Redactor/a: Julieta Gallino

Sala: Sala de Negocios Internacionales

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La inversión extranjera en China

China se ha convertido en un destino muy favorable para la inversión de capital extranjero y las multinacionales. Todo ello hace a  la denominación de China como  "la fábrica mundial".


El 7 de noviembre próximo, tendrá lugar en la Bolsa de Comercio de Córdoba un after office consagrado a China. 

Es por ello que, resulta pertinente esbozar brevemente algunos aspectos relativos a este mercado, que se diferencia sin duda por las particularidades jurÁ­dicas, polÁ­ticas y sociales que le son inherentes. 

A finales de la década de los 70, la República Popular China (“China”) inició un proceso de reforma económica, pasando progresivamente de un sistema fundamentado en la planificación central a una economÁ­a cada vez más orientada al mercado. Estos cambios en su estructura económica han dado lugar a un enorme aumento de su producto bruto interno (“PBI”), convirtiendo a China en la segunda mayor economÁ­a del mundo, tras EEUU. Este impresionante crecimiento se explica por tres factores fundamentales: la exportación, la inversión extranjera y el consumo interno. Tras una etapa de mayor énfasis en los dos primeros, se planea ahora una reorientación hacia la promoción del consumo interno.

Tras su incorporación a la Organización Mundial del Comercio (“OMC”) en 2001, China ha realizado numerosos cambios en su legislación comercial para adaptarse a las normas de la Organización. Diversos sectores económicos y algunas industrias se han abierto gradualmente  a la inversión extranjera. 

China favorece la inversión extranjera y está obligada, con arreglo a las normas de la OMC, a continuar abriendo sus industrias a los inversores extranjeros. En 2004 anunció un importante cambio estructural en su régimen de inversión extranjera directa, no obstante, el nuevo régimen no prescinde totalmente del sistema tradicional del Catálogo de la “GuÁ­a Industrial de Inversión Extranjera” , que revisado en 2015, divide los sectores económicos del paÁ­s en tres categorÁ­as con respecto a la inversión extranjera: prohibida, restringida e incentivada. Los proyectos enmarcados en las distintas categorÁ­as están sujetos a diferentes requisitos de examen, aprobación y registro, con un escrutinio relativamente menor en el caso de las inversiones incentivadas y rigurosos exámenes y requisitos para los sectores de inversión restringida. 

Según el Informe sobre las inversiones mundiales de 2015, publicado por la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo, China se volvió el primer receptor mundial de flujos de Inversión Extranjera Directa (“IED”), por delante de Estados Unidos. El paÁ­s figura igualmente a la cabeza de la clasificación de las economÁ­as más atractivas para las compaÁ±Á­as trasnacionales en 2015-2017. La absorción de los flujos de IED forma parte de la apertura de China al exterior. En 2015, los flujos de IED aumentaron por 6,4% con respecto a 2014. 

China constituye un mercado con un potencial de crecimiento considerable por varios motivos: a) es el mercado interior más grande del mundo con 1.300 millones de consumidores potenciales; b) es un mercado en fuerte expansión (con un  crecimiento anual del 7 %); c) los costes de la mano de obra son bajos, aunque la situación esté cambiando en algunos sectores; d) con el desarrollo de las provincias del oeste, China ofrece nuevas oportunidades.

Sin embargo, habrá que tener en cuenta algunos factores que pueden suponer obstáculos a la inversión, tales como la falta de transparencia, la inseguridad jurÁ­dica, la escasa protección de los derechos de propiedad intelectual, la corrupción o las medidas proteccionistas a favor de las empresas locales .

Julieta Gallino