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Económicos



Fecha: 4/2021

El desmanejo fiscal y monetario impactan de lleno en la inflación - Resumen Semanal

Muy por encima de las expectativas, la inflación de marzo subió al 4,8%

La inflación de marzo fue de 4,8%, casi 1 punto porcentual por encima de lo que esperaban los analistas del mercado. Con esta suba, el primer trimestre de 2020 exhibió un aumento de 13% en los precios, lo que torna casi imposible que se alcance la meta de inflación anual de 29% planteada por el ministro Guzmán, ya que la inflación mensual debiera bajar a un 1,5% desde abril y por el resto del año.

Esta aceleración inflacionaria ocurre en un contexto de tarifas de servicios públicos que siguen congeladas, controles de precios y un dólar oficial que aumentó solamente 8,6% en el primer trimestre. En el otro extremo, rubros como educación y textiles tuvieron fuertes incrementos de precios que se pueden clasificar como estacionales, mientras que otros componentes de la canasta de consumo como prepagas y combustibles tuvieron aumentos importantes en sus precios, algo que en principio no se va a repetir en abril. Sin embargo, la suba en el precio de los alimentos también fue alta, de 4,6%, dando muestras que los controles de precios son pocos efectivos para detener la dinámica de la inflación.

En definitiva, el fuerte aumento de la inflación se origina en haber tenido que recurrir de manera excesiva a la emisión de dinero el año pasado, por más de dos billones de pesos, para financiar el déficit fiscal récord de 2020 disparado por la pandemia. Esta situación volvería a repetirse en 2021, ante el bajo esfuerzo fiscal del gobierno y la segunda ola de COVID-19, lo que confirma las expectativas de que más allá de una leve tendencia a la baja, la inflación continuará elevada en 2021.

La bomba de LELIQ crece aceleradamente y se acerca a niveles insostenibles

Durante el mes de marzo, el Banco Central emitió más de 100 mil millones de pesos para la compra de los dólares que ingresaron por las exportaciones del agro, 160 mil millones adicionales para asistir al Tesoro, y 102 mil millones de pesos para pagar los intereses de la deuda en LELIQ y otros pasivos del Banco Central. En total, esto significó una presión al alza de un 14% en la base monetaria, que no obstante fue reprimida debido a que se absorbieron 338 mil millones de pesos a través de la colocación de nuevos pasivos remunerados por parte del BCRA. 

De esta manera, dando muestras del interés en controlar la expansión monetaria, la autoridad monetaria acude de manera recurrente a la esterilización, cuyo stock ya creció 15% en lo que va del año y 164% durante el actual gobierno. Sin embargo, esto añade mayores expectativas de inflación futura, ante la falta de un programa consistente de control de la inflación que no resuelve el problema de la dominancia fiscal. En efecto, se proyecta un escenario de base con un alto déficit fiscal en 2021, lo que requeriría de 1 billón de pesos de emisión, cifra que se verá ampliada si ante la segunda ola de la pandemia se imponen mayores restricciones que resientan la actividad económica.

De esta forma, el margen para continuar esterilizando es cada vez más limitado. En términos del PBI, el stock de deuda remunerada del Banco Central tuvo un máximo de 11% en marzo de 2018, cuando se advertía sobre la “bomba de las LEBAC”, deuda que representaba 1,8 veces la base monetaria. Luego de alcanzar el 4,5% al inicio de la gestión del gobierno actual, actualmente ascienden a 9% del producto y 1,3 veces la base monetaria. Dado que los bancos adquieren estos títulos con depósitos de los ahorristas, un aumento desmedido de estos pasivos puede afectar la sostenibilidad de todo el sistema financiero.

En resumen, los pasivos remunerados del Banco Central crecen peligrosa y aceleradamente, lo cual resalta la importancia y lo inevitable que resulta sanear las cuentas fiscales y la hoja de balance del Banco Central para estabilizar la economía y evitar profundizar la crisis económica.