Informes
Económicos
Fecha: 7/2021
La creación destructiva que está acabando con las PyMEs argentinas
La evolución del empleo y el número de empresas son un reflejo más de la decadencia de la economía argentina. Luego de tocar un máximo a inicios de 2012, el número de empresas formales se mantuvo estancado hasta la crisis de 2018, lo que, junto con la incertidumbre reinante de cara al proceso electoral de 2019, marcaron una tendencia descendente incluso en los meses previos a la llegada de la pandemia, tal como puede verse en el Gráfico 1. Como era de esperar, esas tendencias se profundizaron ante la cuarentena del segundo trimestre de 2020, pero lo más llamativo es que aún con la posterior flexibilización de actividades, la marcada destrucción neta de empresas continuó hacia inicios de 2021. Así llegamos a abril del corriente año, el último mes con información, con 19.210 firmas menos que en febrero de 2020, llevando el número de empresas al menor nivel desde el año 2007. Las tendencias del empleo son igual de preocupantes; en abril había 133 mil empleos asalariados formales del sector privado menos que en febrero de 2020, y casi 211 mil menos que en enero de 2012. En una economía con una insoportable carga impositiva al sector privado, un sector público ineficiente en la provisión de servicios, y una inestabilidad macroeconómica ocasionada por un déficit fiscal crónico sin financiamiento genuino, no es de extrañar el estancamiento en el que quedó atrapada la dinámica empresarial y la creación de empleo. Pero el paso de estancamiento a la destrucción productiva sobrevino con la llegada del nuevo gobierno, que, más allá de la pandemia, tomó medidas que aumentaron aún más la presión impositiva y las rigideces laborales, entre otras que acentuaron la desconfianza, las que debilitaron aún más las condiciones para el funcionamiento del sector privado y la creación de empleos de calidad. Gráfico 1: Número de empleadores registrados en actividades productivas, período julio de 1996 – abril de 2021 Fuente: Elaboración propia sobre la base de Superintendencia de Riesgos de Trabajo. Una característica saliente de la destrucción reciente de empresas es su fuerte concentración entre las empresas de menor tamaño, algo que se da de una manera particularmente marcada en la provincia de Córdoba. El Gráfico 2 muestra que entre febrero de 2020 y abril de 2021 hubo una pérdida neta de 2.544 empresas en la provincia, de las cuales la gran mayoría corresponde al cierre de unidades productivas de hasta 25 empleados. El caso de Córdoba es interesante puesto que, a diferencia de lo que ocurre a nivel nacional, cuando se compara el empleo registrado de abril de este año con el previo a la pandemia se encuentra que el empleo total se ha recuperado levemente (tal como se observa en el Gráfico 2). Pero el dato agregado oculta una notable pérdida de empleo por causa de la destrucción de empresas pequeñas y una ganancia de empleo entre las empresas grandes. Así, puede advertirse en el Gráfico 2 que entre febrero de 2020 y abril de 2021 se perdieron 10.457 empleos en empresas de hasta 25 empleados y se crearon 13.784 empleos en empresas de más de 100 empleados. Cabe destacar que, si bien hay sectores que, para todos los tamaños de empresas, continúan muy afectados por la crisis como turismo, gastronomía y algunos servicios, se dan los casos de sectores importantes como agricultura, comercio, industria, construcción, información y comunicaciones, enseñanza y transporte donde el empleo creció entre las empresas de más de 100 empleados, pero cayó entre las de hasta 25 empleados. Gráfico 2: Sector privado registrado en la Provincia de Córdoba. Diferencia febrero 2020 – abril 2021 Fuente: Elaboración propia sobre la base de Superintendencia de Riesgos de Trabajo. Estos elementos reflejan por tanto un cambio en la demografía empresarial de la provincia ocurrida en el último año, con una visible mayor participación del empleo generado por las empresas de más de 500 empleados en relación a las más pequeñas. Así, mientras que antes de la pandemia las empresas de más de 100 empleados representaban el 42% del empleo total registrado del sector privado, a abril de 2021 su participación había aumentado al 45%, en detrimento de una menor contribución de las empresas pequeñas a la generación de empleo. Un efecto similar ocurre a nivel nacional, donde se perdieron casi 100 mil empleos y más de 19 mil empresas de menos de 100 empleados y se crearon 50 mil empleos en las empresas de mayor tamaño. En períodos recesivos, los sistemas económicos típicamente entran en una fase de destrucción creativa en la que mueren las empresas menos eficientes y nacen nuevas empresas, innovadoras y de mayor productividad. Este proceso conduce a una reasignación de recursos que favorece el incremento de la productividad agregada. Sin embargo, lo que está ocurriendo en nuestro país es todo lo contrario, ya que hay menos empresas pequeñas que nacen que las que mueren y las empresas grandes van ganando terreno con una concentración cada vez mayor del empleo. En un contexto de restricciones a la actividad económica, son las empresas pequeñas las más vulnerables y en peores condiciones para soportar el peso y la desprotección de un Gobierno que paradójicamente declama tener a la reducción de la desigualdad como uno de sus principales objetivos. Más que impulsar la destrucción creativa para impulsar el crecimiento, el gobierno nacional pareciera orientado a la “creación destructiva”, con muchas políticas, sin sustento técnico ni respaldadas en la evidencia, que están conduciendo a la destrucción de parte de nuestro aparato productivo. Una muestra de ello es el proyecto oficialista de suspender por seis meses la creación de Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) e introducir requisitos que complicarán el proceso de creación de empresas. En la medida que tengamos un Estado ineficiente, que no garantice el imperio de la ley y no promueva la competencia, la concentración del empleo y la muerte de empresas continuará, agregando otro freno a la innovación y el crecimiento.