AGRICULTURA E INNOVACIN

 CAPÍTULO 12: AGRICULTURA E INNOVACIÓN

 

“… El apoyo oficial a la investigación, la extensión y la educación rural era exiguo antes de 1958.  Aunque  resulta  difícil  cuantificarlo,  aquel  descuido  explica  gran  parte  del  mediocre desenvolvimiento del sector rural desde 1930.”

Díaz Alejandro, C. F. “Ensayos sobre la Historia Económica Argentina” (1975)El sector agropecuario es (y siempre ha sido) uno de los pilares de la economía argentina; es por eso que se hace necesario conocer la realidad agrícola en cuanto a producción, distribución territorial y productividad. Del mismo modo, los desarrollos industriales que se generan a partir de los encadenamientos productivos, tanto hacia adelante como hacia atrás, de la actividad primaria son motores del correcto desempeño económico de un país. Las nuevas tecnológias que posibiliten mejorar la eficiencia y permitan la sustentabilidad de la producción primaria, además de mejorar la provisión de recursos para la industria nacional, deben estar asociados  con avances generados dentro del país para permitir una mejor captación de las necesidades propias y una adecuada apropiación de sus beneficios económicos.

 

12.1 Introducción

Argentina es un país altamente competitivo en la producción agrícola. La agricultura ha evolucionado hacia un sistema productivo de gran escala y alta tecnificación, pero actualmente posee un déficit en cuanto a la eficiencia productiva (minimización de costos) y en lo que respecta a la sustentabilidad de los recursos (uso de la tierra). La utilización creciente de maquinaria agrícola y biotecnología, la capacitación y la información técnica, han permitido incrementos en la productividad ante crecimientos menores de la superficie cultivada.Históricamente  el  comercio  exterior  argentino  ha  estado  compuesto  por  productos  primarios mayoritariamente,  renunciando  a  la  exportación  de  valor  agregado  al  que  apuntan  los  países desarrollados. Además de los ingresos adicionales que la agregación de valor posibilita, éste es un medio indispensable para el desarrollo regional, es decir, para el desarrollo de las economías locales a través de los encadenamientos productivos en origen. En este sentido se destaca –de manera negativa- el caso de la soja (y sus subproductos) donde, a pesar de la expansión de su cultivo, la industrialización se encuentra concentrada en la cercanía de los puertos y, en algunos casos, muy lejos de la materia prima.

En síntesis, queda planteada una triple problemática: la eficiencia productiva, la sustentabilidad y el valor agregado. Se analizarán las diferentes posibilidades que tiene nuestro país para responder a estas cuestiones, entre ellas la implementación de Agricultura de Precisión, la biotecnología, las posibilidades de fortalecer los encadenamientos productivos, prestando especial atención a los avances que se están logrando en estas materias. 

 

12.2 Características generales de la producción primaria187

La agricultura de nuestro país se ha tornado cada vez más productiva a lo largo de los años, hecho que se refleja en un espectacular crecimiento de los rendimientos de los cultivos. 


 187 En “El Balance de la Economía Argentina 2009”, Capítulo 15, puede hallarse un análisis pormenorizado de los sectores 

agropecuario y agroindustrial de Argentina.


En los últimos 40 años la producción de los principales granos se incrementó un 380%, con un aumento de superficie sembrada de 112%.

En  lo  que  respecta  a  agricultura,  resulta  apropiado  analizar  en  profundidad  el  fenómeno  soja puesto que, por un lado, en los últimos años se ha dado una muy alta rentabilidad de su cultivo y por otro, su mercado no ha sido intervenido más allá de los derechos de exportación –retenciones- lo que conllevó que presente menor incertidumbre que el resto de las producciones. Estos hechos implicaron que los productores se abocaran a la oleaginosa. La misma ocupó el 70% de la superficie sembrada de los principales granos en la última campaña con una importante modificación en la distribución territorial de los cultivos. El Gráfico 12.2 muestra como la expansión de la soja en los últimos tres años se ha dado en detrimento de la superficie sembrada de trigo y maíz. 

Por otro lado, la soja se ha convertido en el principal componente del comercio exterior, tanto en grano como en sus subproductos. La exportación del poroto y sus derivados dejaron en 2010 la suma de US$17.500 millones, más del 20% del total de la exportación. Una cuestión importante es preguntarse hasta qué punto es sostenible este sistema productivo y comercial. La sobreexplotación del monocultivo atenta contra la sustentabilidad del sistema productivo, desgastando el potencial de la tierra y  originando ineficiencias en cuanto a la utilización de insumos en algunos casos. En cuanto al riesgo comercial que enfrenta nuestro país, el sector externo está fuertemente condicionado por la poca diversidad del espectro de exportaciones agroindustriales y a raíz de ello se ve muy atado a los vaivenes del mercado mundial.

A pesar de todo esto, la soja ha permitido que territorios marginales se integren al esquema productivo. La migración de la producción hacia zonas tan distantes del núcleo genera grandes posibilidades de desarrollo económico en regiones más relegadas. En el Mapa 12.1 puede observarse como ha variado la localización de la oleaginosa entre el primer quinquenio de la década del ’90 y el primero de la década ’00; desde 2001 en adelante, la oleaginosa se ha expandido a territorios donde la agricultura intensiva no era la protagonista (NEA, NOA).

 

Estas expansiones territoriales posibilitan el crecimiento de las regiones. Sin embargo, limitarse sólo a la explotación primaria desaprovecha la posibilidad de agregar valor y potenciar ese desarrollo. Más adelante se analiza el potencial de la integración vertical en Argentina y como la producción de maquinaria y otros insumos tanto como la industrialización de la materia prima amplifican el valor de la cadena productiva y aumentan las divisas obtenidas del comercio exterior.

A pesar de que la expansión de la soja se ha cobrado tierras antes utilizadas para el trigo y el maíz, estos cultivos han podido continuar con niveles de producción relativamente constantes gracias al incremento en los rendimientos por hectárea, debido principalmente a la biotecnología aplicada a las semillas y las nuevas técnicas de siembra y cosecha que disminuyen las pérdidas y permiten mejoras en el manejo de los cultivos. En la región núcleo para la campaña 2009/10 el maíz alcanzó un rendimiento de más de diez toneladas por hectárea. Vale aclarar que, a excepción del maíz, los rendimientos argentinos (especialmente de soja y trigo) se encuentran a niveles similares e incluso superiores a los exhibidos por países como Estados Unidos.

No  obstante,  esta  carrera  ascendente  de  los  rindes  tiene  su  precio:  mientras  más  productivos resultan los cultivos, más nutrientes se extraen del suelo. El Gráfico 12.3 muestra la evolución de los rendimientos por hectárea de los principales cultivos y en el Mapa 12.2 puede apreciarse la evolución de los rendimientos del maíz según la zona geográfica. Los rindes se incrementaron principalmente en las regiones núcleo y en cierta medida en el norte del país aumentando considerablemente la extracción de nutrientes del suelo en estos territorios.

 

Luego de cuatro décadas de explotación agropecuaria, los suelos argentinos perdieron el 2% de su materia orgánica (lo cual se estima representa un costo de US$103.620 millones188) que debe ser repuesto con fertilizantes; sin embargo, gracias al uso de tecnología -como la siembra directa, rotación de cultivos, el riego suplementario y la agricultura de precisión- se posibilita controlar este tipo de “ineficiencia”, y además, aumentar los rendimientos sin incrementar demasiado los costos y sin hacer peligrar la sustentabilidad. Las nuevas tecnologías disponibles permiten a la agricultura aumentar su eficiencia (tanto técnica como productiva); pero conjuntamente, se convierten en un potencial medio de generación de valor agregado intrínseco, tanto en la venta de productos agroindustriales como en la comercialización de maquinarias y herramientas.

 

12.3 Insumos utilizados en la producción

El agro argentino ha comenzado a utilizar, desde hace algunos años, insumos de origen nacional cada vez en mayor magnitud. El ejemplo más claro de este comportamiento lo da el mercado de la maquinaria agrícola, el cual no sólo ha podido ganarse un espacio entre los productores locales sino que se ha expandido al mundo. Sin embargo y a pesar de este incremento de la participación nacional, la importación todavía resulta indispensable para el normal desarrollo de la producción. 

En  el  primer  semestre  de  2010  el  mercado  interno  de  maquinaria  agrícola  representó  $1.550 millones, de los cuales $815 millones correspondientes a maquinaria nacional. Del mismo modo los fertilizantes y biotecnología de origen extranjero se tornan fundamentales para sustentar un sistema productivo en crecimiento.

El desafío surge en la potencialidad de volcar todo el conocimiento y la experiencia nacional a la producción interna de algunos insumos que puedan incluso tornarse competitivos a nivel internacional y, en cierta medida, a la implementación de las nuevas técnicas de producción que posibiliten incrementar la eficiencia.


 188 INTA, “Producción Agropecuaria Argentina”. Actualización técnica n°:50. Octubre 2009.


 

 12.3.1 Maquinaria agrícola

“…La Red de Maquinaria Agrícola y Agropartes de baja y alta complejidad desarrollada en Argentina se considera exitosa y por el crecimiento y desarrollo alcanzado merece ser analizada y estudiada como un modelo organizacional para tomar como ejemplo para otros sectores estratégicos 

de Argentina, como ser el sector agropecuario que merece también un trabajo en Red donde los verdaderos actores articulen, opinen y tomen decisiones estratégicas con una mirada larga, teniendo como objetivo la integración en la cadena de agroalimentos desarrollados en origen de manera asociativa…”189

Poner el énfasis en la maquinaria agrícola como opción de desarrollo, tanto a nivel nacional como regional e incluso local, no es una obstinación: durante la última década los productores agropecuarios se han inclinado por adoptar tecnologías que permitan mejorar la eficiencia y hacer a la sustentabilidad del sistema. Esta renovada demanda logró ser respondida, en parte, por fabricanes del ámbito local, los que incluso pudieron proyectarse al resto del mundo.

Primeramente, es menester considerar que el avance de la siembra directa, el uso de agroquímicos y nuevas semillas, la expansión de la frontera agropecuaria y el aumento de la necesidad de potencia modificaron la estructura del parque de maquinarias del productor. En el Gráfico 12.4 

se analiza la evolución de la implementación de siembra directa. La utilización de esta tecnología, pionera en los avances tecnológicos, presenta un crecimiento exponencial que se acelera a principios del nuevo milenio. Se estima que en 2010 más del 80% de la superficie se encuentra 

implantada de esta manera, aliviando sustancialmente la pérdida de nutrientes del suelo y contribuyendo al ahorro de agua, combustible y maquinaria.

Del mismo modo, se registra una tendencia creciente de almacenamiento de granos en silobolsas (ver Gráfico 12.5), tecnología que permite a los productores disminuir sus costos de acopio, otorgándoles asimismo cierto poder de negociación en el mercado. Según el INTA ésta es una “[…] tecnología que se exporta a más de veintisiete países190”.


 189 Ing. Agr. M.Sc. Mario Bragachini. “Desarrollo industrial de la Maquinaria Agrícola y Agropartes en Argentina”. Agosto 2010

190  Ing. Agr. M.Sc. Mario Bragachini. Op. Cit.


Estos dos avances, exigen al productor nueva maquinaria para adaptarse a la realidad y continuar siendo competitivos. La respuesta a esta necesidad se traduce en el aumento de las ventas de equipos tanto de origen nacional como importado. En el Gráfico 12.6 puede verse la evolución de las unidades vendidas (sumando tractores, cosechadoras, sembradoras e implementos). Luego de la crisis de 2001 las cantidades vendidas se dispararon, mostrando un sustancial incremento hasta 2004 cuando se estabilizan; a partir del tercer trimestre de 2008 se produce una fuerte caída (fruto de la crisis internacional y del creciente conflicto con el campo) que se empieza a revertir recién en los primeros meses de 2009, pero que, sin embargo, no permitió alcanzar las ventas de los años anteriores. En 2010 las unidades volvieron a niveles previos a la crisis-sequía-conflicto.

En consonancia con lo anterior, el valor de las ventas también muestra un recupero importante respecto a 2009. En los primeros seis meses de 2010 las ventas de maquinarias alcanzaron los $1.500 millones (un 74% superior a los $860 millones del primer semestre de 2009 y un 16% inferior que los $1.800 millones del primer semestre de 2008). El Gráfico 12.7 muestra como el valor de facturación de las maquinarias importadas superaron, en promedio, al de las de origen nacional hasta 2009, cuando se produce un cambio en el orden, posicionando las ventas nacionales a la vanguardia. Se proyecta que en 2010 continuará este comportamiento

 

Para reforzar la idea previa, los Gráficos 12.8 y 12.9 muestran como en el primer semestre de 2010 las maquinarias nacionales son las protagonistas. En los seis primeros meses del presente año la proporción del valor de las ventas de industria nacional supera el 50%, siendo que si se considera el período que va desde 2002 a 2010 fue mayoría, en promedio, la maquinaria importada.

 

En cuanto a la composición de las ventas, las cosechadoras y los tractores representaron en el primer semestre de 2010 más del 60% del valor de facturación total (ver Gráfico 12.10). En el período mencionado hubo 744 cosechadoras y 2.364 tractores vendidos versus 1.192 sembradoras y 5.056 implementos varios. Vale mencionar que las maquinarias más caras, en promedio, son las cosechadoras, seguidas por las sembradoras y los tractores y por último los implementos.

  

En línea con lo anterior, en el mercado nacional prima la fabricación de implementos y sembradoras. En el primer semestre de 2010 se vendieron casi 1.192 sembradoras de origen nacional versus ninguna extranjera. En contraposición, se importaron 1.792 tractores versus 562 nacionales y 476  

cosechadoras contra 268 nacionales. Durante el mismo período se compraron al exterior 1.468 implementos contra 3.588 nacionales, pero su menor valor por unidad hace que no tengan una fuerte incidencia en las importaciones. Los Gráficos 12.11 y 12.12 resumen estos hechos. En síntesis, nuestro país produce y vende internamente una gran cantidad de implementos y cubre casi en su totalidad la demanda de sembradoras, croyectándose incluso al mercado externo. En contraposición, importa buena cantidad de maquinaria más cara, como son tractores y cosechadoras. 

 

 

No se puede hablar de industria nacional ni de agregado de valor sin hablar de las posibilidades de exportación que presenta el mercado mundial. Argentina tiene la posibilidad de abrirse al mercado mundial de maquinarias pero para eso debe volverse competitiva a nivel internacional, al parecer está logrando ciertos avances en este sentido. Desde 2002 hasta 2009 las exportaciones de maquinaria agrícola se incrementaron más de veinte veces además, el INTA Manfredi estima que para 2015 se duplicarían las ventas al exterior.

Actualmente esta industria emplea alrededor de 90.000 trabajadores directos e indirectos (casi el triple de los que empleaba en 2001) y de confirmarse las proyecciones de exportación hacia 2015 la fabricación requeriría 12.000 puestos directos más. Este horizonte depende del nivel de 

competitividad que se logre para posicionarnos como oferentes en el mundo, el cuál puede alcanzarse por medio de la inclusión de componentes de alta tecnología para ingresar al mercado con exigencias cada vez mayores. 

 

12.3.2 Capital humano

Es indudable la necesidad, ante este nuevo horizonte de alta tecnificación, de mano de obra especializada en todos los niveles, desde el productor hasta aquel encargado de diseñar políticas y esquemas productivos. Es lógico pensar que la generación de este insumo debería ser fomentada 

desde el Estado. Los gobiernos Nacional, Provinciales e incluso Municipales deben participar activamente en la generalización de la capacidades en todos los ámbitos.

A nivel nacional se ha notado una importante oferta de egresados en ciencias aplicadas al agro, el Cuadro 12.1 muestra la población estudiantil en diferentes categorías para los años 2007 y 2008.

Una  demanda  creciente  de  personas  capacitadas  en  materia  agrícola  hace  que  sea  necesario ampliar y perfeccionar las capacidades de ingenieros y técnicos, y no obstante la imprescindible participación del Estado, el sector privado debe expresar sus necesidades laborales para marcar 

la guía a seguir. Las cadenas productivas pueden beneficiarse de sobremanera si sus integrantes vuelcan parte de sus recursos a la capacitación y la generación de capital humano.

Una  demanda  creciente  de  personas  capacitadas  en  materia  agrícola  hace  que  sea  necesario ampliar y perfeccionar las capacidades de ingenieros y técnicos, y no obstante la imprescindible participación del Estado, el sector privado debe expresar sus necesidades laborales para marcar 

la guía a seguir. Las cadenas productivas pueden beneficiarse de sobremanera si sus integrantes vuelcan parte de sus recursos a la capacitación y la generación de capital humano.

Una  demanda  creciente  de  personas  capacitadas  en  materia  agrícola  hace  que  sea  necesario ampliar y perfeccionar las capacidades de ingenieros y técnicos, y no obstante la imprescindible participación del Estado, el sector privado debe expresar sus necesidades laborales para marcar 

la guía a seguir. Las cadenas productivas pueden beneficiarse de sobremanera si sus integrantes vuelcan parte de sus recursos a la capacitación y la generación de capital humano.

 

12.4 Uso de la tecnología para aumentar la productividad: los avances en Argentina

12.4.1 La biotecnología 

La investigación y desarrollo de biotecnología en el mundo es uno de los factores que más repercute  en  la  creciente  productividad  de  los  cultivos.  El  método  más  moderno  y  extendido  (y controvertido) actualmente consiste en la creación de cultivos OGM (Organismos Genéticamente Modificados) a través de la incorporación de genes de otras especies, emparentadas o no, a la que se intenta modificar. Este es un método que con relativa rapidez incorpora la característica de interés a la variedad que se intenta lograr, pero no es el único modo de mejoramiento vegetal. 

Desde los inicios de la agricultura es que el hombre ha ido trabajando en post de mejorar sus cultivos. El método convencional para hacerlo era a través del cruzamiento y la selección por medio de la cual, luego de varias repeticiones, se llegaba a variedades deseadas con la incorporación de los genes requeridos y muchos otros que se combinaban en el proceso. Entrado ya el siglo XX se comenzó a utilizar la mutagénesis (mutación de genes por medio de la exposición a agentes físicos o químicos). La modificación azarosa que se genera puede resultar en la aparición de características útiles que se seleccionan a través del cruzamiento. 

El más actual de los métodos utilizados es la transgénesis que consiste en la anexión a un organismo de genes que pueden o no pertenecer a la misma especie. La principal diferencia entre la mutagénesis y la Transgénesis (OGM) resulta de la posibilidad de la segunda de incorporar un gen de cualquier especie, sólo el que resulta necesario y hacerlo en menor tiempo. La controversia que actualmente se plantea en cuanto a los cultivos OGM ronda en torno a los posibles efectos que éstos pueden tener sobre la salud de los seres humanos y el medio ambiente en general.     

 

12.4.1.1 Biotecnología en el mundo

Actualmente más de 2.000 cultivos consumidos en el mundo han sido generados con mutagénesis y prácticamente todas las plantas cultivadas artificialmente tienen algún tipo de mejoramiento. 

Este hecho es mundialmente aceptado. La discusión hoy gira en torno a los OGM (transgénicos) y su capacidad (a veces sobredimensionada en ambos sentidos) de generar beneficios en cuanto a la productividad y la disponibilidad de alimentos o de provocar efectos adversos sobre la salud y el ecosistema. En el presente punto se analiza la adopción y la estructura del mercado de OGM y se dejará de lado la discusión sobre sus pros y contras biológicos puesto que escapan al presente trabajo.

Los cultivos transgénicos (comerciales) se agrupan en tres categorías: tolerante a herbicidas (HT), cultivos Bt (resistentes a insectos) y la combinación entre ambos. En total, la superficie dedicada a OGM viene creciendo sostenidamente desde mediados de los noventa. El primero de estos tipos es el que más rápido se ha adoptado a nivel global. El Gráfico 12.14 muestra el área cultivada global y la participación de los países industrializados y en desarrollo. Es notable ver como el porcentaje de tierras que detentan los segundos se está incrementando llegando a representar en 2009 el 46%.

Alrededor del globo veinticinco países cultivan utilizando esta tecnología, entre los primeros se encuentran Estados Unidos, Brasil y Argentina. El Gráfico 12.15 muestra la participación porcentual por país en el total mundial del área cultivada con OGM.

Los productos que se cultivan a partir de variedades OGM son principalmente soja, maíz, algodón y canola. Los dos primeros están a la cabeza con 70 y 42 millones de hectáreas sembradas respectivamente. Como se ve en el Gráfico 12.15, el país que está a la vanguardia de estos desarrollos es Estados Unidos que desde 1996 ha incrementado continuamente la proporción de transgé-

nicos. Los productos aprobados en el país del norte para su cultivo consisten en sojas, maíces y algodones tolerantes a herbicidas (HT), además de maíces y algodones resistentes a insectos (Bt). 

Actualmente la soja HT detenta la mayor proporción de utilización entre todos los cultivos OGM. 

gregando para cada producto el total de variedades transgénicas se obtiene el Gráfico 12.16 que indica la evolución en la adopción.

12.4.1.2 Los beneficios de la biotecnología

Ya se ha analizado la realidad mundial de OGM y la del país que es su principal usuario. Pero, ¿qué beneficios conlleva la aplicación de esta tecnología?, ¿son efectivamente visibles? Nuevamente se toma como ejemplo a Estados Unidos para echar luz sobre estas cuestiones. Los productores norteamericanos han indicado (en un trabajo de USDA191) las principales razones por las que adoptan variedades OGM para sus cultivos. El estudio fue hecho para soja y algodón tolerante a herbicida (por ser los más extendidos). Los resultados se resumen en los Gráficos 12.17 y 12.18.

 

Aquí se puede ver como los productores ponderan primeramente -en ambos cultivos- la ganancia en cuanto a rendimiento por hectárea que un OGM les permite y en segundo lugar, contemplan las disminuciones de gasto en pesticidas. Vale aclarar que el incremento de los rindes es una consecuencia del mejoramiento en cuanto al manejo y tolerancia de plagas y no un efecto directo de la transgénesis. 

Por otro lado en el año 2000, apenas un quinquenio después de que se comenzara a utilizar esta tecnología, se realizó un estudio en Estados Unidos que intentó estimar (econométricamente) el efecto sobre el uso de pesticidas, los rendimientos por hectárea y los retornos netos de la adopción de Soja HT y Algodón (HT y Bt)192. Este efecto puede interpretarse como una elasticidad de las variables hacia la adopción (vale aclarar que por sí misma la adopción no genera las mejoras, deben existir otros factores que regulen el uso de insumos). 

Los resultados que se obtuvieron son resumidos en el Cuadro 12.2, donde puede verse el comportamiento de las variables según el cultivo adoptado.

Un incremento en el uso de Soja HT provoca una disminución neta del uso de herbicidas. A pesar de que el empleo de glifosato se incrementa, la caída en otros herbicidas más que compensa este comportamiento. El algodón HT no mostró resultados significativos sobre los herbicidas pero la 

variedad Bt si propició una disminución del uso de insecticidas. Ambos tipos de algodones mostraron ser efectivos tanto en aumentar los rendimientos como los resultados netos, en tanto la soja HT permitió un aumento pequeño en los rindes y no tuvo significancia en cuanto a los retornos. 

Este último resultado parece ser contradictorio con la acelerada adopción del cultivo, sin embargo los autores argumentan que la variabilidad regional de los resultados netos de la Soja HT es muy grande. Por otro lado, vale aclarar que el hecho de que algunos resultados no sean significativos 

no implica que la relación no exista sino que no fue posible probarla estadísticamente.

En síntesis, la implementación de biotecnología ha demostrado tener beneficios económicos que han sido percibidos por los productores y han propiciado la acelerada adopción de OGM en el territorio norteamericano. 

 

12.4.1.3 Biotecnología en Argentina

Como se señaló anteriormente, nuestro país se posiciona como uno de los que utiliza en mayor proporción este tipo de tecnología (ver Gráfico 12.13).  La posibilidad de desarrollar semillas que potencien los rendimientos por medio de la resistencia al uso de ciertos agroquímicos y al embate de insectos, e incluso aprovechen mejor el agua y los nutrientes, generan potenciales activos que a mediano plazo pueden ser determinantes para la sustentabilidad del sistema productivo y la ampliación de la productividad. Pero también existe el riesgo de que en ciertos mercados se interpongan trabas ante determinadas características de la producción (por ejemplo los europeos).

¿Cuál es la realidad biotecnológica de nuestro país? Desde 1996 en Argentina se vienen aprobando eventos de transformación genética en los cultivos de maíz, soja y algodón (relacionados con la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos). Se denomina evento al proceso que desemboca en la planta genéticamente modificada, y que requiere de la autorización estatal para ser implementado. Todos estos eventos se logran a través de la introducción de genes de otros organismos a la variedad en cuestión. ArgenBio193 indica que los cultivos OGM autorizados para su siembra, 


 192  J. Fernandez-Cornejo y W. McBride. “Genetically Engineered Crops for Pest Management in U.S. Agriculture”. ERS/USDA. Mayo 2000.

193 Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología.


consumo y comercialización son: soja tolerante al herbicida glifosato, los maíces tolerantes a los herbicidas glifosato o glufisinato de amonio y resistentes a insectos (Bt) o la combinación entre ellos y los algodones tolerantes al glifosato y/o resistentes a insectos (Bt). 

El Gráfico 12.19 muestra el aumento sostenido en el promedio de participación de semillas OGM en el total de la superficie sembrada de soja, maíz y algodón.

Con la soja a la cabeza, alcanzando una superficie sembrada con OGM del 99% en los últimos años, la adopción de esta tecnología creció de manera sostenida desde fines de los noventa. Las expectativas para los próximos años son que las innovaciones se presenten de manera incremental y no se forma radical como en la década pasada.

En lo que respecta a la producción de biotecnología, en Argentina son las trasnacionales las que tienen una participación preponderante en la introducción de semillas OGM, puesto que los desarrollos locales tienen serios inconvenientes ante la falta de un marco institucional que regule adecuadamente los derechos de propiedad y brinde estímulos a la I&D. Este hecho demuestra que nuestro país, a pesar de haber sido muy eficaz en la adopción de las nuevas tecnologías (la soja OGM es un claro ejemplo), no ha podido explotar al máximo sus recursos humanos y su capacidad  científico-técnica.  Sin  embargo,  como  se  mencionó  anteriormente,  también  existen perfeccionamientos de variedades no basadas necesariamente en la transgénesis (como es el caso de los desarrollos de ProArroz y las EEA 194 del INTA en Entre Ríos).

Insistir en el estímulo a la generación nacional de semillas y variedades, responde a la necesidad de solucionar las problemáticas propias y enfocarse en características específicas de los cultivos argentinos. Aquí el Estado se convierte en un protagonista que debe tratar de orientar recursos hacia los sectores que lleven adelante la I+D y a la formación del capital humano que la hará posible.

La historia y las características del desarrollo biotecnológico en nuestro país y en el mundo serán profundizadas en el Capítulo 10. A continuación se detalla el trabajo llevado adelante en Entre Ríos en lo que respecta al mejoramiento del arroz.


 194 Estaciones de Experimentación Agropecuaria


12.4.1.3.1 El caso de ProArroz

La producción de Arroz en ArgentinaDestinado en parte a consumo interno pero también abriéndose camino hacia el exterior, el arroz ha sabido ganarse un lugar entre los tradicionales granos argentinos. La producción en Argentina alcanzó en 2010 la cifra de 1.250.000 toneladas, de las cuales el 36% correspondió a la provincia de Corrientes y el 47% a Entre Ríos, es decir, entre las dos provincias explicaron el 83% (ver Gráfico 12.20). La superficie sembrada con este cultivo se ubicó, en el mismo año, cercana a las 220.000 hectáreas, explicadas en un 80% por estas dos provincias.

El crecimiento en la producción que se ha reflejado a lo largo de los años surge por el aumento de los rindes, especialmente a partir de la década de los noventa, cuando se comenzaron a implementar proyectos de mejoramiento de semillas e I&D que posibilitaron obtener nuevas variedades de arroz que rápidamente se expandieron en todo el territorio arrocero del país. Muchos de estos avances fueron fruto del trabajo de expertos argentinos financiados con fondos también nacionales.

Sin embargo, la llamativa caída en la producción de fines de los ‘90 encuentra una explicación en el Gráfico 12.21. En él puede verse una fuerte disminución del área sembrada en el mismo período, la cual fue motivada principalmente por el abandono de lotes infestados con arroz colorado. 

Esta maleza es un tipo de arroz salvaje que reduce los rendimientos y limita el área cultivable, esta problemática se potencia por el hecho de que, al ser también una variedad de arroz, no existen herbicidas  selectivos  para  controlarlo.  Recién  a  partir  del  nuevo  siglo  la  producción  retomó  la senda del crecimiento.


La distribución actual del cultivo del arroz está presentada en el Cuadros 12.3. En él se muestra la estimación de la superficie sembrada promedio por lote, obtenida por medio de imágenes satelitales para la campaña 2009-2010. Corrientes y Entre Ríos son las provincias con mayor superficie arrocera,  en un más lejano tercer puesto, Santa Fe. La producción de arroz ocupa principalmente el Norte y Este de la provincia de Entre Ríos, con una marcada concentración de los lotes en el espacio. En cambio, Corrientes muestra un espectro productivo distinto, con lotes de arroz en gran parte del Centro Sur y algo en el Norte, que se presentan más espaciados en el territorio. En el cuadro, se aprecia como la provincia de Entre Ríos muestra un tamaño promedio de lotes menor que el resto de las provincias productoras.

 

 

A modo de resumen, el Cuadro 12.4 muestra las diversas etapas del desarrollo reciente del cultivo de arroz. Hasta 1990 tanto la superficie como la producción permanecieron relativamente estables, con una tasa de crecimiento promedio anual muy cercana a cero. Luego de este período el 

comportamiento de la superficie sembrada puede dividirse en tres etapas: en los años noventa mostró un fuerte crecimiento (8% promedio anual), entre 1999 y 2001 cayó fuertemente al 19% promedio anual y desde 2002 recupera la senda de crecimiento, al 6%. La realidad del rendimiento por hectárea es algo distinta, luego de una etapa en la que, en promedio, mostro decremento; desde los noventa creció constantemente a un 2% promedio anual.

 

Los desarrollos logrados195 En 1988 la Estación de Experimentación Agrícola del INTA Concepción del Uruguay comenzó su labor de mejorar la cadena arrocera por medio de la implementación de tecnología. En el Gráfico 12.22 puede observarse como el rendimiento por hectárea del arroz se incrementó a partir de los noventa de la mano de los nuevos desarrollos. Poco a poco nuevos actores (todos integrantes de la cadena arrocera) se fueron incorporando al desafío de mejorar la competitividad.

 

La institucionalización de este trabajo se consolida en 1994 cuando se constituyó la Fundación Proarroz. La misma está compuesta por agentes públicos y privados que participan de alguna manera en la cadena arrocera. La provincia de Entre Ríos puede jactarse de ser una de las pocas, sino la única, en poseer una ley que avale y regule la existencia de una fundación público-privada que engloba a integrantes de toda una cadena productiva, ésta es la ley provincial N° 9228 “De Promoción para el Desarrollo del Sector Arrocero Entrerriano” que reglamenta el aporte a la fundación por parte de productores e industrias para financiar la actividad. ProArroz constituye un polo de innovación que vuelca sus recursos completamente a la investigación y a la transferencia tecnológica que posibiliten la mejora productiva y la inserción a nuevos mercados. 

A través del trabajo del INTA Concepción del Uruguay, el INTA Corrientes y la colaboración del INTA Castelar y la Universidad de La Plata, se encaró el desafío de crear nuevas variedades de arroz con nuevas características que potencien el crecimiento y se adapten a las exigencias del merca-


195  Información brindada por el Ing. Gustavo Arguissain del INTA Concepción del Uruguay


do. En una primera instancia el mercado iraní marcó la proa de los desarrollos, se debió trabajar en el mejoramiento genético para obtener variedades de calidad americana para satisfacer a los consumidores de medio oriente. Es así como surge “Don Juan INTA”. Hacia 2003 las necesidades se modifican y es el mercado brasilero (hoy representante del 40% de las ventas argentinas) el que marca los estándares a perseguir. Por ello se desarrolló la variedad que actualmente ocupa el 50% de la superficie sembrada de Entre Ríos: Cambá. Una variedad de excelente calidad y alto rendimiento que superó en 500 kilogramos por hectárea los rindes anteriores. 

El nuevo desafío a enfrentar por los ingenieros luego de los anteriores desarrollos fue el de la plaga de arroz colorado que a fines de los noventa comenzó a extenderse, principalmente en Santa Fe. Dada la imposibilidad de controlar esta maleza por medio de herbicidas selectivos, fue que se debió desarrollar una planta con resistencia biológica a los principios activos de los agroquímicos que controlan el arroz colorado. Para cubrir esta necesidad se desarrolla Puitá, una variedad no transgénica (se desarrolló por mutagénesis) resistente a herbicidas que llegó a tener repercusión mundial. El gen de esta semilla está patentado a nivel nacional e internacional. El Puitá es de excelente calidad pero de menor rinde, su ventaja principal es que  posibilita mejorar el manejo del cultivo y permitió recuperar gran parte de la superficie descartada por la presencia de arroz colorado (unas 35.000 has). PUITA INTA CL se expandió a varios países de América latina, llegando incluso a Estados Unidos, India, Tailandia entre otros; en la zona de Rio Grande do Sul, en Brasil, se siembra el 50% del área arrocera con esta semilla. Actualmente está en desarrollo una variedad de alto rendimiento, excelente calidad y con resistencia a herbicidas: la Gurí INTA CL.

Obviamente estos avances constituyen un activo importantísimo para las organizaciones que participaron en su desarrollo, es por eso que las variedades han sido patentadas por convenios con otras organizaciones. La obtención de los derechos (tanto a nivel nacional como internacional) hace factible que la investigación siga encaminada gracias al financiamiento obtenido. A nivel nacional las variedades se registraron en el INASE. El INTA es quien investiga, la fundación ProArroz multiplica el material, recauda las regalías y las distribuye entre los participantes.

Los especialistas del INTA aseguran que persiguen objetivos futuros consistentes en la obtención de nuevas variedades que optimicen los recursos existentes, tanto INTA como ProArroz persiguen el objetivo de que la cadena arrocera sea económica y ambientalmente sustentable. Algunas de las metas a futuro son: lograr la resistencia al frío (posibilitaría sembrar el arroz antes y extender la frontera más hacia el sur), utilizar menos cantidad de agua, lograr resistencias biológicas para disminuir el uso de químicos y aumentar la eficiencia de la utilización de fertilizantes; estas innovaciones son medidas que a mediano plazo podrían impactar en la obtención y mantención de mercados. La ponderación de la huella hídrica (cantidad de agua consumida por unidad de tiempo en una producción) y la huella de carbono (gases de efecto invernadero emitidos por una producción) es susceptible a incrementarse en los mercados internacionales a mediano y largo plazo, por ende nuevas variedades de semillas con estos niveles de avance tecnológico se hacen imprescindibles. Del mismo modo, el INTA está trabajando en controladores biológicos para insectos (específicamente la chinche) y para hongos, además de trabajar sobre genes que puedan disminuir la presencia natural de arsénico en el arroz. 

La industria arrocera está, en estos momentos, trabajando al 60% de su capacidad, por ende otro desafío es ampliar la producción primaria llevando el cultivo a zonas de Entre Ríos y Corrientes con potencial para su desarrollo, sin embargo, antes que los productores se vuelquen a nuevos territorios  debe  mejorarse  la  productividad.  La  búsqueda  de  nuevos  mercados  (como  China  e India) requiere también un esfuerzo orientado a la ampliación de las cantidades producidas y a la adaptación a las exigencias.

 

12.4.2 Agricultura de precisión

La Agricultura de Precisión (AP) es una estrategia de manejo a campo que combina telecomunicaciones, sistemas electrónicos, sensores remotos y otros tipos de información sitio-específica que permiten conocer a fondo el estado de los cultivos y de los suelos y optimizar la utilización de insumos. Este conjunto de herramientas permiten que la producción agrícola trabaje con niveles de eficiencia nunca antes vistos y provee al productor de información que facilita el manejo de sus cultivos, evitando la sobreutilización de agroquímicos, semillas y fertilizantes. Además el conocimiento aportado por estos instrumentos permite hacer un aporte a la conservación de los suelos. Como afirma Searcy: “La filosofía detrás de la agricultura de precisión es que los insumos de la producción (semillas, fertilizantes, agroquímicos, etcétera) deben ser aplicados solo cuando sea necesario y donde sea necesario para la producción más económica”.196 Los diferentes instrumentos que integran al conjunto de AP pueden agruparse de la siguiente manera:

•    Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés): Basado en la red de 24 satélites (NAVSTAR) operados por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos y controlados por estaciones de monitoreo alrededor del mundo. Con evidentes similitudes a la utilización cotidiana en transporte aéreo, terrestre o marítimo; cumple la función de ubicar a nivel espacial cualquier información obtenida por los demás instrumentos y guiar la posterior aplicación de los insumos necesarios. Funciona por medio de la triangulación de señales, midiendo el tiempo que demora la misma en viajar desde un dispositivo de GPS en la tierra hasta un satélite en el espacio; se requiere que al menos cuatro satélites estén  “a  la  vista”  del  dispositivo  al  mismo  tiempo  para  establecer  su  posición.  Varios factores pueden generar errores en la medición del sistema: errores en los relojes de los satélites, errores de órbitas, la propia atmósfera terrestre, rebotes en las señales, fallas o interferencias en los receptores. Todos estos factores generan errores en el posicionamiento de entre cinco y veinte metros, insignificantes en algunas actividades pero muy influyentes en la producción agropecuaria. Es por eso que en AP se utiliza el método de corrección diferencial (DGPS) basados en antenas o satélites geoestacionarios que corrigen las desviaciones llegando a una precisión de treinta centímetros.

•    Guía satelital: Los “banderilleros” (nombre dado en Argentina a los marcadores utilizados en las labranzas) permiten la guía de las sembradoras y pulverizadoras a lo largo y ancho de la superficie de labor. Varios tipos de marcadores (mecánicos para la siembra, humanos y de espuma para la pulverización) son utilizados actualmente para cumplir esta función. Ampliar la eficiencia de este método de trabajo podría significar un ahorro de insumos, y por este motivo se está implementando el “banderillero satelital”. Un sistema que, basado en el GPS, ubica y guía a la maquinaria de manera mucho más precisa a lo largo del lote.  

•    Monitores de Rendimiento: los monitores son un grupo de sensores instalados en la cosechadora que posibilitan obtener y guardar información sobre rendimiento por hectárea, contenido de humedad, contenido de proteína, etcétera. Complementados con un sistema GPS permite agregar eficiencia a la medición de la superficie (de otro modo hecha por radar o velocidad de las ruedas) y ubicar espacialmente las variantes de rendimientos y calidades además de tener una evolución temporal de las mismas. La transmisión en tiempo real vía internet de estos datos permite además hacer correcciones en el mismo momento de la cosecha.

•    Percepción Remota: El método más rudimentario de percepción remota consiste en la acción de mirar la plantación. En base al conocimiento y la experiencia del productor, 


 196  Stephen W. Searcy. “Precision Farming: A New Approach to Crop Management”.


 técnico o ingeniero puede hacerse una apreciación general del desarrollo de las plantas y los problemas que la aquejan. La utilización de imágenes satelitales, aéreas o sensores remotos incrementan la información disponible para ser utilizada en las decisiones tomadas sobre el cultivo. Existen muchos métodos que posibilitan conocer el estado de los cultivos y la tecnología por ellos utilizada es muy vasta, pero su enumeración y descripción escapan a los objetivos de este trabajo.

•    Dosis variable: La materialización de las informaciones obtenidas por los monitores de rendimiento o los métodos de percepción remota se da al momento de la siembra, la aplicación de fertilizantes y la pulverización por medio de la Tecnología de Dosificación Variable (VRT). Apoyada en un GPS, la VRT puede, automáticamente, aplicar los insumos en cantidades mayores o menores según lo necesite el terreno. Ciertas dudas en cuanto a los beneficios reales de esta tecnología (medida de los beneficios y costos potenciales de aplicar menos o más insumos)  hacen que aun no se encuentre generalizada. Hace falta un mayor conocimiento para la correcta utilización de los datos obtenidos.

El complemento de todos los grupos de herramientas antes enunciados consiste en un completo sistema de software que permita manejar, visualizar e interpretar los datos obtenidos para posibilitar la posterior toma de decisiones. Argentina se ha convertido en los últimos años en un productor importante de software, durante 2008 la facturación del sector se incrementó un 34% (llegando a alcanzar los 7.738 millones de pesos). Esto constituye una excelente posibilidad para el desarrollo de la agricultura de precisión en nuestro país. 

De manera sintética, el Esquema 12.1 describe el funcionamiento integrado de las diversas herramientas que participan en el fenómeno Agricultura de Precisión. El trabajo puede dividirse en la evaluación a campo (que consiste en la recolección de datos durante la cosecha, el muestreo y mapeo del suelo y el análisis por medio de los software apropiados) y la aplicación de los datos (por medio principalmente de la dosificación variable). En este ciclo existe un “feedback” que se reinicia en cada cosecha. 

La aplicación de las herramientas enumeradas depende de muchos factores tales como la escala de producción, el tipo y valor de los cultivos y el costo de los insumos, además del costo de la propia tecnología y la variabilidad de las cosechas. Es por eso que la aplicación, los resultados y los beneficios netos obtenidos varían de un país a otro y de una región a otra dentro del mismo territorio. 

 

12.4.2.1 Agricultura de precisión en el mundo

La agricultura de precisión viene desarrollándose fuertemente desde los noventa tanto en Estados Unidos como en Europa, y de manera más rezagada en Latinoamérica. En el país del norte la utilización de este tipo de tecnología está más generalizada que en el viejo continente. Este fenómeno se debe a la magnitud de los beneficios económicos que puede aportar la Agricultura de Precisión a las explotaciones. Estos beneficios se basan en el tipo de explotación (tradicional o tecnificada), el tamaño de las explotaciones, en la topografía y el tipo de suelo, entre otros aspectos que resultan muy diferentes entre los campos americanos y europeos. En algunas zonas de Europa del este (ex comunista), donde las parcelas tienen un tamaño mayor al promedio, la adopción de AP es superior al resto. La esperanza de que se utilice esta tecnología de manera generalizada en toda la Unión Europea gira alrededor de la ponderación de beneficios no económicos como ser la conservación del medio ambiente, la seguridad alimentaria, la optimización en el uso de la tierra escaza, entre otros. No obstante, la tendencia a aplicar este tipo de tecnología es un proceso lento. 

A nivel mundial la adopción de agricultura de precisión comienza, en general, con la implementación de monitores de rendimiento (MR); los cuales constituyen el mejor método de comparación entre países. A modo comparativo puede emplearse el Cuadro 12.5 tomado del trabajo de Griffin, 

Bongiovanni y Loweberg-DeBoer (2010)197. En el mismo se enumeran los monitores de rendimiento utilizados en diferentes países y la densidad por millón de hectáreas. A pesar de que algunas de las estimaciones son de diferentes años, son útiles para ubicar a los diversos países desarrollados en la implementación de estas nuevas tecnologías.


197  T. Griffin, R. Bongiovanni, J. Lowenberg-DeBoer. “Worldwide Adoption of precision Agriculture Technology: The 2010 Update”. 2010


Si bien Alemania es el país con mayor densidad por hectárea de monitores de rendimientos, en cantidades absolutas Estados Unidos está a la cabeza contando con entre 30 y 40 mil, la mayoría con GPS. La última información disponible indica que en 2001 alrededor del 32% de la superficie cosechada de Estados Unidos con soja y maíz era trabajada con monitores de rendimiento, pero se estima que en 2004 habría llegado al 50%. 

Tomando como ejemplo al país del norte, en el Gráfico 12.23 se puede ver como durante los noventa este tipo de tecnología mostró un fuerte crecimiento en los cultivos de maíz, soja y trigo (además alrededor de 1999 comenzó a incrementarse la utilización de esta herramienta complementada con dispositivos GPS -no graficado-).

 

Para tener una idea más fehaciente del actual espectro de instrumentos de AP utilizados en Estados Unidos es útil recurrir a la encuesta realizada en 2009 por el Centro para la Alimentación y los Negocios Agrícolas de la Universidad de Purdue y la revista “Crop Life” a 241 distribuidores de insumos acerca de los servicios de precisión prestados y el uso de tecnología de precisión. 

Como puede verse en el Gráfico 12.24, las guías GPS controladas manualmente constituyen la tecnología más utilizada por los proveedores encuestados, seguido por los servicios (la totalidad de ellos) relacionados con AP; del mismo modo las guías con autocontrol, los mapeos y las imágenes satelitales tienen niveles de utilización mayores al 30%. A lo largo de la primera década del 2000 el porcentaje de proveedores (“dealership”) que se valen de estos instrumentos ha mostrado altibajos, aunque siempre con una tendencia creciente. En el Gráfico 12.25 se muestra la evolución de los porcentajes de utilización de las tecnologías más difundidas (Guía GPS y servicios de precisión) a lo largo del tiempo.

 

Desde 2004 las guías satelitales con control manual han incrementado su participación en las tareas agrícolas hasta alcanzar en 2009 al 78,6% de los “dealerships”. El porcentaje de prestadores de servicios cayó en 2007, pero recuperó la tendencia creciente. Es de destacar el fuerte crecimiento de las Guías GPS con autocontrol (no graficada), que se incrementaron desde un  5,3% en 2004 a un 52,5% en 2009. También puede mencionarse el crecimiento entre 2004 y 2009 de las imágenes satelitales (del 16% al 30%). En cuanto a los servicios ofrecidos, es factible realizar un análisis desagregado de los mismos como en el Gráfico 12.26, en el cual se ve que la cantidad de proveedores exhibe variabilidad a lo largo del tiempo pero manteniendo en general una tendencia creciente.

 

Para 2011 el estudio prevé que el servicio más ofrecido continuará siendo el muestreo de suelos, llegando a abarcar al 56% de los proveedores, seguido de cerca por el mapeo (54%) y algo más atrás el análisis de datos de monitores de rendimiento (43,5%). Este incremento en la prestación 

de servicios de AP resulta fundamental para la aplicación de la tecnología, puesto que provee las herramientas de interpretación necesarias que complementan el trabajo a campo.

Finalmente es interesante analizar donde se encuentra Argentina en el contexto sudamericano. El Gráfico 12.27 da una idea de las herramientas de AP que se adoptaron en Sudamérica. La mayor participación se la llevan las guías manuales (banderillero satelital manual) que engloban el 52% del total de herramientas, le siguen los monitores de siembra con el 27% y los monitores con GPS con el 13%. Al comparar la adopción por país (Gráfico 12.28), Argentina está a la cabeza en monitores (con y sin GPS) y dosis variable líquida, dominando Brasil el resto.

En síntesis, Argentina, aunque atrás de Estados Unidos, se encuentra en franco crecimiento en cuanto a la adopción de herramientas de AP. 

 

12.4.2.2 Agricultura de precisión en Argentina

Argentina tiene potencialidad para producir granos de manera altamente eficiente y a un costo relativamente bajo. Del mismo modo, tiene la oportunidad de transformar la producción primaria, produciendo alimentos, combustibles y otros productos para exportar al mundo, agregando así valor a los cultivos. Si hoy se quiere generar un sistema productivo eficiente y sustentable, con encadenamientos hacia adelante y atrás, se debe comenzar a pensar qué herramientas nos serán de utilidad para tal fin. De este modo aparece como una de las respuestas la AP.

Obviamente que la implementación de las nuevas tecnologías repercute en todos los eslabones de la cadena productiva: por ejemplo, la clasificación de la cosecha que puede propiciar el nacimiento de mercados de granos con calidades diferenciadas (en cuanto al tenor proteico) o la optimización de la siembra y la cosecha que permita minimizar pérdidas y disponer de mayores toneladas por hectárea para la producción industrial o animal. Además, se genera una demanda de nuevos insumos que puede ser cubierta por productores argentinos (incluso PyMEs) de manera adecuada, generando también la necesidad de trabajadores altamente capacitados con la subsecuente demanda sobre el sistema educativo. 

En el punto 12.3.1 se describió cómo la maquinaria agrícola está tomando un nuevo impulso en Argentina, insertándose en el mercado mundial a niveles nunca antes vistos; pero esta inserción depende del compromiso de nuestro país con la producción de componentes de alta tecnología que estén de la mano de las nuevas tendencias globales analizadas en el apartado anterior.

 

12.4.2.2.1 Adopción de agricultura de precisión

En Argentina la Agricultura de Precisión se ha estado abriendo camino desde hace varios años. De la mano del INTA -con sus proyectos PRECOP y la Red de Agricultura de Precisión- además de los productores de maquinaria, está desarrollándose un nuevo abanico de posibilidades, tanto para los productores agrícolas como para los proveedores que son satélites de la producción primaria. 

Por otro lado, la propia inserción de estas empresas proveedoras de insumos agrícolas y maquinarias en la comunidad genera beneficios regionales.

Como puede apreciarse en el Gráfico 12.29, desde 2004 la adopción de componentes de AP se incrementó exponencialmente. Aquí se muestran los principales productos utilizados, pero también las dosis variables y las guías automáticas están aumentando su demanda. Entre 2003 y 2009 los monitores de rendimiento se multiplicaron por más de siete y los “banderilleros” alrededor de cinco veces. Las dosis variables y guías automáticas tuvieron incrementos que rondaron el 400%.

Para tener una imagen del espectro de utilización de la tecnología dentro de nuestro país resulta interesante analizar cuáles son las maquinarias que están equipadas con los diferentes componentes enumerados y la evolución de la proporción de las mismas. 

El Gráfico 12.30 exhibe el incremento de la proporción de equipamiento AP en todas las maquinarias analizadas. El 95% de las pulverizadoras tenían banderilleros satelitales en 2009, mientras que solamente el 25% de las cosechadoras portaban monitores de rendimiento. Las sembradoras 

son las maquinarias que menos participación tienen en la utilización de AP, solo el 23% llevaban monitores de siembra y apenas un 5% tenían dosificadores variables.

Por otro lado lo que resulta fundamental en la adopción de agrocomponentes de AP es la prestación de servicios relacionadas con la materia y la adaptación de la maquinaria a la nueva tecnología. La fabricación por sí sola genera externalidades, que de ser aprovechadas propiciarían la generalización de este método de producción. Este aprovechamiento va de la mano con la aparición de contratistas, analistas, capacitaciones, consultoras, etcétera que permitan el correcto uso de la tecnología. Aquí el Estado (de la mano del INTA) tiene un papel fundamental en el desarrollo y transmisión de la información, como ser el caso de la Red de agricultura de Precisión (que nuclea a varias estaciones experimentales de INTA) que brinda cursos de AP, además de contar con material académico de diversas áreas relacionadas con la materia.

 

12.4.2.2.2 Fabricación nacional de componentes de AP

La industria nacional no es ajena a la AP, casi todos los componentes utilizados en Argentina provienen en parte de fabricación nacional. Incluso el 100% de los Monitores de siembra utilizados son de origen argentino. El Gráfico 12.31 detalla estas proporciones para cada una de las herramientas.

En dos años la fabricación en nuestro país se ha incrementado, y la promoción y transmisión de información que se está verificando, sumado a las necesidades de eficiencia para optimizar los beneficios en la producción primaria hacen pensar que esta tendencia continúe. 

A nivel nacional las empresas relacionadas de alguna forma con la Agricultura de Precisión (fabricación de herramientas de AP, fabricación de maquinaria que utiliza AP o agropartes complementarias de la  AP y prestación de servicios) se distribuyen de manera pareja entre las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires incluyendo Capital Federal (o sea en las cercanías de los mayores polos agrícolas). El Mapa 12.3 muestra una distribución aproximada de 77 empresas analizadas que se relacionan de alguna manera con la AP.

El nodo central de la actividad relacionada con la maquinaria agrícola y las agropartes está ubi-cado  en  el  departamento  Belgrano  de  la  provincia  de  Santa  Fe  y  en  el  departamento  Marcos Juárez de Córdoba y engloba el 32% de la actividad198. Del mismo modo la AP tiene una fuerte 

concentración en esta zona, aunque los núcleos urbanos como Córdoba, Rosario y Capital Federal también muestran una importante densidad, seguramente relacionada con la cercanía a polos educativos que se hacen indispensables ante las mayores exigencias de capital humano de los componentes de alta tecnología.

Estas 77 empresas analizadas abarcan más del 70% del total que se dedica de alguna manera a producir o incorporar AP, logrando una maquinaria de alta complejidad competitiva a nivel mundial.  Veinte  de  ellas  proveen  directamente  productos  electrónicos  para  implementos  agrícolas, existen once prestadores de servicios relacionados con análisis de datos, consultoría y otras actividades complementarias a la utilización de los instrumentos. Las restantes empresas incorporan (o dan a sus clientes la posibilidad de incorporar) dispositivos de precisión, o fabrican agrocomponentes que se complementan con ellos.

De la veintena de empresas proveedoras, catorce desarrollan y producen en Argentina equipos electrónicos para el agro y el resto sólo se dedica a la comercialización (de importados principalmente). De esas catorce, cuatro fabrican productos como equipos para automatización, balanzas y caudalímetros; el resto produce directamente las herramientas de AP antes descriptas. Entre las fabricaciones nacionales se destacan los monitores de rendimiento, banderilleros satelitales y los equipos de dosificación variable. Para ver la distribución espacial de estas empresas tenemos el Mapa 12.4 que es más restringido que el presentado anteriormente y muestra solamente a los proveedores de herramientas y a los prestadores de servicios y su ubicación en el territorio nacional.

Cuando se restringe el espectro solamente a los fabricantes, comerciantes y prestadores de servicios; la concentración en las grandes urbes (Córdoba, Rosario y Gran Buenos Aires) se hace más notoria, reforzando la idea de la necesidad de ciertas economías de red (como personal altamente capacitado, telecomunicaciones, etcétera) para el desarrollo de estas actividades. 


 198  Bragachini. “Desarrollo industrial de la maquinaria agrícola y agropartes en Argentina”. Año 2010. INTA Manfredi.


Como se mencionó antes los servicios como la consultoría, análisis de datos y mapeos basados en la información recabada por los implementos de AP resulta fundamental en la extensión de esta tecnología. La complejidad de la misma hace que sea necesario  personal capacitado para explotarla al máximo. Los once prestadores de servicios que existen entre las 77 empresas analizadas se encuentran concentrados también cerca de las grandes ciudades lo que podría dificultar la llegada a los productores. Este aspecto queda pendiente para un análisis posterior pero es necesario tener en cuenta que la implementación de esta tecnología y su generalización dependen fuertemente de las empresas prestadoras de servicios.

La innovación dentro de este segmento resulta fundamental para mantener la competitividad y responder a las crecientes necesidades de eficiencia de la producción primaria. La complementariedad de esta tecnología con la biotecnología y los agroquímicos puede llevar a ahorros de insumos de magnitudes importantes que permitan aprovechar al máximo las semillas OGM. Por ejemplo, dado el mayor costo de las mismas, la dosificación variable posibilita optimizar su aplicación y conocer a posteriori las mejoras de rendimiento que pudiesen propiciar. Algunos empresarios reconocen dificultades para innovar enmarcadas en el acceso al financiamiento, los tamaños de mercado, la escala de la empresa; las cuales podrían ser paliadas con promoción estatal a través de una mayor provisión de información, facilitando la apertura de nuevos mercados y posibilitando la conexión entre los participantes de la cadena (el INTA cumple esta función por medio de la Red de Agricultura de Precisión y los Cursos que desarrolla sobre la temática).

Por último cabe señalar que gracias a la alta tecnología la Argentina está logrando competitividad a nivel mundial en algunas maquinarias e implementos, y se ha abierto al mundo con la exportación de pulverizadoras, cosechadoras (en este caso se está buscando exportar maquinaria de alta complejidad por medio de convenios con empresas extranjeras), maquinarias para almacenaje y extracción de granos, entre otros199. La AP, además de motivar una mejora de eficiencia en la cadena productiva,  brinda una posibilidad tangible de colocar la producción argentina de maquinaria en algunos mercados mundiales.

 

12.5 Encadenamientos Productivos: generando agregado de valor

En los puntos anteriores se han detallado características de la producción agrícola argentina y como, atadas a su éxito, otro tipo de producciones o industrias pueden nacer y desarrollarse como sectores de soporte. El ejemplo de la maquinaria y de cómo se ha expandido de la mano del fuerte crecimiento del sector resulta ilustrativo de esta idea. Al mismo tiempo la unión de actores de las cadenas productivas en la generación de insumos (como semillas) representa el espíritu innovador que debe guiar al crecimiento del sector agrícola y agroindustrial. La producción pecuaria y la producción de bioenergía, entre otros, resultan opciones interesantes de agregado de valor. Si estos desarrollos productivos se dan en consonancia con la idea de “agregado de valor en origen” pueden generarse polos productivos que motiven otras industrias a su alrededor y nuevos trabajos volcados a la búsqueda y transferencia de nuevas tecnologías. Aquí la biotecnología, la agricultura de precisión, la I&D y la extensión entran como jugadores importantes en el desarrollo regional, no solo por los aumentos de eficiencia en la producción primaria, que repercuten en toda la cadena, sino también porque en sí mismos pueden convertirse en un generador de valor y absorber gran cantidad de mano de obra, especialmente la capacitada. A continuación se analizan algunas cadenas específicas como ejemplo de las posibilidades de procesamiento de la materia prima agrícola.


 199  Bragachini. 2010. Op. Cit.


12.5.1 Molienda de granos en Argentina: aceites, harinas y pellets

Se realizará un análisis acotado de la industria molinera argentina. Centrándose en la molienda de soja y trigo para la producción de harinas, aceites, pellets, y otros subproductos. Siendo este el primer paso en la industrialización primaria es conveniente brindar una visión de la realidad actual del país en la materia.

En lo que respecta a la soja, Argentina se encuentra entre los primeros productores de subproductos. El Gráfico 12.32 muestra la evolución de la molienda en China, Argentina, Brasil y Estados Unidos, es destacable como en el último año el gigante asiático pasó a la cabeza en lo que respecta a molienda de soja. Le sigue Estados Unidos, Argentina en tercer lugar y cuarto Brasil. 

 

En cuanto a comercio exterior, nuestro país se encuentra primero en exportaciones de aceites y harinas de soja. El USDA proyecta para la campaña 2010/2011 exportaciones por 30 millones de toneladas de harinas y por 4,4 millones de aceite para Argentina (en segundo lugar en cuanto a exportación se encontraría Brasil con 13 y 1,45 millones de toneladas respectivamente). China es el gran comprador mundial de estos subproductos, sin embargo año a año incrementa sus compras de oleaginosa sin procesar lo que hace pensar la existencia de una tendencia a aumentar la producción interna200.

Yendo al ámbito estrictamente interno, la distribución de la molienda a nivel nacional es visiblemente desigual. Santa Fe detenta casi el 90% de la industrialización. En el Gráfico 12.33 puede apreciarse la desproporcionada distribución de esta industria.


 200  USDA. “World agricultural supply and demand estimates”. Diciembre de 2010


 

Avanzar en el sentido de mejorar esta distribución resulta fundamental para que el resto de las regiones productivas tengan la posibilidad de agregar valor a su producción primaria. Este punto entra en consonancia con la fuerte concentración que se presenta también en la industria productora de biocombustible que se planteará en el próximo punto.

Otro elemento a tener en cuenta es la variedad de cultivos a partir de la cual se obtienen los subproductos. El gráfico 12.34 toma como ejemplo a los aceites y denota claramente que la soja es la protagonista principal para su elaboración. Este hecho resulta interesante siendo el aceite el insumo principal en la elaboración de biodiesel. La ampliación del espectro de cultivos que puedan utilizarse en la posterior industrialización puede significar la introducción de zonas relegadas al sistema productivo. 

En el caso del trigo, la molienda se encuentra concentrada en la provincia de Buenos Aires y Capital Federal. En conjunto representan alrededor del 60% de la industrialización total. Le siguen Córdoba con el 20% y Santa Fe con el 10%. El Gráfico 12.35 resume estos valores.

 

Las exportaciones de harina de trigo rondan el millón de toneladas, lo que indica que la producción (de 4.500.000 toneladas) es mayormente para consumo interno.

La industria molinera es el primer eslabón de procesamiento de la producción primaria, a partir del cual se inicia el resto del agregado de valor que puede extenderse hasta productos más complejos.

 

12.5.2 Biocombustibles201

La producción de biocombustibles, los cuales pueden ser utilizados como productos finales y co-mercializarse al mercado mundial, o ser empleados como insumo en actividades primarias dentro del país, presenta una posibilidad de agregado de valor no despreciable si se toma en cuenta que es posible llevarla adelante en el corto plazo, dada la magnitud de la producción de oleaginosas y aceites argentina. Actualmente es el biodiesel fabricado a partir de aceite de soja el principal biocombustible producido por Argentina.

Es de destacar que el complejo productor de biodiesel de Argentina se encuentra entre los primeros  del  mundo.  Actualmente  la  producción  argentina  ronda  los  2,5  millones  de  toneladas anuales, y tiene como destino tanto el mercado interno (existe un corte obligatorio del 7% de combustibles fósiles con biodiesel y etanol) como el mercado externo. Es este segundo en el que se interesan los grandes productores. En manos principalmente de las grandes aceiteras, la producción argentina de biodiesel nacida en los primeros años del siglo XXI se enfocó a la exportación y a pesar de los incentivos otorgados por medio de las leyes relacionadas al corte obligatorio de combustibles fósiles, algunas limitaciones desde el Estado hicieron que las grandes compañías se muestren reacias a volcarse al mercado interno. Recién en 2010 pudo lograrse un acuerdo para la distribución del cupo interno de biodiesel entre las empresas y el Estado.

Este acuerdo benefició especialmente a las industrias pequeñas y medianas, las cuales lograron colocar el 100% de su producción dentro del país a un precio beneficioso. La Cámara Argentina de Energías Renovables plantea una distinción entre las empresas productoras como sigue: “Acei-


 201  Para un análisis pormenorizado del mercado de biocombustibles remitirse al “Balance de la Economía Argentina 2007”, Capítulo 10.


teras Grandes, con plantas grandes de biodiesel y abundante acceso a la materia prima; los Independientes Grandes, con plantas grandes pero sin molienda propia; y los Independientes Chicos, con plantas chicas y sin molienda propia”202; y en base a ella pueden obtenerse las proporciones detalladas por los Gráficos 12.36 y 12.37.

  


202  CADER. “Estado de la Industria Argentina de Biocombustibles”


Actualmente (dado el corte obligatorio) el mercado interno de biodiesel es de  860.000 toneladas, que representan unos $2.900 millones. El precio del combustible en el mercado interno está determinado por la Secretaría de Energía y se establece en pesos por tonelada. El Cuadro 12.6 muestra la evolución de este precio desde principios de año. Esta cuestión resulta beneficiosa para quienes participan en el cupo interno puesto que la venta externa de biodiesel está gravada con retenciones del 20%.

 

 

12.5.2.1 Marco legal en Argentina

El  punto  de  partida  en  materia  legal  sobre  biocombustible  (BC)  es  la  Ley  nacional  N°26.093 promulgada en  2006, la cual establece un “Régimen  de Promoción para la  Producción y Uso Sustentable  de  Biocombustibles  en  el  territorio  de  la  Nación  Argentina”  con  una  duración  de quince años, cuya autoridad de aplicación sería designada por el poder ejecutivo y contaría con una comisión asesora (La Comisión Nacional Asesora para la Promoción de la Producción y Uso Sustentables de los Biocombustibles). Dicha ley establece que las funciones de la autoridad de aplicación versan sobre tareas de promoción, reglamentación, supervisión y control, habilitación de plantas, entre otras.

Del mismo modo se establece el corte obligatorio del 5% del gasoil (o diesel oil) comercializado dentro del territorio nacional con biodiesel, hecho que fue materializado a mediados de 2010 (siendo que la ley preveía su inicio el primero de enero). La norma establecía que la autoridad de aplicación podría incrementar este porcentaje. También se contemplaba el corte de nafta con etanol en igual proporción. Las plantas que realicen las mezclas deberán adquirir el biocombustible a los fabricantes autorizados para la venta orientada al corte obligatorio.   

Además se reglamenta el esquema de promoción con el que serán beneficiados los proyectos de radicación de industrias de biocombustibles. Se establecerá un Cupo Fiscal en la Ley de presupuesto de cada año que será distribuido en un orden de prioridades para los proyectos según los 

siguientes criterios: promoción a las PyMEs, promoción a los productores agropecuarios y promoción de las economías regionales. Los beneficios fiscales de los proyectos consisten en un tratamiento especial (según Ley Nacional N°25.924) para el IVA y el impuesto a las ganancias de bienes de capital y obras de infraestructura, los bienes afectados a dichos proyectos no formarán parte de la base del cálculo del impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, además los biocombustibles no estarán gravados con el impuesto a los Combustibles Líquidos y el Gas natural. Por otro lado, se le asegura a los proyectos que participen de la mezcla con combustibles fósiles la colocación de la totalidad de su producción a un precio fijo establecido por la Secretaría de Energía de la Nación. 

A dicha ley le siguieron varias reglamentaciones que especifican de manera más detallada tipos y calidades de BC, mecanismos de selección de proyectos, medidas de seguridad, etcétera. Del mismo modo en 2010 una serie de nuevas normas establecieron la ampliación del cupo de corte de gasoil al 7% además de incorporar nuevos detalles en cuanto a la declaración de producción y entrega de las plantas elaboradoras de biocombustibles. 

 

12.5.2.2 Perspectivas

Hay lógica en pensar que el corte obligatorio con biodiesel siga expandiéndose ante la suba sostenida del precio de los combustibles fósiles (ver Gráfico 12.38) y la problemática que genera el desabastecimiento en las épocas pico de uso agrícola (en el Gráfico 12.39 pueden verse los picos de utilización). Es de esperarse que en el mediano plazo los biocombustibles resulten una alternativa rentable para su utilización como insumo en el agro (por medio del corte obligatorio o incluso su producción para autoconsumo). 

 

En este contexto el agregado de valor en origen no solo se convierte en un vehículo de desarrollo regional, sino también en generador de un insumo fundamental para la producción agrícola. Diferentes modalidades pueden adoptarse para que los productores participen directamente en la producción de biocombustibles (cooperativas, asociaciones, intercambios a fazón, etcétera). Por la necesidad del aceite como insumo, la concentración de la molienda de soja antes mencionada en el punto 12.5.1 motiva que las plantas de biodiesel presenten también una importante centralización, especialmente en torno a los puertos santafesinos como muestra el mapa 12.5. 

Comparando los emplazamientos de las plantas de biodiesel presentados por el mapa anterior, con la distribución de la siembra de soja del Mapa 12.1, se verifica que existen muchas áreas con disponibilidad de materia prima que no presentan fábricas cercanas, lo que disminuiría considerablemente los costos de flete que debe abordar el productor (tomando en cuenta que las principales productoras de biodiesel son también aceiteras que compran el grano directamente). 

Además de la posibilidad de colocar el grano con menores costos, la producción regional de biocombustible presenta la opción de que los productores accedan al combustible de manera más rápida y eficiente (por ejemplo por medio de un intercambio a fazón de soja por biodiesel). 

La producción de biodiesel a base de soja es la más importante hoy en día en nuestro país. A partir de esta realidad pueden generarse en el corto plazo los incentivos necesarios para la introducción de PyMEs, cooperativas o asociaciones de productores primarios capaces de complementar la  oferta  de  combustibles  tradicionales,  subsanando  algunos  problemas  de  desabastecimiento estacional y regional. Estos incentivos deben posibilitar cierta igualación de oportunidades entre los pequeños y grandes productores y deben estar relacionados con infraestructura203, estímulos impositivos, investigación y extensión; además el Estado debe ser un protagonista fundamental de su materialización. No obstante la magnitud y extensión del cultivo de la oleaginosa, hay otros productos que pueden ser materia prima para este biocombustible, por ejemplo la jatropha (cultivo que crece en terrenos semiáridos y con clima cálido) cuya producción podría introducir zonas marginales al círculo productivo. Por otro lado el bioetanol también se presenta como una alternativa a los combustibles fósiles (para las naftas especialmente), este producto puede generarse a partir de maíz (como lo hace Estados Unidos) e incluso del lactosuero (subproducto de la industria láctea, muchas veces de desecho). La caña de azúcar es otra materia prima empleada en la producción de biocombustible, Brasil es un exponente en este sentido y en la provincia de Tucumán se está implementando esta modalidad de producción. La introducción de insumos alternativos que permitan una sustitución del combustible fósil a una escala mayor dependerá fuertemente de las coyunturas internacionales y de los análisis sectoriales de cultivos específicos que puedan realizarse para encontrar las mejores opciones de producción dentro del territorio nacional.

Vale aclarar que una sustitución total del combustible fósil no resulta del todo factible bajo las condiciones actuales dadas las limitaciones de tierra existentes y las presiones sobre los mercados de alimentos que se generarían ante los aumentos de la demanda de granos a nivel mundial. Los cultivos e insumos alternativos para la producción de biodiesel y bioetanol pueden significar  una respuesta que aliviane el mercado de los combustibles fósiles y al mismo tiempo no genere presiones sobre los precios de los alimentos.

 

12.5.3 Utilización de la agricultura como insumo en producción pecuaria 

A nivel nacional, tanto la ganadería como la producción láctea, vienen atravesando una situación complicada desde hace varios años por factores de diversa índole: políticas estatales, pérdida de rentabilidad relativa, reveses climáticos. Estos factores han llevado a una paulatina desinversión: 

tanto el stock vacuno como los establecimientos tamberos se han reducido de manera notable en nuestro país. Sin embargo, existe una diferencia notoria. La reducción del número de tambos, no implicó una caída en la producción total de leche, contrariamente la misma aumentó, y no se pone en riesgo la autonomía del país. En cambio, la producción de carne también ha aumentado pero debido a la fuerte liquidación de cabezas que originó la caída del stock ganadero. Esta caída generó un desfasaje de oferta y demanda que ajustó vía precios. Actualmente, el sector goza de buenos precios lo que ha llevado a que se guarde capital para engorde y caiga la oferte cárnica. 

La producción agrícola del ganadero y/o lechero, acompañada por la búsqueda de nuevas variedades, las modificaciones genéticas y pautas determinadas de manejo de los alimentos para el ganado, son algunas de las herramientas que permitirán el incremento de la productividad,


  203 Las grandes aceiteras poseen sus propios ferrocarriles.


aunque no son las únicas. La implementación de Bienestar Animal, por ejemplo, dándole confort y disminuyendo el estrés al que están sometidas las vacas lecheras, ha demostrado ser capaz de generar aumentos en la producción de litro/vaca/día en el cortísimo plazo, al igual que lo hacen en el mediano plazo los mejoramientos genéticos que se aplican al rodeo.  

La integración vertical es una alternativa que posibilita una mejora en la rentabilidad, un aumento de las utilidades y la posibilidad de generar inversiones para continuar expandiéndose en la cadena productiva. 

 

12.5.3.1 Producción ganadera

En el Gráfico 12.40 puede verse como el stock de ganado vacuno ha descendido un 18% desde su pico más alto en el segundo semestre de 2006. Esto se debió a varios aspectos entre los cuáles podrían destacarse tres: la alta rentabilidad de la soja que compitió con la ganadería por las tierras, las políticas restrictivas del estado hacia la exportación de carne y más recientemente, la cruel sequía que terminó de minar la rentabilidad de los productores. 

El afán del público por consumir animales de bajo peso y las particularidades del ciclo ganadero, en el cual se liquida stock ante malas condiciones de mercado y se retienen vientres (retrayendo la oferta) en condiciones ventajosas, ha hecho que la producción muestre vaivenes a lo largo del tiempo (ver Gráfico 12.41). Luego de un pico en 2007 – 2008 la producción permaneció alta en 2009, pero cae en 2010 debido a la acumulación de capital de los productores. El punto de partida para recomponer la oferta cárnica en el corto plazo es el aumento del peso para faena del ganado existente, y aquí la alimentación es la protagonista.

 

La restricción territorial de la ganadería es uno de los limitantes más importantes a la actividad. El costo de oportunidad de la tierra se incrementó fuertemente por la gran rentabilidad de la soja postergando la actividad ganadera a zonas marginales. Los encadenamientos productivos orientados hacia la alimentación del ganado resultan una alternativa para aumentar la rentabilidad en las extensiones de terrenos dadas. Como expresa un trabajo presentado por el INTA en 2010204el productor pecuario debe ser un eficiente agricultor, luego cosechar eficientemente y tener la capacidad de almacenar el forraje para después racionar una dieta adecuada a sus animales.

El cultivo de cereales como el sorgo y el maíz permiten obtener la materia prima para elaborar alimentos que luego, a través del uso de los silobolsa, estarán disponibles cuando resulte necesario. 

La alimentación con este tipo de productos resulta versátil en el sentido que puede adaptarse a las necesidades del rodeo: puede modificarse la proporción de fibra y grano, implementarse nuevas tecnologías (biotecnología) que hagan que la planta (y no sólo el grano) aporte cantidades significativas de nutrientes, apelar al agregado de compuestos que incrementen el valor energético, nutricional y/o proteico, utilizar la cosecha diferenciada (por medio de la AP) para discriminar por tenor proteico, etcétera. Por otro lado, la zona geográfica donde se desarrolla la ganadería será determinante en la implementación de uno u otro cultivo en el silaje. El manejo de la producción  (tipo de grano, momento de ensilado, etcétera) también resulta fundamental en la calidad de silo a constituir.

En cuanto a la conveniencia de utilizar a la agricultura como insumo de la producción ganadera puede verse que haciendo un análisis relativo de la rentabilidad de la venta de grano sin procesar y la venta de carne, tomando en cuenta una tasa de conversión de “proteína verde” en “proteína roja” de cinco kilogramos de maíz más un kilogramo de soja por cada kilogramo de carne, podríamos decir que siempre hay un diferencial positivo para la economía si se exporta un producto cárnico, hoy la coyuntura permite que ese resultado sea mayor que nunca, como muestra el Gráfico 12.42, cerca de dos veces mayor el valor de exportar carne antes que granos.


 204    Bragachini,  Casini,  Méndez  y  Saavedra.  “Asocativismo,  integración  vertical  e  industrialización  de  la  producción agropecuaria en origen”.1° Jornada Nacional de Forrajes Conservados. Abril de 2010


 

Yendo específicamente a las posibilidades de producción y generación de alimentos, el maíz es un cultivo demasiado riesgoso para ciertas zonas a las que fue desplazada la ganadería y la produción de grano húmedo (para alimentos) se torna más segura y con mayores rendimientos si se realiza en base a sorgo, aunque este cereal tiene menor valor nutritivo que el maíz. En Argentina la producción de sorgo muestra una relativa estabilidad desde los noventa aunque a niveles muchos más bajo que en décadas anteriores (ver Grafico 12.43). Los productores pecuarios son quienes deben potenciar ahora esta producción y agregarle valor a través de sus actividades.

 

 

La ganadería deberá buscar formas de incrementar la producción de carne en el mediano plazo ante el menor stock vacuno del país y alcanzar altos grados de eficiencia en la conversión de proteínas. Ante el retroceso de la ganadería a zonas marginales y con pocas posibilidades de agregar nuevas tierras, la opción que queda para lograr el aumento de la eficiencia del uso de forrajes en la producción de carne es el avance tecnológico en toda la cadena productiva.

 

12.5.3.2 Producción Láctea

La producción primaria de leche viene sufriendo desde hace mucho tiempo una fuerte disminución del número de establecimientos tamberos. Este fenómeno se inició durante los noventa y se potenció con el “boom” de la soja a principios del siglo XXI. Sin embargo, la producción por tambo se ha incrementado fuertemente, tanto que la producción total de leche ha crecido en catorce años un 18%. El Cuadro 12.7 es fiel reflejo de esta mayor concentración de los tambos. Además, el Gráfico 12.44 muestra como el rodeo lechero se ha mantenido relativamente constante en veinte años (incluso mostró una caída de cerca del 20% entre 2001 y 2003) lo que indica que la productividad por vaca también se incrementó. En cambio el rodeo neozelandés se duplicó en 30 años, en ese país la producción láctea es 60% mayor que en Argentina.

 


 

La lechería ha demostrando una alta capacidad de adaptación e implementación de nuevas formas productivas. La alimentación, el bienestar animal, la genética, son medidas que posibilitan el  incremento  de  la  productividad  y  los  productos  agrícolas  (transformados  en  balanceados  y suplementados con proteínas y vitaminas si es necesario) se convierten en un insumo básico de la producción. Por otro lado, la posterior industrialización en origen (en la cual el sector lácteo tiene vasta experiencia) completa el circuito del agregado de valor para la comercialización nacional e internacional.

 

12.6 Apreciaciones finales

Los encadenamientos productivos resultan fundamentales para generar ingresos a nivel nacional que magnifiquen la producción primaria. Tanto la producción de insumos como la industrialización de los granos pueden acercarnos hacia esta meta. La eficiencia productiva y la sustentabilidad de la tierra son las otras temáticas que deben ser visualizadas con atención.

En 2009 se decía: “El desafío que se le presenta a Argentina consiste en aprovechar esta dotación de recursos naturales y capital humano acumulado a lo largo de los años, empleándolos en la elaboración de productos de mayor valor agregado. La demanda de éstos a futuro muestra un escenario favorable, en especial por parte de las economías en desarrollo205.”  La consecución de ese desafío hoy está en marcha de la mano de las nuevas tecnologías y los desarrollos nacionales que posibilitan la inserción en el mundo. 

El avance tecnológico (dado por la agricultura de precisión y la biotecnología por ejemplo) puede significar una respuesta a la búsqueda de la mejora productiva (eficiencia y sustentabilidad) y a la obtención de mejores insumos para la industria, pero además constituyendo en sí mismo un nicho 

de generación de valor. Por otro lado puede posibilitar la introducción de otras zonas (marginales actualmente) al círculo productivo posibilitando que el concepto de “agregado de valor en origen” pueda manifestarse a nivel nacional.

El desafío del Estado es coordinar a productores, proveedores e industriales para que, por medio del trabajo interrelacionado, posibiliten  los desarrollos tecnológicos que permitirán las mejoras en la productividad e incrementarán la eficiencia. Por otro lado, incentivar a que la industrialización mejore su distribución territorial también debe ser una meta gubernamental, primero en las regiones productivas que actualmente se encuentran en marcha y luego en pos de la introducción de nuevas zonas con cultivos alternativos o mejorados genéticamente. 


205 Instituto de Investigaciones Económicas, “El Balance de la Economía Argentina 2009”. BCC. 2009


Comments are closed.