EL REGIONALISMO COMO ALTERNATIVA
CAPÍTULO 7: EL REGIONALISMO COMO ALTERNATIVA1
Al analizar los principales rasgos de la situación Argentina a lo largo de los últimos cien años, se advierte un fuerte deterioro económico y social. Entre los factores que mayor influencia tuvieron en esta situación, se destaca el debilitamiento institucional, un aspecto clave para el desarrollo sustentable. Hay que fortalecer las instituciones, siendo el replanteo del federalismo una herramienta idónea. Se debe concebir una Argentina de regiones, capaz de suavizar las enormes asimetrías existentes, siguiendo los exitosos ejemplos que el mundo ofrece. En este marco, la Región Centro se erige como la primer experiencia en el país, con importantes desafíos por delante.
7.1 Algunas consideraciones de largo plazo
La economía argentina presentó uno de los crecimientos más acelerados del mundo durante los 50 años previos a la Primera Guerra Mundial (1864-1914). En este período, la expansión de la producción y de las exportaciones rurales fue impulsada por la extensión del sistema ferroviario y la inmigración tanto de mano de obra como así también de capital. El PBI real creció, durante esta época, a una tasa anual media mayor al 5%, mientras que la población aumentaba al 3,4% anual. Consecuentemente, durante los primeros treinta años del siglo XX, el producto per cápita argentino presentó incrementos que alcanzaron el 4,5% promedio anual, convirtiéndose así en una de las economías más dinámicas del mundo. Como fuera comentado en la edición anterior del Balance de la Economía Argentina, a comienzos del siglo XX, nuestro país lideraba el desarrollo económico de la región, presentando excelentes indicadores económicos, sociales y culturales, tales como el PIB per cápita, nivel de analfabetismo y esperanza de vida al nacer. Gracias a estos factores, los escritos relacionados a temas económicos de las tres primeras décadas del pasado siglo hubiesen ubicado a Argentina entre las economías más avanzadas del mundo, junto con Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá y Australia. Hacia 1895, el producto per cápita era casi igual al de Alemania, Holanda y Bélgica y superior al de Austria, España, Italia, Suiza, Suecia y Noruega2, por citar algunos ejemplos. Desde 1860 hasta 1930 la tasa de crecimiento de nuestro país tiene pocos antecedentes a nivel mundial, comparable solamente con otros países de reciente colonización. En 1929, Argentina había alcanzado un PBI per cápita de aproximadamente U$S 700 (a precios de 1964, y en paridad del poder de compra). Si bien esta cifra era menor a la de Estados Unidos (U$S 1.800) y a las de Australia y Canadá (U$S 1.000 y 1.300 respectivamente), la tasa de crecimiento de este indicador había sido muy superior a la de aquellos países y, para 1929, la gran diferencia existente en 1860 entre la Argentina y el resto de los países de reciente colonización había mermado. En 1928-1929 Argentina ocupaba el undécimo lugar entre las principales naciones que comerciaban. Las exportaciones per cápita eran de U$S 90 anuales mientras que las de Australia eran de U$S 105 y las de Canadá ascendían a los U$S 125 3 . Contaba con un vehículo automotor por cada 26 habitantes, cifra superior a la observada en Reino Unido. Los indicadores sociales también evidenciaban resultados positivos. La tasa de analfabetismo (como porcentaje de la población de 14 años o más) había disminuido del 77% en 1869 al 36% en el censo de 1914 y estaba alrededor del 25% en 1929 (y alcanzó el 14% en el censo de 1947). Sin embargo, a partir de la década del treinta, el crecimiento de la economía argentina comenzó a desacelerarse. Durante los treinta años siguientes el mismo alcanzó un promedio anual del 2,9%, reduciéndose al 2,4% entre 1960 y 1970. En las décadas del ’70 y del ’80, las tasas argentinas apenas alcanzaron el crecimiento anual promedio de América Latina, el cual resultaba muy inferior al crecimiento observado en Asia del Este y levemente superior al de los países de Africa Sub-Sahariana. Durante los ’80 y ’90 la tasa de crecimiento del PIB per cápita de Argentina cayó por debajo del promedio de América Latina e incluso de países del Africa. Se evidenciaron tres características claves del desarrollo argentino desde 1930: una baja e irregular tasa de crecimiento del ingreso per cápita, acusada disparidad en los crecimientos sectoriales y disminución en el volumen de las exportaciones en términos absolutos. Entre los años 1913 y 1950 el producto per cápita argentino se incrementó un 30%, lo que representa una tasa anual de apenas el 0,8%.
Además, entre los años 1973 y 1992 el mismo retrocedió un 0,25% anual, disminuyendo consecuentemente el nivel de vida. Este comportamiento ha llevado a que durante los últimos 42 años de la historia argentina, el crecimiento del PBI per cápita fuera muy inferior al crecimiento promedio de las diversas regiones del planeta. Al analizar este resultado es necesario tener en cuenta que la década de los ochenta es considerada en América Latina como la década perdida en materia de crecimiento, siguiéndole un período de estancamiento, recesión y depresión a partir de 19974.
Una manera de observar con mayor claridad esta situación es a través de un gráfico comparativo que muestre la evolución de un índice del Producto per Cápita con base 1900=100. En el Gráfico 7.1 es posible observar el deterioro relativo de nuestro país con respecto de las economías con las que se comparara en épocas tempranas de la historia económica, como Canadá o Australia, pero también con respecto a economías latinoamericanas.
El deterioro relativo de Argentina no se queda sólo en el campo económico. Los aspectos sociales también reflejan una mala performance. Un claro indicador es la evolución del Indice de
4 Stiglitz, J. (2003.
Desarrollo Humano (IDH). Si bien es cierto que desde 1975 Argentina ocupa una posición de privilegio entre las naciones del continente americano, por detrás de EE.UU. y Canadá, hay que observar que algunos países que partieron de una posición más desventajosa presentan actualmente registros similares al argentino. Chile es el ejemplo de ello. Argentina muestra elevados registros en materia de tasas de desempleo y porcentaje de la población por debajo de línea de pobreza. Según los datos a 2003, el 51,7% de los argentinos eran pobres, cuando en 1994 ese porcentaje era del 16,1%. Chile, que en 1990 mostraba el 38,6% de su población como pobres, hoy ya quebró la barrera del 20%. Durante ediciones anteriores del Balance de la Economía Argentina se profundizó en hipótesis sobre cuáles son los factores determinantes de esta delicada situación socioeconómica; allí se destacó que variables institucionales, como mala actuación del gobierno o escaso desarrollo de instituciones que promuevan el crecimiento, pueden conducir a malos resultados macroeconómicos. Un bajo nivel de vida puede ser resultado de falta de credibilidad en el gobierno, incompetencia para proteger derechos de propiedad, poca libertad civil y política, gran nivel de corrupción, dependencia del sistema judicial al poder político e incumplimiento de las leyes, entre otros5.
A partir de la década del 20, la estructura institucional del país comienza a mostrar signos de debilitamiento que impactan sobre el orden económico y social, configurándose como uno de los principales determinantes de esta mala performance expuesta. En el año 1920, por ejemplo, se sancionó la Ley 11.157, cuyo artículo 1º congelaba durante dos años el precio de los alquileres por locación de casas, piezas y departamentos, destinados a habitación, comercio o industria. Se planteó la inconstitucionalidad de esa Ley, y la Corte Suprema de Justicia de la Nación6, expuso que ni el derecho de usar y disponer de la propiedad, ni ningún otro derecho reconocido por la Constitución, reviste carácter absoluto. La reglamentación o limitación del ejercicio de los derechos individuales es una necesidad derivada de la convivencia social…
5 Ver Balance de la Economía Argentina 2003.
6 En el caso Ercolano, Agustín c/ Lanteri de Renshaw, Julieta s/Consignación (Fallos, 136:161, Biblioteca de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba).
«Seguramente hay más ejemplos, lo dable de destacar es que esto minaba el respeto por las reglas de juego. Pero sin dudas fue el Golpe de Estado de 1930 el tiro de gracia a la institucionalidad argentina. En una acordada7, a muy pocos días del golpe, la Corte legitima al gobierno de Uriburu, lo que sella la ruptura del orden constitucional para el futuro (desde ese año hasta 1983 el país tuvo 12 presidentes de facto). La emergencia política, en unos casos, la urgencia económica en otros, siguieron debilitando el esquema . Un ejemplo de estos últimos es el Fallo de la década del «30, debido a la ley 11.741, que establecía una moratoria hipotecaria, prorrogando por tres años las obligaciones garantizadas y fijando un tope para los intereses a cobrarse. Todo esto en un país sobre el que en 1929, un estudioso de la realidad hispanoamericana -Cecil Jane- escribía: La Argentina es hoy uno de los Estados más estables y organizados, no sólo de América sino del mundo. Una revolución allí resulta tan inconcebible como en Inglaterra8. Otra idea del esplendoroso pasado argentino es la definición que un diccionario español de 1919 -ver figura 7.1- da acerca de la República Argentina.
Este tipo de medidas se sucedieron hasta nuestros días, siempre alegándose salvaguardar el interés público en una grave situación de emergencia, unas veces política, otras veces económica. Por ello, los argentinos nos acostumbramos a vivir en emergencia; resultado: hay una carencia absoluta de seguridad jurídica. Esta falta de credibilidad ganada ante el resto del mundo, es lo que explica que un inversor estadounidense le exija hoy a un proyecto radicado en Argentina un retorno del 38,23% anual, mientras en Brasil la cifra es 23,23%, 13,64% en Hungría o 12,96% en Corea del Sur9.
Este deterioro institucional alcanzó incluso a una figura que pudo ser instaurada luego de grandes batallas entre connacionales, como fue el Federalismo. Argentina nace federal en 1816, en un Congreso que fue llevado a cabo en el interior del interior, en Tucumán. Sin embargo, 188 años después se observa que la ciudad de Buenos Aires conjuntamente con la provincia homónima, concentran el 60% de la riqueza argentina. En el otro extremo ocho provincias tomadas en conjunto participan con apenas el 5,15% del PBI. Este fue el resultado de una excesiva concentración geográfica de ingresos, decisiones y políticas económicas y sociales.
7 Dictada el 10 se septiembre de 1930.
8 Citado en El autoritarismo hispanoamericano y la improductividad, José Ignacio García Hamilton, Editorial Sudamericana, 1998.
9 Ibbotson Associates, Cost of Capital 2003 Yearbook.
Existe una tremenda distorsión en la estructura federal. La ciudad de Buenos Aires es 14,8 veces más rica en términos per cápita que Santiago del Estero. Esta situación no se repite ni siquiera en Brasil, muchas veces ejemplo de estos grandes desequilibrios. Allí, el distrito más rico –Brasilia- supera en 8 veces al más pobre -Maranhão-. En Chile esta diferencia es de 7, entre las regiones de Antofagasta y la Araucanía. La diferencia entre el Distrito Federal y Chiapas, en México, es de 6,22. En la Unión Europea10 es de 4,3 (entre las regiones de Londres y Epiro11), mientras en EE.UU. es algo menor a 2, comparando Connecticut y Mississippi.
Estas enormes distorsiones se repiten al analizar otros indicadores, como los de tecnología de la información. La ciudad de Buenos Aires posee 28,1 PCs cada 100 habitantes, mientras Formosa ostenta 5,5 y Santiago del Estero 4,4. Para tener en cuenta: el dato capitalino es superior al de España (16,82) e Italia (19,48), similar al de Eslovenia (27,57) y algo por debajo del de Francia (32,86). Formosa y Santiago del Estero se parecen a Botswana (3,87) y Namibia (5,63)12.
10 Considerando todas las regiones de los países que componen la Unión, antes de la ampliación de este año.
11 Si se consideran las 25 más ricas y se las compara con las 25 más rezagadas, la diferencia se reduce a 2.
12 Datos extraídos de International Telecomunation Union (http://www.itu.int/ITU-D/ict/statistics/). La información corresponde también al año 2001, para hacer comparables los valores.
Lo expuesto denota una profunda crisis argentina de larga data. Argentina necesita mejorar la calidad de sus instituciones si decide apostar al desarrollo económico. El cambio debe ser muy profundo. Hay que fortalecer las instituciones, siendo el replanteo del federalismo una herramienta idónea. Se debe concebir una Argentina de regiones, capaz de suavizar las enormes asimetrías existentes, siguiendo los exitosos ejemplos que el mundo ofrece.
7.2 Una Argentina de regiones
La estructura federal del país debería ser replanteada en regiones, simplemente porque el desarrollo de las actividades económicas y sociales es más eficiente si se lo enfoca con una óptica regional. En este esquema debe ser entendido el regionalismo en Argentina, como una alternativa de salida de una crisis con hondas raíces. En este punto, es importante resaltar que, como se escribía en el Balance de la Economía Argentina 2003, no se debe pensar en una dicotomía entre Estado Nacional y Estado Regional. Ambos ordenamientos poseen intereses comunes, porque de otra forma no se explica la pertenencia del último al primero. Por ello, se insiste en que, avanzar en materia de regionalismo en Argentina, en ningún momento atenta contra la institución federal, sino que por el contrario, busca limar las grandes asimetrías sociales y económicas que en la actualidad caracterizan a la geografía argentina.
Hay que recalcar que el regionalismo propuesto para Argentina sólo debe existir para lograr un armónico desarrollo económico y social. La región no es una instancia de tipo político que pretenda avasallar los intereses provinciales y/o municipales, más aún, apunta a corregir los excesos que se cometen en esta materia. Esto está de acuerdo con el artículo 124 de la Constitución Nacional13.
Una buena síntesis de lo que el regionalismo y las regiones deberían significar para Argentina corresponde al maestro Pedro J. Frías14:
– La región no puede ser otro logro burocrático, sino la superación del centralismo burocrático.
– La región no puede ser un nuevo pasatiempo para expertos y aficionados, sino una vocación y una misión.
– La región no es la contrafigura de la Provincia o de la Nación, sino el punto de concertación de las competencias y de conciliación de los intereses.
– La región no es la beatificación del localismo, sino el servicio de un espacio donde el ser social adquiere la plenitud de su independencia pero también de su interdependencia.
– La región no es el nuevo gueto de los marginados, sino una promesa de justicia interregional.
– La región no es una perspectiva totalizante, sino apenas un subsistema en el tratamiento global de los problemas de Estado y sociedad.
El esquema de un país conformado por seis regiones Provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Centro, Nuevo Cuyo, Norte y Sur- como postula el IIE desde 1997, allanaría el terreno para alcanzar una convergencia en materia socioeconómica, logrando un país más equilibrado, que dejaría atrás el viejo modelo de concentración en torno al puerto de Buenos Aires. No obstante, es destacable que la propuesta mitiga sólo en parte el desequilibrio, lo que nuevamente da una idea de las actuales divergencias.
13 Artículo 124.- Las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico – social y establecer órganos con facultades para el cumplimiento de sus fines y podrán también celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las facultades delegadas al Gobierno Federal o el crédito público de la Nación; con conocimiento del Congreso Nacional. La ciudad de Buenos Aires tendrá el régimen que se establezca a tal efecto.
14 Cuadernos de Federalismo, Instituto de Federalismo, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba.
El esquema presentado en el Recuadro 7.1 es una propuesta, que se suma a numerosos intentos por regionalizar el país, sobre lo que trabajó extensamente y se recomienda la lectura del material- Jorge Antón15. Hay que considerar que la provincia de Buenos Aires o lo que podría ser el área metropolitana que constituyen la ciudad de Buenos Aires con el Conurbano Bonaerense no son regiones constituidas, y que la regionalización es un proceso abierto, muy discutido, que configura algo así como un telón de fondo, que contiene subsistemas microrregionales, zonales y urbanos que en sí son los espacios significativos del territorio argentino, como bien señala la Fundación Hernandarias (2004). Además, si Neuquen y Río Negro retomaran el proceso de integración que tanto impulso cobró hace unos pocos años, quedarían conformadas dos Patagonias -Norte y Sur-, y la provincia de La Pampa bien podría trabajar conjuntamente con la provincia de Buenos Aires.
Sobre por qué regionalizar hay bibliografía abundante, pero más claro aún resulta el ejemplo de la Unión Europea. Desde mediados de la década del ’70 la Unión (Comunidad Económica en ese entonces) comenzó a preocuparse por las regiones. Ocurre que los esfuerzos estuvieron desde el inicio puestos en lograr la convergencia económica entre los estados miembros, utilizando como medida el PBI per capita16. Por ejemplo, la Comisión Europea menciona en su segundo informe sobre la cohesión económica y social que, en los tres Estados miembros menos prósperos (Grecia, España y Portugal), la renta per cápita promedio aumentó desde un 68% de la media de la Unión en 1988 a un 79% en 1999. Logrando su cometido si consideramos que para 2003 ese porcentaje ya se ubicaba en 82,5%, y se proyecta llegar a 84% en 2005. Sin embargo, esta convergencia económica ha tenido lugar a costa de aumentar los desequilibrios existentes en el seno de dichos países y de sus regiones17.
Esto es lo que motivó que la Unión Europea conformara, por el Tratado de Maastricht, el Comité de las Regiones. Partió con cinco ámbitos de consulta obligatoria: cohesión económica y social; redes de transporte, energía y telecomunicaciones transeuropeas; salud; educación y juventud; y cultura. Por el Tratado de Amsterdam (1999) se añadieron cinco ámbitos suplementarios de consulta: empleo, política social, medio ambiente, formación profesional y transporte.
Actualmente, el Comité posee 317 miembros18 , que no sólo representan a regiones sino también a gobiernos locales. La forma de elección es variada, y en muchos casos está vinculada a la forma de gobierno de los países miembros y su estructura orgánica. España, por ejemplo, cuenta con veintiún miembros en el Comité. Estos corresponden: uno a cada una de las dieciocho Comunidades Autónomas, uno a la ciudad de Madrid, otro a la ciudad de Barcelona y uno al organismo que nuclea los municipios.
Los dictámenes del Comité de las Regiones son no vinculantes, pero la institucionalidad de la participación de las jurisdicciones subnacionales dentro de la estructura orgánica de la Unión como instancia consultiva ya significa un avance. Esto es importante destacarlo, ya que el Comité recién se constituyó en 1994, cuando la actual Unión Europea data de fines de la década del 50. Es una dato que hay que tener presente, y que se retomará a la hora de abordar la actualidad de la Región Centro de Argentina.
Dejando el ejemplo europeo, cabe preguntase por qué las regiones para Argentina. Como respuesta se puede señalar que en nuestro país no coincide el mapa político con el mapa regional, con regiones que siempre aparecen más extensas que las divisiones provinciales. Así, son las re-
15 Regiones económicas argentinas, Editorial Ciudad Argentina, 1999.
16 Datos expuestos por la Dra. Araceli Mangas Martín, en ocasión de su visita a Córdoba con motivo de recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional, Noviembre 2004.
17 Cohesión Territorial en Europa, Comité de las Regiones, Estudios E-6/2002, Bruselas, Octubre 2002.
18 Considera la ampliación del corriente año.
giones las que pueden convertirse en instrumentos adecuados para cumplir una tarea complementaria a la de las provincias a fin de promover su cabal desarrollo. Al respecto, también es bueno resaltar comentarios de Jorge Antón, quien sostiene que es la región la unidad posible para racionalizar recursos, economizar esfuerzos, potenciar productividad a escala, satisfacer el desarrollo social, es la nueva vialidad federal. Se trata de la tercera reforma estructural de la Argentina, comprometida con una organización territorial del país, basada en funciones y niveles de gobierno.
7.2.1 Implicancias de regionalizar el país
Avanzar en materia de regionalización, supone continuar el camino de las reformas estructurales del Estado iniciadas en los 90. Por ello, es interesante plantear la evolución del término reformas estructurales. A fines de los ’70, este concepto hacía referencia a un conjunto poco estructurado de políticas que procuraban reducir el sesgo anticomercio y las limitaciones financieras, característicos de los regímenes de desarrollo de esos años. Hoy, en cambio, la palabra reforma evoca una batería muy compleja de medidas orientadas no sólo a transformar la estructura económica sino, en forma mucho más ambiciosa, a planear y dirigir el cambio institucional. Por ello, los programas que en un principio eran sólo reformas de políticas, se transformaron paulatinamente en paquetes de reformas estructurales primero e institucionales después19.
Además, se diferencian generaciones dentro de las reformas estructurales. Oscar Oszlak20 distingue tres aspectos de las reformas. El primero tiene que ver con los procesos de desregulación, privatización y apertura económica; el segundo con la reconfiguración del organigrama del Estado y el tercero implica trabajar sobre la productividad del sector público. Se asocia el primer aspecto a las reformas de primera generación, mientras los restantes se agrupan dentro de las de segunda generación.
Argentina transitó la primera generación de reformas, pero se quedó a medio camino en las de segunda. Así, este proceso, que ha sido incompleto y muy heterogéneo, es cuestionado hoy por su eficacia, al mostrar un insuficiente progreso económico y social, y también por los principios que lo animaron.
En este marco, el regionalismo supondría culminar el proceso de reformas de primera y segunda generación, para posteriormente iniciar una tercera etapa.
Al respecto, el equipo que coordinó el Dr. Juan Roccatagliata21 sostiene que las políticas regionales de tercera generación son una metodología moderna para encarar el desarrollo regional. Las mismas buscan fortalecer a los entornos locales, impulsar la capacidad emprendedora de todos los actores sociales y articularlos entre sí; ayudando a conformar redes interactivas, potenciando el funcionamiento de los entramados productivos e institucionales, promoviendo los factores inmateriales del desarrollo, como las innovaciones científico-tecnológicas, la capacitación de los recursos humanos y los caminos hacia nuevos mercados, y facilitando e impulsando la capacidad organizativa del territorio. Se trata de una nueva forma de gestión del territorio, por demás necesaria si se tiene presente que Argentina es un país que entró al siglo XXI con una estructura y organización territorial del siglo XIX.
19 Ortega, José y Acosta, Guillermo, Reformas estructurales y Federalismo, Ministerio de Gobierno de la Provincia de Córdoba, Agosto de 2004.
20 Citado en Fundación Hernandarias, 2004.
21 Para la confección del libro La Patagonia: bases estrategias para su desarrollo sustentables.
7.2.2 Hacia una Argentina de regiones, algunos lineamientos
– Institucionalizar las regiones que ya han sido propuestas: la Región Centro es un ejemplo a seguir. Resta que el Nuevo Cuyo imprima impulso al Tratado firmado en 1988, que la Patagonia dote de mayor ímpetu a su estructura orgánica diseñada a partir del acuerdo de Santa Rosa de 1996. Lo mismo le cabe al Norte Grande.
– Desarrollar la infraestructura física: es una herramienta indispensable para asegurar el desarrollo social y económico. Proporciona servicios fundamentales tanto para los distintos procesos productivos, por lo cual es uno de los puntos claves analizados por los inversores en el momento de decidir la radicación de sus actividades, como para los habitantes; es decir, se estimula y fortalece la productividad tanto del capital físico como humano. Estas inversiones transforman el perfil productivo de un área en particular, inducen a la especialización en aquellas actividades productivas locales de mayor eficiencia relativa, constituyéndose en un factor explicativo de las ganancias de productividad y de los incrementos en los ingresos per capita. Pero además de contribuir a generar valor económico, también lo hacen en términos sociales, creando empleo, reduciendo la pobreza, las necesidades básicas insatisfechas, etc.
– Apostar a las inversiones en bienes inmateriales: con anterioridad, las diferencias regionales se atribuían exclusivamente al carácter material de los bienes que poseían las regiones, como la infraestructura, los conocimientos técnicos o los recursos naturales. Sin embargo, actualmente también los desequilibrios regionales se consideran causados por la mala distribución de los bienes inmateriales, por ejemplo, el capital humano, los servicios públicos, las redes, etc. A esta percepción se le ha dado en general el nombre de desarrollo endógeno22.
Dicho enfoque ha implicado una toma de conciencia de que las estrategias de desarrollo no tienen que ser las mismas para todos los tipos de regiones ni tampoco tienen que seguir el mismo patrón de desarrollo que siguieron jurisdicciones hoy desarrolladas.
– Descentralizar los ingresos y recursos públicos: el modelo tradicional de desarrollo regional está desapareciendo paulatinamente para dar paso a una serie de estrategias que se dirigen a una región en concreto, concebidas y aplicadas por las autoridades regionales, para que se adapten a las condiciones específicas de la región en cuestión. Las políticas, por tanto, se elaboran con un enfoque más bien ascendente (bottom-up)23, ya que resulta difícil aplicarlas a nivel nacional con un enfoque único. Esto responde a que el desarrollo de una región no puede gestionarse desde la capital del país. En primer lugar, porque el gobierno cuya sede se encuentra en la capital en cuestión no tiene el mismo interés en el desarrollo de la región que los habitantes de la misma, con lo que se puede producir una falta de motivación. En segundo lugar, porque un órgano de desarrollo regional situado en la región en cuestión conoce mucho mejor las necesidades y los problemas del área, así como las oportunidades con las que cuenta. Taylor y Wren24 añaden un tercer argumento en relación con las numerosas ventajas con las que cuenta la descentralización de las competencias en materia de política regional. El traspaso de competencias a las regiones generará un mayor sentido de la participación y contribuirá a crear un espíritu de confianza en los propios recursos a la hora de encontrar las soluciones apropiadas a los problemas regionales. Resulta evidente que la concepción y aplicación de tales políticas integrales requiere la existencia previa de capacidades autónomas para la acción por parte de las autoridades regionales o de los organismos encargados del desarrollo, que deben disponer de la capacidad financiera y política necesaria para formular y aplicar los programas de desarrollo regional.
22 Sobre el tópico se recomienda la lectura de trabajos realizados por Sergio Boisier.
23 Proyecto de introducción al informe del Comité de las Regiones sobre Gobierno regional y local en la Unión Europea, Bruselas, 14 de Agosto de 1996.
24 UK Regional Policy: An evaluation, Regional Studies, Vol. 31,9.
– Crear Alianzas Interregionales: entre las regiones de nuestro país y espacios subnacionales de otros países. Según Sergio Boisier25 estas alianzas responden a la nueva geografía política de la globalización, siendo esta modalidad de regionalización funcional a la globalización. Constituyen también una nueva gestión del territorio, donde la vinculación no queda limitada entre aquellas regiones fronterizas y/o contiguas espacialmente, sino que también aplica para aquellas regiones no sometidas a la restricción de la contigüidad; éstas últimas son las llamadas regiones virtuales. Estos acuerdos buscan generalmente posicionar mejor a la región en el contexto global de lo que podría lograr individualmente. Los ejemplos son numerosos alrededor del mundo. Entre las regiones asociativas se puede mencionar Arizona/Sonora, o bien la más cercana Atacalar (Atacama, Catamarca y La Rioja). Entre las virtuales, hay ejemplos como la región formada por Rhone-Alpes, Cataluña, Lombardía y Baden-Württemberg, conocida como los cuatro motores de la Unión Europea y, en Chile, los acuerdos entre las regiones de Bío-Bío y de Antofagasta con Lombardía y Baden-Württemberg, respectivamente. En el caso argentino, estrechar vínculos con regiones de otros países contribuiría a ganar mayor estabilidad y credibilidad de las políticas implementadas, generando mayor seguridad jurídica. Esto se inscribe en lo que se denomina nuevo regionalismo26.
7.3 Región Centro
7.3.1 Reseña histórica
Un ejemplo del regionalismo en Argentina, o de la conformación de regiones asociativas como la denominaría Boisier, es la Región Centro, compuesta por Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. Los primeros antecedentes de la misma datan de 1973, cuando en Santa Fe la Vieja (Cayastá) se firma la Carta de Intención que manifiesta el interés de las tres provincias en unirse. Fueron signatarios del Acta los gobernadores Silvestre Begnis (Santa Fe), Ricardo Obregón Cano (Córdoba) y Juan Cresto (Entre Ríos).
Después de muchos años, en 1996 en la ciudad de Córdoba, los entonces gobernadores de la provincia de Córdoba -Ramón Mestre- y de Santa Fe -Jorge Obeid- con sus respectivos gabinetes discutieron temas referidos a la integración. En 1997 se repitió el encuentro en la ciudad de Santa Fe incorporando a empresarios y legisladores. En mayo de 1998 en las localidades de Landeta (Santa Fe) y El Fortín (Córdoba) se firmó la Declaración Conjunta, en la cual los gobernadores se comprometieron a impulsar la creación de la Región Centro. Antes de la constitución formal de la región, el 31 de Julio de 1998 en la ciudad de Santa Fe se realizó la reunión constitutiva de la Comisión Interparlamentaria para la Integración y Desarrollo de las provincias de Córdoba y Santa Fe.
La Región Centro se constituyó formalmente el 15 de agosto de 1998 en las ciudades Frontera (Santa Fe) y San Francisco (Córdoba) a través de la firma del Tratado de Integración Regional en el contexto de un país tradicionalmente centralista, con el fin de promover entre esas provincias el desarrollo económico, social y humano, la educación, la ciencia, el conocimiento y la cultura.
En Abril de 1999, Entre Ríos adhiere a los términos del Tratado de Integración de 1998, quedando constituida lo que hoy se conoce como Región Centro. Sin embargo, la falta de una voluntad política decidida y firme determinó un estancamiento del trabajo bajo un esquema regional.
25 Notas sobre gestión del desarrollo territorial, conocimiento y valores, documento preparado para el Centro de Investigación del Hombre del Desierto (CIHDE), Arica, Chile, Junio de 2004.
26Fernández, R. (1997), Returns to regionalism, Banco Mundial, Documento de Trabajo nº 1816.
Más allá de que en mayo de 2000, Santa Fe y Córdoba habían ratificado el compromiso de continuar con el impulso de esta región y avanzaron en esa oportunidad en la conformación de la estructura orgánica regional:
– Junta de Gobernadores: órgano superior de la Región Centro, integrado por los primeros mandatarios de las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. Le incumbe la conducción política del proceso de integración y la promoción de todas las acciones necesarias para el cumplimiento de los objetivos establecidos en el artículo primero del Tratado de Integración Regional.
– Comité Ejecutivo: El Comité Ejecutivo es el órgano de la Región Centro encargado de implementar y ejecutar las políticas regionales consensuadas por la Junta de Gobernadores. Está integrado por los Ministros de las Provincias signatarias, o funcionarios de máximo rango por cartera (Secretarios de Estado, titulares de entes autárquicos, etc.), o representantes jerárquicamente equiparables que designe cada provincia signataria de conformidad con el ordenamiento jurídico público que rija en la misma. El Comité Ejecutivo está conducido por una Mesa Ejecutiva, integrada por los Ministros de Gobierno de las provincias de Córdoba y Entre Ríos, y por el Ministro Coordinador de la provincia de Santa Fe. La Mesa Ejecutiva está coordinada proémpore, por el plazo de un año, por el Ministro de Gobierno o Coordinador de la provincia miembro que corresponda, en forma rotativa y por orden alfabético.
– Comisión Parlamentaria Conjunta: órgano unicameral permanente, integrado por legisladores de cada provincia. Tiene carácter consultivo, deliberativo y de formulación de propuestas, resoluciones y recomendaciones. En su seno deliberan cuatro comisiones internas permanentes: de economía y producción, de infraestructura y servicios, de legislación general y de asuntos institucionales y de municipios y comunas.
– Secretaría Administrativa: es un órgano de coordinación técnico – administrativo de la Región Centro, encargado de administrar y organizar el proceso de integración regional, ejecutar las actividades que les sean encomendadas por la Junta de Gobernadores y el Comité Ejecutivo, velar por el cumplimiento de los compromisos asumidos en el marco de los Tratados Fundacionales y normativa derivada, y con capacidad de asistencia técnica y logística de los restantes órganos de la Región Centro. Este órgano es tal vez el más relevante dentro de la estructura, debido a que es a quien le compete pensar en términos regionales. Es innegable que las provincias, a través de sus gobernantes y legisladores van a defender sus intereses.
Esto ocurre en la experimentada Unión Europea inclusive, pero es la Comisión Europea la que tiene que lograr ese buscado equilibrio, consensuando, negociando, para lograr su fin último: avanzar en la integración.
Recién a fines de 2003, principios de 2004, el tema regional fue tomado nuevamente con fuerza por los Gobiernos de las tres provincias. No debiendo olvidar, que el sector privado si bien no con igual ímpetu en todos los sectores- continuó desarrollando actividades pro regionales en forma ininterrumpida.
El impulso gubernamental determinó que el 28 de Julio de 2004 la Región Centro fuera relanzada. Ese día los mandatarios de las tres provincias suscribieron el Protocolo de Córdoba, que reconoce la estructura orgánica establecida en el Tratado de Integración y la necesidad de profundizar los avances alcanzados, otorgando continuidad y estabilidad institucional a la conformación de la Región Centro de Argentina. La Secretaría Administrativa recayó en la Provincia de Córdoba, quien la ejercerá durante el período 2004-2005.
7.3.2 Algunos desafíos de la Región Centro
– Visión estratégica: la región deberá ser capaz de desarrollar una estrategia a mediano y largo plazo. Definir a qué áreas de la región se debería dar prioridad, qué centros se deberían desarrollar, qué actividades se deberían atraer, etc. Tendría que considerar las disímiles realidades microrregionales, apuntando a la cohesión territorial a nivel regional, realizando el doble ejercicio de una amplia consulta y una toma de decisiones consensuada. Esto sobre la base de un análisis exhaustivo de todos los aspectos correspondientes y de un debate entre la totalidad de los actores que tienen algún tipo de responsabilidad política, económica o social, considerando representaciones funcionales y territoriales. Además, tendrá que ser concebida la existencia de un órgano de desarrollo regional, en virtud de que constituye uno de los elementos estratégicos que intervienen en el desarrollo de cualquier región. Destacando que el mismo no debería actuar como un mero órgano de la administración pública, sino como una institución para la promoción de la región, que debería manejarse como si se tratase de una empresa. Es extremadamente importante que posea un equipo profesional que se encargue del desarrollo regional y cuyos miembros pertenezcan a diferentes disciplinas. Finalmente, toda estrategia a diseñar deberá incluir un suficiente grado de flexibilidad que le permita adaptarse a los cambios del entorno.
– Incorporar a la sociedad civil dentro del esquema regional: las organizaciones de la sociedad civil, han venido creciendo cuantitativa y cualitativamente en lo que respecta a su alcance temático, grupos representados y desarrollo territorial, entre las principales variables. Su creciente relevancia genera la visualización cada vez más institucionalizada del espacio público en los procesos de integración regional, lo que determina una matriz estratégica de relacionamiento entre éstos núcleos complejos. Para lograr lo anterior es necesario forjar, dentro de la estructura orgánica regional, un espacio institucional que reúna a las organizaciones y movimientos sociales de la región con la suficiente capacidad de receptar y motorizar propuestas concretas en forma concertada (partiendo de agendas mínimas y con vocación de avanzar hacia compromisos cada vez mayores), de direccionar el rumbo de la integración equilibrando necesidades y expectativas económicas y sociales, y de impulsar el desarrollo de organizaciones sociales en los espacios provinciales, promoviendo la estructuración eficiente y sinérgica de redes interjurisdiccionales27.
– Cohesión territorial: este concepto esta estrechamente relacionado a los dos anteriores. La cohesión territorial debería dirigirse hacia una consideración equilibrada del territorio de la región, concentrándose en una distribución más uniforme de las actividades, es decir, trabajar región adentro para eliminar las disparidades entre las distintas áreas que conforman la Región Centro. Será de fundamental importancia sumar la participación de los gobiernos locales, como así también la constitución de esquemas microrregionales.
– Consolidarse como región inteligente: apostando a la creatividad, la interacción, la motivación, la capacidad, la experiencia, la innovación, es decir, apostando a crear ventajas competitivas dinámicas, que perduren en el tiempo. En este sentido, hoy en día la gestión tecnológica constituye una dimensión estratégica. Para tener una medida de ello, vale señalar que la vida útil promedio de una PC ha decrecido desde 5 años en 1992 a poco menos de 2 años en 2002, con una pérdida del 30% de su valor en el 10% de su vida útil (ver Gráficos 7.6 y 7.7).
27 Extracto del Material de consulta para trabajo en talleres, III Foro del Corredor Bioceánico Central, Córdoba, 5 y 6 de Julio de 2004.
Según Cooke28, regiones inteligentes como Emilia-Romagna o Baden-Würtemberg, deben su condición a poseer buenas antenas (capacidad de monitoreo), manejar información de calidad (información selectiva), disponer de una capacidad de auto-evaluación, tener disposición al aprendizaje y voluntad de poner en ejecución las lecciones aprendidas. Todo esto tiene que ser aplicado al trabajo en encadenamientos productivos, concibiendo a la región como un gran conjunto de clusters interrelacionados. Un ejemplo es el acercamiento entre la industria cordobesa de la maquinaria agrícola y las empresas del polo electrónico/informático, para lograr productos que no sólo puedan competir en igualdad de condiciones con los bienes exportados, sino también que permitan pensar en salir a dar pelea en mercados externos.
– Avanzar en Alianzas Interregionales: en el Balance 2003 se proponen como ejemplos, en el ámbito de Sudamérica, estrechar lazos con las regiones Centro-Oeste de Brasil -formada por los Estados de Goias, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul y el Distrito Federal-, Central de Chile -regiones IV, V. VI y Metropolitana-, Sur de Brasil Río Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina- y la República Oriental del Uruguay. Esto puede extenderse a todo el Mercosur y países asociados, dando lugar a un Cono Sur de regiones. En este marco, se podría realizar una Asamblea de Regiones como un paso previo y en el mismo sentido que el Comité de las Regiones que poseen los europeos. La Región Centro podría tomar la iniciativa.