CAPITAL SOCIAL

CAPÍTULO 9: CAPITAL SOCIAL

Los debates en torno al concepto de capital social han tenido una gran relevancia en los últimos tiempos. En los últimos años se ha tomado mayor conciencia del papel que desempeñan las normas y valores en la vida económica. El concepto posee múltiples dimensiones y permite la incorporación en los modelos de desarrollo de los factores culturales que inciden en el crecimiento económico. En este capítulo se examinan las diferentes definiciones del capital social así como los potenciales beneficios y efectos negativos que éste puede generar.

Luego, se realiza una breve exposición de algunos trabajos tendientes a medir el capital social, finalizando con un análisis de las políticas públicas que pueden generar incrementos del acervo de capital social.

 

9.1 Concepto de Capital Social

En la última década el volumen de estudios sobre el capital social y sus relaciones con el desarrollo ha sido muy importante. En la vasta bibliografía existente se pueden encontrar diversas definiciones del término. Son numerosas las disciplinas que convergen en el debate sobre capital social y no existe aún consenso sobre su concepto.

Si bien el vocablo «capital social» fue utilizado por primera vez por Lyda J. Hanifan en 1916, fueron los trabajos de Bourdieu, Coleman y Putman, en la década del ochenta y del noventa, los que dieron un fuerte impulso al resurgimiento del concepto. A estos autores se los reconoce como los fundadores del marco teórico del capital social.

Pierre Bourdieu utilizó el término capital social al referirse a las ventajas y oportunidades a las que accedían los individuos mediante la pertenencia a cierta comunidad. Lo definió como un «conjunto de recursos reales o potenciales a disposición de los integrantes de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento o reconocimiento mutuo» (Bourdieu, 1985).

Para James Coleman (1990) el capital social puede definirse como «los recursos socioestructurales que constituyen un activo de capital para el individuo y facilitan ciertas acciones comunes de quienes conforman esa estructura». Este autor describió el término como un recurso de los individuos que surge de su unión social, haciendo referencia a todas las situaciones en que la gente coopera para lograr determinados objetivos comunes, sobre la base de un conjunto de normas y valores informales compartidos. Coleman señala que el capital social, como otras formas de capital, es productivo, posibilitando el logro de ciertos fines que no serian posibles en su ausencia.  

Robert Putman considera el capital social desde una perspectiva sociocultural. Putman contrastó las comunidades del norte de Italia con las comunidades del sur centrándose en las instituciones públicas y el grado de participación cívica. Lo define como los «aspectos de las organizaciones sociales, tales como las redes, las normas y la confianza, que facilitan la acción y la cooperación para beneficio mutuo» (Putman, 1993). Señala que el trabajo en conjunto es más fácil en una comunidad con un importante acervo de capital social. 

En el desarrollo de la teoría de capital social, los aportes realizados por Douglas North y Granovetter han sido esenciales. En los trabajos de North, a pesar de que se habla de instituciones y no de capital social, se encuentra gran parte del marco teórico del capital social. North (1990),

en la corriente neoinstitucionalista, considera a las instituciones como conjuntos de normas y valores que facilitan el establecimiento de relaciones de confianza entre actores. En tanto, Granovetter enriqueció los trabajos realizados por los neoinstitucionalistas. Este autor, afirma que los actores económicos no son individuos aislados sino que sus interacciones económicas están «imbrincadas» (embedded) en relaciones, redes y estructuras sociales. Esto implica que las relaciones sociales constituyen activos económicos importantes de los individuos y de los grupos. 

Durston (2003) define al capital social como el «contenido de ciertas relaciones sociales – que combinan actitudes de confianza con conductas de reciprocidad y cooperación – que proporcionan mayores beneficios a aquellos que lo poseen en comparación con lo que podría lograrse sin este activo». Este autor habla de capital social en el sentido de que es un recurso o vía de acceso a recursos que, en combinación con otros factores, permite lograr beneficios para quien lo posee.

Señala tres contenidos de las relaciones e instituciones sociales de capital social:

• Confianza: la presencia o ausencia de confianza es producto de la iteración de interacciones con otras personas. Confiar implica una disposición a entregar el control de bienes propios al otro (en el caso de una institución, a sus autoridades). Sin embargo mientras mayor es el valor de los bienes cedidos o compartido, mayor la tentación de la traición, es decir el costo de oportunidad de seguir siendo confiable. 

• Reciprocidad: entendida como la creación de relaciones de ayuda mutua entre individuos y organizaciones sin aguardar una contraprestación inmediata.

• Cooperación: es la acción complementaria orientada al logro de los objetivos compartidos de un emprendimiento común. La cooperación emerge, en conjunto con la confianza y los vínculos de reciprocidad.

El Banco Mundial (2000) se refiere al capital social como las instituciones, relaciones y normas que conforman la calidad y cantidad de las interacciones sociales de una sociedad. Por su parte el Banco Interamericano de Desarrollo (2001) ha puesto mayor acento en las dimensiones éticas y culturales del capital social. La propuesta del BID comprende varios factores tales como el clima de confianza social, el grado de asociatividad, la conciencia cívica, los valores éticos y la cultura. En la misma línea se ubica Fukuyama, que entiende al capital social como normas o valores compartidos que promueven la cooperación social (Fukuyama, 2003).

La definición de capital social utilizada por Durston, al igual que Coleman y Bourdieu, ven al capital social como un recurso de las personas, los grupos y las colectividades en sus relaciones sociales, mientras que otros autores, como North, Putman y Fukuyama, se centran en las normas y en la cultura, enfatizando los valores y aspectos simbólicos y abstractos. 

Dentro de la gran diversidad de conceptos existentes en la bibliografía, Flores y Rello distinguen tres componentes básicos mencionados en casi todas las definiciones: a) las fuentes y la infraestructura del capital social, es decir lo que hace posible su nacimiento y consolidación: las normas, las redes sociales, la cultura y las instituciones; b) las acciones individuales y colectivas que esa infraestructura hace posible; y c) las consecuencias y los resultados de estas acciones, que pueden ser positivos: un incremento de los beneficios, el desarrollo, la democracia y una mayor igualdad social, o negativos: la exclusión, la explotación y el aumento de la desigualdad. 

Flores y Rello (2003) señalan que la confianza, las redes o las organizaciones no son el capital social, aunque sean los componentes que le dan origen. Para estos autores lo importante del capital social para los individuos es la potencialidad que les confiere y de la que carece el individuo aislado. Lo esencial del capital social es que es una capacidad. Representa la capacidad de obtener beneficios a partir del aprovechamiento de redes sociales. La existencia de estas redes les brinda ventajas adicionales a los individuos que tienen acceso a ellas, en comparación con las que obtendrían si actuaran individualmente y sin el apoyo de las relaciones sociales. 

 

9.2 Tipos de capital social

La literatura distingue tres tipos de capital social con características propias. El capital social de unión (bonding capital), hace referencia a los lazos que vinculan a los miembros de un grupo. El capital social de puente (bridging capital), que se refiere a los lazos que conectan a individuos de diferentes grupos e implican vinculaciones horizontales con personas en similares situaciones económicas o de poder. El capital social de escalera (linking capital), el cual hace referencia a las relaciones establecidas entre actores con distinto grado de control y poder.

El capital social de unión involucra nexos con pocas personas con características sociodemográficas similares y en términos geográficos tiende a implicar nexos con personas que viven muy cerca. Conectan a miembros de familias, vecinos, amigos, socios. Pueden facilitar el acceso a recursos en la comunidad. Es la forma de capital social que mas sentido de pertenencia ofrece e involucra más compromisos, controles sociales y demandas de reciprocidad. Cuando existen diferencias de poder dentro del grupo puede llevar a formas de intercambio desigual y de dominación. 

El capital social de puente son los vínculos que dan acceso horizontal y simétrico a personas e instituciones distantes. Estas redes son menos intensas que las de unión, pero persisten en el tiempo. En tanto el capital social de escalera pone énfasis en la verticalidad y las desigualdades de poder. Está caracterizado por lazos que crean sinergia entre personas, comunidades y agencias públicas o no gubernamentales externas. Estos nexos entre grupos disímiles abren oportunidades económicas a aquellos grupos menos poderosos o excluidos. 

Arriagada, Miranda y Pávez (2004) destacan que estos dos tipos de capital son menos seguros en el sentido de que las personas no pueden saber si el otro actor respetará el compromiso de la relación, y por lo tanto no pueden asegurar que estos tipos de capital le darán acceso a otros recursos. A pesar de ello es a través de este tipo de capital social que se puede acceder a activos que el capital de unión no ofrece, puediendo presionar para generar cambios en las políticas y reglas que determinan la distribución de los activos. Sólo por medio del capital social de puente o de escalera se puede tener acceso a los espacios políticos y administrativos donde se definen las políticas sociales. 

 

9.3 Propietarios del capital social 

Si bien la mayoría de los autores concuerdan en que el capital social surge de las relaciones sociales, algunos de ellos sostienen que éste es un atributo de los individuos (Portes, 1998; Espinoza, 1999, Putzel, 1997), en tanto otros autores opinan que el capital social es un atributo de grupos sociales, colectividades y comunidades (Coleman 2000, Putman 1993). 

Se puede hablar de capital social individual cuando una persona tiene una red de relaciones útiles que le confieren la capacidad de obtener ventajas y beneficios. El mismo se manifiesta principalmente en las relaciones que tiene la persona con contenido de confianza y reciprocidad.

Putzel, afirma que la confianza que existe entre los individuos que integran las redes no es un recurso de la sociedad como un todo, sino solamente de cada individuo o grupo que está en el centro de una red (Putzel, 1997). El capital social no reside en la persona misma sino en las relaciones entre personas.

Es posible definir al capital social comunitario como la capacidad de actuar colectivamente en busca de metas y beneficios determinados en común. El capital social colectivo o comunitario no reside en las relaciones interpersonales, sino en instituciones complejas con contenido de cooperación y gestión. No obstante, el capital social no son sus beneficios, ni tampoco aquellas partes de la sociedad que lo hacen posible, sino la capacidad adicional que tienen los que pueden realizar acciones en común, respecto a los que actúan individualmente. Coleman señala que el capital social no beneficia a todos, no primariamente a las personas como individuos (Coleman, 1990). 

Una de las diferencias fundamentales entre estas dos formas de capital social es que, mientras la primera, expresada en redes, desaparece si desaparecen algunos de los individuos, el capital social colectivo puede perdurar a pesar del recambio de los miembros de la red. Las diferencias de posiciones respecto a la propiedad del capital social tiene importantes implicancias sobre quien controla este activo, y por lo tanto quien se beneficia de sus resultados.

9.4 Beneficios del capital social

El capital social como conjunto de normas y la existencia de redes e instituciones informales permiten reducir los costos de transacción originados en los riesgos del desconocimiento entre agentes económicos (Coase, 1937). Un alto grado de confianza y de cooperación en una sociedad facilitan las relaciones comerciales, las transacciones económicas y la realización de inversiones incentivando el crecimiento y el empleo.

Dentro de un determinado grupo o red, el capital social puede producir externalidades positivas, enseñando a los individuos de la comunidad virtudes sociales como la honradez, la reciprocidad y el cumplimiento de los compromisos. Es importante destacar que sobre el capital social influyen sus propias condiciones internas, los componentes que forman parte de él, como la confianza, la solidaridad y la cohesión social. Mientras mayor cantidad de individuos y asociaciones confíen mutuamente y desarrollen trabajos en equipo para el logro de metas comunes, más se fortalecerán estas relaciones y consecuentemente el capital social.

Una sociedad con un alto nivel de capital social tiene mayores posibilidades de encontrar soluciones y tomar decisiones respecto a los problemas colectivos. Fukuyama plantea que el capital social es esencial para el éxito de la democracia, ya que el mismo permite que los individuos débiles se agrupen para defender sus intereses y se organicen en apoyo de sus necesidades colectivas. El capital social resulta decisivo para la fortaleza y estabilidad de la democracia, siendo ésta fundamental para encarar los desafíos del desarrollo. 

Una de las funciones del capital social es el de fuente de control social, a través de la imposición de normas compartidas por el grupo y la consecuente sanción o castigo a los individuos transgresores. Uno de los beneficios que esto genera es la prevención y sanción de «free riders», es decir de aquellos individuos que quieren beneficiarse del capital social sin aportar esfuerzos o recursos propios a su fortalecimiento. 

Es importante recordar que la presencia de capital social no es garantía de que estos resultados positivos se produzcan dado que dependen de la existencia de un conjunto de condiciones

favorables. El capital social no puede remplazar a otras formas de capital, como el capital físico, natural y humano, pero ayuda a incrementarlos.

9.5 Efectos negativos del capital social 

El análisis sobre el capital social se ha centrado en su potencial positivo, sin embargo es necesario reconocer la existencia de algunas consecuencias negativas que pueden surgir del mismo. Bourdieu, Fukuyama, Edwards y Foley, entre otros, han señalado que el capital social se distribuye en forma inequitativa en la sociedad, al igual que otras formas de capital. Esto implica que no todas las personas tienen acceso al capital social, y en consecuencia están excluidos de los beneficios y efectos positivos mencionados anteriormente. Así, un elevado nivel de capital social puede ser una fuente de creciente desigualdad. 

Por otra parte, en la literatura se plantea el hecho de que los lazos beneficiosos para los miembros de un grupo son los mismos que les dan poder para excluir a aquellos que no pertenecen al mismo. Las relaciones que facilitan el acceso a los recursos, pueden impedir a los extraños al grupo el acceso. Los seres humanos tienden a ser solidarios dentro del grupo a expensas de los grupos externos o individuos heterogéneos; por lo que las sociedades pueden verse fragmentadas y divididas por conflictos, al ser consideradas en su conjunto. «Los lazos que unen también excluyen… el capital social puede contribuir a mantener el statu quo de la exclusión» (Narayan, 1999). 

Durston menciona al lobby y al clientelismo como una forma de capital social que contribuye al problema de la perpetuación de la pobreza y la desigualdad. El capital social de grupos privilegiados sirve para excluir a los pobres en forma sistémica de estos privilegios y para debilitar el capital social colectivo de éstos. En sus manifestaciones de mayor concentración, donde pocas personas y grupos gozan de las relaciones personales de alta confianza con funcionarios públicos, se suelen producir, además, graves problemas de corrupción. 

Adicionalmente, Fukuyama plantea que los grupos pueden ser auto-referentes y cerrarse a la información, la innovación o las ideas del exterior. El grupo puede encarnar un sistema de jerarquía y discriminación social que impide la distribución equitativa de los beneficios colectivos.

En este sentido, pueden existir grupos que posean una forma de capital social que puede ser obstáculo para el desarrollo, porque son demasiado aislacionistas o resistentes al cambio.

En la literatura se menciona que se puede observar la presencia de capital social en grupos, en el cual las redes, contactos y asociaciones están al servicio de actividades ilegales. Se ha observado que en las asociaciones mafiosas y criminales están presentes fuertes lazos de confianza, reciprocidad y cooperación entre sus miembros que les permiten obtener importantes beneficios que de otra manera no sería posible. Los mismos lazos que pueden ser utilizados para producir «bienes públicos», pueden generar «males». 

 

9.6 Esfuerzos por medir el capital social 

Como señala Durston, una de las limitaciones para la aplicación del concepto de capital social al diseño de las políticas y programas de superación de la pobreza, es la dificultad para medir el capital social. Al no existir consenso en la definición del término, se carece de un criterio comúnmente aceptado para cuantificarlo o incorporarlo en los modelos económicos convencionales.

Medir la naturaleza de la acción colectiva, el grado de cohesión social y las dificultades de acción dentro del grupo y el nivel de confianza interpersonal e institucional, no es tarea fácil. Sin embargo, en los últimos años, numerosos países y organismos internacionales han realizado importantes esfuerzos tendientes a desarrollar índices compuestos de elementos que podrían indicar la existencia y magnitud del capital social. Existe un acuerdo generalizado de que el capital social se puede medir de forma indirecta. En la mayoría de los trabajos se encuentran presentes mediciones de confianza y participación de la comunidad.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha desarrollado una medición del capital social entendido como relaciones informales de confianza y cooperación, asociatividad formal en organizaciones de diverso tipo, marco institucional normativo y el conjunto de valores de una sociedad que fomenta o inhibe las relaciones de confianza y compromiso cívico (Lechner, 2000 y PNDU, 2000).

El trabajo realizado por el Banco Mundial se ha basado en el análisis de casos a pequeña escala. Una de las conclusiones más importante que surgió de estos proyectos es que los efectos del capital social, así como las dimensiones del concepto relevantes, dependían de cada caso bajo estudio. A pesar de ello, en todos los casos tres indicadores parecen haber tenido mayor relevancia:

• la composición y alcance de las redes de cooperación,

• la confianza en las instituciones locales, y

• el alcance de las acciones colectivas resultado de la cooperación.

En base a estos resultados el Banco Mundial desarrolló un instrumento para medir el capital social en países en desarrollo conocido como Social Capital Assessment Tool (SOCAT)1. El mismo es un instrumento compuesto por herramientas tendientes a recolectar datos a nivel individual, comunitario, y organizacional, que integra medidas cuantitativas y cualitativas. 

El proyecto de la OECD para medir el capital social presenta algunas diferencias con el realizado por el Banco Mundial. El mismo se ha centrado en países desarrollados, y ha adoptado como concepto de capital social: «redes que, conjuntamente con normas y valores compartidos, facilitan la cooperación entre grupos» (OECD, 2001). Se pretende a través del proyecto producir un número limitado de indicadores que posibiliten la comparación entre países. 

La Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido en línea con la definición de la OECD y haciendo énfasis en el capital social visto como un activo de la comunidad resultado de las características de las relaciones individuales y comunitarias y de sus actividades asociativas, ha identificado cinco dimensiones fundamentales del capital social:

• participación, compromiso social;

• control,

• percepción de la comunidad,

• interacción social, redes sociales, apoyo social, y

• confianza, reciprocidad y cohesión social.

A pesar de los numerosos esfuerzos realizados por cuantificar el capital social, algunos autores (Portes, 1998, Fukuyama, 2000, Fine, 2001; Arrow, 2000) han concluido que la medición cuantitativa del capital social está lejos de ser factible. Fine argumenta que la medición no es posible porque las formas y dinámicas del capital social son específicas a cada caso concreto. Flores y Rello plantean que, debido a la complejidad de este concepto, resulta más interesante realizar un análisis cualitativo riguroso que trate de establecer las relaciones entre el capital social y otros factores en condiciones específicas. Se debe tener presente que a la diversidad de definiciones y formas de medir cuantitativa y cualitativamente el capital social, se une la dificultad adicional de ausencia de la información básica que permita la medición.

La investigación sobre capital social se encuentra en una fase temprana y aún resta mucho trabajo para construir instrumentos adecuados que permitan su medición. La elaboración de conceptos claros y de indicadores de la existencia y del grado del capital social comunitario puede contribuir a un mejor diseño, implementación y evaluación de las políticas y programas para el desarrollo.

 


1 Disponible en www.worldbank.org


9.7 Capital social y políticas públicas

El concepto de capital social permite la incorporación en los modelos de desarrollo, de los factores culturales que inciden en el crecimiento económico. En los últimos años se ha tomado mayor conciencia del papel que desempeñan las normas y valores en la vida económica. Lo social subyace a cualquier otra acción económica o política – todo está integrado (embedded) – lo social constituye una dimensión de la calidad de vida tan importante como lo económico (Bebbington, 2004). 

Como puede observarse en el Esquema 9.1 algunos de los principales elementos presentes en el concepto de capital social son confianza, reciprocidad, cooperación, sentido de pertenencia, compromiso social, redes sociales y normas comunes de comportamiento 2. Gran parte de las economías en desarrollo están caracterizadas por la existencia de importantes niveles de corrupción y violencia, escaso imperio de la ley y falta de confianza interpersonal y en las instituciones. Estos factores atentan contra el capital social. Si bien no existe consenso en la manera en que el capital social debe ser insertado en las políticas públicas, diversas medidas son propuestas en la literatura para fomentar su desarrollo. «La experiencia indica que las habilidades sociales e institucionales, tales como el liderazgo, conducción y gestión, trabajo en equipo, control social interno, transparencia y rendición de cuentas, son formables y transmisibles» (Durston, 1999 y 2000).

Cuando se quieren poner en marcha programas para la superación de la pobreza desde la perspectiva del capital social se deben tener en cuenta las relaciones sociales existentes en las comunidades a intervenir. Al aplicar medidas para el desarrollo del capital social comunitario es importante realizar una evaluación cualitativa de la realidad local de modo de identificar posibles conflictos y rivalidades que puedan llevar al fracaso a los emprendimientos colectivos, de modo de poder corregir esas debilidades. 

Fukuyama destaca que el problema que encaran la mayor parte de las sociedades con bajo nivel de confianza no es la carencia absoluta de capital social, sino mas bien el hecho de que el radio de confianza promedio de los grupos cooperativos tiende a ser reducido. El fortalecimiento del imperio de la ley y de las instituciones permite ampliar el radio de confianza de los individuos y facilita la cooperación entre extraños. Realizar un contrato comercial con un desconocido solo es posible si existe una legislación sobre delitos y contratos válidos; la confianza en el gobierno se incrementará si las instituciones son sólidas, actúan de manera transparente y responden al interés común. 

Por otra parte el nivel de confianza y cooperación entre los miembros de una comunidad, organización o socios de un proyecto, puede ser incrementada a través de estímulos de procesos participativos. Los mismos facilitan la construcción de consenso y el establecimiento de interacciones entre partes interesadas, para encontrar formas y medios que permitan trascender las divisiones sociales. En muchos casos, estos métodos sirven para que los miembros de una comunidad conozcan a nuevas personas con las que no había ningún vínculo o primaba la desconfianza y el temor. 

Los procesos participativos facilitan el «empoderamieto» (empowerment), el cual suele ser otro objetivo de los programas para la superación de la pobreza y la exclusión. Durston define «empoderamiento» como el proceso selectivo conciente e intencionado que tiene como objetivo la igualación de oportunidades entre actores sociales. El criterio central es el de transformación de sectores excluidos en actores, y de nivelación hacia arriba de actores débiles. Si el objetivo es facilitar el «empoderamiento» de los individuos o grupos atendidos por los programas, resulta esencial que el diagnóstico sea generado y asumido por la comunidad y que los agentes externos frenen sus impulsos de imponer sus criterios (Long, 2001). Una de las condiciones necesarias para que el «empoderamiento» sea posible es la creación de espacios institucionales adecuados para que sectores excluidos participen en el quehacer político público. 

El Estado puede otorgar incentivos para que los ciudadanos se asocien con el fin de recibir algún beneficio. La participación, por ejemplo, en proyectos productivos en los cuales se generan asociaciones para la comercialización de productos o para la compra conjunta de insumos, tiene el efecto de estimular confianza donde ésta no existe y de reforzar los hábitos de colaboración y asociación. Un trabajo en equipo parte de la definición de un objetivo compartido por todos. Supone un proceso de negociación, la elaboración de una meta compartida y la explicación de responsabilidades aceptadas por cada parte. Para Putman el subproducto del capital social es más importante que «el premio específico en satisfacción de necesidades inmediatas, ya que con él se inicia el círculo virtuoso de acumulación de existencia de capital social». 

Fukuyama señala que la educación suele producir capital social como subproducto, por ejemplo cuando se imparten a ingenieros normas profesionales compartidas, pero las organizaciones pueden producir capital social como producto primario. La capacitación colectiva puede incrementar el soporte normativo para la acumulación del capital social, mediante la transmisión de valores como la honradez, la importancia del cumplimiento de los compromisos, la concientización de que las organizaciones son propiedad de todos, y que el prestigio es el reconocimiento del servicio al conjunto, entre otros.

En el cuadro 9.3 se puede observar algunas de las políticas y sus potenciales efectos en el desarrollo de capital social. Es importante recordar que la existencia de capital social no garantiza nada. El capital social por si mismo no es suficiente para sustituir la escasez de otros capitales, sea capital físico, humano, natural u otro. Putzel (1997) señaló que aunque un grupo posea mucho capital social, no podrá obtener sus frutos potenciales sin acceso a otros recursos, especialmente los materiales. Las condiciones económicas circundantes desempeñan un papel muy importante. Asimismo, para que el capital social pueda impulsar el desarrollo tiene que ser sostenible. Es necesario una sinergia entre el capital social y la política gubernamental, la que tiene que crear nuevas instituciones y espacios de diálogo y concertación de los distintos actores.

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