la cosecha entrerriana se realiza con máquinas de esa procedencia. Sólo en lo referido a máquinas sembradoras tiene la industria nacional alguna participación, principalmente por parte de empresas cordobesas. El aporte de la región se limita a talleres mecánicos de menor envergadura, dedicados a la reparación y mantenimiento del parque de maquinaria agrícola.

 

16.4.1.2 Los números del arroz

Los grandes volúmenes de agua necesarios para regar los campos arroceros en Entre Ríos se obtienen mediante dos sistemas bien diferenciados: riego por represa o con aguas superficiales, y riego de pozo profundo. El primero es el más utilizado en la zona norte, en los departamentos Feliciano, Federal, Federación, La Paz y Concordia. La ventaja de este tipo de explotaciones radica principalmente en los bajos costos de riego en los que se incurren. Por otro lado, el riego por represa implica el riesgo de escasez de agua, lo que ocurre cuando las represas no pueden ser adecuadamente llenadas en otoños e inviernos secos.  

Este riesgo no existe en las explotaciones regadas con agua de pozo. Sin embargo esto tiene un costo: el del gasoil necesario para hacer funcionar las bombas que extraen el agua hacia la superficie.

La tecnología de riego segrega zonas productoras con características bien diferentes: una con altos costos operativos (agua de pozo), y otra con barreras a la entrada determinadas por el costo inicial de hacer represas. El principal costo diferencial entre explotaciones con agua de represa y con agua de pozo está dado por el gasoil; mientras que las primeras requieren unos 120 lts. 

por hectárea, las segundas utilizan alrededor de 500 lts. Esto se refleja en los márgenes de la actividad arrocera de Entre Ríos, como se verifica en el Cuadro 16.4.

Las explotaciones que utilizan riego por represa -estimando un rendimiento promedio de 6500kg/ha.- presentan muy buenos márgenes netos, por encima de los $400/ha. Los rendimientos en las explotaciones con agua de pozo son, en cambio, muy ajustados. En ningún caso es rentable producir arroz en campos arrendados.

 

16.4.2 Industrialización

Existen infinidad de variedades de arroz, pero según su proceso industrial pueden identificarse principalmente tres: parbolizado, integral y blanco. El primero se logra mediante un proceso de inmersión de los granos en agua caliente y posterior aplicación de vapor a presión, previo a la molienda. Esto logra que el almidón se gelatinice -lo que hace que el arroz «no se pase»-, y que los nutrientes incorporados en el salvado se incorporen al grano. Este proceso es realizado por sólo dos grandes molinos argentinos. El arroz integral (también denominado «cargo») es aquel desprovisto de cáscara pero que se mantiene cubierto por una capa de afrechillo, lo que le brinda un característico color marrón. Es rico en vitaminas y minerales y para ser consumido debe cocerse por un tiempo más prolongado. Por último, el arroz blanco es aquel desprovisto de cáscara y afrechillo.

El proceso productivo del arroz continúa con la etapa del pulido, en la cual se obtienen arroces con distintos porcentajes de granos partidos. Finalmente se procede a fraccionar el producto terminado, que es almacenado para su posterior comercialización.

Entre Ríos concentra algo más del 70% de la capacidad de molienda arrocera nacional. El resto se distribuye entre Corrientes (alrededor del 16%), Santa Fe, Buenos Aires, y un ínfimo aporte de Misiones, con menos del 1%. En conjunto, la capacidad de molienda nacional se acerca al millón de toneladas. Es decir, no alcanza para procesar la totalidad de la producción argentina de arroz en campañas buenas. Sin embargo la industria molinera trabaja con altos niveles de capacidad ociosa, que rondan el 50 o 60%, debido a que se exporta mucho arroz no elaborado.

Una práctica común entre las empresas de la zona es el trueque de mercadería, que tiene lugar cuando una industria no procesa una cantidad adecuada de determinado tipo de arroz. En ese caso, el industrial se contacta con colegas de la zona e intercambia excedentes de distintas variedades, para que cada uno de ellos pueda ofrecer al mercado productos más diversificados. Esta práctica representa un claro ejemplo de cooperación informal entre agentes del cluster. 

Existe una gran disparidad entre los grandes industriales y los pequeños y medianos en lo que a procesos se refiere. Las grandes industrias exhiben tecnología de punta -adquirida en el exterior, pues los desarrollos de alta tecnología nacionales son prácticamente nulos-. Las industrias de menor magnitud, en cambio, utilizan maquinaria fabricada casi artesanalmente en talleres locales, a excepción del molino arrocero propiamente dicho, que viene mayoritariamente de Brasil, o -en menor medida- de China o Japón. Estas industrias son más trabajo intensivas y por lo tanto interactúan más estrechamente con la comunidad en la que están inmersas. Son también las que más necesitan de un apoyo efectivo -del que los pequeños y medianos industriales dicen carecer- por parte de organismos tecnológicos nacionales como el INTI, para solucionar -por ejemplo- el problema de la emisión de polvillo inherente a cualquier actividad molinera. 

Los talleres locales también están a cargo del mantenimiento de la flota regional de transporte de carga al servicio de la actividad arrocera. El desgaste que genera la abrasiva cáscara de arroz, le da trabajo a mucha mano de obra local. En este sentido el arroz es un cultivo que genera mayores encadenamientos que otros, como la soja.

 

16.4.2.1 Subproductos

Los dos subproductos de la industrialización del arroz son la cáscara y el afrechillo. De una tonelada de arroz cáscara se obtienen aproximadamente 700 kg. de arroz, 200 kg. de cáscara, y 100 kg. de afrechillo.

La cáscara es utilizada por la desarrollada actividad avícola de la provincia, que la utiliza como «cama de pollos». También suele ser exportada a Brasil. El kg. de cáscara se comercializa a unos $0,05. En cuanto al afrechillo, por lo general es destinado a alimentación animal. Existen algunos países que lo procesan para obtener aceite, sin embargo su rendimiento es bajo, necesitándose de grandes cantidades de afrechillo concentradas en un mismo lugar para poder elaborar el producto a escala industrial. Por lo tanto, producir aceite en Argentina requeriría de grandes esfuerzos de logística, dadas la elevada dispersión y el relativamente pequeño volumen de producción.

 

16.4.3 Comercialización

El mercado nacional absorbe cerca de medio millón de toneladas anuales de arroz (incluyendo las reservas de semilla). Las grandes industrias colocan en el mercado interno arroz fraccionado con marca propia, mientras que muchas de las pequeñas a veces venden su producción (o parte de ella) en bolsas de 50kg. a grandes cadenas de supermercados, que fraccionan y venden la mercadería con la marca que representa a la cadena. La venta en góndola a consumidor final se realiza típicamente fraccionada por kilo, en paquetes plásticos o cajas de cartón.

Con un mercado interno relativamente estable, las fluctuaciones en la producción primaria se ven reflejadas en variaciones en los excedentes exportables. Las exportaciones de arroz de la provincia de Entre Ríos en 2005 alcanzaron las 150 mil toneladas, entre arroz cáscara e industrializado, generando un ingreso de divisas cercano a los US$37 millones. Esto representa el 4,55% del total exportado por la provincia en ese año. 

La exportación suele realizarse en bolsas de 50 kg. o a granel. Casi la totalidad de la misma es a Brasil, lo que genera una excesiva dependencia de las ventas externas a los vaivenes de ese mercado. También se exporta en pequeñas cantidades a los demás países limítrofes, y ocasionalmente a destinos de ultramar como Irán e Irak. Cuando se realizan envíos a estos países, las grandes empresas invitan a las pequeñas a participar, para de ese modo completar las bodegas de los barcos que transportan la mercadería. De esta manera la asociatividad empresaria redunda en beneficios para todos los actores.

Las exportaciones de arroz están plagadas de dificultades económico-financieras y de logística. Entre las primeras se pueden nombrar las retenciones: del 10% al arroz cáscara y del 5% al elaborado. Además no existen reintegros y las devoluciones de IVA suelen tomar meses, incluso años, lo que representa una carga financiera de importancia en contextos inflacionarios.

Entre las segundas, resalta la falta de una infraestructura adecuada en numerosos aspectos.

Los costos de transporte son muy altos, por realizarse mayormente en camión, el método más caro de movilizar mercadería. El flete por camión entre Entre Ríos y San Pablo, por ejemplo, cuesta un 50% más que por ferrocarril. El uso de este último es limitado no tanto por falta de ramales sino por el deficiente servicio brindado por América Latina Logística (ALL), la concesionaria del servicio en la Mesopotamia argentina y en Brasil.

El país, además, no cuenta con una planta elevadora a barco apropiada para arroz. Las mismas están preparadas para soja, por velocidad de cinta y velocidad de norias. Esto genera rotura en los granos lo que disminuye notablemente su valor comercial. Una empresa exportadora tiene que calcular que cerca del 3% de los granos que exporta se quebrarán debido a este problema. Si una empresa entrerriana se compromete a vender a un importador brasilero determinado volumen de arroz con un 5% de granos partidos, por ejemplo, la mercadería debe salir de la planta a lo sumo con un 2% de partidos. Trabajar a ese nivel de eficiencia le genera elevados costos a la industria.

Pero los problemas de logística no acaban allí. Otro inconveniente es la falta de un puerto

apropiado en la provincia para despachar la mercadería. La mayoría del arroz que sale a destinos de ultramar es embarcado en Zárate o Buenos Aires. El puerto de Concepción del Uruguay presenta problemas de calado. El puerto de Ibicuy, en el sur provincial, presenta excelentes condiciones naturales para transformarse en el principal puerto de salida de la producción entrerriana, pero necesita aún numerosas obras de infraestructura para poder explotar todo su potencial.

En definitiva, no puede decirse que Argentina esté aumentando sus exportaciones gracias a contar con infraestructura e incentivos apropiados. Sí se puede asegurar, en cambio, que el cluster arrocero es capaz de vender al mundo a pesar de los numerosos problemas que debe enfrentar. 

 

16.4.4 Instituciones de apoyo

El cluster no existiría como tal sin una red de instituciones que se ocupen de aquellos aspectos imposibles de solucionar desde la individualidad empresaria. En este sentido, la institución más importante del cluster arrocero entrerriano es la Fundación ProArroz. La misma se inició como una asociación en 1991, luego de un viaje de capacitación de actores de la cadena a EE.UU, donde observaron una asociación en el estado de Texas con características similares.

ProArroz surge a partir de las falencias en investigación e inversión tecnológica en el país.

Inicialmente se financió con aportes voluntarios de algunos industriales, quienes aportaron una suma de US$40.000 para realizar ensayos experimentales. La asociación fue creciendo hasta transformarse en una Fundación, figura jurídica que ostenta en la actualidad. 

Desde la Fundación se iniciaron las gestiones que terminaron con la promulgación de la Ley Provincial N9228, que establece «(…) una contribución del dos por mil (2 %) aplicado al valor de la primera venta de arroz cáscara y del uno por mil (1%) aplicado a la primera venta de arroz con algún grado de industrialización, que tributarán aquellas personas físicas o jurídicas que realicen alguno o los dos procesos expresados». El 80% de los fondos recaudados van directamente a financiar a la Fundación ProArroz, quedando el restante 20% a cargo del Gobierno Provincial, quién debe utilizar esos fondos en beneficio de la actividad arrocera. Este novedoso arreglo institucional fue también importado de Texas, que cuenta con una ley similar desde 1990.

Asegurándose de esta forma un flujo continuo de fondos, ProArroz puede dedicarse de lleno a sus funciones de integrar la cadena, promover el cultivo, avanzar en el agregado de valor, mejorar la calidad, trabajar en la disminución de costos, investigar sobre mejoramiento genético, etc. La Fundación tiene una estructura burocrática ínfima, que se reduce a una pequeña oficina en la ciudad de Concordia. Esto le permite destinar un 90% de sus fondos a fines específicos.

Las decisiones sobre el destino de fondos se toman por consenso con integrantes de toda la cadena, y se trabaja en función de los resultados. La primera variedad introducida a partir de las investigaciones financiadas por ProArroz es actualmente la más utilizada en la provincia. 

ProArroz trabaja conjuntamente con la Federación de Entidades Arroceras Argentinas (FEDENAR), con INTA -que posee una Estación Experimental Agropecuaria en Concepción del Uruguay y otra en Corrientes-, con diversas universidades del país y del extranjero, y con el Gobierno Provincial. 

En lo que se refiere a la imperiosa necesidad de disminuir los costos de producción en las explotaciones con riego de pozo -que alcanzan un 70% de la superficie arrocera entrerriana-, estas entidades trabajan en tres aspectos:

– Solicitar la exención de pago de la tasa vial: en el precio del gasoil pagado por los productores está incluida una tasa vial, impuesta para que los usuarios de vehículos de transporte -los principales beneficiarios de la red vial- financien el arreglo de rutas. Los productores sostienen ante el gobierno nacional que el pago de esa tasa no les corresponde, porque el gasoil que ellos adquieren no es consumido en vehículos de transporte sino en bombas de riego, que en nada aportan al desgaste de rutas.

– Avanzar en la electrificación de pozos: Los costos de la energía eléctrica son sensiblemente inferiores a los del gasoil. Si las bombas funcionaran con energía eléctrica los costos de riego disminuirían en más de un 50%. La reconversión de gasoil a electricidad requiere de la acción conjunta del gobierno provincial -encargado de hacer llegar la energía necesaria hasta los campos- y de los productores, quienes deben adaptar sus sistemas a la nueva fuente de energía. FEDENAR ha establecido zonas prioritarias conjuntamente con el Gobierno de la Provincia, que ya está trabajando en la electrificación. Además, la provincia ofrece a los productores líneas de financiamiento para la reconversión de los pozos, con un plazo de devolución de cinco años.

– Incentivar al riego por represa: en la actualidad existe disponibilidad de pozos, pero lo sostenible en el tiempo es el riego por represa. Por ello se insta a los nuevos productores a establecer esta técnica. Existe un proyecto en estudio de factibilidad para encadenar varias represas mediante acequias, extrayendo agua del embalse de Salto Grande sobre el río Uruguay. De ese modo disminuirían los riesgos de falta de agua y se podrían regar zonas periféricas.

Otro aspecto importante en el que se está trabajando es en el agregado de valor. Argentina no explota posibilidades de valorizar su producción arrocera. En esta línea se está trabajando en la difusión de arroces diferenciales, por ejemplo aromáticos, muy requeridos en algunos países y los cuales pueden valer casi el doble que los tradicionales. También se está tratando de incentivar la producción de arroz orgánico, algo que no sería muy difícil de lograr en la región dado el poco uso de productos químicos en la producción. Otra excelente posibilidad para agregar valor a la producción e incentivar el consumo interno es promover la venta minorista de comidas preparadas, nicho de mercado poco desarrollado en la actualidad.

 


3 Con sede en San Salvador, funciona con aportes voluntarios de empresarios arroceros de todo el país.

4 Actualmente existe un convenio de cooperación con la Academia Nacional de Anhuí, China, con el objetivo de desarrollar variedades chinas en la región.


La extrema dependencia del mercado brasilero es otro inconveniente que está siendo abordado por las instituciones pertinentes. En este sentido FEDENAR, la Fundación Export.ar y el Gobierno de la Provincia organizan misiones comerciales a distintos países del mundo, entre los que se cuentan Chile y diversos países de Centroamérica y el Caribe. 

Todas estas actividades se realizan desde el convencimiento de que la actividad arrocera en Entre Ríos en particular y Argentina en general posee ventajas comparativas que pueden y deben ser aprovechadas. El esfuerzo por visualizar al sector arrocero entrerriano y a todas sus actividades conexas e instituciones de apoyo como un cluster productivo, radica en la confianza de que las externalidades generadas a partir del trabajo conjunto son un elemento clave para transformar las ventajas comparativas en ventajas competitivas que permitan, en última instancia, insertar a la actividad arrocera argentina en el mapa productivo mundial.

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