INVERSIONES E INDUSTRIA

CAPÍTULO 5: INVERSIONES E INDUSTRIA

 

La inversión en Argentina ha tenido un comportamiento histórico errático, supeditada a los vaivenes económicos. En los últimos años, ha presentado un crecimiento importante, pero que aún no alcanza para recuperar la pérdida sufrida en la última crisis. Si bien su importancia es fundamental, sobre todo en un país en desarrollo, no es suficiente para lograr crecimiento a largo plazo. Este último está íntimamente relacionado con la productividad, que a su vez depende de un marco institucional estable y de la capacidad de innovación. En este aspecto el sector privado, en especial el industrial, se convierte en un actor indispensable como catalizador de estas acciones tendientes a sostener en el tiempo las tasas de crecimiento para incrementar los niveles de desarrollo.

5.1 Inversiones

5.1.1 Crecimiento económico e inversión

Las variables vinculadas con la acumulación de capital suelen estar estrechamente asociadas al ciclo económico, y sus movimientos cíclicos son típicamente de gran amplitud. La teoría económica ortodoxa sostiene que la inversión no es un factor de crecimiento de largo plazo, ya que si bien genera un incremento de corto plazo, no produce un aumento de la productividad, aceptada como el factor clave de generación de crecimiento en el largo plazo. Sin embargo, la literatura no niega el vínculo entre el proceso inversor y el crecimiento económico. Es menester tener en cuenta que la vinculación entre estas variables es compleja y resulta influenciada especialmente por la presencia del entorno institucional. En otras palabras: la inversión sí está vinculada con el nivel de PIB per cápita, pero no lo estaría con sus incrementos sostenidos.

Analizando el nexo entre las tasas de crecimiento y la razón de inversión respecto al PIB1 para el período 1980 – 2005, se observa que la relación no es concluyente, presentándose importantes diferencias de acuerdo al nivel de ingresos de cada país. Al analizar por separado las economías desarrolladas y las economías en desarrollo, la relación para el primer grupo es menos marcada, como muestra el Gráfico 5.1. Las tasas de inversión bruta interna fija sobre el PIB se extienden en un rango que va desde 17% hasta al 27%. Las tasas de crecimiento anuales promedio del PIB se ubican entre el 1,6% y 6,6%. Es decir, existe una gran variedad de comportamientos que no determinan una relación clara entre ambas variables para el caso de los países más avanzados. Irlanda y Luxemburgo son los casos excepcionales, con crecimientos de alrededor del 5%, pero con una inversión que no alcanza el 20% del PIB. 


1 Esta relación se refiere a la que existe entre la Inversión Bruta Fija Interna (IBIF) y el PIB per cápita.


En el caso de las economías en desarrollo, América Latina presenta una tendencia positiva aunque no muy pronunciada. Chile es el caso excepcional: invirtiendo cerca del 20% anual promedio del PIB, logró sostener una tasa promedio de crecimiento cercana al 5% durante los últimos 25 años. Argentina, con una inversión promedio levemente inferior, de 18,3%, creció muy por debajo, sin llegar al 2% anual promedio. Es además el país con menor crecimiento promedio de la región, seguido de cerca por Venezuela. 

Si ahora se observa el comportamiento de estas variables por región, se presentan características muy particulares de cada una. Asia es la región con mayor crecimiento del PIB, pero con mayor dispersión en las tasas de inversión. Casos excepcionales, como en China y Corea, donde la inversión alcanza el 33% y el 31% del PIB, les ha permitido mantener un crecimiento extraordinario. Latinoamérica presenta un comportamiento exactamente opuesto: poca inversión y bajo crecimiento. Los países desarrollados por otra parte, también muestran un comportamiento similar al latinoamericano, pero con mayores tasas de inversión. 

La acumulación de capital, por lo tanto, presenta una asociación con el crecimiento económico, es decir, a mayor proporción de IBIF sobre PIB, mayor crecimiento promedio de las economías. Sin embargo, debe  comprenderse que ésta no es determinante. El crecimiento es un fenómeno complejo, producto de una conjunción de causas de orden macroeconómico, de estrategias de inserción internacional, de factores tecnológicos y cuestiones institucionales. La nueva literatura del crecimiento (Easterly, 2001), sugiere la existencia de círculos virtuosos (y viciosos) de crecimiento en los que la acumulación de capital físico y humano y la presencia de un entorno institucional favorable a la inversión de actividades de alta rentabilidad (privada y social) tienden a ir de la mano2.

5.1.2 Inversión nacional

5.1.2.1 Evolución de la Inversión bruta interna fija

La Inversión bruta interna fija (IBIF) está compuesta por las nuevas inversiones realizadas en activos fijos por las empresas residentes de un país, más ciertas adiciones al valor de los activos no producidos realizadas por la actividad productiva de las unidades institucionales. Estos activos incluyen viviendas, edificios y estructuras, maquinaria y equipo, activos cultivados (para la obtención de productos como frutas, leche, caucho, etc.), la exploración minera, activos fijos intangibles, entre otros.

En Argentina, la IBIF ha tenido un comportamiento histórico errático. Es posible observar como cada crisis económica marca una sustancial caída de la misma. A fines de Siglo XIX y principios del Siglo XX, ésta logró sus máximos históricos, coincidentes con los períodos de desarrollo del país. En tiempos más recientes, los últimos picos registrados ocurrieron durante las décadas de 1960 y 1970, gracias al período desarrollista de Frondizi y a la gran inversión pública durante la primera parte de la década de 1970, presentando un promedio de 21,9% (1960-1980) frente al promedio histórico de 19,1% (1875 – 2006). 

Desde la última crisis, el comportamiento de la IBIF se ha recuperado de forma sostenida. Después de la recesión que comenzó en 1998/1999 y culminó en 2002/03, la IBIF empezó a crecer en el primer trimestre de 2003 y no ha presentado aún ningún período de decrecimiento. El crecimiento acumulado de la misma alcanza el 190% (primer trimestre 2003 – segundo trimestre de 2007). 


2 En la última sección de este capítulo se ampliarán estas cuestiones, sobretodo en lo que se refiere a la situación institucional y a la importancia de la tecnología en Argentina.


 

Respecto de su evolución en relación al PIB, en 2002 fue de $26.533 millones (constantes a precios de 1993), representando un 11,3% del PIB. Esta proporción fue una de las más bajas de la historia, y la menor desde 1943. Con la recuperación económica, la IBIF ha crecido llegando a su máximo histórico de $71.784 millones (constantes a precios de 1993) en 2006 y $73.107 millones en el primer semestre de 2007. Este monto es un 13,3% superior al del mismo período del año anterior. Aún así, la IBIF no logra alcanzar una proporción importante del PIB, como supo hacerlo en períodos anteriores, representando en 2006 el 21,7% y durante el primer semestre de 2007, el 21,2%. La tasa de crecimiento interanual presentó una desaceleración a partir del tercer trimestre de 2004. No obstante, estas tasas continúan siendo mayores a la tasa de crecimiento del PIB, lo que se destaca como un proceso de convergencia, que se espera continúe en el futuro. 

En cuanto al desempeño respecto de otros países, Argentina se encuentra rezagada. Durante la década del ’70 poseía cierto liderazgo manteniendo tasas de inversión respecto del PIB que superaban a varios países desarrollados. Sin embargo, la volatilidad a la que se vio expuesta la economía y la falta de previsibilidad y reglas claras, hizo que dos décadas después, no sólo se encuentre por debajo de otros países, sino también por debajo de su propia performance en aquella época. 

5.1.2.2 Composición de la Inversión Bruta Interna Fija 

Para completar el análisis sobre la evolución de la IBIF, es necesario observar cómo está conformada. La composición de la IBIF en Argentina ha verificado diferentes modificaciones a través de los años. De acuerdo a la clasificación estándar, la IBIF se compone de construcción y equipo durable de producción. Este último, se divide a su vez en nacional e importado.

Históricamente, la IBIF estuvo dominada por la componente de construcción, que si bien constituye una partida de inversión, incluye viviendas, que no son consideradas dentro de la llamada «inversión reproductiva». Esta última, es aquella que genera mayor capacidad productiva. Por lo tanto, se considera que la inversión en equipo durable de producción y la parte reproductiva de la partida de construcción, son las verdaderas generadoras de crecimiento potencial de la economía.

En las últimas tres décadas, la construcción se mantuvo siempre por encima del 60% de la IBIF, a excepción del año 1994 y del trienio 1997-99. Es decir, la inversión en equipo durable, si bien tuvo un aumento importante durante la década del ’90, estos niveles alcanzados no se mantuvieron, resintiéndose con respecto a la construcción con la crisis del 2002. Por lo tanto, no sólo es necesario aumentar la inversión sino también mejorar la calidad de la misma. 

Analizando el período reciente, fue la construcción la que impulsó el crecimiento de la inversión después de la salida de la convertibilidad, llegando a representar el 69% de la IBIF en 2002. Sin embargo, ha mantenido tasas de crecimiento menores que la inversión en equipo durable, éstas últimas, mucho más volátiles. En el primer semestre de 2007, la tasa de crecimiento de la construcción fue de un 7,7% frente a un 22,8% del equipo durable. 

Dentro del componente equipo durable, cada vez es mayor la participación de los importados, llegando al 59% en el segundo trimestre de 2007. Incluso, ya se ha superado el nivel del año 1998 en que llegaba a 54%, mientras que durante 2006 fue de 57%. A pesar del tipo de cambio elevado, el crecimiento de la economía ha permitido el aumento de las compras en el exterior.

La reacción inmediata después de la salida de la convertibilidad fue de una gran caída de las importaciones, entre las que se encontraban las que forman parte de la inversión en equipo durable. Con el transcurso del tiempo, éstas se fueron recuperando (al igual que el general de las importaciones) de la mano del crecimiento económico. Desde el tercer trimestre de 2004 y de forma ininterrumpida, la proporción aportada por los equipos durables importados fue mayor a los nacionales. El crecimiento anualizado de los primeros en el segundo trimestre de 2007 fue de un 27% respecto de igual periodo del año anterior, mientras que los nacionales lo hicieron a una tasa no despreciable del 12,1%.

5.1.2.3 Importación de Bienes de capital

La importación de bienes de capital generalmente responde a la necesidad de ciertos sectores productivos de modernización tecnológica pero su comportamiento se ha encontrado generalmente supeditado a los vaivenes de la economía. Estos, además, contribuyen a los cambios en los tipos de bienes de capital que se importan. Esto es importante ya que no todos producen el mismo aporte a la formación de capital en la economía.

Como se observa en el Gráfico 5.9 durante 2006, las importaciones de bienes de capital sumaron US$8.200 millones, casi alcanzando el pico de 1998 de US$8.500 millones. El incremento de las mismas en los últimos cuatro años presentó tasas elevadas, de un promedio anual del 49%, y en el primer trimestre de 2007, del 32%3. Sin embargo, a pesar de este importante incremento, durante 2006 la participación de los bienes de capital sobre el total importado se mantuvo estable, debido al importante crecimiento que también tuvieron las importaciones generales de la economía.


3 Respecto de igual período del año anterior.


  

Las actividades económicas que más dinamismo presentaron en cuanto a la adquisición de bienes extranjeros durante 2006, fueron el sector minero (46%), seguido por salud (37%) y por detrás, el sector de construcción con un 25%, la mitad del crecimiento que había presentado en 2005. 

Es destacable el desempeño que el sector comunicaciones tuvo en los últimos cuatro años. Durante 2006, fue el sector más demandante, superando levemente a las importaciones de la industria manufacturera, con US$1.900 millones. Es interesante remarcar que las importaciones de la industria manufacturera tradicionalmente fueron las partidas de mayor importancia. El rubro de comunicaciones constituye el 23% de las importaciones de bienes de capital, donde la principal  partida fue «transmisores y transmisores-receptores de TV, radio y radiotelefonía» con US$1.430 millones, mayormente compuesta por teléfonos celulares. Estos últimos presentaron un crecimiento del 10% durante el primer semestre del presente año. Por otra parte, los vehículos automotores para transporte de mercancía (camiones) representaron la segunda partida de mayor volumen, con US$696 millones. 

Por el contrario, las importaciones del rubro investigaciones4revisten especial importancia por su aporte a la productividad y por ser típicamente bienes para el uso en actividades científicas y de investigación. Desafortunadamente tienen una muy escasa significación en el total de importaciones, presentando además una tendencia decreciente en la participación, a pesar de su crecimiento. En promedio, éstas representaron un 0,6% del total durante el período 1994-2006 y son equivalentes al 3% de las importaciones de comunicaciones (promedio período 2003-2006)

Recuadro 5.1: Inversiones en la Región Centro5

Las inversiones en la Región Centro se han incrementado de forma sucesiva en los últimos años, siguiendo la tendencia del total nacional. La tasa de crecimiento anual promedio para el período 2003-2007 fue de 67%. Como puede observarse en el Gráfico 5.11, a partir de 2005 los montos de inversión superaron a los del período pre-crisis (1999-2001), pero aún no alcanzaron los de los mejores años de la convertibilidad. En el año 2006, el total de inversiones ascendió a US$1.661 millones, valor levemente inferior al registrado en 2005. 


4 Incluye aceleradores de partículas, globos y dirigibles, instrumentos de astronomía, microscopios y difractógrafos, instrumentos de control y precisión, maquinaria de oficina y cálculo.

5 Los datos de inversiones utilizados en este apartado surgen del relevamiento realizado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP) de anuncios de inversiones de firmas nacionales y extranjeras. Se incluyen tanto proyectos de ampliación, greenfields como fusiones y adquisiciones. No coincide con el concepto de IBIF o de IED. 


  

Por otra parte, la Región Centro ha aumentado su participación en el total de inversiones nacionales. Entre el año 2002 y el año 2006, la Región Centro pasó de absorber el 6% del total invertido en el país al 11% en lo que va de 2007.

El destino de las inversiones se ha modificado a lo largo del tiempo. Entre 1992 y 1997, la industria manufacturera concentraba más del 95% del total de inversiones realizadas en la región. Desde 1998 a 2001, la inversión en infraestructura comenzó a tener mayor importancia, para luego volver a disminuir su participación a partir de 2001. En la actualidad, la industria es el sector de mayor absorción: 47% de los proyectos a materializarse este año pertenecen a las ramas manufactureras contra 32% para infraestructura y 17% a comercio y servicios. 

Al comparar el presente año con 2006, se observa un aumento de la participación de las inversiones en infraestructura y en comercio y servicio, tendencia que comenzó después de 2004. 

Al analizar las inversiones por provincia, las participaciones de Córdoba y Santa Fe, siempre fueron las mayores. Sin embargo, en los últimos años Santa Fe incrementó significativamente su aporte. En el período 2002-2007 el promedio de participación de Santa Fe ascendió al 58%. Córdoba, por su parte concentró el 34% de los fondos de la región y Entre Ríos 8%. 

En Santa Fe, en lo que va del año 2007, los mayores fondos se dirigieron al sector de energía eléctrica, al sector automotriz y a la construcción. Durante 2006, el principal sector inversor fue el alimenticio, que concentró el 34% de las inversiones a esa provincia. En Córdoba, el comportamiento ha sido similar: durante 2007, los mayores fondos se dirigieron al sector automotriz, con casi el 30%, y a energía eléctrica, mientras que el año pasado, alimentos y bebidas fue el más importante (18%). Por último, en la provincia de Entre Ríos, la actividad forestal concentró hasta agosto de 2007 el 50% de las inversiones. Esta misma participación en el total provincial tuvo el sector de agricultura, ganadería y pesca durante 2006.

Fuente: IIE sobre la base de CEP.

5.1.3 Inversión extranjera directa

La Inversión extranjera directa (IED) es la categoría de inversión internacional que refleja el objetivo, por parte de una entidad residente de una economía (inversor directo), de obtener una participación duradera en una empresa residente de otra economía (empresa de inversión directa) (FMI, 1993). El concepto de participación duradera implica la existencia de una relación a largo plazo y de un grado significativo de influencia6 entre el inversor directo y la firma.

Para una empresa, la decisión de internacionalizar su producción se basa en aprovechar las ventajas de localización que ofrecen otras regiones o países, para lograr un mejor posicionamiento frente a otros inversores en el país receptor. La posesión de activos intangibles como patentes, marcas, tecnología, entre otros, constituye una ventaja de propiedad que poseen la mayoría de las firmas que se internacionalizan, frente a las locales. Otra ventaja usual, es la trayectoria y la experiencia en el mundo de los negocios que le otorga la multinacionalidad.

El impacto que producen las empresas transnacionales (ET) en las economías receptoras depende de los objetivos que las mismas posean. El efecto puede ser evaluado a través de la contribución al balance de pagos, la generación de nuevos empleos, el efecto sobre la inversión bruta interna fija, la producción de bienes y servicios para los consumidores, la transferencia de tecnología, entre otros. En general, la evidencia respecto de los beneficios de las ET es ambigua.

Estos usualmente se canalizan vía aporte de divisas, nuevos puestos laborales e incremento de los flujos de exportación. También es preciso señalar la contribución que producen las ET a la generación de nuevos procesos de aprendizaje, a la calidad a través de la exigencia en aplicación de normas estándares internacionales, en capacitación del personal, difusión de prácticas productivas, relaciones de cooperación entre las ET y sus proveedores, entre otros efectos positivos.

Sin embargo, no siempre el impacto es beneficioso para la economía receptora. Muchas veces, las importaciones generadas por las ET, sumadas a la salida de divisas por remisiones de utilidades y pagos por regalías y por patentes, es mayor que el aporte producido por las exportaciones que generan. Por otra parte, de acuerdo a varios estudios, sólo los países en desarrollo que posean un importante tamaño y/o crecimiento del mercado interno, o se encuentren geográficamente cercanos a países desarrollados, tienen mayores posibilidades de atraer IED, por lo que los países menos desarrollados sólo verían ampliar su brecha frente a otros más desarrollados. Entre los primeros se encontrarían Brasil, México, China e India. 


6 Generalmente, es aceptado como indicador de IED la adquisición de al menos el 10 % del capital de la sociedad de la empresa receptora. 


 Aun así, la IED continua siendo un factor de influencia muy importante en el desenvolvimiento de las economías, tanto desarrolladas como en desarrollo. Las ET forman parte del proceso de globalización mundial y son competidoras del resto de las empresas nacionales, tanto en el mercado interno como externo.

5.1.3.1 Evolución mundial de la Inversión extranjera directa

Los influjos de IED fueron sustanciales durante el 2006. Estos crecieron por tercer año consecutivo, llegando a US$1.305.852 millones, un 38% más que los flujos registrados en 2005. Este valor fue el segundo mayor registrado, sólo superado por los US$1.411.366 millones en el año 2000. Durante 2006, los flujos de IED crecieron en todas las regiones, especialmente en los países desarrollados, que presentaron un incremento del 45% respecto de 2005. Asia fue un importante receptor de IED, atrayendo casi dos tercios del total de IED de los países en desarrollo.

Este comportamiento positivo, refleja el crecimiento económico que se está presentando en gran cantidad de países, influenciado además por el debilitamiento del dólar, que produjo atracción desde la zona del euro y del yen. Es importante resaltar que este resurgimiento en la entrada de capitales refleja un mayor nivel de fusiones y adquisiciones, sobretodo en los países desarrollados. La inversión greenfield y para proyectos de expansión se incrementó en un 13% versus 23% en fusiones y adquisiciones – que alcanzó US$880 miles de millones en valor-. 

La entrada de IED a los países desarrollados fue de US$857.499 millones durante 2006. En términos porcentuales, la participación de los países desarrollados en el total de IED llega al 66%. Por otra parte, en los países en desarrollo llegó a US$ 379.070 millones, presentando un incremento que superó el 20% y constituyendo un record. En América Latina en particular, la IED creció un 11%, alcanzando los US$83.753 millones. Sin embargo, al excluir los centros financieros offshore, los valores permanecen casi invariables respecto de 2005. México fue el mayor receptor de IED seguido por Brasil, donde la tasa de crecimiento de este último fue del 25%. Por otra parte, en el sur y sureste asiático y Oceanía, la tendencia sigue siendo creciente, alcanzando en 2006 aproximadamente US$199.871 millones, valor un 19% mayor al del año 2005. China, Hong Kong y Singapur fueron las zonas de mayor recepción de IED en la región. 

En lo que respecta al universo de empresas transnacionales (ET), éste continúa estando dominado por empresas de la Unión Europea, Japón y Estados Unidos, en donde 84 de las cien ET más grandes del mundo7 poseen sus casas matrices. Estados Unidos es el país líder de la lista, con 24 empresas. Este ranking ha permanecido relativamente estable, donde General Electric  (Estados Unidos), Vodafone (Reino Unido) y General Motors (Estados Unidos) poseen los mayores valores en activos en el extranjero. 


7 El ranking se establece de acuerdo al valor en activos extranjeros de cada empresa.


 Analizando la performance de las ET estadounidenses no financieras, es posible observar los cambios en la distribución mundial de IED que se canaliza a través de las ET y el rol de éstas en los países en los que residen. A pesar de que la mayor parte del valor agregado8 generado en el extranjero por ET de Estados Unidos estuvo centrado en otros países de altos ingresos, desde 1999, el generado en países de ingresos medios y medios-bajos ha crecido más rápidamente.

 Como se observa en el Mapa 5.1, en 2004, sólo seis países recibían más de la mitad del total de valor agregado de las filiales norteamericanas: Reino Unido (16,1%), Canadá (11,4%), Alemania (9%), Francia (5,8%), Japón (5,6%) e Italia (3,6%). Esto muestra la concentración de las filiales extranjeras norteamericanas en países de altos ingresos, que sugiere que el acceso a los mercados de venta de bienes y servicios es más importante para las inversiones extranjeras que el acceso a los mercados laborales o de otros recursos de bajo costo. 


8 El valor agregado es el valor que un determinado proceso productivo adiciona al ya poseído por la materia prima y el capital fijo. Representa la contribución de la firma al PIB en su lugar de residencia.


 

Sin embargo, la participación de estas seis economías ha decrecido desde 1999, debido al incremento de algunos países africanos, de Asia y Europa del Este, en especial, China, India, Polonia y Sudáfrica. En Asia y el Pacífico, la tasa anual de crecimiento promedio del valor agregado de las ET norteamericanas fue de 9,2% para el período 1999-2004, mientras que la participación de la región creció de 1,2% a un 19%. En China, la tasa de crecimiento se aceleró a un 23%, y en India a un 29,8%. Durante 2004, más de dos tercios de las ventas de filiales industriales en China se dirigieron al mercado interno, y sólo 7,4% a Estados Unidos (frente a un 16,3% en 1999), lo que señala la importancia que está adquiriendo el mercado interno chino y del resto de los países en desarrollo.

En Latinoamérica el valor agregado de las filiales estadounidenses creció a una tasa anual promedio del 6% y la región decreció en su participación de 10,7% en 1999 a 10% en 2004. Las mayores reducciones fueron en Brasil y México. Argentina, por su parte, presentó una tasa de crecimiento en este período relativamente baja, de 0,2%, e incluso su proporción descendió de 1,3% a 0,9% del total de valor agregado generado por las filiales.

5.1.3.2 Inversión extranjera directa en Argentina

Argentina recibió durante la década del noventa una oleada de inversiones extranjeras, que se concentraron fuertemente en la compra de empresas públicas prestadoras de servicios o de actividades extractivas, fundamentalmente la petrolera. Esto sucedió en el marco de un amplio proceso de reformas, que incluyó el plan de convertibilidad, la apertura comercial y financiera, la desregulación y la privatización de empresas del Estado. La forma predominante de la inversión extranjera durante este período fue la de transferencias accionarias, lo que se verificó tanto en el proceso de privatizaciones como en la venta de empresas privadas a inversores extranjeros que  se produjo con mayor intensidad en la segunda mitad de la década. El contexto internacional prevaleciente, donde la entrada de IED creció en todos los países en desarrollo, y las reformas introducidas en la economía argentina en el mencionado período, sustentaron la fuerte corriente de financiamiento bajo la forma de inversiones directas del exterior, que alcanzaron a representar alrededor del 2,1% del PIB en promedio para el período 1992-1998, con un pico del 8,5% en 1999.

Este proceso inversor se caracterizó por presentar dos etapas diferenciadas. Desde 1991 a 1993, los flujos de IED se dirigieron principalmente a los sectores de servicios, es decir, estaban ligados al proceso de privatización y de concesiones al sector privado. En una segunda etapa, que comenzó en 1994 y continuó hasta fines de la década, estuvo signada por los procesos de adquisiciones y fusiones.

En el año 1999, la venta de YPF produce el máximo valor de la serie que por sí sola modifica los flujos financieros, el stock y la renta de la IED. A partir de ese momento se verifica una profunda caída en la cantidad y el monto de las operaciones. Esta disminución de la compra de empresas de capital nacional por parte de inversores directos se debió principalmente al fin de las privatizaciones, al agotamiento de la inversión en ciertos sectores – debido a que prácticamente no quedaron empresas de capital nacional -, la recesión, y el cambio en la tendencia mundial de destino de los fondos. 

Después del colapso de la convertibilidad, las cifras de ingreso de IED al país llegaron a sus niveles más bajos, cuando en 2003 fue de US$1.652 millones. A partir de 2004, las entradas de IED comenzaron a recuperarse, pero sin alcanzar las tasas de crecimiento de la primera etapa de la década de 1990. Durante 2006 esta variable alcanzó los US$4.840 millones, con un decrecimiento del 8%. Desafortunadamente, esta tendencia continúa: durante el primer semestre de 2007 la reducción alcanza un 51% respecto de igual período del año anterior. No obstante, la proporción de IED sobre el PIB no ha variado cuantiosamente respectos de los años ’90, a excepción del año 1999. Como se mencionó anteriormente, durante el período 1992-1998 la participación promedio fue de 2,1% del PIB, mientras que durante el período post-devaluación (2002- 2006) el promedio de IED alcanzó el 2,3%9.


9 Es necesario aclarar que después de la salida de la convertibilidad, el PIB medido en dólares sufrió una importante caída por la alteración del tipo de cambio. Por lo tanto, la reducción de la IED -en forma simultánea a la reducción del PIB en dólares – no es apreciada en su totalidad en el cociente.


  El colapso de 2002 trajo importantes modificaciones en el funcionamiento del sistema económico. Sin embargo, el movimiento de los precios relativos internos no afectó a todos los sectores por igual: los servicios, tanto públicos como privados, vieron reducir sus precios frente al resto de precios de la economía. Por otra parte, el agro y la industria se beneficiaron de este nuevo esquema, si bien habían sido los sectores más castigados por la recesión. La devaluación por lo tanto, generó un sesgo a favor de los sectores productores de bienes transables y un abaratamiento relativo de la mano de obra.

Bajo la situación restrictiva post crisis, las empresas de IED tuvieron que sanear y reordenar sus balances, en especial las productoras de servicios. Los aportes de capital constituyeron en este último período la partida más cuantiosa de IED, destinándose a cancelación de deuda y reordenamiento de pasivos. Es importante destacar que no hubo por parte del sector público ninguna política de salvataje para estas empresas, ni tampoco se produjeron cierres o quiebras de grandes firmas.

También es destacable la  rápida recuperación de la rentabilidad y las utilidades y su mayor dinamismo a partir de 2004. Como se observa en el Gráfico 5.15 la rentabilidad estimada de la inversión extranjera10 en Argentina fue de 13,9% para el año 2006 y fue incluso mayor que durante período previo a la devaluación, superando levemente la rentabilidad del año 1994 (13,1%).


10 Se refiere a la rentabilidad del sector privado no financiero. Para su cálculo se utilizó la razón entre la cuenta «utilidades y dividendos» y «reinversión de utilidades», con el stock de IED.


 Sin embargo, es necesario relativizar este resultado. Si se compara a Argentina con otros países de la región, su performance deja mucho que desear. Para aproximar una comparación entre los distintos países de América Latina, se utilizará la rentabilidad promedio de las inversiones offshore de Estados Unidos para el período 2001-2006 en la región. De esta forma es posible observar cómo las malas experiencias vividas han afectado el rendimiento norteamericano, -uno de los principales inversores en Argentina y América Latina- a pesar de la rápida recuperación de los últimos años. Tanto en Chile y Brasil, como para el promedio de Sudamérica, la rentabilidad para Estados Unidos fue bastante mayor que la que obtenida en Argentina. Nuevamente, la causa principal se encuentra en la falta de estabilidad y reglas claras que requieren las inversiones de largo plazo para ser rentables11 y explica en parte la falta de atracción de IED por parte de Argentina.

Recuadro 5.2: Demandas por parte de inversores extranjeros a Argentina

En la década del noventa, paralelamente al significativo aumento de las corrientes de IED hacia los países en desarrollo, tuvo lugar el inicio del sistema de justicia arbitral en materia de inversiones. Argentina pronto se convirtió en uno de los más fervientes partidarios del esquema bilateral adhiriendo al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI), del Banco Mundial. En dicha década Argentina suscribió un importante número de Tratados Bilaterales de Inversión.

Este esquema, era de suma importancia como medio para atraer mayores volúmenes de IED. La firma de los tratados representaba un mayor compromiso, incrementando la credibilidad del país a los ojos de los inversores extranjeros. Pero, mediante la sanción de la Ley 25.565 de emergencia económica a inicios del año 2002 se pesificaron (y se congelaron) a un peso por dólar las tarifas de los servicios públicos privatizados durante los años noventa. Esta alteración de las condiciones contractuales generó un aluvión de demandas ante el CIADI: se presentaron 40 reclamos, por más de US$17.000 millones. De éstos, siete derivaron en laudos arbitrales contra el país. Actualmente, el país enfrenta 33 demandas, de las cuales diecisiete continúan vigentes – sin laudo arbitral – y las demás concluyeron con algún tipo de acuerdo entre el gobierno y los demandantes. 

El Gráfico 5.17 muestra que, de un total de 117 demandas repartidas entre 48 países, casi el 30% son contra Argentina. Incluso esta proporción llegó a casi el 50% después del colapso de la convertibilidad Esto señala la mala percepción que poseen los inversores extranjeros del país, debido a la falta de instituciones fuertes.

Fuente: IIE sobre la base de ICSID – World Bank, Diario La Nación y Mortimore y Stanley (2006).


11 En la sección de instituciones se ampliará el análisis de la situación del marco institucional argentino, como determinante de la escasa atracción del país para los inversores extranjeros.


  5.1.3.3 Origen de la Inversión extranjera directa

La década del ’90 estuvo signada por una gran concentración en cuanto a las regiones de donde provenían los flujos entrantes de IED. Estas empresas provenían principalmente de España, que durante el período 1992-2001 tuvo una participación del 39%. Las principales empresas adquiridas por estos capitales pertenecían al sector de telecomunicaciones, petróleo, aerolíneas, energía, sector bancario y agua.

Una característica de los años recientes que presenta la IED, es la mayor participación de Brasil como inversor (Bezchinsky y otros, 2007). Brasil no se encontraba entre los inversores más importantes durante la gran entrada de IED que se produjo en los noventa, aún cuando durante los primeros años del Mercosur había presentado cierto impulso. Sin embargo, en los últimos años las empresas brasileñas han ocupado posiciones de importancia en varios sectores de actividad, siendo uno de los principales orígenes de la IED, con una tendencia muy dinámica. El promedio de participación de Brasil en la IED total tuvo un promedio 14,6% durante 2002-2005, siendo el tercer inversor extranjero después de Estados Unidos y España. 

La importancia de Brasil a partir de 2001 se materializó fundamentalmente a través de compras de empresas ya existentes, no de la creación de nuevos emprendimientos productivos. Esto fue así con la salvedad de Mega, empresa petroquímica en la que Petrobras posee una participación del 34%. Entre las compras realizadas por empresas brasileñas en Argentina se destacaron: Acindar, Pecom, Quilmes, Loma Negra, y en menor medida Swift Armour. Las ventas de estas empresas, que tienen grandes cuotas de participación en sus respectivos mercados, llevó a que quedara en manos brasileras la segunda o tercera petrolera del país, el primer fabricante de cerveza (además de distribución de gaseosas), el primer fabricante de cemento, el principal frigorífico exportador, y también se transformó en el segundo grupo en importancia con control de plantas siderúrgicas. No obstante, este patrón no se replicó en forma inversa, es decir, las empresas argentinas no aumentaron su IED en el país vecino.

Los factores que más influyeron en este desempeño fueron:

– La política de internacionalización de las firmas brasileñas, que constituye un patrón general en el comportamiento de las firmas brasileras, es decir, que no se dirigen sólo a Argentina.

– La política del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) que provee fondos en apoyo a esta estrategia, aunque todavía se encuentre en una fase incipiente.

– La integración regional en curso – institucionalizada a través de tratados bilaterales y del Mercosur

– La coyuntura argentina que produjo que, tras la devaluación, el valor de las empresas en dólares presentara una reducción importante.

5.1.3.4 Translatinas y los flujos de salida de IED desde América Latina y Argentina

Para completar el análisis de IED para Argentina y América Latina es preciso considerar las inversiones realizadas por residentes de la región y del país en el exterior, lo que constituiría la «salida de IED». De acuerdo a información de UNCTAD, en el año 2006 los flujos de salida de IED alcanzaron  US$1.022.711 millones en los países desarrollados y US$174.389 millones en los países en desarrollo. Estos últimos presentaron altas tasas de crecimiento que rondaron el 12% durante el 2006.

El fenómeno de IED por parte de países en desarrollo comenzó en la década de los ’70, siendo Asia y América Latina las regiones de origen de salida de capitales más importantes. En la década de los ’80, debido a las crisis en los países latinoamericanos, Asia comenzó a tener mayor protagonismo como inversor en el extranjero de los países en desarrollo, donde Taiwán y Corea fueron los principales países. Las tasas de participación anual promedio en la IED mundial para América latina se ubicaron en 0,5%; 1,3% y 2,2% en las décadas de ’70, ’80 y ’90 respectivamente. En Asia, sin embargo, estos mismos valores tuvieron un mayor crecimiento alcanzando el 0,3%; 3,9% y 9% respectivamente. A partir de la década del ’90, en los países en desarrollo la salida de IED presentó mayores volúmenes, y en los últimos años también aumentó su concentración. En el año 2006 la salida de IED asiática llegó a US$117.000 millones, mientras que en América Latina fue de US$49.000 millones, es decir, menos de la mitad. El promedio para el período 2000-2005, tampoco es alentador: en América Latina esta proporción se ubicó en el 4,7% del total de IED mundial, mientras que en Asia se incrementó al 10,7%.

Este fenómeno es claramente visible en el desempeño que tuvieron las trasnacionales originadas en los países en desarrollo, que en América Latina se conocen como «translatinas». En 1977 catorce de las treinta transnacionales más grandes de los países en desarrollo eran translatinas y sólo diez eran de Asia y el sudeste asiático (CEPAL, 2005). Sin embargo, en el año 2005, esta situación se ha revertido y 78 de las cien ET más grandes, son asiáticas, mientras que once son de América Latina, donde México, Brasil y Venezuela son los únicos con participación en este ranking12 (WIR, 2007). Incluso, los asiáticos figuran en el ranking general que incluye a los países desarrollados. Poseen seis de las siete empresas pertenecientes a países menos avanzados. La restante es la mexicana CEMEX.


12 El ranking se realiza de acuerdo al valor de los activos en el extranjero de cada empresa.


 Durante la década del ’90, las políticas de liberalización aplicadas en América Latina obligaron a las empresas nacionales a competir por los mercados locales. Estas sin embargo, mantuvieron sus flujos de salida de IED dentro de las fronteras de la región. Diferente fueron los casos de Corea y Taiwán por ejemplo, donde la internacionalización fue el mecanismo utilizado para incrementar la eficiencia y preservar la competitividad en los sectores intensivos en mano de obra vía transferencia de operaciones a países con salarios bajos y para obtener acceso a nuevos mercados (CEPAL, 2005). Además, cada vez es mayor la cantidad de IED asiática que se invierte fuera de su región, sobretodo en Estados Unidos y Europa. 

 En Argentina, como en otros países latinoamericanos, la etapa de sustitución de importaciones hizo que las políticas de industrialización se orientaran al mercado interno hasta el decenio de los ’80, lo que significó escasas salidas de IED. Esto permitió el desarrollo y consolidación de grandes empresas en el mercado interno que luego aprovecharon la oportunidad de internacionalización. La salida de IED comenzó a ser un fenómeno de importancia en 1992 y se extendió hasta 1997, período en el que fue el país inversor más importante de América Latina y el Caribe. A partir de 1998 y hasta 2003, los flujos de salida fueron disminuyendo, incluso llegando a un nivel negativo en 2002, lo que indica que las empresas argentinas vendieron sus activos en el extranjero, como una manera de solventar sus problemas de liquidez provocados por la crisis macroeconómica (UNCTAD, 2005). Si bien la recuperación de la salida de IED comenzó en 2003, los montos fueron escasos, de sólo US$774 millones.

Los vaivenes económicos, tanto recientes como históricos, hicieron que el país perdiera protagonismo dentro de la región. En la década del ’70 y ’80, formaba parte de los países líderes13 de la región, junto a Brasil, Colombia y México. La mayoría de las inversiones de estos países se dirigía a otros de la región, y los sectores en los que se invertía eran principalmente los vinculados con los recursos naturales, servicios de ingeniería y construcción e instalación de industrias como forma de evitar las restricciones al comercio en los países receptores. Si bien Argentina había sido pionera, en la actualidad, las principales translatinas son originarias de Brasil, México y Chile. Este fenómeno se debió principalmente a la incapacidad de las firmas argentinas de sostener e incrementar su patrón de internacionalización que culminó en la venta de la mayoría de los activos de las mismas. 


13 Argentina era el segundo país latinoamericano, después de Brasil, con el mayor stock de IED en el extranjero, pero fue superado por México a partir del año 2004.


 

 Recuadro 5.3 : Evolución de las translatinas argentinas

Argentina fue uno de los primeros países en desarrollo cuyas firmas se internacionalizaron a través de la inversión en el exterior (Chudnovsky y López, 2000). Muchas de estas empresas se instalaron rápidamente en otros países latinoamericanas. Entre los casos más destacables se encuentra Alpargatas, perteneciente a la industria textil, que instaló una filial de fabricación en Uruguay en 1890 y más tarde, en Brasil. A finales de la década del ’20 y durante la del ’30, S.I.A.M. di Tella, una empresa de ingeniería mecánica y Quilmes Bemberg, empresa de bebidas, establecieron plantas de producción en países vecinos. Bunge & Born, un conglomerado del sector agroindustrial y de alimentos, poseía filiales en Brasil antes de 1930 y había logrado expandir su producción durante la década de los ’60 y ’70 a Paraguay, Perú, y Venezuela; y luego a Austria, Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Países Bajos y España. Otro caso destacable es la empresa petrolera Astra, que tenía filiales en Brasil, Perú, Estados Unidos. Los grupos Pérez Companc y Techint expandieron sus actividades por toda Latinoamérica, e incluso poseían algunas filiales financieras en Europa y Estados Unidos. Soldati y SOCMA invirtieron en industrias extractivas, de ingeniería y construcción. Arcor, que actualmente es el mayor productor mundial de caramelos, ha invertido en Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile y posee oficinas de ventas en muchos países latinoamericanos, Estados Unidos, Canadá y España. Bagó, en el rubro farmacéutico, realizó en la década de los ’90 inversiones en Estados Unidos, además de poseer dieciocho filiales en latinoamérica, Rusia y Sri Lanka.

La evolución de la economía nacional, ha derivado en la pérdida de esplendor de estas empresas. A principios del Siglo XX, Argentina era el país más avanzado de América Latina y el Caribe. Sin embargo, las crisis recurrentes y los cambios bruscos de política económica, resultaron en un escaso crecimiento y gran inestabilidad macroeconómica, a pesar del potencial brindado por los recursos naturales. Las firmas nacionales más grandes, tuvieron que sobrevivir en un ambiente altamente volátil e incierto. Durante parte de la década del ’90, Argentina también se desempeñó como uno de los inversores más importantes, fundamentalmente debido a la reestructuración de la industria nacional que se realizó en el marco de los nuevos desafíos que impuso el modelo económico de liberalización, sobretodo en cuanto a competitividad. Sin embargo, muchas empresas que habían invertido en el exterior, como YPF y Pérez Companc vendieron sus firmas a empresas extranjeras (Repsol y Petrobras). Otras, como Mastellone y Grupo Macri, si bien siguieron bajo control nacional, han vendido gran parte de sus activos. Translatinas brasileras también han comprado Quilmas Bemberg, Pecom y otras grandes empresas nacionales. Actualmente, sólo tres translatinas argentinas han sobrevivido a la gran variabilidad en las condiciones económicas: Techint, Arcor y en menor medida, Impsa. Ninguna translatina argentina figura en la lista de las cien ET no financieras más grandes de los países en desarrollo.

La escasa diversificación industrial del proceso de salida de IED argentina, dominada por una magra cantidad de grandes empresas, sumado a la extranjerización de muchas de ellas que hace que varias firmas ya no existan como translatinas nacionales, constituyen las características más sobresalientes de la actual situación de las ET originarias del país.

Fuente: CEPAL 2005.

La IED de estos países líderes ha presentado diferentes características (Bezchinsky y otros, 2007). La inversión exterior de Brasil se ha basado en estrategias de búsqueda de mercados y de recursos naturales. En un comienzo, fue motivada por la búsqueda de diversificación de las fuentes de producción de petróleo y para promover exportaciones especialmente de productos básicos. En Chile, las inversiones de sus translatinas se han centrado en una cantidad limitada de actividades basadas principalmente en las ventajas comparativas que poseen los recursos naturales (como silvicultura), las manufacturas basadas en recursos naturales (especialmente metales) y los servicios. Las translatinas mexicanas obtuvieron buenos resultados aunque la mayoría orientó sus estrategias hacia la búsqueda de mercados, aprovechando las ventajas de proximidad geográfica de Estados Unidos. Los factores que empujaron a la internacionalización de las firmas mexicanas fue la saturación de los mercados internos, cierta volatilidad en la demanda interna y la necesidad de aumentar la competitividad frente a las condiciones externas.

Puede decirse que las translatinas son relativamente pocas teniendo en cuenta la gran extensión territorial de América Latina y el Caribe y también comparando con otras regiones emergentes exitosas de Asia.

 

5.1.4 Cómo aumentar la productividad

De acuerdo a la teoría del crecimiento14, las diferencias en los niveles de PIB entre países pueden atribuirse a las diferencias en productividad, en capital físico y en capital humano, que son los insumos de la función de producción agregada. La inversión en capital físico, como se describió en secciones anteriores de este capítulo, si bien produce crecimiento, éste no puede sostenerse en el largo plazo sólo por medio de aquella. El mismo efecto de corto plazo tiene el capital humano, que hace referencia no sólo al aumento de mano de obra, sino también a su calificación, y a las capacidades que posibilitan aumentar el valor agregado de la producción. Por último, la productividad total de los factores (PTF) se describe cómo todos aquellos otros determinantes que no constituyen ni capital físico ni humano y es el componente determinante del crecimiento sostenido en el tiempo.


14 Se refiere a una de las teorías de crecimiento económico más difundidas, perteneciente a la Escuela Neoclásica.


 De acuerdo a lo planteado en el Capítulo 2, donde se desarrolla un modelo de crecimiento de largo plazo, y con las simplificaciones que implica la construcción de una simulación en un contexto social impredecible, es claro el círculo vicioso que produce la volatilidad de la economía y la escasez de la inversión. El modelo presentado concluye que cada crisis hace que sea necesaria cada vez una mayor proporción de inversión en capital físico respecto del PIB, es decir, es necesario dedicar recursos crecientes al proceso de inversión. En consecuencia, es de suma importancia analizar el rol de otros factores que posibiliten el crecimiento en el largo plazo, dada la improbabilidad de aumentar la inversión en capital físico de forma creciente hasta alcanzar casi el 30% del PIB15, es decir focalizarse en lo que comprende la PTF.

El sutil vínculo entre crecimiento económico y el proceso inversor, ha dejado espacio para que el debate sobre los determinantes del crecimiento provea otras explicaciones del mismo. Como señalan Hall y Jones (1999), las diferencias en la acumulación de capital, productividad y por lo tanto, en la producción por trabajador, están relacionados con la infraestructura social propia de cada país. Esta infraestructura social se refiere a las instituciones y a las políticas del gobierno que determinan el ambiente económico donde los individuos pueden acumular capacidades; y las empresas, acumular capital y producir. Esta estructura institucional favorece altos niveles de producción por trabajador, provee un medio que apoya las actividades productivas e incentiva la acumulación de capital, la adquisición de capacidades, la innovación y la transferencia de tecnología. Esta ejerce además, la importante tarea de proteger las actividades productivas del uso ilegal de licencias, de la corrupción pública o privada, entre otras.

Este marco propicio para el crecimiento económico es el que brinda los incentivos necesarios para que los individuos adopten el uso de nuevas tecnologías. La innovación es de suma importancia para el desarrollo, explicando cerca de la mitad de las diferencias en el ingreso y el crecimiento per cápita de los países (Hall y Jones, 1999). Incluso gran parte de la creciente brecha entre países pobres y ricos, no se debe a diferencias en las inversiones de capital sino a los avances en el área tecnológica.

En esta sección se ampliará la situación argentina en lo que se refiere al marco institucional y social y su relación con la inversión en desarrollo tecnológico, como formas de lograr mantener el crecimiento económico en el tiempo. Si bien no hay que olvidar el rol de la inversión en capital físico, que en los países en desarrollo tiene un papel significativo, éste necesita ser complementado, incentivado y protegido por los demás factores antes mencionados.

5.1.4.1 Innovación y tecnología

Actualmente es ampliamente reconocida la importancia del conocimiento como factor clave detrás del crecimiento de la productividad. Para esto es necesario un cambio fundamental: pasar de una sociedad de la información a una del conocimiento. Esta última se caracteriza, no tanto por el acceso, procesamiento o transmisión de información, sino por la capacidad de adaptación al entorno que supone en las sociedades avanzadas disponer de «conocimiento» – información interpretada dentro de un marco conceptual predeterminado – sobre algo o alguien, modificando profundamente las escalas de valores que conforman a esta sociedad. 


15 Este valor proviene del mencionado modelo, presentado en el Capítulo 2. Correspondería a las proyecciones de IBIF/PIB para los años 2023 a 2027, simulando una crisis en los años 2021 y 2022. 


 El conocimiento produce el círculo virtuoso de la innovación: éste, a través de los procesos de innovación tecnológica, genera riqueza y el uso de esta riqueza alimenta la generación de nuevo conocimiento. Cuando ese círculo se rompe (algunos de los elementos no recogen los resultados del eslabón anterior), el proceso de innovación se detiene. Las políticas públicas deben apoyar a todos los sectores innovadores:

– Desarrollo tecnológico

– Innovación tecnológica

– Investigación aplicada

– Investigación básica

Esto es importante, ya que la no concreción de las actividades de Investigación y Desarrollo (I&D) en resultados, como productos o procesos innovadores, lleva a ruptura del círculo virtuoso. En muchos países se ha aprendido a usar la riqueza acumulada (generalmente en forma de recursos económicos públicos) para financiar las actividades de investigación básica y aplicada a través de programas de I&D. Pero, dónde la situación es más difícil, es al querer determinar las medidas más adecuadas para apoyar la generación de riqueza en los procesos de innovación empresarial. Esto se analizará más adelante para el caso argentino.

Para comprender la complejidad de un sistema de innovación, es necesario visualizar los actores, los factores que forman parte del mismo, y el ámbito donde esta se desarrolla, descriptos en el Esquema 5.1. Como se percibe, existe una multiplicidad de factores condicionantes (factores científicos y tecnológicos, educación y formación, marco jurídico y normativo, aspectos comerciales y financieros, factores sociales y culturales)  como de actores implicados (centros de investigación, empresas, centros tecnológicos, centros educativos, usuarios). 

En esta sección se desarrollará en primera medida, la evolución de los gastos en investigación y desarrollo, ampliándose al papel del sector privado, sobretodo de en la aplicación de las innovaciones. Por último se analizará la dinámica de la investigación aplicada, a través de los datos de evolución de patentes y artículos de investigación.

5.1.4.1.1 Investigación y Desarrollo

La Investigación y Desarrollo (I&D) comprende el trabajo creativo llevado a cabo de forma sistemática para incrementar el volumen de conocimientos, incluido el conocimiento del hombre, la cultura y la sociedad y el uso de esos conocimientos para derivar nuevas aplicaciones. Estas abarcan las ciencias naturales, las ingenierías, ciencias de la salud, ciencias  básicas y sociales. La innovación constituye el paso siguiente, es decir, cuando se transforma una idea en un producto o proceso nuevo (o mejorado), y luego se lo introduce en el mercado. 

Los países en desarrollo16 han mejorado su performance en I&D e innovación, existiendo dos tendencias claras: crecimiento rápido -si bien desde una base pequeña- y un significativo aumento de la participación en los totales de I&D. Incluso mejoraron su posición en términos de inversión en I&D relativa a los países desarrollados. La participación del gasto en I&D en los países en desarrollo se incrementó desde alrededor de 10% en 1996 a 19% en 200417. Sin embargo, estos patrones están lejos de ser homogéneos presentando gran diversidad entre países. 


16 Se consideraron como países en desarrollo aquellos no pertenecientes a la OCDE.

17 Los datos de I&D fueron convertidos desde moneda nacional a poder de paridad de compra (PPP).


 China tuvo un crecimiento extraordinario: entre 1995 y 2004 quintuplicó su gasto en I&D en términos reales. Este país posee ahora el cuarto puesto en el ranking de los países con mayor gasto en la materia, alcanzando los US$ 94.000 millones, por detrás de Estados Unidos, Unión Europea y Japón. India, con una inversión en I&D cercana a los US$24.000 millones, equivalente a un cuarto del valor chino, se ubica octava en el ranking mundial por detrás de Corea. Brasil, más atrás, ocupa el puesto N° 13, por encima de España (N° 14). Otros países que a pesar de tener un gasto de I&D menos significativo, aún sobresalen respecto de otras economías son Israel, Sudáfrica, Singapur, Chile y Argentina. 

El gasto en I&D se ha más que duplicado en la mayoría de los países menos avanzados en la década entre 1995 y 2004, mientras que en la OCDE, el mismo fue de 56%, es decir, casi la mitad de la tasa de crecimiento de los países en desarrollo. Sin embargo, Latinoamérica, en particular Argentina y Brasil, han sido la excepción con magras tasas de crecimiento. Chile tuvo la peor performance, registrando un caída en su gasto en I&D del 9% en sólo un año (entre 2002 y 2003).

La intensidad de I&D, medida a través de la relación I&D/PIB, también ha crecido en los países en desarrollo. Si bien muchos se encuentran por debajo del promedio de la OCDE de 2,3%, Israel y Taipei (China) son las excepciones: poseen una intensidad de 4,7% (2005) y 2,6% (2004) respectivamente. Estos países mostraron además, tasas de crecimiento estables en la década pasada. Este último fenómeno también se presentó en Singapur. Los cambios en la intensidad probablemente sean resultado de las estructuras industriales que están relativamente más inclinadas hacia los sectores de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que son intensivos en investigación.

Incluso donde la intensidad de I&D es baja, éstas están creciendo a altas tasas. Las intensidades de I&D en China y Rusia están todavía por debajo de la OCDE en más de 1%, pero han crecido desde 0,57% a 1,23% en China, y desde 0,85% a 1,15% en Rusia entre 1995 y 2004. Estas economías además poseen objetivos de política para incrementar la intensidad de I&D en los próximos años. Por otra parte, la intensidad de I&D en Brasil, India, Argentina y Chile han permanecido estables o bien, han decaído, mientras que Sudáfrica registró un crecimiento moderado de 0,3% entre 1997- 2004. 

5.1.4.1.2 Investigación y Desarrollo en Argentina

Focalizándose en el desempeño argentino, los indicadores agregados de inversión permiten observar un cambio en la tendencia y en el comportamiento del esfuerzo comparado con períodos anteriores. La inversión en ciencia y tecnología se ha recuperado en los últimos cuatro años: el crecimiento acumulado entre 2001 y 2006, tanto en Actividades de Ciencia y Tecnología (ACyT)18 como en I&D fue del 50% y del 46% respectivamente, con un aumento superior a la década pasada, lo que indicaría mayor interés por el desarrollo científico y tecnológico19.

Esta situación ha contrarrestado la tendencia a la baja que tuvo la inversión en ciencia y tecnología en años anteriores, incluso analizándolo en términos relativos al PIB. Precisamente, la inversión, tanto en ACyT como en I&D, con relación al PIB ha crecido en forma continua desde el año 2003, superando los valores de 1999. Más destacable aún es que el crecimiento del indicador relativo al PIB se consigue en un contexto de fuerte expansión económica de los últimos años, lo que señala un incremento aún mayor de la inversión en ciencia y tecnología.


18 Esta categoría es más amplia, incluyendo la I&D, la enseñanza y la formación científica y técnica, las actividades auxiliares de difusión de la ciencia y técnica y los servicios científicos y técnicos.

19 El gobierno argentino, a través de la Secretaría de Ciencia y Técnica, ha desarrollado un plan para intentar alcanzar el 1% de inversión en ciencia y tecnología en relación al PIB en el 2010, mediante la articulación de los organismos de ciencia y tecnología, universidades publicas y privadas y de las empresas productoras de bienes y servicios.


 

En cuanto al origen del financiamiento de la ciencia y la tecnología, se sostiene la fuerte dependencia del financiamiento público con pocos cambios respecto de años anteriores. En 2006 el sector público aportó el 65% de la inversión, distribuido en un 43% por el sector gobierno y un 22% por las universidades públicas. La participación del sector privado en la financiación de actividades científicas y tecnológicas se ha incrementando en 2006 respecto de 2002, pero no logró superar el valor relativo de 2005. Por lo tanto, es necesario buscar mecanismos apropiados que incentiven al sector privado a incrementar sus inversiones en I&D e innovación, para reducir la brecha con los países desarrollados, donde el financiamiento privado sostiene la inversión en ciencia y tecnología aportando más del 60% del total y su contribución respecto del PBI promedia el 1,5% del PBI para los miembros de la OCDE.

5.1.4.1.3 Actividades de innovación en las empresas

En los últimos tiempos, el impacto de las nuevas ideas, tecnologías y proyectos de inversión sobre la PTF ha adquirido un rol cada vez más destacado. Por ello, se observa un interés creciente en las actividades de innovación20 (AI) tanto realizadas por el Estado como por las empresas. Una estrategia innovadora supone la implementación de actividades de I&D, sobre todo en lo referente a productos y procesos; incorporación de bienes de capital, transferencia de tecnología, ingeniería de proyectos, capacitación y asistencia técnica a la producción, entre otras. 


20 Estas comprenden la adquisición de tecnología incorporada (maquinaria y equipo, hardware y software), la desincorporada (contratación de tecnología, organización de la producción, etc.), las actividades de diseño industrial, la contratación de consultorías y las actividades de capacitación.


 

La industria argentina invirtió poco más de $7.000 millones en el período 2002-2004, lo que implica un promedio de $2.300 millones anuales. El promedio de gasto en I&D alcanzó los $456 millones en el sector. En lo que se refiere a los indicadores de inversión en tecnología, éstos han mejorado sustancialmente: acompañando el ritmo de crecimiento de las ventas, los gastos en proyectos de I&D se han triplicado entre 1998 y 2004 y su participación sobre la facturación, si bien continúa siendo muy poco significativa, se ha vuelto a ubicar en los niveles previos a la crisis de fines de 2001 (0,20%). Sin embargo en la comparación internacional, Argentina se encuentra rezagada respecto de los valores registrados en otros países como Brasil (0,61%), Alemania (3,11%) y Países Bajos (2,97%). 

Respecto de la distribución de los esfuerzos en innovación por sector industrial se observa que las ramas destacadas en I&D/ventas son Maquinaria y Equipo y Automotores, ya que cuentan con una participación sostenida y creciente a lo largo del período. En estos sectores pareciera que el incremento de actividad y del nivel de ventas ha sido acompañado por una mayor participación de los gastos en innovación, tendientes a mejorar los niveles de competitividad (calidad, prestaciones, etc.) de sus producciones.

En cuanto a los frutos de las AI, es decir, las innovaciones introducidas al mercado, las evidencias para el período 2002-2004 resultan menos alentadoras que las ofrecidas por los registros correspondientes a los años 1998-2001. Pese al incremento en los esfuerzos innovativos realizados por las empresas argentinas entre 2002 y 2004, el porcentaje de éstas que han introducido innovaciones tecnológicas de producto o de proceso (TPP) sobre el total del panel21 es del 47% versus el 56% registrado en el período anterior.


21 Se refiere sólo al panel integrado por las empresas seleccionadas para la Encuesta Nacional a Empresas sobre Innovación, I+D y TICs 2002-2004. Son datos no expandidos al resto de las empresas.


 El porcentaje de innovadoras TPP sobre el total de empresas encuestadas continúa siendo relativamente alto en relación con los parámetros internacionales, presentando valores cercanos a los observados en algunos países desarrollados, aunque sí es significativamente inferior al valor registrado en Alemania (60%), pero superando a Brasil para el período 2001-2003 (33%). Es necesario relativizar este buen resultado, ya que probablemente obedezca a que prevalece en Argentina la introducción de innovaciones de menor alcance o profundidad de la que es habitual en otros mercados – sobre todo, los europeos -. El nivel relativamente bajo de los gastos en I&D sugiere que las innovaciones preponderantes son de carácter incremental22.

 Por otra parte, el número de empresas potencialmente innovadoras23, ha mermado en forma importante representando sólo el 14% del total de firmas (versus el 22% del período 1998- 2001). En parte, estos resultados pueden explicarse por el importante crecimiento del número de firmas que no han desarrollado ninguna actividad de innovación. Esto se debe principalmente al contexto en el que deben realizar nuevos productos o procesos: la volatilidad económica atenta contra estos desarrollos de largo plazo, ya que no les permite disfrutar de las ganancias de los mismos cuando se cambian las reglas impredeciblemente. Esto ha llevado a que sólo desplegaran esfuerzos las empresas con mayor certeza relativa de que obtendrían resultados, deprimiendo de este modo el indicador de potencialmente innovadoras.

La comparación internacional nuevamente no es favorable a Argentina. Un 14% de las empresas encuestadas realizó esfuerzos pero no logró resultados positivos en AI, esto es, más de 2,5 veces el valor observado en Francia, 2,3 veces el de Alemania y 4 veces el de los Países Bajos. Nuevamente hay que reafirmar la necesidad de establecer políticas de apoyo a este conjunto de firmas en la medida que son empresas que presentan una conducta activa en términos de innovación, pero por algún motivo no logran alcanzar nuevos productos o procesos. Es conveniente avanzar en el análisis de los obstáculos que enfrentan estas firmas y las causas específicas por las cuales no logran convertirse en innovadoras TPP.


22 Las innovaciones incrementales hacen referencia a pequeños cambios dirigidos a aumentar la funcionalidad y/o las prestaciones de un producto o proceso. Esto es contrario al concepto de innovación radical, que implica una ruptura con lo establecido o hasta el momento conocido (por ejemplo, la creación de un nuevo producto o proceso) que no se sigue de la evolución natural de lo ya existente.

23 Firmas que han realizado gastos pero aún no han alcanzado introducir innovaciones de producto o proceso al mercado


 El bajo esfuerzo global en innovación en bienes de capital y procesos manufactureros, produce una alta tasa de obsolescencia de la infraestructura productiva. Este elemento daña severamente la competitividad de la industria local poniendo en riesgo la participación nacional en los mercados mundiales. La única manera estructural de procurar una creciente competitividad por una parte y mejorar el salario y el poder adquisitivo por la otra, es la incorporación sistemática de tecnología en la producción.

5.1.4.1.4 Resultados de las innovaciones científicas y tecnológicas: patentes y artículos de investigación

5.1.4.1.4.1 Patentes

En las economías basadas en el conocimiento, los activos intelectuales – propiedad intelectual, el capital humano y las capacidades organizacionales – juegan un rol crucial en el desempeño de las empresas y el crecimiento económico. Las empresas que desean mejorar sus ventajas competitivas invierten más en la creación y adquisición de conocimiento y patentan más inventos, sobre todo las de los países desarrollados.

Si bien el sector privado tiene un rol primordial en llevar a cabo la expansión de los mercados tecnológicos, los gobiernos juegan un rol muy importante, ya que son los encargados de incentivar y apoyar estas iniciativas. En este sentido, las patentes24 constituyen un derecho exclusivo que el Estado confiere a los inventores de productos y procesos, otorgándoles el monopolio de explotación del invento durante un período de tiempo determinado – generalmente de 20 años – desde la fecha de presentación de la solicitud. Como contrapartida, los autores del invento deben dar a conocer a la sociedad el fruto de sus investigaciones. Transcurrido ese lapso los conocimientos pasan a ser de dominio público, pudiendo la sociedad beneficiarse de su utilización25.

La razón por la que el Estado debe conceder un monopolio temporal a las empresas, es porque en caso contrario, éstas no podrían apropiarse, parcial o totalmente, de los ingresos adicionales generados por la innovación, los que a su vez les permiten cubrir los costos de las inversiones. Como consecuencia, no existirían incentivos suficientes para realizar gastos en I&D y, por lo tanto se resentiría el progreso tecnológico. El impacto social de las patentes se supone positivo, es decir, el beneficio que brindaría el progreso tecnológico desarrollado por las nuevas invenciones sería mayor que el costo de tener que pagar mayores precios por la exclusividad de la invención.

El proceso de aceleración de los desarrollos tecnológicos en el que se encuentra sumergido el mundo, es claramente visible en la evolución del número de patentes. Sin embargo, como es esperable, su distribución no es homogénea. En los países desarrollados, los cambios en los gastos de I&D se han reflejado en las tendencias de patentamiento, ya que éste representa una de las formas de codificar y proteger las innovaciones llevadas a cabo en las fases de investigación. Los países menos avanzados, por su parte, muestran una cantidad de patentes muy pequeña en relación a los desarrollados, pero estas han presentado un rápido crecimiento, particularmente en años recientes. China, Taipei e India fueron los principales actores. Incluso la participación de éstos en el total de patentes se ha incrementado, esperándose que se mantenga esta tendencia. En los sectores de Biotecnología y TIC hubo considerables incrementos, aunque desde bases pequeñas. Este último, presentó un pronunciado aumento en China, Singapur, Israel y Taipei. 


24 La patente de invención es un bien intangible. Al igual que un título de propiedad sobre un bien, la patente puede transferirse – venderse, heredarse o ser cedida -.

 25 Las patentes tienen un carácter territorial, es decir, son sólo válidas en el territorio del Estado que las concede.


 Como se observa en el Gráfico 5.33, no sólo los países con un largo historial en innovación tecnológica como Estados Unidos, la Unión Europea o Japón  figuran entre los principales. Nueva Zelanda, Australia, países que tenían el mismo nivel de desarrollo que Argentina a principios del siglo XX, poseen indicadores que superan ampliamente el desempeño argentino en la materia. Sólo en la comparación con otros latinoamericanos, la performance es mejor.

Mientras que el resto del mundo intenta modernizarse y seguir el ritmo del desarrollo tecnológico, Argentina se dirige en sentido contrario. En las décadas del desarrollismo, el país presentaba una cantidad considerable de patentes, y estaba a la altura de países más avanzados, como Alemania. Sin embargo, las décadas más recientes muestran el retroceso y el acercamiento a otros países de la región. Diferente es el ritmo de países como Corea, Nueva Zelanda o Australia, cuya cantidad de patentes aumenta, o al menos es estable.

5.1.4.1.4.2 Artículos de investigación científica

Además de las patentes, otro indicador de las actividades tecnológicas son las publicaciones de artículos de investigación en ciencias. Estos, al igual que las patentes, también se vieron influenciados por el crecimiento de las actividades tecnológicas. Entre 1996 y 2003, el número de artículos publicados mundialmente creció desde 590 mil a casi 700 mil, es decir, un salto del 18%, de los cuales gran cantidad fueron llevados a cabo por el sector académico. 

Pocos países concentran la gran producción de artículos. Estados Unidos y la Unión Europea poseen el 30% cada uno del total mundial en el año 2003. Le sigue Japón, muy por detrás, con el 9%. Esta concentración geográfica es muy similar a la de I&D, revelando la relación entre ambas variables. Sin embargo, las tasas de crecimiento de los países asiáticos fueron considerablemente altas, mayores que las de Estados Unidos y la Unión Europea.

Como se mencionó anteriormente, la producción de artículos científicos es mayor generalmente en los países que poseen mayor intensidad de I&D respecto de su PIB. Esto es claro en los países de la Unión Europea y los angloparlantes, donde el esfuerzo realizado en investigación se ve reflejado en la publicación de los mismos. Sin embargo, en Japón y Corea, a pesar de sus grandes esfuerzos en I&D, el indicador de publicaciones es mucho menor. Esto se explica principalmente por un sesgo estadístico hacia los países donde el inglés es el idioma oficial, o donde su utilización está más difundida26.

Las disparidades regionales son muy claras. Como se observa en el Gráfico 5.36, los países desarrollados llevan una amplia ventaja a los menos avanzados. Quienes se destacan por los avances logrados son los asiáticos, en especial, Singapur, Taiwán y Corea, todos por encima del promedio mundial. China e India, por sus enormes poblaciones se ven más relegadas en este indicador. América Latina se encuentra muy por detrás: Argentina, con 83 publicaciones por millón de habitantes no alcanza al promedio mundial, y es superado por Chile. La diferencia entre Argentina y el país mejor posicionado, Suecia, es de casi 14 veces.


26 Esto es así porque el indicador no tiene en cuenta la publicación de artículos en revistas académicas o especializadas de origen local, considerando sólo los publicados en las revistas internacionales más reconocidas.


 Los asiáticos vuelven a destacarse al analizar la composición de las publicaciones. Estos se han dedicado a la investigación en las ciencias duras: matemática, química, física, ingeniería y computación. En otras palabras, tienen un claro sesgo hacia las áreas de desarrollo de tecnología e industria. En China, Corea, India y Japón superan el 50% del total de artículos de investigación. En otras regiones, la distribución es diferente: Suecia y Estados Unidos, los mayores productores de artículos, se destacan en investigación relacionada con la medicina y en física, y los más citados gracias a su excelente reputación. En otros campos, como la investigación espacial, se destaca Chile, mientras que Argentina, es reconocida en el ámbito de la psicología (OCDE, 2005). Esto pone de manifiesto la falta políticas que orienten la investigación, sobre todo en el área académica, hacia el desarrollo tecnológico, tanto en los institutos de investigación como en la formación de los recursos humanos27.

5.1.4.2 La importancia del marco institucional

Es ampliamente reconocido que para lograr progreso y desarrollo económico es clave que un país crezca a tasas altas y sostenidas en el tiempo, indicando que el progreso se encuentra en parte vinculado a un contexto macroeconómico estable. Sin embargo, si no se mejoran los marcos institucionales, tales como los derechos de propiedad, el control de la corrupción y la performance de los gobiernos, la estabilidad corre el riesgo de no perdurar. Por lo tanto, si el crecimiento depende de la calidad de las instituciones, es importante conocer cómo éstas pueden ser construidas o mejoradas y en qué estado se encuentran en la actualidad.

Las instituciones pueden definirse como un conjunto de reglas formales – y convenciones informales – que proveen el marco para la interacción humana y modelan los incentivos de los miembros de la sociedad. Desde una perspectiva económica, las instituciones aseguran dos resultados deseados: un adecuado y relativamente igualitario acceso a la «oportunidad económica»; y que aquellos que provean de capital y trabajo sean apropiadamente recompensados y que sus derechos de propiedad sean protegidos. A su vez, las instituciones económicas están ligadas a las políticas, ya que son las que tienen el poder sobre las primeras, principalmente afectando la distribución de los recursos.


27 Un análisis más detallado del problema de la captación de recursos humanos en la industria se expone más adelante.


 Resulta claro entonces que instituciones económicas adecuadas deben ser acompañadas por su contraparte política. Si el poder político está compartido y sujeto a controles, el riesgo de que aquellos que lo poseen lo usen para beneficio propio como forma de extraer rentas, es menor. Por otra parte, las instituciones económicas apropiadas son más propensas a aparecer en contextos donde las oportunidades de obtener rentas extraordinarias sean bajas (rent-free enviroments)28, es decir, donde los individuos no sean capaces de tomar ventaja de posiciones de monopolio o acceso privilegiado a la explotación de un recurso natural, por ejemplo.

La compleja relación entre nivel de ingresos per cápita, régimen político y libertad económica, conforman un tópico de difícil. Sin embargo, de acuerdo a estudios empíricos del FMI29, las transiciones económicas hacia marcos institucionales más fuertes, están positivamente relacionadas, no sólo con el crecimiento del PIB, sino también con el aumento de la inversión en relación al PIB y el aumento de la productividad (PTF). De acuerdo a estos estudios, el crecimiento del PIB se incrementó en un 2% promedio anual en los países que experimentaron cambios en sus instituciones económicas. Por su parte, la inversión mejoró de forma más modesta, pero su calidad sí se modificó significativamente. Y lo más importante: el crecimiento de la productividad pasó de tener tasas negativas – es decir, de decaer – a crecer a tasas promedios de 1,5% anual.

La evolución institucional en el mundo tuvo un gran despegue durante los últimos dos siglos, presentando profundos cambios. Como es evidente, estos cambios no fueron parejos en todas las regiones. Los países de Europa Occidental, Estados Unidos, Australia, Canadá y Nueva Zelanda son ejemplos donde el desarrollo institucional se ha fortificado con el tiempo y han captado los beneficios de un importante crecimiento. Aquellos con instituciones más débiles, han caído en una trampa, donde la combinación entre éstas y la pobre performance económica, continúan realimentándose mutuamente. Este fue el camino seguido por muchos países de Latinoamérica, Europa del Este, China, Rusia, y en las colonias de Asia y África30.


28 Los «buscadores de rentas» (rent-seeking) son aquellos individuos que persiguen la obtención de rentas a través de la manipulación de los marcos legales o vía presiones políticas, sin brindar nada a cambio (sin aumentar la productividad). Contrariamente, los «buscadores de ganancias» (profit-seeking) buscan crear valor a través de la actividad económica mutuamente beneficiosa.

29 Se utilizó una muestra de 90 países (incluyendo a Argentina) que sufrieron algún tipo de transición o cambio en sus instituciones económicas en el período 1974-2004. Para más detalles ver: World Economic Outlook, septiembre de 2005.

30 Japón es un caso excepcional de un país que fue capaz de producir un cambio radical en sus instituciones.


En los últimos 30 años, cambios profundos mejoraron el potencial del marco institucional. La transformación fue influenciada por varias vías, entre las más importantes se encuentran la rápida evolución tecnológica y la globalización. La primera incrementó las posibilidades de industrialización para muchos sectores, mientras que la globalización brindó oportunidades antes no disponibles gracias a la disminución de los costos de transporte y comunicación. Como se observaen los Mapas 5.3 y 5.4, casi todos los países han mejorado su marco institucional, pero con notables diferencias. En América Latina en 1975, Argentina, Brasil, Perú y Chile se encontraban en el mismo nivel de calidad institucional. 27 años después todos mejoraron, pero Argentina lo hizo en menor medida, quedando rezagada frente al resto.

Esto es relevante en la medida que gran parte de las diferencias de crecimiento entre países está explicada por el sistema institucional vigente en cada uno (Easterly, 2005). La efectividad de las instituciones públicas puede resumirse en los siguientes factores:

– el respeto por los derechos de propiedad

– la presencia de la ética en el comportamiento del gobierno y la predominancia de la corrupción.

– la independencia del sistema judicial y el grado de libertad dado por el gobierno al sector privado

– la ineficiencia del gobierno reflejada en los recursos públicos malgastados y en una carga regulatoria excesiva

– la capacidad de brindar un ambiente para la actividad económica donde haya seguridad pública.

De acuerdo al índice del World Competitiveness Report 2007-2008, que mide los factores arriba mencionados, Argentina se encuentra en el puesto 123° de 131 países en su calidad institucional. Sólo supera a Bolivia, Ecuador, Bangladesh, Kirguizistán, Timor Oriental, Paraguay, Chad y Venezuela. Chile fue el mejor posicionado de América Latina, ubicándose en el puesto 29° en el ranking, incluso superando a Estados Unidos.

Lamentablemente, ésto también es evidente al tomar el Índice de Libertad Económica de Heritage Foundation. La Libertad Económica se define como aquella que se ocupa de la autonomía material de los individuos en relación al Estado y otros grupos organizados. Un individuo es libre económicamente si es capaz de tener el control sobre la propiedad de su trabajo y sus bienes. Es decir, esta comprende los derechos de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios31La libertad plena se desarrolla cuando existen derechos de propiedad bien definidos, en ausencia de coerción o limitación de la libertad más allá de lo necesario para protegerse y mantenerse a si misma.

En el Mapa 5.5 se observan las disparidades en el mundo respecto de este indicador. Los países más avanzados presentan mejores puntajes respecto del resto. En Latinoamérica, Chile es nuevamente la excepción, estando a la altura del mundo desarrollado, incluso mejor que algunos países de Europa Occidental. Argentina no se encuentra bien posicionada, ni siquiera respecto de los países de la región, presentando desde 1999 una abrupta caída en el ranking. En 2007 fue evaluada como «mayormente regulada» – con un puntaje del 57,5% -. Este decaimiento se explica principalmente por:

– Fuerte caída en la libertad frente a la corrupción: refleja la percepción de los empresarios. Es el indicador con mayor caída respecto de la década de los ’90.

– Derechos de propiedad: de acuerdo a esta calificación, el sistema judicial es muy ineficaz y está influido por las otras ramas del gobierno y es corrupto.

– Libertad de Inversión: Argentina cuenta con restricciones en algunos sectores, burocracia y corrupción.

– Libertad financiera: fuerte influencia del gobierno sobre el BCRA y el resto del sistema.


31 Este índice se compone de diez partes: libertad para hacer negocios, libertad para comerciar, libertad monetaria, libertad frente al gasto público, libertad fiscal, derechos de propiedad, libertad para invertir, libertad financiera, libertad laboral y libertad frente a la corrupción, todos con igual peso en el puntaje final. El índice posee una escala de 0% a 100%, donde 100% es el máximo de libertad. 


 

Debido a que las instituciones de un país son el resultado de una compleja interacción de factores políticos, económicos, culturales e históricos, éstas tienden a perpetuarse en el tiempo. Modificar las instituciones es un proceso lento y no exento de dificultades, que requiere de decisión política y medidas de fondo para limitar los incentivos de los grupos de poder para capturar rentas económicas. Por lo tanto, a la hora de planificar a largo plazo es clave considerar el sistema institucional. Sería ingenuo confiar sólo en el crecimiento económico como vía para lograr desarrollo y mejorar la calidad de vida.

A pesar del magro desempeño de Argentina, este país siempre ha sido reconocido por su gran potencial, tanto en recursos físicos como humanos (World Competitiveness Report, 2006-2007). El gran desafío para alcanzar una senda de desarrollo sostenible, consiste entonces en cómo construir un sistema institucional general eficiente – y en particular en cuestiones de incentivos económicos – en un ambiente hostil para el funcionamiento de las mismas.

5.2. Industria

5.2.1 El sector industrial en el mundo

La industria, que es el sector dedicado a la producción de bienes, comenzó a desarrollarse en el Siglo XVIII, acelerándose a partir del Siglo XIX. Esta ha sido la fuerza que impulsó el proceso de desarrollo en el mundo durante mucho tiempo. Actualmente, si bien ha perdido un poco de relevancia, es un importante sector para muchos países, tanto desarrollados como en desarrollo. Es evidente que los países industrializados, donde se observa mejores estándares de vida y mayor desarrollo social, difieren ampliamente de los países de bajos ingresos; donde el valor agregado de la industria es equivalente al 5% del producido por las industrias de los países más avanzados (Banco Mundial, 2005). Esto señala la existencia un vínculo entre el desarrollo social y la actividad industrial (UNIDO, 1995). Esta última, tiene el potencial para lograr, directa o indirectamente, una variedad de objetivos sociales; como por ejemplo, la creación de puestos de trabajo, la disminución de la pobreza, el mejoramiento del ingreso personal, entre otros. 

La industrialización, además de ser uno de los motores del crecimiento económico, es el sector que cataliza la transformación tecnológica, financiera y socioeconómica de los países. El desarrollo tecnológico y la innovación, contemplados dentro de los factores estratégicos de cambio analizados en el Capítulo 1, han sido mayores en el sector manufacturero y en los servicios relacionados a él que en otros ámbitos de las economías. Los países que ignoran sus sectores industriales, corren el riesgo, no sólo de atrasarse tecnológicamente, sino también de quedar a merced de las fluctuaciones de los precios de los commodities, es decir, de aumentar su vulnerabilidad y volatilidad económica32.

En los últimos 60 años, la industrialización ha transformados a las economías de los países desarrollados tanto económica como socialmente; y en las últimas tres décadas, este mismo proceso ha alcanzado un estadio avanzado en algunas economías de industrialización más reciente, especialmente en el este y sudeste asiático. Mientras que la participación del valor agregado industrial se ha más que duplicado en los países en desarrollo, el progreso no ha sido parejo. Como se observa en el Gráfico 5.38, la industria continúa siendo el sector dominante en el este asiático y el pacífico. En esta región el valor agregado manufacturero más que se triplicó durante 1990-2003, creciendo a una tasa anual promedio del 10%. El en sur de Asia, por otra parte, el PIB industrial se duplicó en el mismo período a una tasa promedio de 6,2% anual. América Latina presenta un estancamiento en el crecimiento del sector, presentando tasas similares a las de los países del África subsahariano, con tasas de crecimiento para el año 2005 de 4,1% y 5,8% respectivamente. 


32 En el Anexo del Capítulo 2 se amplía el análisis referente a la volatilidad de la economía.


 A excepción del este y sudeste asiático, el sector fabril presenta una tendencia de reducción en su la participación en el PIB. El sector de servicios ha crecido más rápidamente que cualquier otro sector. Sin embargo, es necesario señalar que la mayor parte del valor agregado de los servicios está relacionada con la producción bienes, ya que consisten en comercialización, transporte y servicios comerciales utilizados por la industria. Esto constituye parte de la estrategia de subcontratación como forma de disminuir costos, aumentar la eficiencia y mejorar la competitividad.

El aporte del sector manufacturero al empleo también es considerado de suma importancia. Sin embargo, éste se ha desacelerado como consecuencia de los cambios estructurales de la industria, el desarrollo de la tecnología y la automatización de los procesos productivos. Cada vez son más capital intensivos, lo que ha reducido la proporción de recursos humanos empleados. Al mismo tiempo, el proceso tecnológico exige cada vez mayor capacitación por parte de los operarios. Todas estas transformaciones, imprimen un dinamismo tal al sector, que hace necesario que el mercado laboral se adapte al mismo. En este sentido, no hay que olvidar el aporte del sector a la creación indirecta de empleo. Algunos estudios señalan que los efectos de creación indirecta de puestos de trabajo a través de la inversión en la industria es mayor en relación a los efectos directos de producen las inversiones intrasector (UNIDO, 1995).

La productividad medida como el PIB por hora trabajada33, ha crecido en casi todos los países del mundo. Esto se produjo como consecuencia del desarrollo tecnológico, la innovación y el incremento del capital humano. A pesar de los incrementos de la misma, al analizarlos respecto de los países desarrollados, se observa que algunos han progresado más que otros. Comparando la productividad de cada país como proporción de la estadounidense (Gráfico 5.39), son pocas las regiones, y por pocos años, las que han progresado más que éste. Sólo Alemania y Francia en el año 1997 superaron el crecimiento de la productividad norteamericana, lo que señala las grandes disparidades que existen entre los países. 


33 El PIB está expresado en Poder de Paridad de Compra.


 América Latina quedó muy rezagada términos de productividad relativa, presentando deterioro en el tiempo. Desde la década de 1970 hasta 1983, se inició un proceso de convergencia, que coincidió con una caída de la productividad norteamericana más que con un aumento de la latinoamericana. Sin embargo, con la recuperación de Estados Unidos a partir de mediados de los ochenta el proceso de convergencia se detuvo, comenzando una fase de estancamiento. En los noventa no se observan grandes aumentos de las mismas, ya que las políticas de liberalización y apertura económica, generaron efectos transitorios, y no permanentes en la tasa de crecimiento de la productividad regional. En año 2005 la productividad promedio de América Latina equivalía al 31% de la estadounidense.

5.2.2 Evolución histórica de la industria argentina

La industria argentina ha atravesado diferentes etapas hasta llegar a la situación actual. Se inició con el modelo agroexportador a fines del Siglo XIX y luego se vio impulsada por la necesidad de producir internamente los bienes manufacturados que se importaban desde Europa hasta la Primera Guerra Mundial, cuando los flujos comerciales se interrumpieron. Este tipo de desarrollo finalizó en 1930, con la crisis mundial. A partir de allí, comenzó una etapa de desarrollo lento, hasta su punto máximo en la etapa sustitutiva de importaciones (ISI) para luego reducir su participación en el PIB durante la década de 1980. En los 90 vivió otra época de corto esplendor, después de la reestructuración económica. 

Si se analiza la participación de la industria en el PIB, se puede observar que su tendencia es creciente y se extiende hasta mediados de la década del 70, punto en el cual se inicia un retroceso constante. Otra forma de considerar el desempeño industrial es analizando la importancia relativa del sector manufacturero respecto del sector agropecuario, donde al comparar a Argentina con Brasil y México, se observa cómo el sector fabril argentino perdió terreno luego de la mediados de la década de 1970, cuando alcanzó un pico máximo: el valor agregado de la industria triplicaba el valor agregado del sector agropecuario. En la actualidad, no alcanza a duplicarlo, presentando una tendencia constante.

En México por otra parte, las manufacturas han ganado importante participación, cuadruplicando la proporción relativa al valor agregado del agro, e incluso acelerándose en años recientes. Este fenómeno de los últimos años coincide con la entrada de este país al NAFTA. Brasil, con una industria mucho más fuerte, pero también con un sector agropecuario importante, presenta un comportamiento similar al argentino, pero de menor magnitud. 

En el caso argentino, el modelo agroexportador impulsa la industrialización a partir de 1880. Este estaba basado en la especialización en la producción de granos y carnes a partir de la explotación de sus abundantes y competitivos recursos naturales. A partir de su consolidación institucional, el país generó una vigorosa inserción internacional en función de sus dinámicas exportaciones de bienes primarios y la importación de capitales y manufacturas. Gracias a una serie de condiciones hicieron que Argentina se destacara como el país latinoamericano con mayor desarrollo industrial, poseyendo 50.000 establecimientos (Kosacoff, 1993). Estas condiciones fueron:

– temprano desarrollo educativo,

– dificultades de abastecimiento externo por la Primera Guerra Mundial,

– costos de transporte crecientes,

– crecimiento del mercado interno, entre otros.

Sin embargo, el agotamiento de la frontera agropecuaria, los problemas generados por la crisis mundial de 1930 y los conflictos por la triangulación con Estados Unidos y Gran Bretaña dieron fin al modelo. Fue en este marco de paulatino apartamiento del comercio exterior, que comenzó el proceso de ISI.

La etapa de sustitución de importaciones consistió, como su nombre lo indica, en tratar de disminuir la dependencia de las importaciones, sobretodo de los bienes de capital, elaborando localmente sustitutos. En su fase incipiente -hasta 1945- el crecimiento industrial se basó en la industrialización anterior y avanzó muy rápidamente en los tramos «fáciles» de la producción manufacturera, es especial de bienes de consumo.

A partir de 1945, Argentina presentaba una fuerte demanda excedente de bienes durables tanto de consumo como de bienes de capital, debido al cierre de la economía, entre otros factores provocados por la restricción vía aranceles, retenciones y otras trabas al comercio exterior, en el marco de la salida de la Segunda Guerra Mundial. Basándose en una política de subsidios a tasa real negativa, se inició el proceso industrializador pero con numerosas dificultades: escasez de recursos humanos calificados para este tipo de industria, información tecnológica deficiente y un tejido industrial inmaduro con escasez de proveedores locales, sumado a una mirada miope de focalización hacia el mercado interno. Esta última, es considerada como la diferencia fundamental entre el proceso de desarrollo industrial en América Latina y en el sudeste asiático, donde las estrategias de exportación industrial y desarrollo tecnológico independiente surgen muy temprano como eje central del modelo regulatorio que el sector público logra imponer a los industriales a cambio de los subsidios otorgados (Bisang, R.; Burachik, G. y Katz, J.,1999). El crecimiento en el uso de mano de obra y el crecimiento del mercado interno fueron fundamentales para consolidar el crecimiento.

El modelo de sustitución de importaciones en su versión desarrollista (a partir de 1958) continuó con serios obstáculos como el de la ineficiencia, dada por la escala de producción insuficiente y la falta de exportaciones que hacían deficitaria la balanza comercial. La combinación de un mercado protegido y extraordinarios incentivos para la instalación de plantas generaba una producción no sólo no apta para la exportación, sino además incapaz de brindar productos con una buena relación calidad-precio al mercado interno. Si bien la sustitución de importaciones se había logrado para la mayor parte de las ramas industriales, la provisión de algunos insumos y sobre todo, de máquinas y equipos para inversión seguía con la habitual dependencia del exterior. Por lo tanto, las posibilidades de producción quedaban determinadas en gran parte por la capacidad para importar. Fue esto último sumado al sesgo antiexportador de la industria lo que provocaba la escasez de divisas que daba lugar al stop-and-go34.

A pesar de todas las dificultades, en el período que abarca desde 1964 a 1974 se produjo una gran expansión de la producción industrial, cuando creció en promedio un 5,14% anual, siendo estos once años de crecimiento ininterrumpidos uno de los más prologados de la historia35. Este buen desempeño del sector industrial se tradujo en un considerable aumento de su participación relativa dentro del valor agregado generado por la economía nacional; su porcentaje pasó del 20% al 23% del PIB. Los sectores que lideraron la buena performance fueron el metalmecánico, el químico y el petroquímico, que en conjunto, constituían el 52% del PIB industrial. En este período el sector manufacturero se convirtió en el motor de crecimiento, generador de empleo y base de la acumulación de capital.


34 Este fenómeno hace referencia al proceso que se da cuando por la misma dinámica de crecimiento se producía una recesión (stop) seguida de una recuperación (go). Esto se generaba cuando el crecimiento de la economía provocaba un aumento tal de las importaciones (sin generar crecimiento en las exportaciones), que ocasionaba déficit en la balanza comercial. Entonces, se recurría a una devaluación, que disminuía el consumo interno vía una caída del salario real (por el aumento de precios de los bienes transables, típicamente alimentos). Esto hacía que aumentaran los bienes transables disponibles para vender en el exterior y que disminuyeran las importaciones por su encarecimiento, mejorando el saldo de balanza comercial (fase de stop). Cuando los salarios nominales comenzaban a aumentar, se reavivaba el consumo, la producción y las importaciones (fase de go); aunque gestando un nuevo período de recesión.

35 Los períodos de crecimiento ininterrumpidos de crecimiento industrial más largos fueron los 15 años entre 1882-1896 con un promedio de 16,9% anual y entre 1933-1948 (16 años), con un crecimiento de 3,9% promedio anual.


 Por diferentes factores internos y externos, el modelo se fue agotando a fines de la década de 1970. En esos años el país experimentó un abrupto deterioro de su equilibrio externo y se implementaron políticas de apertura de los mercados y liberalización externa. Sin embargo, era el mismo modelo ISI el que carecía de consistencia, ya que el sector industrial dependía fuertemente de insumos y tecnología importada, pero no generaba las divisas necesarias para afrontar esos gastos. 

En la década de 1980, la industria no fue la excepción al magro desempeño del resto de la economía. El estancamiento de la misma hizo que perdiera 3% de participación en el PIB, no generó nuevos puestos de trabajo, debido a las serias dificultades estructurales en este mercado y los niveles de inversión fueron menores a la amortización del capital, lo que produjo descapitalización en el sector. 

Durante la década de 1990 se produjo una reforma radical de la economía, que consistió en la estabilización monetaria, la privatización de empresas públicas y servicios de infraestructura y la implementación de medidas de desregulación de la actividad productiva. Los principales elementos que caracterizaron el desempeño en los años noventa fueron la disminución del número de establecimientos productivos, el aumento del grado de apertura comercial (con énfasis en las importaciones), un proceso de inversiones basado la adquisición de equipos importados, el aumento de la concentración y la extranjerización de la economía. Asimismo, hubo una mayor adopción de tecnología de punta y de origen externo, pero un abandono de la mayor parte de los esfuerzos tecnológicos locales en la generación de nuevos productos y procesos.

En el período 1991-1994 el PIB fabril aumentó en promedio un 7% anual. En 1995, la crisis mexicana afectó la racha de crecimiento de la economía y de la industria, cayendo 2,8% y 7,2% respectivamente. Después ya no fue posible recuperar la senda de crecimiento sostenido, y sólo de 1996 a 1998 se lograron tasas de crecimiento positivas (de 4,8% promedio anual). Con el comienzo de la recesión, el decrecimiento del sector se fue agravando, tanto que entre 1998 y 2002 el PIB industrial cayó un 27%, en lo que fue una de las crisis del sector más graves de la historia. 

5.2.3 Desempeño industrial reciente

5.2.3.1 Aspectos generales del sector manufacturero

La producción industrial siempre ha estado íntimamente relacionada con el ambiente macroeconómico del país (Gráfico 5.43). A partir de la salida de la convertibilidad, la producción del sector ha presentado importantes tasas de crecimiento, como también records en valores absolutos. Promediando más de cuatro  años de crecimiento sostenido, con un promedio de 10,8% anual entre 2003-2006, el sector se consolida este año con un crecimiento proyectado de 6,7%36, después de haber alcanzado su punto más bajo durante el primer trimestre de 2002, cuando disminuyó un 22,1% respecto del mismo trimestre del año 2001.

 

En el modelo actual, la industria juega un rol clave. Ha crecido un 72,1% desde el piso de la crisis, mientras que el promedio de la economía lo hizo en un 48%. Apartir del año 2002 se crearon 308.500 nuevos puestos de trabajo formales (hasta diciembre 2006), con un incremento del salario nominal formal por obrero industrial de casi 160%37, mientras que el salario real industrial se incrementó un 32%.

Otro fenómeno reciente, y no menor, es la regularidad que presentó el crecimiento anual, a diferencia de los años ’90, cuando entre otras causas, la rápida apertura económica y tipo de cambio subvaluado no permitieron al sector adaptarse a la competencia externa. Las políticas económicas del momento generaron mayor vulnerabilidad externa, y tanto la industria como el resto de los sectores, sufrieron los vaivenes macroeconómicos. Primero, se interrumpió el crecimiento en 1995, con la crisis mexicana y luego a partir de 1999, con la recesión. Este comportamiento se observa claramente en el Gráfico 5.43.

En la actualidad, la consolidación de la demanda interna y externa y un tipo de cambio alto, han dado un nuevo impulso al sector, posibilitando un comportamiento de incrementos sostenidos en la producción en todas las ramas industriales desde 2003, por lo que se concluiría en 2007 el quinto año de crecimiento ininterrumpido (ver Gráfico 5.42). 

La Utilización de la Capacidad Instalada (UCI) también ha mostrado bastante estabilidad en los últimos años. Si bien después de 2002, las industrias crecían por mayor utilización de su capacidad, en la actualidad los niveles de utilización de la misma alcanzan en promedio el 72%39 revelando la necesidad de invertir para continuar creciendo.


36 De acuerdo al Relevamiento de Expectativas Macroeconómicas del Banco Central de la República Argentina correspondiente a septiembre de 2007.

37 Comprende el período entre el II trimestre de 2002 y el II trimestre de 2007.

38 El Estimador Mensual Industrial (EMI) es un indicador de coyuntura que mide la evolución de la producción industrial.

 39 Desde enero a agosto de 2007.


 Una vez agotada la capacidad instalada, es la inversión la única manera de incrementar la producción. Al observar el Gráfico 5.45, es posible notar que cada vez la diferencia de crecimiento entre EMI y la UCI es mayor. Esto pone de manifiesto de forma implícita que existe un proceso inversor de ampliación de capacidad instalada. Durante 2006, la diferencia entre ambos indicadores fue del 7,2%, ampliándose para los primeros ocho meses de 2007 hasta alcanzar un pico de 8,2% de crecimiento implícito de la capacidad productiva.

Como se mencionó anteriormente, la industria tuvo una amplia repercusión en la creación de empleos siendo uno de los sectores que más puestos de trabajo registrados instauró. El proceso industrial reciente se diferencia de los anteriores en este punto en particular. En los últimos cuatro años, treinta de cada cien nuevos empleos correspondían a alguna rama manufacturera. Esto estuvo fomentado no sólo por el crecimiento de la actividad, sino también por el abaratamiento relativo de la mano de obra respecto del capital.

En el segundo trimestre de 2007, los sectores de construcción y de servicios han creado 20% de los nuevos puestos laborales cada uno. Le sigue la industria con un 19%, señalando cierta desaceleración en el sector, luego de las significativas tasas de crecimiento presentadas en el período. En lo que atañe a la productividad, ésta se ha modificado significativamente desde 2002, siendo un 23% mayor en el año 2006. Sin embargo, los costos laborales también han crecido fuertemente, afectando la rentabilidad del sector y su competitividad. Este último, que es el factor que ha motorizado este crecimiento, se encuentra en riesgo. El costo laboral está tendiendo a igualar el valor de la productividad laboral en niveles similares a los de 1997-1998, cuando comenzó la fuerte caída del 25% en la producción industrial. Cuando el costo laboral iguale a la productividad laboral la situación de competitividad de la industria será similar a la del período antes mencionado. La industria sólo seguirá creciendo si existe una adecuada vinculación entre costos y productividad de modo tal que la inversión pueda aumentar tanto en calidad como en cantidad.

Vale destacar que en los últimos diez años, los países industriales más desarrollados y la mayoría de los países de industrialización reciente – como Taiwán y Corea – cumplieron a con creces la regla de productividad. Las excepciones – como España o Italia – reflejan aquellas situaciones donde la industria tiene severos problemas de competitividad. Cuidando la regla de preservar el costo laboral en concordancia con el valor de la productividad laboral, la industria puede ampliar y modernizar la capacidad instalada, lograr mejoras permanentes en el salario real y estabilizar los precios.

5.2.3.2 Desempeño por rama productiva

Analizando el desempeño por rama industrial, es destacable como en los últimos cuatro años, todos los sectores industriales han presentado crecimientos significativos, siendo el sector automotriz el de mejor desempeño, seguido por los textiles.

El Gráfico 5.48 muestra la cantidad de bloques que tuvieron crecimientos positivos en comparación con las que decrecieron, de acuerdo a la desagregación del EMI en un total de doce bloques40. Es posible apreciar cómo después de la salida de la devaluación, y durante cinco años, casi todas las ramas han crecido. Esta difusión del crecimiento, a pesar de las diferentes tasas a las que crece cada sector, señala cierta homogeneidad en la recuperación industrial post-crisis. Esto se diferencia de la década de 1990, cuando sólo entre 1996 y 1997 se presentó cierta homogeneidad en la distribución del crecimiento manufacturero.


40 Los bloques se dividen en: Alimentos y bebidas, Productos de tabaco, Productos textiles, Papel y cartón, Edición e impresión, Refinación de Petróleo, Sustancias y productos químicos, Caucho y plástico, Minerales no metálicos, Industrias metálicas básicas, Automotores y Metalmecánica (excluye Automotores) 


 

Detallando lo sucedido en cada rama en particular, en el Gráfico 5.49 se observa que fueron tres los sectores que más impulsaron el crecimiento: automotores, textiles y metalmecánica, todos con tasas que superaron el 20% promedio anual en el período 2002-2006. 

La industria argentina registra 58 meses interrumpidos de crecimiento, desde noviembre de 2002. En términos porcentuales, la bonanza del sector está hoy un 56% por encima del volumen registrado en aquel mes y un 23% por arriba del máximo nivel alcanzado en la década del ’90, más precisamente en junio de 1998.

Durante el 2005 y el 2006, el sector Automotriz, de Alimentos y bebidas, de Productos químicos y el Metalmecánico explicaron el 70% del crecimiento industrial en el país. Al analizar año por año, puede observarse que durante el primer año de recuperación (2003) fue la industria metalmecánica la que mayor incidencia tuvo en el EMI, explicando un 36,3% del crecimiento de dicho indicador. Durante el 2004, en tanto, el sector automotriz explicó el 25,6% del aumento del EMI y el sector de alimentos y bebidas el 13,1%. Dicho patrón también se visualizó en 2004, 2005 y 2006.

El desempeño del sector textil merece ser destacado: en cuatro años acumuló una suba de 41%. Este se ubicó sólo por debajo del sector automotor, que cuenta con el beneficio de un régimen de compensación especial en su comercio con Brasil. En el sector de minerales no metálicos, los principales actores son las cementeras. Los despachos de cemento se incrementaron a una tasa anual promedio del 22% desde el 2003 y alcanzaron el último año un total de 9 millones de toneladas41.

Por otra parte, la industria química que reviste de especial importancia dado que es la más importante de las de alta y media-alta tecnología, presentó un crecimiento promedio del 10% anual. Esta está entre los sectores que más emplea profesionales capacitados, y cada vez invierte investigación y desarrollo. 


41 En el Capítulo 6, referido al sector de la construcción se ampliará esta información.


 Durante los primeros ocho meses del año 2007, automotores, resto de metalmecánica, gases industriales, detergentes, edición e impresión y los productos farmacéuticos mostraron el mejor desempeño respecto de igual período de 2006. Las caídas se dieron en las materias primas plásticas, fibras sintéticas, lácteos, químicos y vidrio.

Si bien en lo que va de este año todos los bloques han presentado una desaceleración en su crecimiento, las tasas continúan siendo importantes. Esta desaceleración refleja un fenómeno de convergencia a medida que el resto de la economía retorna a tasas más moderadas de crecimiento. En el contexto actual se prevé el sostenimiento de estos niveles durante 2007, estimando que automotores, metalmecánica y químicos serán los de mayor tracción.

El complejo automotriz argentino está integrado por empresas terminales dedicadas al montaje, que son firmas de inversión extranjera directa, y un segmento de empresas autopartistas, de variados tamaños y características, que pueden ser independientes o controladas por las terminales. El complejo en su conjunto, que incluye la fabricación de vehículos automotores y la de partes, piezas y accesorios para vehículos automotores y sus motores, representó en promedio en los años 2001-2005 aproximadamente el 5% de las exportaciones totales y el 5% aproximadamente del PIB del sector industrial. Este sector a partir del año 2003 recobra un nuevo impulso el cual queda evidenciado en las inversiones registradas en los últimos años, los aumentos en los niveles de producción y el intercambio comercial externo. 

 La recuperación del sector ha sido excelente: presenta una de las tasas de crecimiento más altas de su historia y se encuentra a punto de superar el record de producción y exportaciones logrado en 1998, de 458 mil y 237 mil unidades, respectivamente. Además se ha logrado diversificar los destinos de las exportaciones: mientras que en el año 2000 la dependencia de ventas de unidades terminadas a Brasil era del 81%, en 2005 fue de 35,5%. Los destinos que muestran mayor dinamismo son México y Chile con el 29% y el 10% respectivamente. El desarrollo de éstos últimos está vinculado a acuerdos de libre comercio con Argentina. Esta buena performance, incluso, está impulsando otras industrias complementarias tales como las ventas de neumáticos. En tanto que la producción nacional de vehículos terminados se destina en un 55% a la exportación, las unidades importadas constituyen el 59% de las ventas en el mercado interno. Del total importado, el 90% corresponde a unidades producidas en Brasil.

Incluso, si se compara con otros países, Argentina se ubica quinto entre los países que presentaron mayor dinamismo durante 2006 en la producción automotriz. En el ranking de cantidad de unidades producidas, sin embargo, se encuentra en el 28° puesto, por detrás de otros países en desarrollo, entre los que se destacan China (3ro.), Brasil (7mo.) e India (9no.).

La industria alimentaria argentina es la de más larga data en el país. Está compuesta por empresas encargadas de la elaboración, preparación, conservación y envasado de alimentos de consumo humano y animal. Su participación promedio en el valor agregado industrial en los últimos años alcanzó el 24%, lo que la convierte en la rama de mayor volumen deproducción

.

También ha sido un sector que recuperó dinamismo desde la salida de la convertibilidad, si bien inferior al promedio del total industrial. La demanda interna de los productos del sector fue el principal impulsor de este comportamiento, como también la demanda externa gracias al nuevo esquema cambiario.

El impulso que le imprimió el consumo interno ha sido el motor que sustenta el crecimiento del sector. Para aproximar la evolución  de la demanda interna  de alimentos, en el Gráfico 5.54 se observa cómo ha crecido la venta en supermercados42Este indicador,nmuestra el rol preponderante del consumo en este sector: este año se alcanzaron los niveles de consumo del año 1998.

En cuanto a las exportaciones, esta industria es de suma relevancia. Las ventas al exterior de este sector constituyeron el 30% del total durante 2006, siendo esta cifra bastante estable durante la última década. El valor exportado alcanzó los US$14.298 millones de dólares durante 2006. Desde enero hasta abril de 2007, el sector lleva vendido US$4.455 millones, esperándose otro buen año. 

Los productos de exportaciónpor excelencia sonlos aceites y grasas de origenvegetal, seguido por losproductos cárnicos. Los primerosse vieron impulsadospor el aumento de preciosde los commodities agrícolas. El principal destino es la Unión Europea. China y Asia, por otra parte, se posicionan mejor como demandantes de cereales, que poseen menor valor agregado. Sin embargo, estos destinos son oportunidades a aprovechar, no sólo por la industria aceitera, sino por todo el sector43.

Asia se posiciona como un importante mercado que aún se encuentra en desarrollo. China e India son los principales países, debido al tamaño de sus poblaciones y a un proceso de crecimiento económico que se refleja en mayores salarios disponibles. Esto se traduce, en una primera etapa, en un mayor crecimiento del consumo de alimentos, sobretodo en las poblaciones de menores ingresos. Es necesario por lo tanto, tener una visión de largo plazo en lo que a la región del este y sudeste asiático se refiere, para establecer una estrategia de integración mundial del sector alimenticio argentino.


42 De acuerdo a la Encuesta de Supermercados, elaborada por INDEC. Si bien este indicador, además de alimentos y bebidas, incluye otros bienes de venta en supermercados, como artículos de limpieza y perfumería, textiles y calzados, electrodomésticos, entre otros, los productos alimenticios constituyen aproximadamente el 70% de los productos relevados, constituyendo una buena aproximación.

 43 Mayores precisiones de las exportaciones argentinas se detallan en el Capítulo 7 de Comercio Exterior. 


 Numerosos estudios respecto de la demanda de alimentos en China44, señalan que los chinos tienen a consumir cada vez más carne, pollo, pescado, lácteos y frutas a medida que suben sus ingresos, mientras que el consumo de alimentos tradicionales a base de granos disminuye o declina (Fred Gale y Kuo Huang, 2007). La demanda creciente de alimentos, especialmente de carne, incrementará las importaciones agrícolas chinas. Sin embargo, si bien China es un gran importador de commodities agropecuarias, aún no es un gran importador de alimentos procesados.

Recuadro 5.4: Calidad y cantidad demandada de alimentos en China

Un estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) intentó examinar la forma en que las compras de alimentos y gastos de los ciudadanos chinos varían con el nivel de ingreso. Utilizando estadísticas recientes de consumo y gasto de China para consumidores urbanos y rurales, el trabajo demuestra que los consumidores de altos ingresos poseen una demanda muy inelástica para la mayor parte de los alimentos, mientras que los consumidores rurales y urbanos de bajos ingresos poseen una demanda más elástica.

En los últimos años y conforme aumenta su ingreso disponible, los consumidores chinos han tendido a cambiar la estructura de sus dietas. Para los compradores de zonas urbanas de bajos ingresos, huevos y cerdo son los alimentos predominantes como fuente de proteínas animales. Sin embargo, conforme aumentan su riqueza, crece a una mayor tasa sus consumos de pescado y aves. En contraposición, a medida que la riqueza de los chinos se incrementa, el consumo promedio de arroz y harina de trigo, cae. Estos parámetros de consumo reflejan claramente la transición desde una dieta basada en harinas hacia otra basada en proteínas animales. 

 


 44 En el Capítulo 1 se hace referencia al caso de China y a las proyecciones de población, ingresos y consumo.


Asimismo, el consumo de proteínas no solamente aumenta en volumen sino en calidad. La calidad de los alimentos (medida como el valor unitario pagado por distintos ítems en una clase particular de alimentos) aumenta conforme crece el ingreso para todos los tipos de consumidores.

Estos datos, sumados al constante aumento de la economía china, representan un hecho inédito dado el potencial que posee la industria agroalimentaria argentina en abastecer este tipo de proteínas.

Fuente: IIE sobre la base de Fred Gale y Kuo Huang, 2007.

5.2.4 Pequeñas y Medianas Industrias

5.2.4.1 El rol de las Pequeñas y Medianas Industrias

Las Pequeñas y Medianas Industrias (PyMIs) son de especial importancia en todos los países. El Banco Mundial y otras organizaciones lo definen como un sector clave para fomentar el crecimiento económico, el empleo y la disminución de la pobreza. En las regiones que agrupan a países en desarrollo, el proceso de industrialización ha sido impulsado por las grandes empresas, capital intensivas y de gran escala, que no han producido todos los resultados positivos que se esperaban, sobretodo en lo que a empleo se refiere. Esto deja entrever la importancia del rol de las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) en este aspecto.

De acuerdo a estudios a nivel internacional, el desarrollo de las PyMEs y en particular las dedicadas a la actividad manufacturera, se encuentra estrechamente relacionado con el ambiente económico general y la competitividad del mismo. El grado de ingresos de los países, como proxy de su grado de desarrollo, es una de las variables determinantes de la cantidad y la actividad económica de las PyMEs. Los países con ingreso per cápita elevado, presentan un sector de PyMEs de mayor tamaño en términos de la cantidad de habitantes45.


45 Sin embargo, la correlación negativa respecto del sector informal de la economía – compuesto generalmente de PyMEs – sugiere que la contribución total de las PyMEs (formales e informales) sería similar en todos los grupos de ingresos. A medida que el ingreso se incrementa, la proporción que representa el sector informal decrece y el sector formal de PyMEs, aumenta.


 

Algunas de las dimensiones que explican las diferencias entre países, está dada por la efectividad en el acceso a información sobre disponibilidad de créditos y su obtención, como también la facilidad para iniciar una actividad empresarial (costos de entrada). Reducir estos costos, brindar mayor protección a los derechos de propiedad y promover la información y el acceso a  líneas de crédito, resulta en un mayor tamaño del empresariado PyME.

Como se observa en los Gráficos 5.58 y 5.59, las relaciones antes descriptas son claras. A pesar de estar clasificado dentro del grupo de países de ingresos medios- altos, Argentina presenta una cantidad de PyMEs manufactureras cada mil habitantes levemente superior a la del grupo de países de ingresos bajos. Además posee una proporción de crédito privado/PIB menor que la de los países de ingresos bajos47 y una mala calificación en el ranking Doing Business48.

En América Latina, Chile es un país destacado en esta materia. Pertenece al grupo de países de ingresos medios altos, al igual que Argentina, pero su desempeño se asemeja más al comportamiento del grupo de países de altos ingresos, tanto en la cantidad de PyMEs como en la proporción de créditos y en el ambiente de negocios generado. Brasil por su parte, pertenece al grupo de países de ingresos medio-bajos. Su performance es mediocre, pero aún mejor que la de Argentina en lo que al financiamiento se refiere.


46 La cantidad de PyMEs cada mil habitantes corresponde al último dato publicado por cada uno de los países. El crédito privado/PIB corresponde al año 2005.

47 Los problemas de crédito en Argentina se amplían en el Capítulo 8, referido a los Aspectos Financieros.

48 Doing Business proporciona una medida de las regulaciones para hacer negocios y su aplicación en 178 países. Los tópicos que considera son: apertura de negocios, manejo de licencias, contrato de trabajadores, registro de propiedades, obtención de crédito, protección a los inversores, pago de impuestos, comercio transfronterizo, cumplimiento de contratos y cierre de empresas. Pertenece al Banco Mundial. Los datos corresponden al año 2005.


 5.2.4.2 Desempeño de la PyMIs en Argentina

En Argentina, las PyMIs dan cuenta del 99% de las empresas, aportando un 53% del valor agregado y un 70% del empleo49. Se definen como aquellas industrias que poseen un monto de ventas anuales promedio menor a $60 millones. La mayoría de ellas se dedica al sector alimentario (15,7%), de producción de metales (12,1%) y de textiles y prendas (11,8%).

Los principales desafíos que presenta el país para el desarrollo de un sector de PyMIs es lograr que las empresas consigan sostener su crecimiento a través de mayores inversiones genuinas. También es necesario aumentar la productividad y reducir sus costos para incrementar la competitividad. Por último disminuir las disparidades regionales para promover un desarrollo más homogéneo entre las provincias.

A pesar de la importancia que revisten las PyMIs, estas han presentado mayores dificultades que las grandes empresas al momento de aprovechar la coyuntura actual. Aún no invierte el 45% de las PyMIs, proporción que continúa estable desde hace tres años. Gran proporción de estas empresas se ven imposibilitadas de invertir por la escasez de líneas crediticias y las empresas que invierten, en general se financian con fondos propios, constituyendo estos últimos un 78% del total de fondos utilizados durante 2006. Esta proporción, al compararla con otros países resulta elevada: en México el autofinanciamiento llega a 71% y en Italia, a 46%. Esta escasez de financiamento se manifiesta en el estado de la maquinaria que utilizan las PyME y las grandes empresas industriales. Las diferencias entre ambas son sustanciales: mientras que el 92% de las grandes industrias han manifestado contar con equipamiento moderno o de punta, esto sólo ocurre entre el 59% de las PyMEs.


49 Datos aproximados.


 Recuadro 5.5: El financiamiento de las PyMEs en Argentina, Brasil y Chile

Los países que poseen una visión de desarrollo a largo plazo, consideran al crédito como un instrumento eficaz de política industrial, que además favorece a la generación de empleo, renta y tecnología e incluso como un instrumento de política anticíclica. La existencia de mecanismos financieros adecuados es condición necesaria para la instalación y continuidad del sector industrial, en particular del tejido de PyMEs, que constituye la mayoría de las empresas.

De acuerdo a los datos relevados de distintas instituciones estatales de Argentina50 para la promoción del desarrollo de PyMEs, éstos indican cierta mejora en la cantidad de créditos otorgados. Sumando los valores de los montos concedidos por la Subsecretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y de Desarrollo Regional (SePyME) y por el Consejo Federal de Inversiones (CFI)51, estos alcanzaron poco más de $140 millones durante 2006. Este fue superior al de 2005 en un 30%, cuando en ese año llegó a aproximadamente $109 millones. Al agregar los montos otorgados por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el total para el año 2005 asciende a $323 millones.

Sin embargo, estos fondos son muy inferiores a los que se otorgan en otros países de la región. El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES), es un banco estatal destinado al financiamiento productivo para el desarrollo, que posee, entre otros instrumentos, líneas para PyMEs. Esta institución es un ejemplo en Latinoamérica y en el mundo: desembolsa por año el doble que el Banco Mundial y cuatro veces más que el Banco Interamericano de Desarrollo (E. Teixeira Torres, 2007). Los montos otorgados alcanzaron en 2006 la generosa cifra de casi US$5.200 millones. La diferencia con Argentina es más que notoria: los créditos totales a las PyMEs argentinas son equivalentes al 2%52 de los otorgados a las PyMEs brasileras.

En Chile, sucede algo similar: la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) es una institución estatal dedicada a promover el desarrollo productivo de su país. Está orientada principalmente a las PyMEs, llegando a 42 mil empresas. Actúa a través del sistema financiero privado y también, directamente con subvenciones. Durante 2006 desembolsó aproximadamente US$236 millones y tuvo un crecimiento del 13% respecto del año anterior.

A los fines de realizar una comparación más representativa, dada la diferencia de tamaño de las tres economías, se calculó la razón entre los totales de líneas de crédito y el PIB de cada país. El Gráfico 5.62, claramente señala una amplia disparidad. El BNDES posee la mayor proporción de créditos otorgados a las PyMEs en relación al PIB, señalando que, aunque se desenvuelve en una economía de gran tamaño, la cantidad de créditos otorgada es mucho mayor al resto de los países. Argentina, es el país con peores indicadores, indicando que todavía resta mucho por hacer en la materia. 


50 Los datos corresponden a la Subsecretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y de Desarrollo Regional (Sepyme), a la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica dependiente de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (SeCyT) y al Consejo Federal de Inversiones (CFI). Desafortunadamente, no todas las instituciones poseen información actualizada o lo suficientemente detallada, por lo que algunos valores son aproximados.

51 Unicas instituciones con datos disponibles para 2006. Los datos de CFI son aproximados.

52 Esta proporción se refiere al año 2005 por tener mayor representatividad, ya que para el año 2006 no se poseen datos de la SeCyT.


Otro aspecto importante es el costo financiero de los créditos. Este es uno de los factores que más restringe el acceso de las PyMEs al mercado crediticio. Si bien las tasas de interés varían de acuerdo al tipo de línea de crédito entre otros factores, se puede aproximar un rango de variación, que es bastante homogéneo entre los tres países. En Argentina éstas se encuentran entre el 6% y el 9% (TNA). En el BNDES éstas se encuentran en un rango similar: entre 6,5% y 9,5%. CORFO, por otra parte, cobra tasas cuyos techos se encuentran entre el 8,7% y el 13% para los fondos canalizados a través de las entidades financieras privadas.

Fuente: IIE sobre la base de SePyME, SeCyT, CFI, MECON, CORFO, BNDES, FMI, BCRA, Banco Central de Chile, Banco Central de Brasil y Diario Financiero (Chile).

Las PyMIs aún no han podido igualar la performance de las grandes empresas, lo que ha derivado en menor rentabilidad. El aumento de costos y la menor productividad se está convirtiendo en un serio problema que, para ser solucionado, debe basarse en un esquema que contemple

mayor productividad. La rentabilidad promedio de las PyMIs para el período 2005-2006 es similar a la obtenida durante el período 1996-1998. Sin embargo, las grandes industrias en la actualidad casi duplican la rentabilidad de las PyMIs, situación que, durante la convertibilidad era diferente: las grandes industrias eran menos rentables, y la diferencia entre ambas, mucho menor.

Como resultado de la recuperación económica, a partir de 2003 se abrió una brecha de productividad entre las PyMIs y el promedio de la industria que se mantiene, e incluso se amplía, en los años sucesivos. A partir de 2002, la productividad comenzó a crecer de forma más pronunciada en el promedio de la industria acumulando un incremento del 22% entre 2002 y 2006. Por su parte, en igual período las PyMIs industriales acumularon un incremento de productividad del 13%. Otra conclusión interesante surge al analizar la productividad laboral de las PyMIs industriales de acuerdo a su antigüedad promedio. Las empresas que iniciaron sus actividades con posterioridad al 2002 cuentan con una facturación por ocupado inferior a aquellas que se crearon antes de 2001. La maduración de las inversiones, el posicionamiento en los mercados, la consolidación organizativa de la propia empresa, entre otros, constituyen factores que inciden en la productividad laboral.

Por último es necesario atender a las disparidades regionales entre las PyMIs del país. La dispersión territorial de los niveles de ingreso per cápita es mucho mayor en Argentina que en los países más desarrollados. En efecto, el ingreso per cápita del territorio más desarrollado de Argentina es de 8,6 veces mayor que el del más rezagado53, mientras que esta diferencia es en los EE.UU. de tres veces y en Italia es sólo de dos veces.

Existe un importante consenso generado en la Unión Europea (UE) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) acerca de que amplios diferenciales regionales de ingresos per cápita no favorecen un nivel de competitividad global y sostenible de los países. Esto se debe a que las regiones más rezagadas, funcionando bajo un sistema de precios relativos unificados a nivel nacional, no podrán expresar sus ventajas comparativas disminuyendo así la competitividad del conjunto del sistema productivo. El razonamiento subyacente es que las diferencias en los niveles de competitividad territorial son expresión de diferencias en la estructura productiva, en la capacidad de innovación tecnológica de las empresas, en la accesibilidad de los territorios y en la dotación de recursos humanos calificados residentes. De esta manera, las diferencias estructurales entre las regiones resultan en diferencias de productividad que inciden directamente en su competitividad industrial.


53 Compara la provincia de Buenos Aires, de mayor poder adquisitivo, con Santiago del Estero, la menos pudiente.


Si bien en todas las regiones existen empresas competitivas y estancadas, en el interior de cada territorio hay características comunes que influyen en la competitividad de todas las empresas allí localizadas:

– la infraestructura física y el capital social

– las capacidades profesionales de la fuerza de trabajo

– la eficiencia de las instituciones públicas locales

En Argentina, la productividad del trabajo de las PyMIs localizadas en la macro región Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es el doble de la registrada en el Noroeste Argentino (NOA) y la productividad del capital seis veces mayor. La proporción de PyMIs certificadas con normas ISO en AMBA es cinco veces mayor que en NOA. Frente a esta realidad, no es de extrañar que las empresas pequeñas y medianas de la región AMBA expliquen el 50% de las exportaciones de las PyME argentinas, mientras que las del NOA menos del 1%54. Más aún, las disparidades territoriales no sólo se observan entre las macro regiones del país sino también incluso dentro de cada una de ellas. En este sentido, se advierten situaciones muy diferentes entre las PyME allí localizadas.

Desafortunadamente no existe una tendencia natural hacia la convergencia regional, por lo que resulta necesario diagramar medidas de apoyo específicas a las regiones más rezagadas con el objetivo de aprovechar de manera eficiente todos los recursos disponibles y las oportunidades de crecimiento regionales. Para ello es necesario diseñar políticas a nivel gerencial como: difusión de criterios de gestión de calidad, desarrollo de redes de subcontratación, programas de formación de empresarios en gestión empresarial, difusión de tecnología de automatización, evaluación de normas ambientales y adecuación de normas técnicas. El difícil desafío de la competitividad se concentra especialmente en una nueva especialización industrial de la Argentina, que tienda a una mayor incorporación de progreso técnico y recursos humanos calificados para fortalecer un proceso de transformación basado en el crecimiento y la mayor equidad.


54 En el Capítulo 7, donde se desarrollan los tópicos de comercio exterior, se ampliará la información respecto de las pequeñas y medianas empresas exportadoras (PyMEx).


 

5.2.5 Desafíos estructurales del sector manufacturero: la crisis energética y la escasez de mano de obra

5.2.5.1 La escasez de energía

A partir del gran crecimiento de la economía argentina, la industria tuvo que adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones del entorno. Sin embargo, esto no es un proceso instantáneo y el sector se encontró con problemas para aprovechar en su totalidad las ventajas del mercado. Una de las restricciones más serias que manifiestan los empresarios es el problema energético que afecta al sector fabril, especialmente durante la última época invernal. Este problema puede convertirse en un limitante del crecimiento sostenido.

En los primeros meses de 2004, el desajuste entre oferta y demanda energética comenzó a ser evidente. Se fue agravando por un efecto combinado de una creciente demanda energética impulsada por la recuperación económica y una insuficiente oferta de gas natural para hacer frente a los requerimientos. Los indicadores de abastecimiento se fueron agravando, mientras los precios y tarifas energéticos se retrasaban significativamente con respecto a sus costos económicos y a los precios vigentes en el MERCOSUR, lo que impulsa el consumo y desalienta el ahorro. A esto se suma una alta incertidumbre sobre las reglas de juego sectoriales que generan un clima negativo para la inversión privada.

Argentina depende principalmente del petróleo y el gas para abastecerse de energía. Estas dos fuentes primarias constituyen el 85% del total de energía utilizada. No obstante, la exploración de yacimientos petrolíferos durante 2006 fue menor a la que se realizaba hace veinte años y no se han descubierto yacimientos importantes desde hace quince años. Respecto del gas natural, las reservas cayeron de aproximadamente 30 años a fines de los años ’80 a menos de 10 años en la actualidad. La actividad exploratoria en áreas nuevas o no exploradas es prácticamente nula. Por otra parte, el Sistema Interconectado Nacional de energía eléctrica opera al límite de su capacidad.

Todos estos limitantes afectaron al sector durante el último invierno. Como se observa en el Gráfico 5.66, en los meses de junio y julio del corriente año la producción industrial cayó, comportamiento que no se verificaba en esos meses en años anteriores. Incluso la recuperación durante el mes de agosto fue muy importante, asemejándose a los incrementos que se producen durante el mes de marzo, cuando las fábricas comienzan a producir a pleno después de los recesos de verano. Estas paradas generalmente se realizan para hacer mantenimiento y por vacaciones del personal. Desafortunadamente, no se prevé que la disponibilidad energética aumente lo suficiente para el próximo año, por lo que las empresas probablemente repliquen este comportamiento de «doble estacionalidad» durante 2008. 

A pesar de la implementación de la Resolución de la Secretaría de Energía, el llamado «Plan Energía Plus», que aumentaba el precio de la energía eléctrica por el consumo de MW que excedía a aquellos consumidos durante 2005, las empresas presentaron sucesivos cortes de energía eléctrica y de gas durante las horas pico. Como consecuencia, durante junio y julio, muchas fábricas, sobretodo las mayores, tuvieron que reprogramar sus producciones, modificar turnos de producción, realizar tareas de mantenimiento no previstas, adelantar vacaciones, o directamente, generar su propia energía, para minimizar pérdidas.

Las PyMIs, por su parte, presentaron dificultades durante el invierno. Una tercera parte de ellas declaró haber tenido algún problema de suministro de energía, tanto eléctrica como gasífera, durante el segundo trimestre de 2007.

Este sector fue afectado de diferentes formas, como se observa en el Gráfico 5.67. El aumento de costos directos fue donde se notó más la escasez de energía. También fue importante el aumento de los costos indirectos (de administración, multas, entre otros). La falta de previsión también provocó, como en el resto del sector industrial, la caída de la producción en casi un 25% de las empresas consultadas, que evidentemente no pudieron tomar las medidas necesarias para evitarlo.

 5.2.5.2 Escasez de mano de obra

Otro problema que comenzó a aquejar a las empresas industriales con la sustancial expansión económica, es la falta de mano de obra en general, y especialmente, la calificada55El INDEC define la demanda laboral insatisfecha como «la ausencia de oferta idónea de trabajadores para responder a un requerimiento específico por parte de las empresas, o cualquier otra organización que actúe como demandante de sus servicios».


 55 En el Capítulo 4, donde se describen los Aspectos Sociales, se detalla el problema de la demanda laboral insatisfecha en todos los sectores económicos.


 

El incremento en la necesidad de recursos humanos en las empresas en los últimos años ha ido empeorando, tal que en el segundo trimestre de este año casi un 12% de las empresas no encontraran las personas que requerían para cubrir las vacantes. El sector económico más afectado por la escasez de oferta laboral es, como lo indica la Encuesta de Demanda Laboral Insatisfecha, el sector de producción y mantenimiento, donde un 74% de las empresas que buscaban no pudieron cubrir algún puesto; seguido por el sector de gerencia y administración y sistemas, con un 21%. Estas proporciones se vienen manifestando desde la recuperación económica.

A medida que las empresas demandan más trabajadores, se ha hecho más costoso captar las capacidades específicas para cada puesto. La mayor dificultad declarada por todos los sectores económicos se presento en los puestos operativos y técnicos, lo que explica porqué la industria es el sector más afectado.

Analizando el Gráfico 5.70 en conjunto con el Cuadro 5.5, se observa que el mayor faltante se encuentra en los operarios, que son casi la mitad de los empleos que demanda la industria. A estos le siguen los técnicos y profesionales con un 34%. En el sector de servicios relacionados con la industria también presentan dificultades para captar la mano de obra necesaria. Incluso, sólo un 23% de los puestos que se incorporarían este año son de baja calificación.

La gravedad de la situación reviste en que no existe un proceso de transformación

y orientación de la mano de obra hacia donde hay escasez de la misma. Si ahora se analiza la oferta de recursos humanos, se observa que ésta no acompaña al crecimiento de la demanda, tanto en los tipos de profesionales que egresan, como en la preparación de los técnicos y operarios. Al ser el proceso educativo de los individuos un procedimiento  que implica varios años, es necesario remontarse a años anteriores para comprender la situación actual. Por lo tanto, la carencia de profesionales se explica en parte por las condiciones en las que se encontraba el país durante la década de 1990. El desempleo creció y las condiciones laborales y sociales se agravaron. Esto implicó que la inserción laboral de muchas carreras, sobretodo de ciencias básicas y aplicadas se resintiera a causa de la crisis que afectó al sector manufacturero.

Por otra parte, los universitarios argentinos se han inclinado por carreras tradicionales, que si bien no tienen una salida laboral certera, son aún valoradas socialmente y tienen amplia difusión, como por ejemplo las carreras de Medicina, Abogacía, Contabilidad, Arquitectura, entre otras. Esto se observa a lo largo de los años en las universidades estatales, donde lamentablemente el Estado no ha promovido las carreras de «ciencias duras», de donde salen los profesionales, que junto a un modelo de desarrollo y políticas orientadas a su concreción, pueden lograr el sostenido crecimiento de la producción, de la calidad y la innovación de los sectores manufactureros.


56 De acuerdo a la Encuesta a Grandes Industrias, realizada durante el mes de diciembre de 2006.


Como se observa en el Gráfico 5.71, los egresados universitarios se concentran en las ramas de Ciencias Sociales en primer lugar, seguida por Ciencias Aplicadas y de la Salud57. En último lugar, se encuentra la rama de las Ciencias Básicas, de donde egresan los profesionales que generalmente se dedican a la investigación científica. Es necesario remarcar que si se excluye a la carrera de Arquitectura de la rama de Ciencias Aplicadas, su proporción disminuye a un 17% del total, por detrás de Ciencias de la Salud. Es necesario resaltar además que incluso, ese 5,5% de egresados de Arquitectura supera al 2,7% de egresados de todas las carreras de Ciencias Básicas.

Es claro cómo en otros países, las carreras dedicadas específicamente al desarrollo industrial, tienen mayor preponderancia. Tomando el ejemplo de las ingenierías, Argentina está muy rezagada, incluso respecto de otros países de la región como México. Se destacan obviamente los países industrializados de larga data y sendos países asiáticos de industrialización más reciente. Esto se relaciona con lo mencionado en el punto 2.1, donde los países asiáticos predominan en el crecimiento del PIB industrial (Gráfico 5.38).


57 Cada rama de estudio agrupa diferentes carreras: Ciencias Aplicadas incluye Arquitectura y Diseño, Astronomía, Bioquímica y Farmacia, Ciencias Agropecuarias, Ciencias del Suelo, Estadística, Industrias, Ingeniería, Informática, Meteorología y otras. Ciencias Básicas comprende: Biología, Física, Matemática y Química. Ciencias de la Salud: Medicina, Odontología, Paramédicas y auxiliares de medicina, Sanidad y Veterinaria. Ciencias Humanas incluye Arqueología, Artes, Educación, Filosofía, Historia, Letras e Idiomas y Psicología. Por último, Ciencias Sociales comprende Ciencias de la Información y la Comunicación; Ciencias políticas, Relaciones Internacionales y Diplomacia; Demografía y Geografía; Derecho; Economía y Administración; Relaciones Institucionales y Humanas; Sociología, Antropología y Servicio Social y otras.


 

En cuanto a la formación de técnicos y operarios, los cursos brindados por el Estado no se han orientado a las necesidades de la industria. La gran mayoría de los capacitados, un 23% recibieron cursos para desempeñarse en el sector de construcción. Sólo poco más de 5.700 personas fueron capacitadas para el sector industrial, para la rama metalúrgica y metalmecánica.

Por otra parte, la cantidad total de beneficiarios es bastante escasa ya que sólo el Estado es quien provee este tipo de capacitación, siendo prácticamente inexistente el sector privado. Este patrón es contrario al que se presenta en otros lugares del mundo donde son las empresas o agrupaciones de las mismas, las que brindan capacitación. Si bien el Estado es el primer responsable en generar y aplicar las políticas orientadas al desarrollo, el sector privado, como parte de la sociedad y como agente que se desenvuelve en la misma, también debe acompañar y apoyar los objetivos de largo plazo e incluso aportar soluciones que lleven a la consecución de los mismos.

Recuadro 5.6: Servicio de Aprendizaje Industrial en Brasil

El Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (SENAI), fue creado en 1942 por iniciativa del empresariado industrial. Su principal objetivo es promover la educación profesional y tecnológica, la innovación y la transferencia de tecnologías industriales, contribuyendo a elevar la competitividad de la industria brasilera. Este surgió para atender la necesidad de formación de mano de obra para la industria de base. Estaba claro que sin educación profesional, no podría haber desarrollo industrial. El sector industrial se encargó del proyecto en su totalidad, tanto en la responsabilidad por la organización como de la dirección, a través de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), organismo equivalente a la UIA en Argentina.

En 1950, cuando comenzó a acelerarse el proceso de industrialización en el vecino país, el SENAI ya estaba presente en casi todo el territorio brasilero y comenzaba a buscar en el exterior la formación para sus técnicos, convirtiéndose en una referencia de innovación y calidad de formación profesional para lo países de la región.

En las décadas sucesivas, el SENAI tuvo un importante rol. Continuó invirtiendo en cursos sistemáticos de formación, intensificando el entrenamiento dentro de las empresas y buscando asociaciones con los Ministerios de Educación y Trabajo. Incluso, durante la difícil década de 1980, el SENAI fue consciente de la necesidad de adaptarse a los cambios en la economía local e internacional, invirtiendo en tecnología y en el desarrollo de su cuerpo técnico: invirtió en tecnología de punta e instaló centros de capacitación y enseñanza para investigación y desarrollo tecnológico.

Con el apoyo técnico y financiero de instituciones de Alemania, Canadá, Japón, Francia, Italia y Estados Unidos, actualmente el SENAI asesora a la industria brasilera en el campo de tecnología de procesos, de desarrollo de productos y de gestión. De poseer en sus inicios un promedio quince mil alumnos, hoy se matriculan dos millones de personas al año, totalizando 43,2 millones de matrículas desde 1942. Durante 2006 ha prestado casi 84 mil servicios de asesoría técnica-tecnológica y de laboratorio a las empresas.

 Es menester destacar la cobertura territorial que posee el organismo: cuenta con 707 unidades operativas, donde se ofrecen más de 1.800 programas. De estas unidades, 250 son centros de educación profesional, 42 centros de tecnología y 114 centros de entrenamiento. Estos últimos, atienden las necesidades inmediatas de preparación y perfeccionamiento de trabajadores en diferentes niveles, de acuerdo a las demandas laborales locales o regionales. Posee incluso 301 unidades móviles, que posibilitan llevar la atención del SENAI a regiones distantes de los centros productivos de Brasil, lo que convierte al organismo, en proyecto federal y no sólo destinado a las grandes urbes industriales.

Fuente: SENAI.


58 Capacitación hace referencia a los cursos complementarios de corta duración para profesionales. En tanto, la Calificación Profesional, se dirige a aquellos profesionales desempleados o que necesitan reprofesionalizarse. Los cursos de Aprendizaje Industrial están destinado a jóvenes de entre 14 y 24 años, con vista a una mejor inserción en el mercado laboral. Habilitación profesional son los cursos técnicos de nivel medio de complejidad. Por último, la Formación Tecnológica son cursos para profesionales en materia tecnológica y poseen un mayor nivel de complejidad.


 

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