PERSPECTIVAS ECONÓMICAS

CAPÍTULO 11: PERSPECTIVAS ECONOMICAS

 

A comienzos del siglo XX la economía Argentina era considerada como una de las más avanzadas del mundo. Durante más de un siglo  el país lideró el desarrollo económico en Latinoamérica ubicándose en los primeros lugares del ranking de  indicadores que miden el comportamiento económico, social y cultural de una Nación, tales como PBI per cápita, alfabetismo y esperanza de vida al nacer. Después de alrededor de setenta años de decadencia el  ingreso per cápita de Argentina es sensiblemente inferior al de Chile y aún menor al de Brasil y México. El enorme potencial de nuestros recursos disponibles en relación a  la gravísima crisis social que padecemos están provocando una profunda reflexión sobre una salida que trascienda los aspectos coyunturales. La misma no puede prescindir de una herramienta básica: el cambio en la estructura federal del país que promueva una nueva organización económica y social donde la relación entre la sociedad civil y el Estado se reestablezca, principalmente, a nivel regional y local.  

 

 11.1. Antecedentes históricos

En las recientes ediciones del Balance hemos dedicado el último  capítulo del libro conel propósito de presentar una visión de largo plazo sobre los posibles escenarios económicos que enfrentará nuestro país en los próximos años. En esta oportunidad, vamos a repasar, en primer lugar, algunos aspectos de la evolución económica Argentina en las etapas de la recuperación posterior a las grandes crisis de nuestra historia.  

En el gráfico 1, puede apreciarse que desde el año 1875 el PBI per cápita argentino tuvo cinco períodos donde la serie muestra fases recesivas del ciclo económico fuertemente descendentes y de características similares en cuanto a las dificultades enfrentadas. 

Los cinco períodos fueron la crisis de 1890, la prolongada recesión a raíz de la Primera Guerra Mundial, la depresión de los treinta, la década perdida de los ochenta y la crisis actual. 

 Los factores externos, especialmente los relacionados a la escasez de financiamiento, ocuparon siempre un lugar preponderante al explicar el desencadenamiento de los ciclos recesivos.

Por ejemplo, el monto de la deuda externa nacional durante la década de 1880 aumento casi cuatro veces y hacia fines de la misma el pago al exterior de los fondos adeudados como porcentaje del valor de las exportaciones llegó a representar el 37,75%1 .

Durante la Primera Guerra Mundial la actividad económica sufrió un gran retroceso a consecuencia de la menor disponibilidad de insumos importados y las dificultades que tuvo el país para colocar sus exportaciones. Similares consecuencias fueron provocadas por la Gran Depresión. En la década de 1980 la crisis de la deuda externa Latinoamericana se manifestó en una fuerte caída del PIB y lo mismo ocurrió a raíz del explosivo crecimiento de la deuda pública externa Argentina durante los noventa desembocando en la crisis actual.

En los cinco períodos recesivos mencionados, la caída promedio del PIB per cápita estuvo en alrededor del 25%. La longitud del período de recuperación posterior para alcanzar valores de ingreso per cápita similares a los máximos anteriores al inicio de las crisis fueron entre 7 y 9 años, excepto en 1890.

La elevada dependencia del financiamiento externo durante las crisis condujo a fuertes correcciones en el déficit de cuenta corriente de la Balanza de Pagos, generalmente de la mano de una significativa caída en las importaciones. La evolución económica actual tiene todas las características de las peores fases recesivas observadas con anterioridad. 

En este caso, el desprestigio que significó un default hostil y desordenado, la destrucción del sistema financiero y la fuerte pérdida de competitividad de la economía no auguran una rápida reversión de los flujos de fondos externos como sucedió durante la convertibilidad, sino todo lo contrario. La probable escasez de ahorro externo provocará que el tipo de cambio real sea  lo suficientemente elevado como para mantener un saldo comercial muy alto, aún frente al seguro aumento de las importaciones una vez que se supere lo peor de la crisis. 

 

11.2. El papel de las exportaciones en la recuperación económica 

Por este motivo, Argentina debe necesariamente exportar más y este es el principal resultado macroeconómico necesario para iniciar el camino de la recuperación. Para ello no es suficiente un tipo de cambio alto. Así parece indicarlo el gráfico 11.2 donde se aprecia que no hay una clara correlación entre la depreciación del tipo de cambio y el volumen exportado. 


1  «La economía  Argentina en el largo plazo», Roberto Cortés Conde, 1994.


Por el contrario, la exportaciones argentinas que habían permanecido estancadas durante las décadas de 1970 y 1980,  se duplicaron en los noventa respecto al valor promedio de la década anterior, aún cuando el tipo de cambio estuvo sensiblemente atrasado. El buen comportamiento de las exportaciones se produjo principalmente como consecuencia de la mayor estabilidad de precios y las mejores perspectivas que se generaron a raíz de las reformas de primera generación llevadas a cabo durante los años iniciales del programa de convertibilidad. Lamentablemente, los serios desequilibrios fiscales y monetarios que se fueron acumulando y la permanencia de los problemas estructurales que ni siquiera se intentaron enfrentar con las reformas de segunda generación, produjeron el estancamiento de las exportaciones señalado por la trayectoria de las ventas externas que se incluye en el gráfico11.2.  

La declinación de las exportaciones en el corriente año repite experiencias históricas anteriores. Es más, tal como lo sostenemos en el capítulo del sector agrícola, las retenciones a las exportaciones parecen retrotraernos a los viejos esquemas de política económica fracasados con anterioridad. Las consecuencias  son tan claras como la relación inversa entre retenciones y área sembrada que se aprecia en el gráfico incluido en dicho capítulo.

 

 Otro de los problemas relativos al crecimiento de las exportaciones durante la década pasada es que el mismo se concentró en productos de bajo valor agregado, con un importante peso relativo en el rubro energía, lo cual no generó el nivel de empleo que se esperaba a partir de la integración económica del país con el resto del mundo. La ausencia de empleo  requirió  un  mayor  gasto  estatal  generando  presiones  sobre  el  tipo  de  cambio  y cuestionando la viabilidad del modelo a largo plazo.     

En síntesis, la inconsistencia entre la política fiscal y cambiaria que se observó durante la última década, conduciendo a la devaluación, el default y la depresión económica actuales fue tan solo un mecanismo de transmisión de la crisis que responde a causas más profundas derivadas de la existencia de un capitalismo prebendario, corporativo, populista y demagógico que se encuentra en decadencia.

11.3. Los grandes rasgos del desequilibrio regional

Para cambiar la organización económica y social del país hay que enfrentar el gran desafío de modificar la estructura regional Argentina cuyos vicios exceden con creces los que pueden observarse en otros países. 

Por ejemplo, la estructura federal del país arroja como resultado que la  jurisdicción provincial con el PBG más alto es ciento seis veces más grande que el de la provincia con el PBG más bajo. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un PBG per cápita que es un tercio del de Canadá y el de Santiago del Estero es apenas tres veces mayor que el PIB per cápita de Burundi. ¿Podría Canadá discutir un régimen de coparticipación federal con Burundi?. En nuestro caso, que tiene características similares a las del anterior ejemplo de negociación, ha resultado hasta el presente muy complicado llegar a soluciones definitivas, tal como lo indican las postergaciones en el tratamiento de la coparticipación impositiva desde el año 1994.    

No se trata solamente del caso extremo de Buenos Aires comparada con Santiago del Estero. En el cuadro 11.2 se puede apreciar que la suma de la participación del PBG de Buenos Aires más Capital Federal (hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires)  arroja un 61% sobre el total. Si se exceptúan las provincias de Santa Fe, Mendoza y Córdoba, las restantes veinte jurisdicciones tienen una participación que se encuentra en alrededor del 1% para cada una.

 

 Si comparamos esta situación con el caso de Brasil, donde también las diferencias regionales son enormes, la gravedad del desequilibrio regional argentino se hace más evidente y se transforma en un caso extremo para países de características similares. La suma del PIB de los Estados de San Pablo y Río de Janeiro arroja una participación en el PIB total de ese país del  45,59 %, de acuerdo a los datos de IPEA y IBGE para el año 1996.

Además, Brasil hace un enorme esfuerzo en materia de inversiones en infraestructura para reducir sus diferencias regionales, siendo el caso de la Región Centro Oeste un ejemplo a destacar. En la próxima edición del Balance correspondiente al año 2003 publicaremos una investigación en curso que está realizando el IIE sobre la relación de esa región brasileña con la Región Centro a través de la hidrovía Paraguay-Paraná.

La sucesiva postergación de la autopista Rosario-Córdoba es uno de los tantos ejemplos que contrastan con la realidad de nuestro principal socio en el MERCOSUR. Otro ejemplo es lo que sucede con las universidades que tienen instalaciones en poblaciones pequeñas y medianas de nuestra región. En muchos casos el número de egresados se concentra en profesiones tradicionales con inserción laboral casi nula en las localidades donde se desarrollan esas carreras universitarias. 

Por el contrario, aquellas carreras ligadas a las principales actividades productivas donde se requiere una urgente incorporación de tecnología, como en el caso de sector apícola, no existen carreras terciarias ni títulos de grado. En el Balance anterior señalábamos el mismo problema para la producción de maní y el sector productor de maquinaria agrícola. 

Las universidades deberían transmitir el conocimiento global pero actuar en función de las necesidades locales. Las unidades administrativas centralizadas ignoran casi por completo las realidades regionales. 

También sucede con algunos institutos de investigación y centros tecnológicos. En el tema de la salud, el caso extremo es la infraestructura de la lucha contra el mal del Chagas  establecida a cientos de kilómetros de los lugares donde la enfermedad es endémica.  

Podríamos continuar con numerosos ejemplos pero no es nuestro propósito. Solamente queremos señalar que Argentina viene de un largo proceso de decadencia y pocas veces se ha señalado la organización federal como una de sus principales causas.

 

11.4. La pequeña y mediana empresa en la regionalización 

La economía Argentina de los últimos setenta años no tuvo un horizonte previsible que sirviera de campo fértil para los pequeños y medianos emprendedores salvo cuando lo intentaron con iniciativas cortoplacistas y en la mayoría de los casos en el ámbito de la economía informal.

Para integrar Argentina al resto del mundo es necesario un replanteo total de la cultura y el modelo de organización económico y social de nuestro país, en una dirección drásticamente opuesta a la que se observa hoy.

No se trata de transferir la renta de los sectores que exportan en base a las ventajas comparativas de nuestros recursos naturales o los privilegios de los mercados internos protegidos por regulaciones estatales obsoletas hacia un sector público ineficiente y centralizado en Buenos Aires. 

Por el contrario, se trata de favorecer la formación de una red de pequeños y medianos emprendimientos distribuidos a largo de todo el territorio nacional que generen alto valor agregado y empleen gran cantidad de mano de obra a través de la venta de sus productos en el mercado internacional con el  fin de obtener las divisas necesarias para incorporarnueva tecnología a nuestra oferta exportable y por lo tanto complementar la riqueza generada a partir de nuestros vastos recursos naturales.

¿Como se puede implementar esa organización que garantice un progreso económico sostenido en el tiempo?  

En primer lugar no asfixiando la pequeña y mediana empresa  con la destrucción del crédito, una presión impositiva insoportable y la incertidumbre abrumadora del cambio permanente en las reglas de juego. Así lo señalan los resultados de más de ochenta talleres organizados en distintos lugares geográficos de la Región Centro en los últimos tres años.  

Allí el papel de la regionalización ocupa un lugar privilegiado para comenzar a solucionar los tres problemas principales ya señalados: la excesiva presión impositiva, la escasez y costo del financiamiento y la elevadísima incertidumbre . 

La administración de los recursos públicos es mucho más eficiente en manos de los gobiernos sub-nacionales, especialmente las municipalidades. El  principio de correspondencia entre ingresos y gastos tiene una gran trascendencia práctica en el terreno administrativo. 

En segundo lugar, los mecanismos de ahorro-inversión que deberían recrearse, luego de la destrucción de un sistema bancario orientado principalmente a prestarle al sector público, encuentra sus primeros rasgos en instrumentos tales como los fondos derivados de fideicomisos conformados con documentos de exportación, obligaciones negociables en el ámbito de los mercados de capitales regionales, los mercados de futuros y opciones para

commodities, fondos de inversión específicos de acuerdo a la localidad y la actividad económica prevaleciente en la misma, etc.

Por último, queda el gran tema de la inseguridad jurídica y la incertidumbre. Las mismas son la consecuencia directa de las distorsiones en la escala de valores sobre la que se fundamenta la cultura y la organización económica y social de Argentina. En estas distorsiones  hay  una  gran  influencia  del  modelo  corporativo, prebendario  y  demagógico  que prevaleció en el país durante décadas, uno de cuyos principales instrumentos es la estructura de una economía centralmente planificada y conducida desde el gobierno central cuya sede está en Buenos Aires. 

Nos da la impresión que la población Argentina está rechazando cada vez con mayor fuerza  esa organización que ahora se hace casi insostenible. La prueba de ello es la altísima evasión impositiva, los grandes déficit fiscales a nivel provincial y la emisión de cuasi-monedas en casi todas las jurisdicciones. Sin embargo, las acciones que condujeron a dichos desequilibrios no constituyen el camino adecuado para solucionar los problemas. 

Una de las formas más convenientes de combatir las características de nuestra sociedad corporativa es descentralizando la acción del gobierno a nivel regional. Los vicios de la organización económica y social de Argentina son más difíciles de practicar en la realidad cotidiana de instituciones locales de menor tamaño donde es factible un mejor control de las acciones de gobierno por parte de la sociedad. Se tiene mejor acceso a la información precisa, haciendo difícil el intento de distorsionar las cuentas públicas por parte de administradores deshonestos o de implementar acciones demagógicas.

El papel de las instituciones intermedias, los centros de educación, de investigación y de los medios de difusión también ocupa un lugar de gran responsabilidad, en especial cuando los esfuerzos se combinan adecuadamente. En la tarea de informar, evaluar, controlar y luego reclamar correcciones a las políticas en curso o proponer iniciativas frente a los problemas que van apareciendo es necesario un gran esfuerzo de investigación y análisis llevados a cabo con imparcialidad. 

Afortunadamente, existen numerosas instituciones dentro de las categorías mencionadas profusamente distribuidas en toda la Región Centro. El problema es como hacerlas funcionar en conjunto y no enfrentadas. En los numerosos talleres sectoriales y regionales organizados en Entre Ríos surgió la idea de mantener Foros de Análisis Sectoriales Permanentes. En los mismos debería evitarse que se expresen exclusivamente los intereses sectoriales o se los utilice para defender ideas, muchas veces perimidas, que reavivan el enfrentamiento. Nuestra recomendación fue efectuar un proceso de selección de los mejores dirigentes de cada sector  y de las instituciones participantes para incorporar aquellos que tengan vocación de colaborar  y no de usar estos ámbitos para intentar mantener el status quo que protegió sus privilegios durante muchos años.  

 

11.5. La regionalización como factor de desarrollo

La mayoría de los análisis sobre desarrollo económico reconocen que los principales factores que influyen sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita de un país son la geografía, la política económica y el grado de desarrollo y fortaleza de las instituciones. 

De acuerdo a la hipótesis que asigna a la geografía y a la dotación de recursos naturales una significativa ponderación como determinantes del grado de desarrollo económico, el crecimiento de los países depende en gran parte de la ubicación geográfica y el acceso a los puertos y otras vías de comunicación.  Aquellos ubicados en las zonas tropicales enfrentan condiciones desfavorables por la influencia del entorno climático, las enfermedades, y las dificultades para desarrollar actividades agropecuarias, entre otros factores. A nuestro criterio, estas variables han perdido parte de su relevancia debido al avance de la tecnología. A pesar de ello, no deben subestimarse las excelentes condiciones de suelo y clima de nuestra Región Centro, que le otorgan una gran ventaja comparativa para la producción de alimentos, especialmente frente al aumento en la demanda de los países asiáticos2 . Asimismo, el excelente acceso a los puertos fluviales favorece la reducción de costos de transporte cuyo peso en la rentabilidad agropecuaria es significativo. 

La regionalización adquiere especial relevancia cuando se tratan los otros dos factores de desarrollo, o sea las políticas económicas y las instituciones.  Aplicar impuestos a las ventas externas a través de tipos de cambio múltiples o retenciones es equivalente a cerrar la economía, al mismo tiempo que  contribuyen a acentuar los  desequilibrios fiscales de las provincias debido a las distorsiones provocadas por el actual mecanismo de coparticipación. Por lo tanto, las dos variables de política económica más importantes que señala la teoría como causas de un menor desarrollo económico tienen un fuerte impacto a nivel nacional y regional. 

En el mismo sentido, pueden señalarse otras como las diferencias observadas en la estructura de impuestos entre provincias cuya actividad económica es muy parecida, tal como sucede en la Región Centro. La existencia de cuasi-monedas cuya circulación está restringida a determinadas regiones, las diferencias en las políticas de promoción de inversiones, los esfuerzos no coordinados en materia de comercio exterior y las obras de infraestructura sin continuidad territorial.

Por último, tal como lo hemos señalado en numerosas oportunidades, el factor de mayor importancia en la declinación económica Argentina es la debilidad de sus instituciones. El retorno al estado de derecho  a partir del año 1983 constituyó un gran avance en cuanto a las condiciones necesarias para lograr el progreso económico, sin embargo resta mucho por hacer tanto a nivel del sector público, como en el resto de las organizaciones económicas y sociales. 

Tal como lo señalamos en el Capítulo 2, la Región Centro espera  que los gobiernos de las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe impulsen los mecanismos institucionales que son necesarios para consolidar la región. Junto con ello, además de los aspectos ya mencionados en los párrafos anteriores, deberían impulsar iniciativas tales como el relevamiento  de  la  oferta  exportable  regional, la representación conjunta en los principales mercados externos mediante la presencia en misiones comerciales, ferias y exposiciones y la construcción de redes de contactos y representaciones para mejorar el acceso a los mercados mundiales.     


2  Ver capítulos referidos al comercio exterior en anteriores ediciones del Balance


 Fuera de la órbita del sector público, el resto de la sociedad debería contribuir al fortalecimiento de las instituciones intermedias. Por ejemplo, el desarrollo del denominado tercer sector es de gran importancia en un momento en que las condiciones sociales de nuestro país pasan por una situación dramática. Asimismo, el papel de los centros de investigación en su tarea de diagnóstico y elaboración de propuestas deberían coordinar esfuerzos con los centros de educación y otras instituciones. 

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