ASPECTOS DEMOGRAFICOS
CAPÍTULO 4: ASPECTOS DEMOGRÁFICOS
Para el crecimiento de un país o una región es esencial el conocimiento que posibilitan los datos demográficos, ya que entre otros aspectos, la cantidad de población influye en el modo en que se administran los recursos económicos del Estado. Asimismo, es imprescindible para poder estimar correctamente las necesidades presentes y futuras en materia de vivienda, empleo, educación, salud, etc.
El presente capítulo pretende describir la situación demográfica de la Región Central, y de las provincias que la integran, a través de sus principales variables: tamaño, fecundidad, mortalidad y migración. Se analizan las tendencias históricas como así también se presentan proyecciones y estimaciones para la próxima década.
4.1. CONTEXTO DEMOGRÁFICO INTERNACIONAL
En los últimos tres siglos la población mundial pasó de 540 millones (año 1695) a aproximadamente 6.0561 millones, lo que significó un aumento en más de diez veces. Dicho ritmo está vinculado con el proceso de transformaciones tecnológicas, económicas y sociales que tuvieron lugar, y la combinación de los progresos que de ella se derivaron, los cuales produjeron una caída significativa de la mortalidad y un incremento concomitante del promedio de la duración de vida. En el último medio siglo el principal aporte al crecimiento mundial provino de las regiones de menor desarrollo relativo: África, Asia y América Latina, como consecuencia de disminuir el nivel de mortalidad y mantener altas las tasas de natalidad.
El Cuadro 4.1 permite la comparación de algunos indicadores demográficos de Argentina y de algunos países del mundo.En 1997 Argentina tenía 35,7 millones de habitantes, cifra comparable con la población de España, cuya extensión geográfica es el 20% de la de nuestro país. La cantidad de hijos por mujer en la mayoría de los países europeos y asiáticos no llega al nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer); en cambio toda América Latina, incluida Argentina supera esa cifra. La esperanza de vida al nacer y el porcentaje de población de más de 65 años, son más elevadas en los países que han alcanzado un mayor nivel de desarrollo debido a los avances tecnológicos en materia de salud y atención médica, factores que influyen directamente en la calidad de vida de las personas.
1 Dato reciente de Naciones Unidas.
4.2. ANÁLISIS DEMOGRÁFICO HISTORICO (1869-1991)
4.2.1. TAMANO Y CRECIMIENTO DE LA POBLACION
El número de habitantes registrados en Argentina en 1991 era de 32,6 millones, de los cuales un 20,2% correspondían a la Región Central, porcentaje que alcanzó su máximo valor en 1895 (25,7%), superando a la provincia de Buenos Aires, que en ese año acumulaba el 22,8% de la población.
El último Censo Nacional muestra que la provincia de Buenos Aires duplicaba el número de habitantes de la Región Central. (ver cuadro 4.2) La provincia de Córdoba registraba 2,76 millones de habitantes, el 8,5% de la población del país, con una densidad de 16,7 hab/km2. Se observa una lenta caída de la participación poblacional en el total nacional, provocada posiblemente por la caída de los niveles de fecundidad y del flujo de migrantes en el período. Por su parte, el último Censo arrojó para la provincia de Santa Fe un total de 2,79 millones de habitantes, lo que indicaba una densidad de 21,0 hab/km2. En 1869, fecha del primer Censo Nacional, la población alcanzaba un total de 89.117, por lo que es posible determinar que el tamaño de su población a lo largo de 122 años se multiplicó aproximadamente 31 veces. Se puede decir que esta provincia ha experimentado un mayor dinamismo demográfico que el promedio nacional, si se toma en cuenta que en el mismo lapso Argentina en su conjunto incrementó su población 18 veces.
En el caso de Entre Ríos, el Censo de 1869 arrojó el dato de 134.271 habitantes, mientras que en los siguientes 122 años multiplicó su población 8 veces. La densidad de esta provincia es de 13,0 hab/km2, por lo que se puede decir que Entre Ríos es la provincia con menor densidad poblacional de la Región Central. En la provincia de Buenos Aires, con el 11% de la superficie, en 1991 residía el 38,6% de los habitantes del país. Este hecho brinda una clara idea del alto grado de concentración de la población en el territorio argentino y el peso que la provincia de Buenos Aires tiene en el comportamiento demográfico del total del país. Esta gran concentración de habitantes en la provincia de Buenos Aires con respecto al resto del país se replica en forma más acentuada aún, en el ámbito de la provincia ya que casi dos tercios de la población vive en el área del Gran Buenos Aires2 .
2 Comprende los 19 partidos que rodean a Capital Federal y que conforman el Área Metropolitana de Buenos Aires: Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría, Florencio Varela, Gral. San Martín, Gral. Sarmiento, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Merlo, Moreno, Morón, Quilmes, San Fernando, San Isidro, Tigre, Tres de Febrero y Vicente López.
El gráfico 4.2 muestra las tasas anuales media de crecimiento de la población para las jurisdicciones analizadas. En él se refleja que el máximo auge en la evolución poblacional de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe corresponden a las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX. En efecto, entre 1869 y 1914 alcanzaron tasas anuales medias superiores a 40 por mil, que resultan considerablemente más altas que las correspondientes al total del país para el mismo período. Es importante destacar que en esos años, Argentina recibió importantes corrientes de inmigración internacional, proveniente en su mayoría de países europeos.
A partir de 1914 la tasa anual media de crecimiento sufrió una fuerte desaceleración. Este descenso se registró en un período en el cual tuvieron lugar las dos guerras mundiales y la crisis económica de principios de la década de los años ´30. Para el caso de Entre Ríos el ritmo de crecimiento fue similar al nacional en el primer período intercensal, comenzó a desacelerarse a fines del siglo XIX, manteniéndose prácticamente constante durante la primera mitad del siglo siguiente. La industrialización sustitutiva de importaciones convirtió a Entre Ríos en una de las provincias expulsoras de población en edades activas, como consecuencia de la atracción ejercida por el cordón industrial de Rosario, de la provincia de Buenos Aires y en menor cantidad de Capital Federal. Dicho proceso abarcó todo el período de vigencia de este modelo, iniciado en la década del ´40 hasta su crisis en los años ´70. La tasa anual media de crecimiento en la provincia de Entre Ríos descendió entre 1960 y 1970 al 0,8 por mil.
Algo similar ocurrió en la provincia de Santa Fe, la cual registró su menor crecimiento en este período. Esto se debió, además de la ausencia de los flujos migratorios europeos, a la forma en que operó en la provincia de Santa Fe la migración interna, que en la etapa de industrialización sustitutiva generó en la mayoría de las jurisdicciones argentinas saldos de migración interna negativos (Lattes, 1975).
Opuestamente a lo que ocurría en las provincias de la Región Central, en Buenos Aires los flujos migratorios de origen europeo fueron reemplazados por el traslado de la población rural hacia las áreas urbanas, redistribución a la cual contribuyeron también las migraciones de hombres, mujeres y niños provenientes de países vecinos (en particular de Paraguay, Bolivia, Chile y Uruguay). La crisis económica de los mercados de trabajo vinculados a actividades estacionales y la profundización de las desigualdades regionales hicieron converger a parte de estos flujos migratorios hacia el Área Metropolitana o hacia los centros urbanos secundarios de la provincia de Buenos Aires o de otras provincias (Cacopardo y López, 1997). Como consecuencia de estos cambios, en el momento de mayor aporte de la migración interna Buenos Aires creció a un ritmo que duplicaba al total nacional entre 1947 y 1960. A partir de los años ’70 el crecimiento del Conurbano de Buenos Aires disminuyó en forma notable y sistemática hasta 1991, mientras que en las otras provincias se observa una recuperación.
Dentro de la Región Central, la tasa de crecimiento entre 1980 y 1991 varía considerablamente. De todas maneras, la mayoría de los departamentos tuvo un crecimiento positivo. Colón alcanzó el máximo aumento de su población, lo cual puede deberse a su propia expansión demográfica como también al aporte migratorio que recibe de los departamentos aledaños. Por su parte, 3 departamentos le siguen, 1 de los cuales se halla en la provincia de Entre Ríos (Paraná), 1 en Córdoba (Punilla) y otro en Santa Fe (General Obligado). Sólo 7 resultaron con una tasa de crecimiento negativa (Gualeguaychú en Entre Ríos, Calamuchita, Minas, Pocho, Sobremonte y Tulumba en Córdoba, y Vera en Santa Fe) consecuencia de la salida de emigrantes que parten a ciudades en busca de una oferta laboral más prometedora.
4.2.2. CAMBIOS EN LA FECUNDIDAD, MORTALIDAD Y MIGRACIONES
El crecimiento y la composición por sexo y edades de una población es el resultado de la evolución de la fecundidad, la mortalidad y la migración. Los cambios en el comportamiento de estas variables producen modificaciones en el perfil demográfico, con las consecuentes implicancias sociales y económicas.
4.2.2.1. FECUNDIDAD
La fecundidad es generalmente la variable que mayor repercusión tiene sobre el crecimiento y la composición por sexo y edad de una población. Su descenso contribuye al envejecimiento demográfico ya que afecta directamente la base de la pirámide de edades al disminuir el número de nacimientos anuales (Schkolnik, 1989). Para analizar su comportamiento se seleccionó la tasa global de fecundidad3 , considerando al índice como el más apropiado (Ver Cuadro 4.3). Se puede observar que en promedio en nuestro país la misma cayó durante la segunda mitad del siglo XX. Dentro de la Región Central, la provincia de Córdoba ha permanecido en este aspecto por debajo de los correspondientes al país (exceptuando 1980), mientras que en Santa Fe el comportamiento no es lejano al observado a nivel nacional, manteniendo un valor cercano a los 3 hijos por mujer.
3 Promedio de hijos por mujer al término de su vida fértil.
Por su parte, si bien Entre Ríos siempre mostró una mayor fecundidad que el promedio argentino, desde 1955 en adelante la misma ha descendido, acercándose a los valores de las demás jurisdicciones.
El análisis histórico del nivel de la fecundidad en la provincia de Buenos Aires muestra que hasta 1970 se mantuvo prácticamente estable. En 1980, en coincidencia con la gran mayoría de las provincias argentinas, y por ende con el total nacional, se produjo un repunte de la fecundidad, expresado por una tasa de 3 hijos por mujer.
Cabe destacar que desde el siglo pasado el nivel de fecundidad de la provincia de Buenos Aires, junto con el de Capital Federal, se ha mantenido sistemáticamente por debajo del nivel total del país. Este hecho probablemente esté asociado con el impacto de la migración internacional. Asimismo, la inseguridad e inestabilidad económica de las condiciones de tenencia de la tierra generaron la necesidad de buscar ocupaciones urbanas de personas provenientes de ámbitos rurales, que los alejaron de los patrones de fecundidad registrados en esa época en sus grupos de origen (Rothman, 1973).
4.2.2.2. MORTALIDAD
La reducción de la mortalidad puede afectar a la estructura por edad de la población de distintas formas. En general en una primera fase, la mortalidad de la niñez se reduce en mayor medida que la del resto de las edades, y en consecuencia se produce un crecimiento proporcionalmente mayor en las edades jóvenes. En la segunda etapa, el descenso afecta en forma más o menos pareja a todos los grupos de edades, mientras que en la última fase se observa una reducción de la mortalidad debida a enfermedades degenerativas, que afecta especialmente a las personas mayores de 50 años de edad. Esto genera un envejecimiento de la población por la cúspide (Chesnais, 1990).
Los indicadores que se tienen en cuenta para estudiar los cambios de la mortalidad y su efecto en las estructuras por edad y sexo, son las esperanzas de vida al nacer4 y la tasa de mortalidad infantil5. Como se desprende del cuadro 4.4, desde 1914 en adelante la tendencia en la expectativa de vida tanto de la Región Central como de las demás jurisdicciones analizadas ha sido creciente. En promedio, las mujeres de nuestro país aumentaron 28,1 años a lo largo del período, mientras que los hombres aumentaron 23,2 años. En 1991, la diferencia entre las esperanzas de vida masculina y femenina era de 7,2 años a favor de las mujeres. Esta sobremortalidad masculina es una constante en todas las poblaciones, destacándose que a medida que desciende el nivel de mortalidad (expresado por el incremento de la vida media de la población), se amplía el diferencial por sexo.
4 Número medio de años de vida que alcanzaría un recién nacido expuesto durante su vida a las condiciones de mortalidad prevalecientes en el momento de referencia.
5 Defunciones de menores de 1 año por cada mil nacidos vivos.
En el gráfico 4.3 se muestran las esperanzas de vida en 1991, donde se destaca que dentro de la Región Central, Córdoba es la que registra una mejor performance en este sentido. Similar nivel al mostrado por Capital Federal. Por su parte, Entre Ríos es la que menor expectativa de vida muestra dentro de las jurisdicciones seleccionadas, incluso inferior al promedio país. La mortalidad infantil es la referida al tramo de edad que va desde el nacimiento hasta alcanzar el primer año de vida, en la cual la población está expuesta a múltiples factores de riesgo. La misma está compuesta por la mortalidad neonatal6 y la postneonatal7. A medida que desciende la mortalidad infantil (gracias a los avances de la medicina, el mejoramiento de la infraestructura sanitaria y el desarrollo de programas sociales específicos), cambia la composición de la misma. El componente postneonatal de la mortalidad infantil es el primero en disminuir, ya que se encuentra asociado con causas externas y sociales como los accidentes, enfermedades infecciosas, la desnutrición, la falta de higiene, deficiente estado sanitario, etc. Efectivamente, en el período observado la tasa de mortalidad postneonatal ha descendido considerablemente en todas las jurisdicciones (ver cuadro 4.5). Entre 1970 y 1980 se observó una clara reducción de la mortalidad infantil, período en el cual se produce el cambio en la participación de ambos componentes, con una mayor participación de la mortalidad neonatal. Ella está asociada con factores endógenos, tal como las malformaciones congénitas y las afecciones asociadas al embarazo y al parto. Este componente presenta un descenso marcado a principios de siglo y una tendencia decreciente, pero a un ritmo más lento que la mortalidad infantil. Analizando las provincias de la Región Central, se verifica una tendencia fuertemente decreciente de la tasa de mortalidad infantil en el período considerado. De todas maneras, cabe aclarar que aún queda camino por recorrer en este sentido, y que los niveles registrados distan de ser los óptimos. En Córdoba se observa que los logros más significativos de disminución de la mortalidad infantil se han obtenido en el período postneonatal. Idéntico comportamiento se observa en las dos restantes provincias de la Región Central.
6 Mortalidad de menores de 28 días.
7 Mortalidad de 28 días a 11 meses cumplidos.2 Mortalidad de 28 días a 11 meses cumplidos.
4.2.2.3. MIGRACIONES
El sentido y la magnitud de las migraciones pueden tener un efecto importante en la estructura de la población. En general producen un rejuvenecimiento de las poblaciones de destino y el envejecimiento de las de origen, ya que los movimientos migratorios están compuestos principalmente por personas jóvenes (Schkolnik, 1989). El crecimiento de la población argentina encontró en el componente migratorio un potencial multiplicador fundamental, especialmente hasta la primera mitad del siglo XX. En primer lugar, los grandes contingentes provenientes de ultramar que se asentaron en las áreas urbanas contribuyeron a su rápido crecimiento poblacional (en 1914 representaban la tercera parte de la población). Posteriormente, las corrientes migratorias con origen en las distintas provincias argentinas, que se fueron asentando en las zonas aledañas a Capital Federal. En lo referente a los flujos migratorios provenientes de otros países limítrofes, los mismos aumentaron su peso relativo, como consecuencia de la disminución del aporte de los migrantes de ultramar. Se dice que de no haber existido el componente migratorio sobre el crecimiento de la población argentina, en 1960 la misma hubiera sido del orden de la mitad de la efectivamente registrada.
En Argentina los flujos fueron prominentemente europeos (en mayor medida italianos y españoles) desde el siglo pasado hasta 1947, y fundamentalmente limítrofes (en su mayor parte paraguayos, bolivianos y chilenos) a partir de 1960. La guerra Civil de Paraguay de 1946-1950 y el golpe militar de 1954 podrían explicar el aumento del porcentaje de paraguayos entre 1947 y 1970. Paralelamente, también influenciaron las dictaduras de Uruguay y Chile durante la década del 70. Por su parte, los nativos de Bolivia evidenciaron aumentos relativos durante las dos últimas décadas.
Datos recientes, otorgados por la Dirección Nacional de Migraciones, indican que la radicación definitiva de extranjeros en 1999 en Argentina tuvo un leve descenso con respecto a años anteriores (1,3% menor a 1995). Sin embargo, el número de extranjeros legales superó los 12 mil, de los cuales la mayoría son de Perú (26,4%),Bolivia (25,2%) y Paraguay (15,8%). Los indicadores utilizados para analizar los movimientos migratorios en el presente capítulo son: el porcentaje de extranjeros en la población total (cuadro 4.6) y el porcentaje de nativos de otras provincias (cuadro 4.7).
En el Cuadro 4.6 se observa que la provincia de Santa Fe ha sido una de las provincias más receptoras de población de otras zonas. Las corrientes europeas del siglo XIX y comienzos del XX produjeron un importante impacto en el tamaño y estructura de la población santafesina, contribuyendo también al rápido crecimiento poblacional de los aglomerados urbanos, como es el caso de Rosario. Por su parte, Entre Ríos instrumentó leyes y decretos para la radicación de colonias. De once existentes en 1878, diez años después se habían establecido 102 (Memoria del Ministerio de Hacienda de Entre Ríos, 1888) y la cifra aumentaba a 185 colonias en 1898 distribuidas en todos los departamentos de la provincia (Memoria del Departamento General de Inmigración, 1898). Este hecho generó un notable aumento de la producción agrícola como consecuencia del aumento de la superficie sembrada. Simultáneamente la población dedicada a la agricultura fue incrementándose hasta constituir unas 30.000 personas en 1914. Se comprueba que en la provincia de Córdoba la población extranjera alcanza su máxima representatividad en 1914, principalmente debido a corrientes migratorias de origen internacional. Es notable el alto porcentaje de la población nacida en el extranjero de la provincia de Buenos Aires, sistemáticamente superior al correspondiente al total nacional.
El cuadro 4.7 expone las corrientes migratorias interprovinciales. En él se refleja que Santa Fe ha ido disminuyendo el caudal de emigrantes interprovinciales a través de los períodos analizados. Las provincias de mayor interés para los santafesinos son Buenos Aires y Córdoba, al mismo tiempo que recibe gran parte de inmigrantes desde esos mismos lugares. Asociado al crecimiento de la actividad económica basada en la agricultura, la provincia de Entre Ríos no modificó su modo de producción y durante varias décadas, en especial en los años 1950-1960 del proceso de migración interna nativa del país. La incipiente sustitución de importaciones iniciadas en el país en los años ’30, el impulso a la industrialización de bienes de consumo desde mediados de 1940 hasta la década de los ’70 y la vecindad con los principales asentamientos fabriles (Gran Buenos Aires y cordón industrial Rosario – San Nicolás) fueron determinantes para el éxodo continuo de los entrerrianos. Entre 1960 y 1970, Entre Ríos junto con las provincias de Tucumán y Chaco fueron las que sufrieron las mayores pérdidas de población. En los años de más fuerte emigración del período analizado, la mitad de las corrientes emigratorias de Entre Ríos tuvieron como lugar de destino el área Metropolitana de Buenos Aires.
En la provincia de Buenos Aires se verifica la fuerte disminución en el número de inmigrantes en los tres períodos. Esto se relaciona con dos situaciones que actúan en el mismo sentido: a) que las condiciones del Gran Buenos Aires han resultado menos atractivas para los migrantes en los últimos años, b) que en las provincias expulsoras se han producido cambios capaces de generar un mayor arraigo en su población. El flujo proveniente de Capital Federal conforma un alto porcentaje en los tres períodos. Aproximadamente el 90% de la corriente originaria de Capital Federal hacia esta provincia tiene como destino algunos de los partidos del Gran Buenos Aires, con lo que conforman el mayor aglomerado del país.
El CELADE (Centro de investigación Latinoamericano de Demografía) dio inicio a un proyecto en la década del ’70 para el estudio de los fenómenos migratorios en Latinoamérica. Este proyecto tendría como fuente básica de información los censos nacionales de población y pretende recopilar una base de datos provenientes de personas según su país de nacimiento, es decir los inmigrantes internacionales. A continuación, se presenta un cuadro conteniendo datos sobre inmigrantes argentinos.
4.2.3. COMPOSICION POR EDAD Y SEXO
En los puntos anteriores se han visto los cambios experimentados en la fecundidad, la mortalidad y la migración. Es importante presentar el efecto que dichos cambios han producido en la estructura de la población por grandes grupos de edad.
En el gráfico 4.4 se puede apreciar la edad promedio según el Censo 1991. En él se muestra el mayor envejecimiento en la población de Capital Federal que en el resto de las provincias. Dentro de la Región Central, Entre Ríos es la que muestra una mayor presencia de jóvenes dentro de sus habitantes, dado que su edad promedio es de 30,2 años.
Resulta importante analizar la evolución de la composición etaria de la población. Como se observa en el cuadro 4.9, se ha producido un proceso de envejecimiento en todas las provincias, reflejado en el aumento de la proporción de gente mayor a 65 años y en la disminución de menores de 14 años, asociado a la caída registrada en la fecundidad.
En términos generales, puede decirse que la provincia de Buenos Aires tiene una estructura por edad madura, con claros indicios de envejecimiento poblacional. Tanto Santa Fe como Córdoba cuentan con poblaciones en proceso de envejecimiento moderado, asociado a un marcado descenso de la mortalidad y de la fecundidad.
Por su parte, Entre Ríos, si bien posee una estructura poblacional joven, ha crecido la proporción de habitantes en edades avanzadas, lo que genera un envejecimiento en la cúspide de la pirámide, a pesar de que su fecundidad sigue siendo alta.
Un indicador utilizado generalmente para analizar los cambios en la estructura por edad de una población es el índice de dependencia potencial8 . El supuesto que está por detrás de este índice es que el segmento de población considerado en el numerador está integrado por la población «potencialmente» a cargo, que no participa en las actividades productivas y que por consiguiente, depende para su subsistencia de aquellos que son tomados en cuenta en el denominador, la población «potencialmente» activa (Schkolnik y Pantelides, 1975).
La evolución de esta relación figura en el Cuadro 4.10, en donde podemos observar que tanto Córdoba como Santa Fe, si bien presentan algunas oscilaciones, se mantienen hasta 1991 por debajo del promedio nacional. Desde 1960 comienza una tendencia creciente que alerta sobre las consecuencias del envejecimiento en la población, al afectar la relación entre las edades pasivas y activas.
También para la provincia de Entre Ríos es evidente el descenso desde el comienzo del período hasta el año 1970, año a partir del cual comienza a ascender como las restantes jurisdicciones. Es de destacar que presenta durante todo el período analizado un índice de dependencia potencial superior al promedio nacional. Para el caso de Buenos Aires, es a partir de 1947 que comienza a aumentar.
8 Se entiende como la relación de dependencia potencial al cociente entre el número de personas inactivas (menores de 15 años y mayores de 64 años) por cada cien personas en edades activas (15 a 64 años) en una población.
Las pirámides de población de los censos nacionales permiten analizar la evolución de la composición por sexo y edad. En líneas generales puede afirmarse que la estructura de todas las provincias argentinas corresponde a una población joven, de base ancha, hasta 1914. A partir de 1947, como consecuencia del descenso de la natalidad en Argentina, comienza a angostarse la base de las pirámides de edades, que se acentúa progresivamente con los años. Esto ocurre en Córdoba y Santa Fe, y de manera más evidente en la Capital Federal. En el caso de Entre Ríos, con los datos censales de 1991, vemos que aún conserva una estructura joven. Acompañando al angostamiento de las bases de las pirámides, se da un incremento de la participación porcentual de las personas mayores de 65 años (ensanchamiento de la cúspide), hecho asociado al envejecimiento de la población.
4.2.4. EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
El envejecimiento de la población o envejecimiento demográfico se define como un proceso de cambio de estructura por edad, caracterizado por el aumento del peso relativo de las personas de edad avanzada, se produce una reducción de la base de la pirámide, como consecuencia del descenso de fecundidad y en menor medida por abultamiento de la cúspide debido al efecto de la reducción de la mortalidad en las edades más avanzadas.
Es sabido que el descenso de la fecundidad es el factor demográfico más importante que determina la intensidad y la velocidad del envejecimiento al generar modificaciones sustanciales en la composición por edad de una población. A medida que los países se modernizan y avanzan en su proceso de transición demográfica experimentan, con mayor o menor velocidad, el envejecimiento de sus poblaciones (CELADE, 1996). La reducción del nivel de mortalidad, por su lado, sólo afecta muy débilmente la estructura etaria de una población, dado que la misma genera ganancia de vida en todas las edades. En el futuro se espera que las reducciones más significativas de la mortalidad tengan lugar en las edades más avanzadas (como consecuencia de los avances médicos en el control y los tratamientos de las enfermedades que afectan a las personas en estos tramos de edades).
En cuanto a los movimientos migratorios puede afirmarse que ellos modifican sensiblemente la estructura etaria. Por un lado, la emigración es un factor de envejecimiento de la población del área de origen, como consecuencia de la pérdida de la población de edades adultas jóvenes. Como contrapartida, la inmigración es un factor de rejuvenecimiento de la población del área de destino. Probablemente una de las consecuencias más significativas del envejecimiento de la población es el aumento de la carga de dependencia. Dado que las necesidades son distintas en la población joven y en la población anciana, el nivel y composición de la carga de dependencia tiene un importante significado económico y social. En este sentido la relación ancianos/jóvenes ha sido definida como un índice socio-político que apunta al futuro de una civilización o nación. Este indicador se orienta al estudio del reemplazo generacional, básicamente en relación con la participación de la población en la fuerza de trabajo.
Se considera que la flexibilidad de la población económicamente activa se ve afectada por el proceso de envejecimiento, tornándose menos flexible. En general se estima que los más jóvenes son los elementos más adaptables y móviles de la población.
El envejecimiento demográfico ha tenido en América Latina un ritmo de crecimiento moderado, como consecuencia de las modalidades del proceso de transición de la fecundidad. A pesar de que dicho envejecimiento está creciendo, las perspectivas futuras expresan que estos países no habrán llegado a una etapa avanzada del proceso de envejecimiento en el año 2010. Las excepciones de esta situación son Argentina y Uruguay que han experimentado un temprano descenso del nivel de fecundidad, el cual tuvo efectos evidentes en la composición etaria de la población.
4.2.5. POBLACION URBANA Y RURAL
Según Naciones Unidas, las poblaciones están distribuidas de forma muy irregular en el espacio y sufren permanentes cambios. La irregularidad se acentúa a medida que crece la urbanización y puede ser el resultado de diferentes tasas de crecimiento vegetativo1 como así también de las migraciones.
El crecimiento inicial de las ciudades industriales se debió primariamente a la migración procedente del campo. Actualmente, se puede considerar que los factores que influyen en la distribución poblacional son de diversos tipos:
a. Los adelantos tecnológicos y los cambios en la estructura industrial de la economía mundial, han liberado a una vasta población de su dependencia respecto de la tierra y de otros recursos naturales localizados en el espacio.
b. La tendencia a la concentración de la población por las oportunidades de lucro.
c. Los deseos populares y la política de los gobiernos en lo relativo al crecimiento y la distribución de la población han cambiado, se ha intensificado el control gubernamental sobre todo en los países con economías planificadas.
d. Las tasas de natalidad y mortalidad han disminuido, sobre todo en las zonas más industrializadas.
e. La migración internacional, a partir del fin de los movimientos masivos que caracterizaron al período de laissez-faire, ha tenido una influencia marcadamente reducida como factor de cambio en el tamaño relativo de la población en la mayor parte de los países.
Contrastan hoy los ambientes urbanos y los rurales. Al aumentar la escala y el ritmo de la urbanización, la movilidad geográfica debe atribuirse a los traslados entre lugares de residencia rurales y urbanos. Dado que la migración es selectiva por sexo, edad, estado civil y también por niveles educativos y profesiones, determina cambios en la composición de las poblaciones y de la fuerza laboral según estos atributos.
La definición convencional de población urbana que toma en cuenta el Censo Nacional de Población y Vivienda, se basa en el criterio de tamaño de los centros poblados: el límite inferior es 2.000 habitantes. Históricamente ha persistido en Argentina un marcado desnivel en la evolución de las poblaciones urbana y rural, fenómeno que fue acentuándose con el tiempo.
El ritmo de crecimiento del porcentaje de la población urbana, ha llevado a ubicar a Argentina como país altamente urbanizado. La relación urbana-rural era en 1991 de 6,8, lo que significa que por cada persona que vive en un área rural casi siete lo hacen en áreas urbanas. El Cuadro 4.12 permite apreciar la participación urbana y rural en diferentes años. A partir de 1914 el proceso de urbanización avanza sistemáticamente en todas las provincias.
1 Diferencia entre número de nacimiento y defunciones.
Sin embargo, donde se ha presentado con mayor rapidez ha sido en la provincia de Buenos Aires. En 1869 el 17,5% de la población era urbana, existiendo en esa época sólo tres centros que superaban los 5.000 habitantes, mientras que en el transcurso del siglo XX se fundaron en la provincia más de cien ciudades.
4.3. PROYECCIONES POBLACIONALES 2001 – 2010
El Cuadro 4.13 contiene la población estimada y proyectada para las provincias de la Región Central, Buenos Aires, Capital Federal y Total del país, para los años 2001 y 2010, según sexo. La población total estimada para la Región Central en el año 2010 es cercana a los 8 millones de habitantes, de los cuales el 42,5% corresponden a la provincia de Córdoba, 42,6% a Santa Fe y el 15% a la provincia de Entre Ríos.
Con respecto al crecimiento de cada una de las provincias, se observa que en 19 años desde 1991 al año 2010, Córdoba aumentaría un 20,4%, mientras que Santa Fe un 19,0% y Entre Ríos un 14,6%, cifras por debajo del promedio nacional (que ronda el 27%). Para el caso de Capital Federal, el porcentaje esperado de crecimiento es del 0,1%.
En la evolución de la población estimada por sexo así como el índice de masculinidad10, se advierte la continuidad del predominio del sexo femenino en todas las jurisdicciones.
10 Cantidad de Varones por cada cien mujeres.
Otro de los aspectos destacados en este análisis es el aporte realizado por las provincias de interés al crecimiento de la población total del país. Para el período 2001-2010, el 15% de este crecimiento corresponde a la Región Central, muy por debajo del 36% relativo a Buenos Aires. (Ver Cuadro 4.14) Es importante destacar que para todas las jurisdicciones analizadas en el cuadro 4.14, la participación en el crecimiento total del país decrece con el tiempo, lo que significa que el aporte de las restantes provincias argentinas es el que aumenta.
En el Cuadro 4.15, se observan las tasas de crecimiento anuales estimadas para el período 1990 a 2005 correspondientes a las provincias de la Región Central, Buenos Aires y Capital Federal. Asimismo, se expone el valor correspondiente a las provincias de Neuquén y Santa Cruz, por tratarse de casos notables en el crecimiento de su población. Neuquén alcanzará un ritmo de crecimiento cercano al 31 por mil, mientras que Santa Cruz llegará al 21 por mil.
El aumento en el número de habitantes se verá acompañado por una modificación en las estructuras por edades de la población. Estos cambios en la estructura por edad serán fundamentales, tanto por su impacto sobre la propia dinámica poblacional como por las repercusiones que tendrán sobre diferentes aspectos de la vida social y económica (Celton, 1999).
En este informe sólo abordaremos el porcentaje de la población de 65 años y más, por tratarse de un dato de gran interés para el estudio del envejecimiento poblacional. (ver Cuadro 4.16) Es notable el crecimiento en el porcentaje de los mayores de 65 años en todas las jurisdicciones. Para el caso de la Región Central, que en 1990 tenía el 9,8% de habitantes con más de 65 años, se espera que en el año 2005 llegue al 11%. Entre las provincias que conforman la Región Central, Santa Fe es la que tendrá este indicador más elevado, siguiendo en orden de importancia Córdoba y finalmente Entre Ríos.
4.4 ANEXO