007-RECURSOS HIDRICOS

 Capítulo 7: Recursos hídricos

El agua es esencial para nuestra vida. Nuestra existencia, así como el desarrollo económico dependen de este recurso. El crecimiento de la población mundial incrementa día a día la competencia entre consumidores, agricultura e industria por este recurso escaso, por lo que cada vez con más frecuencia se viene replanteando el hecho de que el agua debería dejar de considerarse un bien gratuito. La gestión integrada del agua, así como las leyes de aguas que se apliquen deben ser orientadas a promover el desarrollo social, económico y cultural de las comunidades.

 

7.1 Introducción

Casi las tres cuartas partes del planeta Tierra están cubiertas por agua. Sin embargo, esta sensación de gran abundancia se diluye rápidamente al advertir que el 97,5% del total es salada. Sólo el 2,5% restante es agua dulce y parte de ella se utiliza para saciar diferentes necesidades, tales como el consumo para seres humanos, el riego para la producción agrícola y el abastecimiento de la industria.

El agua del planeta está en un constante movimiento conocido como el “ciclo hidrológico”, que consiste en la evaporación (en el mar y en la superficie de la tierra), transpiración (de las plantas), condensación y precipitación. Así, el ciclo global del agua es un ciclo cerrado y con una cantidad fija de agua. Gracias a este ciclo, el mundo como un todo no se quedará sin agua. Sin embargo, en determinadas regiones este recurso puede ser sobreexplotado si se lo utiliza a una velocidad superior a su tiempo de renovación, o si se contamina. Es necesario entender que el agua, si bien es un recurso renovable, existe en una cantidad finita.

El agua es generalmente un problema regional. No existe escasez de agua en el mundo, el problema es su distribución geográfica y temporal. Por ejemplo, la cuenca del Amazonas provee el 15% del agua dulce del planeta, pero se encuentra disponible sólo para el 1% de la población mundial. 

En el otro extremo, China, con el 20% de la población mundial, posee sólo el 7% de los recursos mundiales de agua. Otros países con extrema escasez de agua, como Kuwait, desalinizan agua de mar (procedimiento altamente costoso) para abastecer sus requerimientos internos.Si bien el comercio internacional de agua propiamente dicho es insignificante, los intercambios de bienes agrícolas e industriales entre países constituyen una forma indirecta de una importante transferencia de agua desde regiones donde se encuentra de manera abundante y a bajo costo a regiones donde es más costosa y compite con otras prioridades. Cuando China importa soja de Brasil, o cuando Europa compra carnes argentinas, están indirectamente comprando “agua virtual”. Esto constituye una oportunidad para países con abundancia de agua, como es el caso de la mayoría de los países de América Latina, siempre y cuando se realice una explotación sustentable de este recurso.

Los gobiernos juegan un papel importante no sólo en lo que se refiere a la administración y control del uso del agua sino también a nivel de infraestructura. Una vez que el agua dulce desemboca en el océano deja de ser apta para el consumo, la agricultura o la industria, por lo que mejorar la capacidad de captación de agua dulce (por ejemplo, a través de la construcción de embalses o plantas de tratamientos para reutilizar aguas contaminadas) es una tarea esencial. Además, el 

Estado juega un papel fundamental en la preservación de recursos hídricos no renovables, como acuíferos subterráneos y glaciares.

Dada la importancia de este recurso para la vida humana y para el desarrollo económico, deberían tomarse medidas que incentiven su uso sustentable, disminuyendo la contaminación y mejorando la eficiencia en la utilización directa del hombre, en los sistemas de riego de la agricultura (“more crop per drop”139), y en industria. Las leyes deben estar dirigidas a evitar que la competencia por el agua entre la agricultura, la población y la industria limiten el desarrollo económico.


 139 “Más cultivos por gota”


 

7.2 Recursos hídricos mundiales

El 2,5% del total del agua global es agua dulce, y puede encontrarse en el subsuelo, en glaciares, o en la superficie. En el Gráfico 7.1 se muestra que la mayor parte se encuentra depositada en glaciares (69% del total), y en menor medida en acuíferos subterráneos (30%) y sobre la superficie (1%). Por otro lado, del agua dulce que se encuentra en la superficie (1% del total), el 87% corresponde a lagos, el 11% corresponde a pantanos, y el restante 2% se encuentra en los ríos.

 

 

La distribución de las precipitaciones a nivel global es muy dispar. Esto se refleja en el Mapa 7.1 que muestra el nivel histórico de lluvias anuales para las diferentes regiones del mundo. Las zonas que más precipitaciones reciben son la región amazónica (que ocupa gran parte de América del Sur), el sur de América Central, el sudeste de los Estados Unidos, el centro de África, el sudeste de Asia, y las islas ubicadas al norte de Australia. Por otro lado, las regiones más pobres en cuanto a precipitaciones comprenden el norte de África, el norte de Chile, el sudoeste y centro de Asia.

 

En materia de recursos hídricos, existen algunos conceptos que deben aclararse:

   Total de recursos hídricos renovables (TRHR) (km3/año): es el promedio de largo 

plazo de la suma de los recursos hídricos internos renovables y el flujo de recursos hídricos procedentes fuera del país (recursos hídricos externos renovables). El TRHR se calcula como la suma de la escorrentía de las precipitaciones internas, la recarga de las reservas subterráneas, la parte del agua de los lagos y ríos fronterizos, y el flujo de ríos y aguas subterráneas procedentes de otros países. Este cálculo toma en cuenta la abstracción aguas arriba y el volumen de los flujos reservados a los países aguas abajo a través de acuerdos o tratados. Se trata de una medida de la cantidad teórica máxima de agua real-

mente disponible para el país en un año.

   Recursos hídricos no renovables (km3): aguas subterráneas (acuíferos profundos) que tienen una escala de recarga insignificante en términos de la escala de tiempo humana, y por lo tanto, podrían considerarse como no renovables. El deshielo de los glaciares, cuando el balance de masa es negativo, es considerado también como no renovable. Mientras 

que los recursos renovables son expresados en términos de flujo (km3/año), los recursos no renovables son expresados en términos de stock (km3).

El total de recursos hídricos renovables en el mundo se estiman en el orden de 43.750 km3/año. 

El Mapa 7.2 muestra la cantidad de recursos hídricos renovables por habitante en cada país para el año 2005. A nivel continental, América tiene el mayor porcentaje de recursos de agua dulce del mundo con el 45% del total, seguida por Asia con el 28%, Europa con un 15,5%, y África con 9%. En términos de recursos por habitante, América dispone de 24.000 m3/año, Europa 9.300 m3/año, África 5.000 m3/año y Asia 3.400 m3/año.

A nivel territorial, existe una variabilidad extrema en el total de los recursos hídricos renovables: 

desde  un  mínimo  de  10  m3/habitante/año  en  Kuwait  a  más  de  100.000  m3/habitante/año  en Canadá, Islandia, Filipinas, Gabón y Surinam. La FAO establece los umbrales de 1.000 y 500 m3/habitante/año para los niveles de estrés hídrico y escasez de agua, respectivamente. En un año promedio, 1.000 m3 de agua por habitante por año se considera como un mínimo para mantener la vida y garantizar la producción agrícola en países con climas que requieren de riego para la agricultura. Para diecinueve países, el TRHR por habitante es inferior a 500 m3, y el número de países o territorios con menos de 1.000 m3/habitante/año es de veintinueve. Además, en la mayoría de los países el agua es distribuida de manera desigual entre la población.

Nueve países son los gigantes del mundo en términos de recursos internos de agua, lo que representa el 60% del agua dulce natural del mundo. Ellos son: Brasil, Rusia, Canadá, Indonesia, China, Colombia, Estados Unidos, Perú, e India. En el otro extremo, los países pobres en términos de agua suelen ser los más pequeños y áridos, como por ejemplo Kuwait, Qatar, Malta, Emiratos Árabes Unidos, la región de la Franja Gaza y Bahréin.

 

Las cuencas hidrográficas más importantes del mundo se presentan en el Cuadro 7.1, detalladas en orden decreciente en base a la superficie que abarcan. Entre ellas se encuentra el Río Nilo, que era considerado el río más largo del mundo, hasta que estudios redefinieron el nacimiento del Río Amazonas en el sur de Perú (en la región de Arequipa), razón por la cual éste pasó a ser reconocido como el río más largo del planeta (más de cuarenta kilómetros más extenso que el río Nilo).

 

 

En un informe del Banco Mundial, se advierte sobre las dificultades para cumplir uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que propone reducir a la mitad la proporción de personas que no cuentan con acceso a agua potable y a servicios básicos de saneamiento antes de 2015. En 1995, veintinueve países cuya población total sumaba 436 millones de habitantes vivieron algún tipo de escasez de agua. Esta cifra aumentará a 48 países en 2025 y la cantidad de personas que se verán afectadas en forma adversa por la falta de agua excederá los 1.400 millones. Según las estimaciones, 3.000 millones de personas vivirán en países con problemas de agua en 2035. Además, muchos países con disponibilidad limitada de este recurso dependerán del agua compartida, lo que aumenta el riesgo de tensiones sociales y conflictos, como sucede actualmente a los largo de 

los ríos Éufrates, Jordán, Tigris y Nilo.

De acuerdo con datos de la FAO, la agricultura es responsable del 70% del consumo de agua dulce en el mundo, mientras que el 20% corresponde al sector industrial y sólo el 10% al sector doméstico (consumo humano y uso sanitario).

 

7.3 El agua y la agricultura

El mayor uso del agua es impulsado por una mayor población mundial. La misma creció de 2.500 millones de habitantes en 1950 hasta casi 7.000 millones en la actualidad. Esto fue acompañado por la duplicación de la superficie de regadío y la triplicación de la extracción de agua necesaria para el consumo humano.

La producción mundial de alimentos depende de manera directa de la disponibilidad de agua. 

Como se mencionó anteriormente, la agricultura es el mayor usuario de agua del mundo, representando cerca del 70% del consumo a nivel mundial y un porcentaje aún superior en los países en desarrollo. Sin embargo, si el análisis se hace por continentes, se evidencian grandes disparidades en el porcentaje de riego. Según datos de la FAO del año 2003, del consumo total de agua en cada continente, el sector agrícola fue el responsable por el 86% en África, el 49% en América, 

el 81% en Asia, el 29% en Europa y el 73% en Oceanía.

Dado que la demanda por alimentos continúa aumentando junto con el incremento de la población mundial y los ingresos, un aumento del uso del agua para riego es inevitable. El incremento en la producción de alimentos se dará por avances en la tecnología agropecuaria en general, por una expansión de la frontera agrícola, por un mayor uso del agua, y finalmente por una mayor eficiencia en su utilización.

Según la FAO, para satisfacer la creciente demanda de alimentos, la producción de los cultivos alimenticios en los países en desarrollo debería incrementarse en un 67% hacia el año 2030.

Al mismo tiempo, un aumento continuo de la productividad debería hacer posible limitar el incremento del uso del agua para la agricultura en un 14%.

 

Recuadro 7.1: La huella hídrica y el comercio de “agua virtual”

 La huella hídrica de un producto es un concepto que refleja su contenido de agua, medido por el consumo de este recurso a lo largo de todas las etapas de producción. Este indicador tiene  en  cuenta  tanto  el  uso  directo  como  indirecto.  Por  otro  lado,  la  huella  hídrica  de  un individuo, comunidad o comercio se define como el volumen total de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios consumidos por el individuo o comunidad así como los producidos por los comercios. En promedio, son necesarios 3.000 litros de agua por persona para producir su alimento diario. Esto depende, y varia en el tiempo, conforme los patrones de consumo de la población.

El Cuadro 7.2 muestra la huella hídrica para una serie de productos alimenticios. Se puede observar que, por ejemplo, para producir un kilogramo de carne vacuna se utilizan 15.000 litros de agua dulce, considerando todas las partes del proceso productivo. Para la producción de un kilogramo de soja, trigo y maíz, la huella hídrica se estima en 2.300, 1.200 y 450 litros, 

respectivamente.

 

Tres años es el tiempo aproximado desde que un ternero nace hasta que es faenado. En promedio, el animal consume 1.300 kg de granos, 7.200 kg de pasturas y utiliza unos 31 metros cúbicos de agua. Esto implica que para producir un kilo de carne vacuna deshuesada se consumen 6,5 kg de granos, 36 kg de pasturas y 155 litros de agua, lo que equivale a una huella hídrica de 15.000 litros en promedio.

El interés por este indicador, se origina en “el reconocimiento de que los impactos humanos en los sistemas hídricos pueden estar relacionados, en última instancia, al consumo humano y que temas como la escasez o contaminación del agua pueden ser mejor entendidos y gestionados considerando la producción y cadenas de distribución en su totalidad” (Arjen Hoekstra, creador del concepto de la huella hídrica y director científico de “Water Footprint Network”).

La huella hídrica también permite medir el comercio de “agua virtual”, que se refiere al agua que viaja por el mundo a través de exportaciones e importaciones de diversos productos. Los grandes exportadores de productos agrícolas como Argentina, Brasil o Estados Unidos son, al mismo tiempo, grandes exportadores de “agua virtual”. Por otro lado, algunos países que 

sufren escasez de agua están controlando cuánta agua virtual exportan, como el caso de Israel que desincentiva la exportación de naranjas, un producto de bajo precio y uso intensivo de agua.

En el Gráfico 7.2 se muestra el saldo acuífero para los principales exportadores e importadores de “agua virtual” para un promedio anual entre los años 1997 y 2001. Entre los mayores exportadores se encuentran Australia, Canadá, EEUU, Argentina, Brasil, India y China. Los mayores importadores son Japón, Italia, Reino Unido, Alemania, Corea del Sur y México. Es importante destacar que el saldo acuífero positivo para el caso de China se debió a sus exportaciones de productos industriales. De hecho, en lo referente a productos agropecuarios (importación de granos y carnes), China tiene un saldo acuífero negativo estimado en alrededor de 28.000 millones de metros cúbicos anuales. Es decir, el país asiático es importador de “agua virtual” a través de importación de productos agrícolas, pero al mismo tiempo es un gran exportador a través de productos industriales.

 

En el capítulo 15 de “El Balance de la Economía Argentina 2009” se hizo referencia al caso particular de China y sus limitaciones en relación al agua disponible para la agricultura. Entre 1949 y 1998 el uso del agua en China creció un 430%. La participación del consumo de la agricultura cayó del 97% al 69%, mientras la industria pasó del 2% al 21%. Además, pese a 

que el país asiático se encuentra en la quinta posición respecto al volumen total de recursos hídricos, la enorme población que posee (estimada en más de 1.300 millones de habitantes) lo lleva a ubicarse entre los últimos del planeta en cuanto a disponibilidad de agua per cápita.

El  crecimiento  de  la  industria  china  y  de  los  grandes  centros  urbanos  seguirá  compitiendo por  el  agua  con  los  productores  agrícolas,  de  los  cuales  cerca  del  50%  depende  de  la disponibilidad de este recurso para irrigar sus campos. Además, la distribución geográfica de las precipitaciones tampoco le favorece. En el sur del país las precipitaciones son abundantes especialmente durante el verano pero hay carencia de nutrientes en el suelo. En el norte, la capacidad productiva potencial de sus tierras no puede ser utilizada plenamente dado que no se cuenta con adecuada provisión de agua.

Los problemas hídricos están a menudo íntimamente relacionados con la estructura del comercio mundial. Uno de los casos más famosos es el del Mar de Aral, cuando en la década del ‘60 la Unión Soviética desvió los principales ríos afluentes para regar plantaciones de algodón. Logró su objetivo de ser el mayor productor mundial de algodón, pero a costas de secar casi por completo el lago.

Muchos países han externalizado significativamente su huella hídrica al importar bienes que requieren un alto contenido de agua para su producción. Este hecho genera una presión sobre los recursos hídricos de las regiones exportadoras, donde muy a menudo existe una carencia de mecanismos para una buena gobernanza y conservación de recursos. Los gobiernos y la sociedad en general deben jugar un papel importante para lograr una mejor gestión de los recursos hídricos.

Aunque la mayor parte del agua usada por los cultivos deriva de la humedad del suelo aportada por las lluvias, en una agricultura en constante evolución el sistema de riego necesita adaptarse a nuevos requisitos más estrictos: el suministro de agua dentro de grandes sistemas de riego debe ser mucho más fiable y flexible que en el pasado. El riego proporciona sólo el 10% del agua agrícola en promedio a nivel global, pero tiene la función estratégica de suplementar el agua de lluvia cuando ésta no es suficiente. Al asegurar la provisión de agua, el riego protege la producción agrícola y permite que los productores inviertan en una actividad más productiva y menos riesgosa.

En las regiones en las cuales la escasez de agua de precipitaciones es más acentuada, el porcentaje de tierras que cuentan con sistema de riego artificial es superior. El Mapa 7.3 muestra la proporción del área cultivada que se encuentra equipada con algún sistema de riego artificial. Las regiones con mayor porcentaje de tierras irrigadas se encuentran en el sur de Asia y el nordeste de África. Los países más intensamente regados son Egipto, Iraq, Jordania, Uzbekistán, Turkmenistán, Pakistán, Omán, Japón e Israel.

 

Por otro lado, el Mapa 7.4 detalla el porcentaje de recursos hídricos utilizados para riego en cada país. Puede observarse que la región sudamericana extrae menos del 5% de sus recursos para riego, mientras que el continente asiático tiene un promedio de extracción de recursos hídricos para riego mucho mayor (entre el 20 y 40%). Los casos más extremos se encuentran en el nordeste de África y en el sudoeste de Asia. Puede observarse el paralelismo existente entre el Mapa 

7.3 y el Mapa 7.4, indicando que en las regiones donde el porcentaje de hectáreas cultivadas bajo algún sistema de riego es alto (probablemente por escasez de precipitaciones) se corresponde con las regiones donde los recursos hídricos renovables insumidos por la agricultura representan un porcentaje importante del total de agua disponible.

En los países en los cuales el porcentaje de recursos hídricos extraídos por la agricultura es alto (países señalados en color más oscuro en el Mapa 7.4) las posibilidades de expansión de cultivos bajo riego se encuentra limitada por la creciente competencia entre los diferentes sectores: 

doméstico, industrial y agropecuario. Las mayores ganancias al cultivar bajo riego deberán ser puestas en la balanza justo con el costo de utilización del agua. Algunos países con este problema, como el caso de Israel, están desincentivando la producción de bienes agrícolas que requieren grandes volúmenes de agua, como el caso de las naranjas.

 

 

El progreso masivo en infraestructura hidráulica ha puesto el agua al servicio de la población. En el mundo, la extensión cubierta por tierras bajo riego es de 287 millones de hectáreas (año 2005), lo que significa cerca del 20% de las tierras cultivadas y contribuye con el 40% del total de la producción de alimentos. La productividad de las tierras bajo riego es mayor a la de las tierras de secano140, ya que permite una administración controlada de agua sobre los cultivos.

Utilizando como fundamentos estimaciones del crecimiento poblacional y del consumo de alimentos, un trabajo de la FAO sobre proyecciones hacia el 2050141 muestra que la cantidad mundial de hectáreas equipadas con riego pasaría de 287 millones de hectáreas en 2005 a 319 millones de hectáreas en 2050 (11% de crecimiento). Este incremento en 31 millones de hectáreas se daría exclusivamente en los países en vías de desarrollo. La expansión de la irrigación sería más fuerte en 

las regiones que requieren prácticas de cultivo más intensivas: este y sur de Asia, y el este y norte de África. China e India en conjunto son responsables por más de la mitad del área bajo riego en los países en desarrollo. 

En el cuadro Cuadro 7.3 se presenta la evolución y proyecciones de la cantidad de hectáreas irrigadas por regiones. Puede observarse que si bien a nivel absoluto el crecimiento de la cantidad de hectáreas bajo sistema de riego es importante, la tasa de crecimiento anual es decreciente en todos los casos. Además, la tasa de crecimiento en los países desarrollados ha sido inferior a la de los países en vías de desarrollo. Según las proyecciones de la FAO, la cantidad de hectáreas bajo riego en los países desarrollados permanecería estancada.


 140 La agricultura de secano se refiere a aquella que no utiliza riego, y sólo recibe agua de lluvia.

141 “The Resource Outlook to 2050: by how much land, water, and crop yield need to increase by 2050?”


 

 

Por un lado, la mejor tecnología de riego y la expansión del área equipada con estos sistemas constituyen una fuente de crecimiento para la producción de alimentos. Sin embargo, esto también significa una mayor demanda de agua. A nivel de infraestructura, los países deberán realizar las inversiones necesarias para conseguir retener mayor cantidad de agua dulce y proveer a los establecimientos agropecuarios y el consumo de los crecientes centros urbanos.

Dado que los recursos hídricos se están reduciendo en términos per cápita y la competencia entre distintos sectores se acentúa, la agricultura bajo riego necesita un análisis constante para discernir de qué forma la sociedad puede beneficiarse más efectivamente de su aplicación. El acceso a los recursos naturales debe ser negociado con otros usuarios de manera transparente a fin de llegar a un uso óptimo en condiciones de creciente escasez relativa. 

El diseño cuidadoso de estrategias y programas de manejo del agua dirigidos a mejorar la eficiencia y productividad de su uso deberían ser implementados. Los sistemas de riego con mangueras a presión junto con tecnologías localizadas de riego y la promoción de productos agrícolas que generan altos retornos en términos de la utilización del agua deben ser parte de dichas estrategias. La recolección sistemática, el tratamiento y la reutilización de las aguas servidas urbanas para la producción ofrecen otras oportunidades para el riego en condiciones de escasez.

 

7.3.1 El caso de Asia, una necesidad

Asia es un caso interesante de análisis ya que muchos países del continente sufren escasez de recursos hídricos y se encuentran desarrollando tecnologías y políticas de estado tendientes a mejorar la eficiencia en la utilización de este recurso escaso. Un ejemplo claro es el desarrollo de los sistemas de riego por goteo con mangueras a presión, inventados inicialmente en Alemania en la década del ‘60 pero finalmente desarrollados y mejorados por los israelitas. 

Actualmente, el continente detenta el 70% de las tierras irrigadas del mundo, siendo China e India las responsables de la mayor parte. La agricultura bajo riego ha sido el corazón del crecimiento rural en Asia debido a su clima árido, principalmente en el centro y sudeste. El 34% de las tierras cultivadas están irrigadas, proporción muy superior al de América del Norte (10%) o África (6%).

En el Mapa 7.5 se muestra la distribución de tierras irrigadas en el continente y el promedio anual de aguas extraídas por cada sector. Para ello se regionalizó el continente, el sur de Asia comprende a India, Paquistán, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka, Bután, Maldivas y Afganistán. El este incluye a China, Japón, Mongolia, Corea del Norte y Corea del Sur. Asimismo, el sudeste asiático abarca a los países que están al sur de China y al este de India, es decir, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Tailandia y Vietnam. Asia Central comprende a Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Queda en evidencia que el sur de Asia tiene, en valores absolutos, la mayor cantidad de tierras irrigadas y extracción de agua seguido por el este del continente. En términos relativos (tierras cultivadas/tierras irrigadas), Asia Central es el área más intensivamente regada.

En Asia vive más del 60% de la población mundial y es el continente más densamente poblado. 

En conjunto, India y China albergan el 37% del total de habitantes. Si bien actualmente la población de China es superior (1.300 millones de habitantes aproximadamente contra 1.200 millones en India), se espera que en el mediano-largo plazo (año 2050) será superada por India, debido a que este último no realiza restricciones de natalidad. Para el año 2050, Asia tendrá 1.500 millones de habitantes más que en la actualidad, alcanzando una población total de 5.000 millones de 

personas.

En China habita cerca del 20% de la población mundial con alrededor del 7% del agua dulce y el 9% de las tierras cultivadas en el mundo.La disponibilidad de agua dulce per cápita fue de 2.111 m3/año en 2008, en comparación con un promedio mundial de 7.230 m3 anuales per cápita.Para alimentar la creciente población, el país deberá aumentar el total de los productos agrícolas en casi un 30% hasta 2030. Esto constituye una oportunidad para los grandes productores de alimentos.

Además, entre los años 1990 y finales de 2006 la tierra cultivable en China se redujo de 133 millones de hectáreas a alrededor de 122 millones de hectáreas.Las causas de esta disminución son diversas: parte de la tierra se devuelve a los ecosistemas, los agricultores abandonan la actividad agrícola debido al desarrollo socio-económico cerca de centros urbanos, y a una mayor productividad de la tierra.

Del total de tierras cultivadas chinas, alrededor del 85% es cultivada para la alimentación.De estos cultivos de alimentos, 78% corresponde a cereales (arroz, maíz, trigo, cebada, sorgo), 10% a porotos, un 8% a batatas y 4% a otros cultivos. El riego constituye una importante contribución a la seguridad alimentaria, produciendo cerca del 75% de los cereales y más del 90% de algodón, frutas, verduras y otros productos agrícolas en aproximadamente la mitad de las tierras de cultivo en el país asiático.Debido al desarrollo de la irrigación, la producción de alimentos se ha mantenido a la par del crecimiento de la población en las últimas décadas.

Así, en Asia, el aumento de la población en combinación con el aumento de los ingresos generará una expansión explosiva en las necesidades de alimentos. Con tierras para agricultura y sistemas de irrigación limitados en la mayor parte del ontinente, los países asiáticos necesitan urgentemente aumentar la productividad de las tierras existentes además de mejorar el funcionamiento de  los  sistemas  de  irrigación  actuales  y  planear  nuevas  inversiones  de  infraestructura  para  el futuro. Esto no será una tarea fácil ya que los recursos hídricos naturales ya están siendo muy utilizados, y además los cambios climáticos generan gran variabilidad en los regímenes de lluvia y en las escorrentías. Todo indica que la dependencia de Asia hacia los grandes productores de alimentos irá en aumento.

 

7.3.2 El caso de América, una oportunidad

América abarca el 31% de la superficie terrestre, alberga el 18% de la población mundial y posee casi el 47% de la disponibilidad de recursos hídricos renovables. Cuenta con algunas de las cuencas hidrográficas más importantes del mundo, tales como la Cuenca del Amazonas, la Cuenca del Misisipi y la Cuenca del Plata. Además, posee una importante cantidad de lagos y glaciares. 

Pero aún cuando América tiene abundancia de agua, cuenta con problemas serios de distribución. 

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, 130 millones de personas en América Latina y el Caribe no tenían acceso a agua potable en el año 2003.

La región se caracteriza por un alto porcentaje de recursos hídricos compartidos por varios países (más de un tercio de los recursos hídricos de la región en total).El cálculo de los recursos es muy complejo en el caso de los ríos fronterizos, como el río Paraná. El gobierno nacional tiene en su agenda la creación de un sistema de información unificado sobre cuencas compartidas entre los países fronterizos. A su vez, está en marcha el proceso de identificación y elaboración de proyectos conjuntos para un aprovechamiento compartido de las cuencas interjurisdiccionales entre Argentina, Paraguay y Bolivia, por un lado, y Argentina y Chile, por otro.

En América Latina existen diversos ríos caudalosos que forman extensas redes fluviales, como es el caso de Usumacinta, Magdalena, Orinoco, São Francisco, Paraná, Paraguay y el Amazonas. La descarga anual del Río Amazonas es de 6.700 km3, lo que equivale a cinco veces el volumen del agua del río Congo, el segundo más caudaloso del mundo. Igualmente, en América se ubican 68 acuíferos subterráneos de agua dulce de gran importancia a nivel mundial. El acuífero subterráneo Guaraní es el tercero más grande del mundo, con un área aproximada de 1.190.000 km2 y un volumen total de agua estimado en 30.000 km3. Se extiende desde el pantanal en el oeste de Brasil, ocupando parte de Paraguay y Uruguay y finaliza en la pampa Argentina (ver Mapa 7.6) 

 

 

También resulta interesante analizar el total de recursos hídricos renovables (TRHR) por habitante para diferentes regiones de América del Sur. Esto se muestra en el Cuadro 7.4. La región Guyana abarca a los países Guyana, Guayana Francesa y Surinam; la región Andina incluye a Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela; la región sur comprende Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, y por último, la región Brasil. Como puede observarse a partir del cuadro, todas las regiones de América del Sur disponen de una cantidad de recursos hídricos renovables por habitante superior al promedio mundial.

 

Recuadro 7.2: La Cuenca del Río de la Plata

 La Cuenca del Río de la Plata es la quinta mayor cuenca hidrográfica del mundo, abarcando una superficie superior a 3,1 millones de km2, y la segunda mayor por área de superficie en Sudamérica después de la cuenca del río Amazonas. Abarca una extensa región que comprende el centro y norte de Argentina, el sudeste de Bolivia, casi toda la región meridional de Brasil, todo Paraguay y una vasta región de Uruguay.

Con más de 100 millones de habitantes, cerca de cincuenta ciudades principales y 75 grandes presas, la cuenca posee una gran importancia social y económica para toda la región. La cuenca del Río de la Plata cuenta con cuatro subcuencas principales: los sistemas fluviales del Paraná, Paraguay y Uruguay y la propia subcuenca del Río de la Plata. El sistema del río Paraná es el mayor de las tres, constituyendo el 48,7% de la superficie total de la cuenca. Los sistemas de los ríos Paraguay y Uruguay abarcan el 35,3% y el 11,8% de la cuenca respectivamente. El restante 4,2% corresponde a la propia subcuenca del Río de la Plata.

En lo que se refiere al caudal, el sistema del río Paraná es el más importante de la cuenca con un caudal promedio de 7.100 m3 por segundo en Corrientes. El sistema del río Uruguay tiene un caudal medio anual de unos 4.300 m3 por segundo mientras que el sistema del río Paraguay tiene la menor capacidad, con un caudal medio anual de aproximadamente 3.800 m3 por segundo en Puerto Pilcomayo.

Gracias a las condiciones climáticas, la agricultura de secano es muy habitual en la cuenca. 

De hecho, la proporción de las tierras de regadío en relación al total de la superficie agrícola es relativamente baja, situándose entre un 0,3% (en Paraguay) y un 16,8% (en Uruguay). La soja, el maíz y el trigo son muy cultivados en la región. La ganadería y las pesquerías son otras importantes fuentes de ingresos y alimentos.

La región cuenta con un alto potencial para las actividades económicas. En este sentido, existen diversos centros industriales en los cinco países situados a lo largo de sus numerosos afluentes. 

Sin embargo, los centros industriales más importantes se encuentran en Brasil, en la zona metropolitana de San Pablo, y en Argentina, a lo largo de la franja industrial del río Paraná y en la zona metropolitana de Buenos Aires. La mayor demanda industrial tiene lugar en el sistema del río Paraná (20%), donde se concentra la mayor parte del sector industrial. En la subcuenca del Río de la Plata, casi el 98% del agua extraída es utilizada a lo largo de la orilla argentina por fábricas situadas en la zona metropolitana de Buenos Aires.

Los centros industriales, pese a que ofrecen empleo y contribuyen al PBI nacional, constituyen una fuente de contaminación del sistema del Río de la Plata. De hecho, esto implicó un importante  conflicto  entre  Argentina  y  Uruguay  por  la  instalación  de  la  pastera  finlandesa Botnia a orillas del Río Uruguay. En abril de 2010, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que Uruguay no violó sus obligaciones de evitar la contaminación ambiental, pero que ambos países debían monitorear conjuntamente el río a través de la Comisión Administradora del Río Uruguay. El 30 de agosto de 2010, tras la firma de un acuerdo entre Argentina y Uruguay, el conflicto político llegó a su fin.

Fuente: IIE sobre la base UNESCO.

Los recursos hídricos continentales, es decir, la disponibilidad de agua dulce para usos humanos, se han convertido en las últimas décadas en un factor muy importante, condicionante del desarrollo de los pueblos, especialmente en aquellos paíse carentes de agua en suficiente cantidad

 

7.4 Análisis de Argentina

El total de recursos hídricos renovables por habitante en el país es de aproximadamente 21.000 m3 al año mientras que para el mundo es de 7.230 m3/habitante/año. Sin embargo, si comparamos Argentina con América del Sur en general, el total de recursos de agua renovable es inferior (21.000 m3/año/habitante en Argentina contra 35.800 m3/año/habitante en Sudamérica).

Aún cuando la cantidad de recursos hídricos de la Argentina es elevada, su distribución es poco uniforme en relación al territorio, al igual que la población. Alrededor del 68% de los habitantes se asientan sobre las regiones húmedas (las cuales cubren apenas el 24% de la superficie del país), y sólo el 5% se asienta en zonas áridas, cuya extensión abarca el 61% del territorio nacional. 

Aunque el caudal medio de los recursos hídricos superficiales está muy por encima del nivel de estrés hídrico adoptado por Naciones Unidas (1.000 m3/habitante/año), es importante destacar la asimetría que se observa en la distribución espacial de dichos recursos: el 85% de este caudal corresponde a la Cuenca del Plata, en tanto que las cuencas de áreas áridas y semiáridas disponen de menos del 1%, esto se refleja en el Cuadro 7.5. El sistema del Plata contiene una parte importante de los recursos hídricos de Argentina pero atraviesa una de las zonas con mayor nivel de precipitaciones, por lo que la utilidad de sus aguas para riego es limitada.

 

Dada esta asimetría en la distribución espacial de los recursos hídricos renovables, las aguas subterráneas han jugado un papel importante en las regiones áridas y semiáridas para abastecer al consumo doméstico, la industria y la agricultura. La ingeniería hídrica ha permitido que provincias como San Juan y Mendoza, que se encuentran en una de las regiones más áridas de Argentina, se conviertan en grandes productores vitivinícolas y otros productos agropecuarios.

 

 

Por otro lado, la distribución de lluvias sobre el territorio nacional también es poco uniforme. ElMapa 7.7 muestra el nivel de precipitaciones sobre las diferentes regiones de Argentina. Como puede observarse, una parte importante del territorio nacional recibe un nivel bajo de precipitaciones (inferiores a 500 mm por año). Esta “diagonal árida” comprende la Patagonia argentina, parte de la región de Cuyo y el extremo noroeste del país. Por otra parte, las zonas más favorecidas en cuanto al nivel de precipitaciones son la pampa húmeda, la región del chaco y la Mesopotamia, con regiones que superan los 1.800 milímetros anuales.

 

 

La extracción de agua de riego para el sector agropecuario tiene su origen en aguas superficiales y subterráneas en un 74,3% y 25,7%, respectivamente. Las captaciones de agua se realizan fundamentalmente a partir de embalses y derivaciones de los ríos. En casos excepcionales se bombea en forma directa desde los ríos. Con respecto a la reutilización de las aguas residuales, si bien en la provincia de Mendoza se vienen usando desde hace años las aguas residuales industriales mezcladas con las aguas de riego, sólo desde el año 1996 se le ha dado forma legal a la reutilización de aguas residuales tratadas mediante la definición de los parámetros mínimos de calidad de los efluentes tanto domésticos como industriales.

Por otro lado, el sector hidroeléctrico (que es responsable de una parte importante de la producción energética del país), el de navegación (en la Hidrovía Paraguay – Paraná y Alto Paraná) y el sector turístico competirán cada vez más con los usos industrial, doméstico y agropecuario.

 

7.4.1 Entorno institucional de Argentina

Hasta 1992, Agua y Energía Eléctrica de la Nación junto con los correspondientes organismos provinciales, se encargaron del desarrollo de las obras de riego a nivel nacional. A partir de entonces se produjo la transferencia de esta responsabilidad a las provincias, excepto en algunas provincias como Mendoza y San Juan donde la administración de los recursos hídricos siempre fue responsabilidad local. Dicha transferencia se encuentra en la actualidad prácticamente concluida, con la creación de diferentes entes provinciales (Administraciones Provinciales del Agua) encargados de la administración y operación de los sistemas de riego públicos. En ocasiones, en el proceso de descentralización se ha producido una duplicidad de funciones y dificultades en la coordinación con la estructura del Gobierno Central.

De acuerdo a la Constitución Nacional y al carácter federal de la República Argentina, las provincias se han reservado todos los poderes y derechos sobre el uso y administración de los recursos hídricos. Las diferentes legislaciones provinciales contemplan, en general, preferencia en el uso del agua para abastecimiento de la población, variando las preferencias en los sectores restantes según la importancia económica y social de cada sector en la provincia. El derecho de agua con fines agrícolas es, en la mayoría de las provincias, inherente a la propiedad de la tierra y se otorga mediante concesión de carácter permanente o eventual según la disponibilidad del recurso. Gran parte de las leyes provinciales definen la obligatoriedad de los usuarios para realizar las labores de operación y mantenimiento, y financiar costos. Además, establecen un régimen sancionador.

El hecho de que cada provincia tenga su propio cuerpo legal y sus respectivos organismos de gestión ha llevado a que se implemente una administración autónoma del recurso que contradice en muchos casos su naturaleza interjurisdiccional. Esto conlleva una fragmentación del sistema que se acentúa, dada la diferencia de recursos (humanos y presupuestarios) que asigna cada provincia al sector y en algunos casos también por la diferencia de objetivos que las mismas plantean, hecho que denota la falta de coordinación de políticas y genera en muchas ocasiones la dilución de responsabilidades. Un grupo de problemáticas relevantes está vinculado a situaciones particulares, tales como la ineficiencia de los sistemas de riego, el problema de inundaciones, la retracción de los glaciares andinos, la deficiente conservación de la infraestructura hídrica y la baja cobertura de agua potable y alcantarillado cloacal.

Para afrontar este conjunto de problemas, el gobierno nacional está promoviendo en la actualidad el Plan Nacional Federal de Recursos Hídricos (PNFRH), que tiene como meta compatibilizar las planificaciones provinciales, sectoriales y por cuencas, y coordinar los distintos planes provinciales. 

Uno de los principales objetivos estratégicos del plan es reducir en la mayor medida posible la incertidumbre asociada a la complejidad de las interrelaciones físicas y sociales que generan las situaciones de conflicto y emergencia hídrica. Según sus bases, el PNFRH se “apoyará sobre un acuerdo entre jurisdicciones y sectores para la definición de las líneas de acción dirigidas a mejorar la oferta de agua, en calidad y cantidad, a administrar o influir sobre las demandas, y a mitigar los impactos extremos. Partirá de la premisa que el agua es un elemento vital para el desarrollo de la vida, y estructurante para la implementación de políticas sectoriales”.

 

7.4.2 Redes de abastecimiento del agua

Al considerar el abastecimiento humano, se estima que el acceso de los hogares al consumo de agua segura por red pública ha presentado en épocas recientes mejoras sustanciales. Según surge del censo 2001, en veinte años se pasó de 16 millones de habitantes con acceso a red de agua potable a casi 30 millones, registrando un incremento absoluto de 14 millones, pasando de 57,3% al 83,2% la cobertura a nivel nacional. Sin embargo, los datos a nivel provincial reflejan enormes 

disparidades  territoriales.  Por  ejemplo,  según  el  censo  2001  Misiones  tenía  una  cobertura  del 73%, Santiago del Estero del 74%, Formosa del 75%, Buenos Aires del 72%,  Chaco del 78%; en tanto la Capital Federal un nivel de cobertura de casi el 100%, la provincia de Santa Cruz del 99%, Chubut del 98% y Córdoba del 91%.

En el ámbito federal, el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA) dependiente del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, tiene como misión proyectar, administrar y ejecutar programas de infraestructura. Actualmente el ENOHSA se encuentra implementando diversos programas y proyectos que se direccionan a cumplir estos objetivos. Entre ellos cabe mencionar:

•    PLAN AGUA + TRABAJO: Orientado a disminuir el déficit de cobertura en la red de agua  potable  en  áreas  urbanas,  principalmente  en  la  periferia  de  los  grandes  centros poblados. De gran impacto social como generador de mano de obra directa (creación de cooperativas con beneficiarios de planes sociales) e indirecta. Tiene como meta proveer 

de cobertura a un millón y medio de personas.

•    PROARSA (Programa de Asistencia en Áreas de Riesgo Sanitario): de amplia cobertura nacional,  aporta  asistencia  financiera  para  zonas  con  alto  riesgo  sanitario,  aplicable  a distintas necesidades de saneamiento básico: agua potable y desagües cloacales. Permite acciones rápidas y directas para eliminar o disminuir potenciales focos de enfermedades 

de origen hídrico.

   PROMES  (Programa  Obras  Menores  de  Saneamiento):  de  amplia  cobertura  nacional, asiste financieramente la ampliación, rehabilitación y optimización de infraestructura.

   Línea Financiamiento Externo BID: Para expansión de redes de agua potable y desagües cloacales en poblaciones de 500 a 15.000 habitantes.

•    Programa BID – Banco Mundial: líneas de crédito dirigidas a grandes centros urbanos.

•    Programa Proyectos Especiales: de ejecución directa por ENOHSA, contempla obras de gran envergadura, distribuidas en quince provincias, beneficiando a 70 localidades. 

Entre las obras, se encuentran la planta potabilizadora y troncales del Paraná; saneamiento del río Reconquista con la construcción de cuatro plantas de tratamiento y troncales en el oeste del Gran Buenos Aires; saneamiento del lago San Roque con la construcción de la planta de tratamiento y troncales; optimización de la planta de tratamiento de la ciudad de Córdoba; construcción de la planta de tratamiento de La Rioja; y construcción de la planta de tratamiento de Rawson.

 

7.5 Córdoba

7.5.1 Los recursos hídricos en la provincia de Córdoba

La realidad cordobesa no es ajena a la problemática planetaria de creciente escasez relativa de agua dulce. Según datos censales, de una población de 2.407.754 en el año 1980, la provincia pasó a tener 3.304.825 habitantes según el resultado provisional del censo 2010 (un crecimiento del 37%), hecho que presiona sobre la demanda de agua para usos residenciales. Además, dada su ubicación geográfica de carácter central respecto del territorio nacional, el uso eficiente del recurso es estratégico a nivel país.

En relación al total nacional, la disponibilidad aguas superficiales en la provincia tiene una participación de 0,5%, lo que la convierte en una de las regiones más pobres del país en lo que a recursos hídricos superficiales se refiere. Datos del Laboratorio de Hidráulica de la Universidad Nacional de Córdoba revelan que la precipitación  de agua por habitante (relación entre el volumen caído en la provincia y el número de habitantes) es de 42.000 metros cúbicos por año en Córdoba contra 138.000 en Santiago del Estero, 110.000 en La Rioja y 173.000 en Catamarca, provincias reconocidas en la opinión pública como áridas (Aguas Cordobesas, 2011).

La distribución de aguas superficiales es bastante irregular en el territorio provincial. En el “Plan de Gestión de los Recursos Hídricos de la Provincia de Córdoba” 142 se describe esta situación: “En la llanura oriental de reducida pendiente, la red fluvial es pobre y sus ríos y arroyos, si se exceptúan “los grandes”, son apenas pequeños cauces que en gran parte del año y a través de prolongadas sequías, suelen encontrarse totalmente secos. En cambio, las aguas estancadas, constituidas por 

lagunas, pantanos, cañadas y cañadones, alcanzan gran desarrollo. Estas situaciones se invierten en el ámbito serrano. Aquí, precipitaciones más abundantes, estructura y morfología rígidas, determinan un encausamiento lineal de las aguas corrientes en desmedro de las estancadas. Éstas faltan y en su lugar únicamente se hallan los pantanos artificiales que modifican y embellecen el paisaje, atraen el turismo y contribuyen a satisfacer las demandas alimentarias, industriales, energéticas y de regadío en alejadas comarcas, donde se concentra la mayor densidad de la población. Las planicies de la pendiente occidental se caracterizan netamente por la pobreza de sus aguas superficiales, tanto corrientes como estancadas. Precipitaciones escasas, una implacable evaporación durante el verano, con calores agobiantes, y gran permeabilidad de los sedimentos superficiales, impiden el mantenimiento de una red hidrográfica de alguna importanciia» (Reyna, Reyna, Orso, Reyna y Lábaque, 2005).


142 Reyna, Reyna, Orso, Reyna y Lábaque (2005). “Plan de Gestión de los Recursos Hídricos de la Provincia de Córdoba”


 

 

Las aguas subterráneas representan en la provincia un recurso natural invalorable debido a la escasez de las aguas superficiales y las condiciones climáticas desfavorables en una extensa área del territorio provincial (Reyna, Reyna, Orso, Reyna y Lábaque, 2005).

Además del problema espacial, existe un problema temporal en lo que se refiere a la distribución del agua en Córdoba. En los seis meses comprendidos entre octubre y marzo se concentra cerca del 80% del volumen de precipitaciones. Esto se refleja en el Gráfico 7.4 que presenta las precipitaciones históricas mensuales para las estaciones meteorológicas de Marcos Juárez (este de la provincia), Córdoba Observatorio (centro)  y Villa Dolores (oeste de la provincia). Para el período comprendido entre 1981 y 1990 las precipitaciones medias anuales para esas localidades fueron de 896, 779 y 657 milímetros respectivamente. Así, se observa un nivel decreciente en el volumen de lluvias de este a oeste de la provincia de Córdoba, hecho que también quedó reflejado en el Mapa 7.7.

Por otro lado, la demanda de agua para sus diferentes usos no es tan estacional cuanto la oferta. 

Por este motivo, las presas constituyen un reservatorio de agua que es incrementado en la época de lluvia y utilizado en la estación seca. Además, los diques cumplen la importante función de amortiguar la crecida de los ríos. Son utilizados también para actividades recreativas (turismo), la generación de energía hidroeléctrica, y la pesca. En el Cuadro 7.6 se muestran datos referidos a las siete principales presas de la provincia, que representan el 97% de la capacidad de almacenamiento de agua.

 

Otros diques de menor envergadura en la provincia son el Dique San Jerónimo, el Dique Los Alazanes, el Dique Portecelo, el Dique Pisco Huasi, el Dique Los Nogales, el Dique la Quebrada, el Dique La Falda, el Dique El Cajón, y los azudes de Villa de María de Río Seco y de Copacabana.

 

Recuadro 7.3: Treinta años sin obras hídricas de envergadura

A mediados de 1980 se terminaba de construir en Córdoba la ampliación del dique de Cruz del Eje. Desde aquel entonces, tres décadas atrás, ninguna otra obra hídrica de envergadura se realizó en la provincia de Córdoba. En ese mismo lapso de tiempo, la población aumentó de 2.407.754 a 3.304.825 de habitantes (un incremento superior al 37%). Además, hay que 

considerar el crecimiento de la producción agropecuaria e industrial de la provincia durante ese período.

Los últimos proyectos de construcción de diques fueron abandonados por la presión de grupos ecologistas. En 1996, el ex gobernador Ramón Mestre desistió de construir un dique sobre el Rio San Antonio a la altura de Cuesta Blanca por las advertencias sobre el daño ambiental que esto provocaría. Lo mismo ocurrió con otro proyecto para construir el dique Las Jarrillas. Ambos diques en conjunto, habrían tenido una capacidad de recepción del 50% en relación al dique San Roque.

Entre los proyectos más emblemáticos para solucionar los problemas hídricos de la provincia se encuentra la construcción de un acueducto desde el Rio Paraná, atravesando la Región Centro del país. Esta obra que supondría traer agua desde una fuente a 350 kilómetros de distancia y con una diferencia de altura de casi 500 metros, implicaría un consumo energético enorme. 

Según estudios de prefactibilidad, la obra tendría un plazo de ejecución de 15 años y un costo aproximado de U$D200 millones.

Fuente: IIE sobre la base diarios Día a Día, La Voz del Interior y la Agencia Federal de Noticias.

Según el “Plan de Gestión de los Recursos Hídricos de la Provincia de Córdoba” (2005), Córdoba empieza a encontrarse con problemas de falta de agua. Según las estimaciones, la oferta global de agua superficial en la provincia sería de 100 m3 por segundo. Por otro lado, la demanda para consumo (incluido usos industriales, limpieza de calles, riego de parques y paseos, etc.) se estima en 13 m3 por segundo para toda la provincia, fundamentalmente provisto por agua superficial. 

Además, la demanda para la agricultura se estima en 60 m3 por segundo. Se concluye que Córdoba se encuentra en un potencial problema, ya que consumiendo el 70% de su derrame, en los años pobres tendrá problemas de suministro. El Plan propone mejorar la eficiencia del uso de agua para riego, en el uso doméstico, acercar la oferta y la demanda en el tiempo y en el espacio, o traer agua de otra fuente.

Otro de los principales problemas de la provincia es la contaminación del agua. La construcción de casas, hoteles y emprendimientos turísticos a orillas de lagos y ríos, son una fuente de contaminación, ya que con frecuencia vuelcan líquidos cloacales sin adecuado tratamiento. Luego, el exceso de nutrientes en el agua acelera la eutroficación de los embalses, y el crecimiento desmedido de algas en el agua genera problemas para su potabilización.

Como señala Reyna (2005), “la información disponible relacionada con los sistemas de riego de la provincia es desactualizada, incompleta y no se encuentra sistematizada por ninguno de los organismos ni áreas involucradas. No se conoce el número real de usuarios, ni de volúmenes entregados (o tomados), ni las superficies, métodos, cultivos, tipo de comercialización ni beneficios económicos que estas actividades implican”.

La generalización de la explotación agrícola intensiva, el uso de invernaderos basados en el factor riego y el continuo crecimiento de las zonas industriales, hacen de la provisión de agua un desafío que necesita ser gestionado con eficiencia de modo tal de poder abastecer adecuadamente a la población, al sector agropecuario y a la industria.

 

7.5.2 El abastecimiento de la ciudad de Córdoba

Según revela el Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2010, de los 3.304.825 habitantes de la Provincia de Córdoba, 1.330.023 viven en la ciudad capital (40,25%). Así, Córdoba Capital se constituye en un importante centro de consumo de agua, tanto para residenciales y la industria, como para el riego del cinturón verde.

El suministro de agua potable para la ciudad capital se obtiene a partir de agua de dos  grandes cuencas: la Cuenca Suquía, ubicada al oeste de la ciudad, y la Cuenca Xanaes, ubicada al sudoeste. El dique San Roque, ubicado en las proximidades de Carlos Paz, tiene la función de contener los afluentes de la cuenca Suquía, mientras que el dique Los Molinos ubicado en el Valle de Calamuchita, concentra los caudales provenientes de la Cuenca Xanaes (ver Mapa 7.9).

 

A partir de estos embalses, el agua cruda es transportada hasta las plantas potabilizadoras. El canal Los Molinos, que lleva el agua desde el Dique hasta la planta potabilizadora homónima, presenta numerosas filtraciones que disminuyen su capacidad de transporte y generan desperdicio del recurso. Mientras que el canal fue diseñado para transportar entre siete y ocho metros cúbicos por segundo, actualmente consigue transportar menos de tres. Por este motivo, está previsto iniciar a mediados de 2011 el entubamiento de 31 de los 60 kilómetros de longitud del acueducto, con un costo total de 90 millones de dólares. Una vez finalizada la obra, se estima que el canal podrá transportar casi seis metros cúbicos por segundo, casi el doble de su capacidad actual.

Desde 1997 Aguas Cordobesas es la empresa concesionaria del servicio de agua potable, responsable por la potabilización y distribución del agua en la ciudad capital. La empresa cuenta con dos plantas potabilizadoras: la Planta Potabilizadora Suquía, que alimenta la zona norte del río Suquía y el oeste de la Cañada (aproximadamente el 70 % de la ciudad), y la Planta Los Molinos, que abastece el sector sudeste de la ciudad (30% restante).

El suministro de agua para la ciudad de Córdoba Capital se enfrenta a dos grande inconvenientes. 

En primer lugar, el crecimiento de las ciudades “rio arriba” y sobre los diques Los Molinos y San Roque, además de reducir la cantidad disponible del recurso, son una importante fuente de contaminación. Al mismo tiempo, el crecimiento poblacional de la ciudad genera una presión sobre la demanda de agua. Desde la construcción de los diques San Roque y Los Molinos (años 1944 y 1953, respectivamente), la población de la ciudad de Córdoba tuvo un crecimiento notable (de 1947 a 2010 la población pasó de 386.828 habitantes a 1.330.023).

A raíz de estos hechos, la empresa concesionaria realiza con frecuencia campañas de concientización, además de la instalación de medidores en algunas viviendas de la ciudad. En junio de 2010, el Entre Regulador de Servicios Públicos (ERSEP) autorizó a Aguas Cordobesas la instalación de 70.000 medidores. A finales de enero de 2011, 59 mil medidores ya se encontraban instalados sobre un total de 390 mil usuarios en toda la ciudad.

Mientras que para usos residenciales e industriales el agua es suministrada por los diques San Roque y los Molinos, el cinturón verde (que gran parte se encuentra dentro de los límites del departamento capital) se abastece de aguas de los canales maestros Norte y Sur, que son alimentados por el dique Mal Paso ubicado a 16km de la ciudad capital.

 

7.6 Conclusiones finales

Como se señaló en la introducción del capítulo, el agua no es un problema a nivel mundial sino un problema regional. El mundo como un todo no sufre escasez de recursos hídricos pero existen ciertos países o regiones que sí se ven afectados por esta realidad. Este hecho genera necesidades para algunos, como en el caso de muchos países asiáticos, y portunidades para otros, como en el caso de América. El crecimiento poblacional del continente asiático presiona sobre la demanda de 

agua, que en muchas regiones es escasa, mientras que la abundancia de agua y de tierras fértiles en América abre las puertas para una mayor producción agropecuaria.

En términos generales, Argentina puede considerarse un país con abundancia de recursos hídricos con respecto al resto del mundo. Sin embargo, su distribución sobre el territorio nacional es poco uniforme. Por este motivo, las obras de infraestructura constituyen una herramienta fundamental para el desarrollo de algunas regiones. Mendoza y San Juan son el ejemplo más claro, ya que gracias a la ingeniería hídrica se han convertido en grandes productores vitivinícolas.

La provincia de Córdoba no es ajena a los problemas hídricos. El crecimiento poblacional, agropecuario e industrial de las últimas décadas en combinación con la falta de obras de infraestructura de  envergadura  han  generado  una  creciente  escasez  relativa  de  recursos  hídricos  disponibles. 

Algunos estudios muestran que la provincia consume el 70% de su derrame, lo que constituiría un serio problema en épocas de sequía. El aprovisionamiento desde otras fuentes y el aumento de la eficiencia en la utilización del agua (a través de campañas de concientización o del cobro por volumen consumido) parece ser cada vez más necesario para aliviar los problemas hídricos de la provincia.

Debe remarcarse la importancia que juegan los gobiernos en el control y administración del uso del agua. Aún en los lugares donde ésta es abundante, está sujeta a sobre-explotación y problemas de contaminación. Las leyes de aguas y los controles de las autoridades estatales deben estar dirigidas a evitar que la competencia por los recursos hídricos entre los diferentes sectores (doméstico, industrial y agrícola) limiten el desarrollo económico.

 

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